jueves, 10 de noviembre de 2016

Nicaragua: Qué opinaría Carlos Fonseca

Jóvenes conmemorando el 40 aniversario del paso a la inmortalidad del Comandante Carlos Fonseca, 8 de noviembre de 2016. (Foto: CCC/César Pérez).




Nicaragua: Qué opinaría Carlos Fonseca
Por Jorge Capelán 

Gana Daniel Ortega. ¿Qué opinaría Carlos Fonseca de esto?” dice el analista Marcelo Colussi en una nota publicada recientemente. Colussi regurgita (mal digeridos) los argumentos de una corriente de ex-miembros del partido (Henry Ruiz, Mónica Baltodano...) cuyo espacio de influencia hoy en día se ha visto reducido a las páginas del diario La Pren-CIA de Managua más esporádicas entrevistas a bienintencionados pero muy mal informados medios de izquierda. Sobre esta corriente, denominada Movimiento por el Rescate del Sandinismo (y sobre sus primos de ultraderecha, el “Movimiento Renovador Sandinista”), hemos escrito extensamente en otros espacios. (Por ejemplo aquí, en las páginas 36-49 de esta publicación y aquí)

Interesante ejercicio de historia (contrafáctica, dirían algunos) el tratar de desentrañar lo que un referente de la talla del Comandante Carlos Fonseca opinaría de la Nicaragua de hoy; sin embargo, para que ese ejercicio sea productivo y trascienda la mera “indignación” (un fenómeno muy de moda hoy en día tanto a la izquierda como a la derecha) debe ser hecho con un mínimo de rigor. La indignación por sí misma no es revolucionaria, especialmente en estos tiempos Trump-ianos y LePen-nianos. Un ejemplo de ello son tantos personajes con reputación de voceros de ”izquierda” que, como se dice en America Latina, en su momento “pisaron el palito” y se lanzaron a defender ardorosamente a los terroristas de lo que hoy es el Estado Islámico en su lucha contra el “tirano” Gadaffi en Libia.



Ya van cinco años de horror en Libia y la mayoría de esos personajes no ha reconocido el tamaño de su desacierto ni se han hecho la autocrítica por haber sido utilizados como peones de la señora que anoche perdió la justa por la presidencia de los Estados Unidos. No esperamos que se la hagan, como tampoco esperamos que se la hagan aquellas figuras de “izquierda” que durante años alegre e irresponsablemente se han dejado utilizar y se han sumado al coro contra una de las experiencias revolucionarias más denostadas de Nuestra América: La Revolución Popular Sandinista de Nicaragua.

Carlos Fonseca fue asesinado combatiendo a la Guardia Somocista en Zinica, en 1976, un 8 de noviembre. El triunfo de la Revolución ocurrió casi tres años más tarde, en julio de 1979. Es sabido que no contemplaba un cercano colapso del bloque socialista, mucho menos de la URSS. Aunque conocía muy bien a Nicaragua y a las tretas, artimañas y atrocidades que históricamente los Estados Unidos y las potencias coloniales habían implementado contra este sufrido pueblo nicaragüense, y aunque conocía la experiencia de lucha del pueblo vietnamita y de los demás pueblos del tercer mundo, Carlos Fonseca no podía conocer acerca de la guerra de “baja” intensidad de Reagan en los años 80s.

Tampoco llegó a conocer el neoliberalismo. No lo conoció porque en su época hasta Somoza llegó a hacer inversiones sociales aunque éstas fueran de carácter precario y contrainsurgente. De hecho, si dirigentes de la clase trabajadora como Carlos y el Comandante Tomás Borge, salidos del pueblo humilde, pudieron llegar a jugar el papel que jugaron, es precisamente gracias a que accedieron, por primera vez en la historia de Nicaragua, a una secundaria pública por más mala que ésta fuera y por más que estuviera motivada por razones agroexportadoras y, como ya dijimos, contrainsurgentes.

En los años 60 y 70 del siglo pasado, el estudiantado de Nicaragua (tanto a nivel secundario como universitario) jugó un papel fundamental en mantener viva la llama de la lucha ingresando, primero a movimientos de masas, y luego a destacamentos guerrilleros en un proyecto que sólo ofrecía lejanos e inciertos amaneceres con ríos de leche y miel y a cambio una muy real probabilidad de perder la vida. Fue una generación de jóvenes de los sectores populares que por primera vez en la historia tuvo la oportunidad (aunque muy limitada, de mala calidad, condicionada por los valores reaccionarios imperantes, etcétera) de leer y de soñar con proyectos de vida que se extendiesen más allá de la mera sobrevivencia material. Si bien la sociedad de los medios de masas y su ideología consumista comenzaban a ser imperantes en aquellas décadas, ni de lejos habían alcanzado los niveles de las décadas posteriores.

Carlos Fonseca, aunque sabía que existían las computadoras, no podía ni soñar lo que vendría a ser la Internet ni este mundo de hoy en el que Nicaragua de la noche a la mañana se ha convertido en el país con mayor crecimiento de la telefonía celular en América Latina. Por más explotadoras e injustas que fueran las relaciones internacionales en la época de Carlos Fonseca, por más descarado que fuese el intervencionismo de los Estados Unidos, el fundador del Frente Sandinista tampoco conoció la globalización neoliberal y cómo ésta hoy en día ha reducido el margen de maniobra de los Estados Nacionales.

Claramente, el Comandante Carlos Fonseca, más allá de su carácter de visionario de la construcción nacional de Nicaragua, era un hombre del Siglo XX, no del Siglo XXI, un siglo en el que el poder político está mucho más desgastado que en los años 60 y 70 del siglo pasado, en el que el poder del mercado es mucho más fuerte que entonces, y en el que la subjetividad de las masas es muy, pero muy diferente.


EL EXPERIMENTO DEL PENSAMIENTO que propone el analista Colussi necesita ser detallado: Si una nave espaciotemporal el día de mañana depositase al Comandante Carlos Fonseca Amador en las calles de Managua y éste fuese rodeado por una batería de periodistas, no podría decir mucho de utilidad sobre un mundo y un país sobre los que desconoce muchos hechos relevantes. Debería tener acceso a todo lo que ha pasado en este país y en el mundo desde su muerte. Seguramente se sorprendería de muchas cosas, entre ellas la manera como se logró el triunfo contra la dictadura somocista. También es muy probable que se asombrase de las dificultades que implicaría la construcción del poder revolucionario en la década de los 80s, y seguramente también criticaría muchos de los errores cometidos. Por otro lado, también es seguro que anotaría muchos logros y aspectos positivos con los que jamás había soñado en sus años de lucha.

Seguramente también que se entristecería con la pérdida de las elecciones de 1990, pero no dejaría de tomar nota de cómo, igual que en aquellos años difíciles en los que un puñado de guerrilleros en el campo y la ciudad le hacía frente a la mayor maquinaria militar de Centro América, los que han estado escuchando y sintiendo esperanza por el Frente Sandinista han seguido siendo, como lo dijo Leonel Rugama: los cipotes que 'no nacen por hambre y que tienen hambre de nacer para morirse de hambre', la verdulera nalgona, la vieja asmática del canasto, la negra vende vigorón y la sombreruda vende baho, la lavandera con las manos blanquiscas de jabón, las vende gallo pinto, las sirvientas, las picheles, las rufianas, las putas, las hechiceras, seguidas de todos los taxistas, los carga-bultos de los mercados, los cobradores de los buses, los compradores de fierros viejos y, por supuesto, los campesinos, los trabajadores rurales, los trabajadores asalariados en el campo y la ciudad, etcétera, etcétera.


HACE UNOS DÍAS, EL ESCRITOR FAMOSO (es decir, famoso en las páginas del Diario El País de España) Sergio Ramírez Mercado, se reía de los candidatos opositores que participaron en las elecciones del domingo diciendo que nadie los conoce. Lo más trágico es que en realidad, él, Sergio Ramírez Mercado, es aún menos conocido que los políticos que señala en los mercados, en los barrios y en las comarcas de la Nicaragua de hoy. Ramírez en su crónica, al reírse de los candidatos de la oposición, en realidad se estaba riendo de la propia indigencia de los sectores con los que su partido el Movimiento de ”Renovación” Sandinista se ha aliado consistentemente para defender los privilegios politiqueros y microscópicamente minoritarios de su grupo y ONG’s afines.

Lo mismo vale para las fuentes “revolucionarias” que el analista Marcelo Colussi cita en su artículo, como el ex-general Hugo Torres, o la ex-comandante Mónica Baltodano. Nadie les quita el mérito por lo que hicieron en el pasado, pero nadie puede ignorar cómo han actuado luego. ¿Cuál es el pueblo que mueve esa gente? La redacción del diario ultraderechista La Prensa, los estudios del programa tóxico Confidencial (rutinario receptor de plata de la NED y la USAID), agasajos en embajadas u ONG’s occidentales, entrevistas a periodistas extranjeros...

¿Qué diría el Comandante Carlos Fonseca Amador sobre la Nicaragua y el Frente Sandinista del día de hoy conociendo cómo ha sido la historia nacional y mundial desde su partida a la eternidad?


NO VAMOS AQUÍ A PONER PALABRAS en boca de los muertos, pero sí podemos constatar algunas cosas a partir de la experiencia personal de círculos como los que cita Colussi (y de su falta de arraigo en los sectores populares de Nicaragua), del conocimiento personal (y de larga data) del hijo del fundador del FSLN, Carlos Fonseca Terán, vice-secretario de Relaciones Internacionales del Frente Sandinista, y de largas conversaciones con gente que luchó al lado de Fonseca, como el Comandante Guerrillero David Blanco. Carlos Fonseca era un hombre de gran refinamiento político. Conocía muy bien la historia de Nicaragua y fue capaz de oponerse a planes para ajusticiar al dictador en coyunturas en las que un acto de ese tipo, a causa de la debilidad del movimiento, no conduciría a un cambio revolucionario en el país y sería aprovechado por los sectores burgueses opuestos a la dictadura. Fonseca sabía muy bien que la lucha era “no para cambiar hombres en el poder sino para cambiar las estructuras”.

Otra cosa que podemos constatar, es que el Comandante Fonseca valoraría el desarrollo del Frente Sandinista y de Nicaragua a la luz del Programa Histórico de la organización escrito en 1969, no de una manera dogmática, ya que Carlos Fonseca era un marxista maduro y profundo que sabía que entre planteamiento y experiencia se debe dar un permanente diálogo, sino como una interrogación, tanto de aquellos objetivos como de estas prácticas. ¿Y qué plantea ese programa histórico?

  1. “Un gobierno revolucionario que liquidará la estructura reaccionaria originada por farsas electorales y golpes militares, el poder popular forjará una Nicaragua sin explotación, sin opresión, sin atraso, una patria libre, progresista e independiente”.
    De hecho, fue el triunfo de 1979 el que le permitió a Nicaragua tener elecciones limpias por primera vez en la historia, incluso cuando eso significó tener que entregar el gobierno en 1990. Además de eso, han sido los gobiernos sandinistas, o las presiones desde abajo de los movimientos populares sandinistas, los que han logrado impulsar medidas progresistas de participación popular como la obligación de representación de 50% de mujeres a todos los niveles – algo que era impensable aún en los tiempos del Comandante Carlos y que incluso es impensable hoy en la mayoría de los países del mundo.
  2. “Una Reforma Agraria Auténtica que en forma inmediata logre la redistribución masiva de la tierra, liquidando la usurpación latifundista en beneficio de los trabajadores (pequeños productores) que laboran la tierra”.
    Al 19 de julio de 1979, las propiedades de 500 manzanas o más (es decir, los latifundios) ocupaban el 50% de toda el área cultivable; hoy en día son el 18%, el resto de la tierra está en manos de pequeños y medianos campesinos, individuales o cooperativizados. Esta transformación es producto de la Revolución de los años 80 y de las luchas campesinas (compas, contras, recontras, revueltos, tomas de tierras...) que se dieron en los años 90s. Desde el año 2007 esas familias, más miles de familias en las ciudades, han recibido títulos de propiedad que les dan seguridad legal a los cambios realizados durante las últimas décadas. Hoy en día, 90% de la comida que se consume, el arroz, los frijoles, el maíz, la carne, los lácteos, son producidos en el país y no fuera de él. Que eche un vistazo Colussi al resto de América Latina y compruebe si éste no es un logro revolucionario. Pero hay más, la pequeña producción campesina, nucleada en torno a formas asociativas de producción, representa hoy en día el 97% del sector agrícola, según los últimos estudios econométricos.
  3. “Revolución en la Cultura y la Enseñanza”, sentar “las bases para el desarrollo de la cultura nacional, la enseñanza popular y la reforma universitaria.”
    En 1979, la tasa de analfabetismo era del 53%. Con la Cruzada de Alfabetización se redujo a poco más del 12% y luego la guerra Contra la elevó a más del 20% a fines de los 80s. Los gobiernos neoliberales no mejoraron esta situación y en 2005 el analfabetismo andaba por encima del 22%. Hoy en día se ha bajado al 7.5%, la segunda más baja de Centroamérica detrás de Costa Rica, con el 3%. En lo que respecta a la Educación Superior, el Frente Sandinista históricamente ha apoyado la conquista de un 6% del presupuesto para la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, defendiéndola de los intentos neoliberales por abolirla y fortaleciéndola desde el año 2007 a la fecha. Se han dado y se siguen dando becas a todos los niveles, se han formado a decenas de miles de profesionales de los sectores populares, desde abogados hasta médicos e ingenieros, gracias a las políticas sandinistas a lo largo de las décadas. Se ha impulsado la educación popular y técnica a los sectores trabajadores en el campo y la ciudad. En cuanto ha sido posible se han rescatado y se rescatan las raíces populares e indígenas de la cultura nacional... Siempre que han habido gobiernos sandinistas desde 1979 hasta la fecha se ha hecho lo posible por desarrollar este punto del programa.
  4. “Legislación laboral”, que liquide “las injusticias de las condiciones de vida y trabajo padecidos por la clase obrera bajo la brutal explotación en favor de la legislación laboral y Asistencial Social.”
    Desde 1979 a la fecha, con el Frente Sandinista en el gobierno, los sindicatos se han vuelto una parte sustancial de la vida cotidiana del país. Durante el período de resistencia y acumulación entre 1990 y 2006 se defendió activamente el derecho a la organización sindical. Tras el retorno del Frente Sandinista al poder en 2007 el número de sindicatos del país se multiplicó. Se avanzó en la unidad de la clase trabajadora con coordinaciones e iniciativas conjuntas de las diversas centrales sindicales. Se logró establecer un modelo de negociación de los convenios colectivos con las patronales y la mediación del Estado. En estos momentos se están tejiendo alianzas con los trabajadores del sector informal para que los campesinos directamente provean a los asalariados en las ciudades con bienes de consumo de la canasta básica a precios justos. Se ha avanzado en la sindicalización de la clase trabajadora y se han adoptado leyes cada vez más progresistas en el terreno laboral. ¿No es acaso eso cumplir con el programa histórico escrito por Carlos Fonseca?
  5. “Honestidad administrativa”.
    Una de las primeras medidas del Gobierno Sandinista al retornar al poder en el año 2007 fue fijar el salario máximo de los cargos públicos (ministros, directores de entes públicos) en los 3.000 dólares – una diferencia abismal, tanto con lo que fueron las administraciones neoliberales, como con lo que son los demás países del istmo centroamericano. Se han destituido ministros, incluso por meras sospechas de corrupción. Medios como La Prensa de Managua afirman muchas cosas, pero para comprobar el clima de estabilidad económica y social, así como de seguridad, basta cruzar la frontera desde Honduras. Si el sistema imperante en Nicaragua fuese esencialmente corrupto ¿Sería esto posible?
  6. “Reincorporación de la Costa Atlántica”
    Cumplida ya en los años 80, a través del Estatuto de Autonomía y hoy en día materializándose en lo económico. Nicaragua es una de las voces más respetadas a nivel de la ONU en materia de derechos de los pueblos indígenas. Durante la época de Somoza, las personas de la Costa Atlántica viviendo en el Occidente del país eran ciudadanos de segunda categoría, hoy van logrando estar cada vez mejor integrados social y económicamente, con políticas públicas que combaten la discriminación y divulgan la cultura y la realidad de la Costa Atlántica, incluso generalizando en todo el país el orgullo de ser plurinacional y pluricultural. Hoy en día, gracias al gobierno sandinista, existen carreteras, mejores aeropuertos y líneas de telecomunicaciones que la unen al resto del país. Y este es un logro alcanzado del año 2007 a esta parte.
  7. “Emancipación de la mujer”.
    Nicaragua es uno de los pocos países en el mundo en el que 50% de las candidaturas a todos los niveles deben ser ocupadas por mujeres. Tiene una de las legislaciones contra violencia machista más avanzadas de hoy en día. Las mujeres en Nicaragua son las principales proveedoras de ingresos a los hogares, un hecho que es potenciado por las políticas sandinistas de entregar medios de producción y créditos a las mujeres y no a los hombres en el marco de programas como el Hambre Cero y Usura Cero. Estos cambios en la estructura profunda de la sociedad le dan a las mujeres un poder del que nunca antes habían gozado en la historia.
  8. “Respeto a las creencias religiosas”
    Desde los tiempos de la lucha guerrillera, el reconocimiento de la religiosidad popular se ha ido profundizando a medida que lo ha hecho el contacto del Frente Sandinista con el mismo pueblo del que emerge, hasta llegar a la incorporación del Cristianismo a los pilares de la definición del modelo de sociedad propuesto por el Frente Sandinista: Si el pueblo es profundamente cristiano, es el deber de una organización revolucionaria el integrar este hecho a su proyecto. Paradójicamente, cierta izquierda “de pelo en pecho”, enrostra al FSLN su identificación cristiana cuando ésta se inscribe en su programa histórico. Claramente, reivindican una identidad revolucionaria que desconocen.
  9. “Política exterior independiente”
    Para “revolucionarios” como los que cita Colussi no basta con defender a Cuba en las duras y las maduras, con ser miembro del ALBA, con defender a Venezuela, con denunciar la ocupación de Palestina en todos los foros internacionales, con ser el aliado más firme del pueblo de Puerto Rico en su lucha anticolonial, con diversificar como nunca antes las relaciones internacionales del país, con tener buenas relaciones con Rusia, con haberse opuesto abiertamente a la intervención de la OTAN en Libia, con negarse a firmar el Tratado de París sobre el Cambio Climático porque no incluye una cláusula que obliga a los países del primer mundo a pagar la deuda ambiental que tienen con nuestros pueblos, con haber logrado instalar un Presidente de la Asamblea General de la ONU (el Padre Miguel D'Escoto) que promovió las posiciones más antiimperialistas, en fin... ¿Qué más quieren esos “revolucionarios”, especialmente tomando en cuenta que son ellos los primeros en extender su mano para recibir migajas del complejo de ONG’s euroestadounidenses?
  10. “Unidad Popular Centroamericana”
    Los dos partidos de izquierda más grandes de la región, el FSLN y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional tienen una alianza estratégica desde hace décadas. Lo mismo se puede decir de las organizaciones revolucionarias que existen y han existido en el istmo, tanto ayer como hoy. Pero además se tienen buenas relaciones con los movimientos que se han articulado en las últimas décadas, desde el Frente Amplio de Costa Rica hasta la Resistencia en Honduras, sin pasar por alto a los movimientos de izquierda y sociales de Panamá. La posición de Nicaragua sobre el Golpe de Estado en Honduras es bien conocida. En Managua se han realizado varios encuentros de los movimientos populares. ¿Qué más quieren?
  11. “Solidaridad entre los Pueblos” Pertenencia al ALBA, a PETROCARIBE, consecuencia en la cuestión palestina, condena a las intervenciones, miembro de la Comisión de Derecho Internacional de la ONU para defender posiciones antiimperialistas, miembro destacado de la Comisión de Descolonización de la ONU, presidencia del Foro Permanente de la ONU para Cuestiones Indígenas, en fin ¿Qué más quieren estos “revolucionarios de pelo en pecho”?
  12. “Ejército Patriótico Popular”
    Es remarcable que el analista Colussi empiece su artículo con una cita del ex-general Hugo Torres, uno de los cuadros del partido de extrema derecha “Movimiento Renovador Sandinista” del que fue diputado. Ese partido es el mismo que en febrero de este año visitó en Washington a Ileana-Ros Lehtinen, conocida como “la loba feroz” por sus posturas rabiosamente reaccionarias y proimperialistas, para apoyar la aprobación de la denominada “Ley Nica” que exige a Estados Unidos vetar todo préstamo a Nicaragua en los organismos internacionales. En realidad gente como Torres, desde hace tiempo han sido reclutados por la CIA para desvirtuar el carácter nacional y popular del Ejército de Nicaragua, una institución que tiene sus raíces en el Ejército Popular Sandinista y que es una de las más respetadas del país. Uno de los grandes méritos del Frente Sandinista desde 1990 hasta la fecha ha sido el de negarse a entregar las llaves de la institución armada a los Estados Unidos.
  13. “Veneración ante nuestros mártires”
    Hoy como ayer en Nicaragua se siguen celebrando las efemérides sandinistas a lo largo y ancho del país, y no son solo los viejos, sino especialmente los jóvenes quienes participan en esas actividades. La foto que acompaña este artículo, tomada el 8 de noviembre, ilustra este punto. Por otro lado, las fuentes “revolucionarias” que cita Colussi, no se caracterizan precisamente por su consistencia a la hora de rendir tributo a los caídos, a menos que no sea en algún concierto nostálgico rociado con abundante whisky en lugares exclusivos como la Ruta Maya de Managua.



EN RESUMEN, EL FRENTE SANDINISTA de Liberación Nacional ha sido fiel a su programa de 1969, obviamente que tomando en cuenta las especificidades de cada momento histórico. Hay otros aspectos muy importantes de la política sandinista que no estaban originalmente contemplados en ese programa histórico, como el tema ambiental y la diversidad de género.

No vamos a responder a la pregunta contrafáctica de qué diría el Comandante Carlos Fonseca sobre el Frente Sandinista hoy, porque incluso habría que ver si es verdaderamente relevante desde el punto de vista político. Por lo menos, se puede decir que se trata de una cuestión altamente especulativa.

Sin embargo, sí nos parece imprescindible poner en evidencia la superficialidad de planteamientos como los que repite Colussi tomados de fuentes de reconocida concupiscencia con (o funcionalidad a) intereses imperiales. Esto es muy negativo en términos políticos para las luchas de nuestros pueblos, ya que les impide conocer seriamente una de las experiencias revolucionarias más importantes de los últimos 100 años en Nuestra América: La Revolución Popular Sandinista de Nicaragua. No conocer esta experiencia a fondo equivale a seguir tropezando con piedras en el camino ya bastante avanzado el Siglo XXI.