Jóvenes conmemorando el 40 aniversario del paso a la inmortalidad del Comandante Carlos Fonseca, 8 de noviembre de 2016. (Foto: CCC/César Pérez).
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Nicaragua: Qué opinaría
Carlos Fonseca
Por Jorge Capelán
“Gana Daniel Ortega. ¿Qué opinaría Carlos Fonseca de esto?”
dice el analista Marcelo Colussi en una nota publicada recientemente. Colussi
regurgita (mal digeridos) los argumentos de una corriente de ex-miembros del
partido (Henry Ruiz, Mónica Baltodano...) cuyo espacio de influencia hoy en día
se ha visto reducido a las páginas del diario La Pren-CIA de Managua
más esporádicas entrevistas a bienintencionados pero muy mal informados medios
de izquierda. Sobre esta corriente, denominada Movimiento por el Rescate del
Sandinismo (y sobre sus primos de ultraderecha, el “Movimiento Renovador
Sandinista”), hemos escrito extensamente en otros espacios. (Por ejemplo aquí, en las páginas 36-49 de esta
publicación y aquí)
Interesante ejercicio de historia (contrafáctica,
dirían algunos) el tratar de desentrañar lo que un referente de la talla del
Comandante Carlos Fonseca opinaría de la Nicaragua de hoy; sin embargo, para
que ese ejercicio sea productivo y trascienda la mera “indignación” (un
fenómeno muy de moda hoy en día tanto a la izquierda como a la derecha) debe
ser hecho con un mínimo de rigor. La indignación por sí misma no es
revolucionaria, especialmente en estos tiempos Trump-ianos y LePen-nianos. Un
ejemplo de ello son tantos personajes con reputación de voceros de ”izquierda”
que, como se dice en America Latina, en su momento “pisaron el palito” y se
lanzaron a defender ardorosamente a los terroristas de lo que hoy es el Estado
Islámico en su lucha contra el “tirano” Gadaffi en Libia.
Ya van cinco años de horror en Libia y la mayoría de
esos personajes no ha reconocido el tamaño de su desacierto ni se han hecho la
autocrítica por haber sido utilizados como peones de la señora que anoche
perdió la justa por la presidencia de los Estados Unidos. No esperamos que se
la hagan, como tampoco esperamos que se la hagan aquellas figuras de “izquierda”
que durante años alegre e irresponsablemente se han dejado utilizar y se han
sumado al coro contra una de las experiencias revolucionarias más denostadas de
Nuestra América: La Revolución Popular Sandinista de Nicaragua.
Carlos Fonseca fue asesinado combatiendo a la Guardia
Somocista en Zinica, en 1976, un 8 de noviembre. El triunfo de la Revolución
ocurrió casi tres años más tarde, en julio de 1979. Es sabido que no
contemplaba un cercano colapso del bloque socialista, mucho menos de la URSS.
Aunque conocía muy bien a Nicaragua y a las tretas, artimañas y atrocidades que
históricamente los Estados Unidos y las potencias coloniales habían
implementado contra este sufrido pueblo nicaragüense, y aunque conocía la
experiencia de lucha del pueblo vietnamita y de los demás pueblos del tercer
mundo, Carlos Fonseca no podía conocer acerca de la guerra de “baja” intensidad
de Reagan en los años 80s.
Tampoco llegó a conocer el neoliberalismo. No lo
conoció porque en su época hasta Somoza llegó a hacer inversiones sociales
aunque éstas fueran de carácter precario y contrainsurgente. De hecho, si
dirigentes de la clase trabajadora como Carlos y el Comandante Tomás Borge,
salidos del pueblo humilde, pudieron llegar a jugar el papel que jugaron, es
precisamente gracias a que accedieron, por primera vez en la historia de
Nicaragua, a una secundaria pública por más mala que ésta fuera y por más que
estuviera motivada por razones agroexportadoras y, como ya dijimos, contrainsurgentes.
En los años 60 y 70 del siglo pasado, el estudiantado
de Nicaragua (tanto a nivel secundario como universitario) jugó un papel
fundamental en mantener viva la llama de la lucha ingresando, primero a
movimientos de masas, y luego a destacamentos guerrilleros en un proyecto que
sólo ofrecía lejanos e inciertos amaneceres con ríos de leche y miel y a cambio
una muy real probabilidad de perder la vida. Fue una generación de jóvenes de
los sectores populares que por primera vez en la historia tuvo la oportunidad
(aunque muy limitada, de mala calidad, condicionada por los valores
reaccionarios imperantes, etcétera) de leer y de soñar con proyectos de vida
que se extendiesen más allá de la mera sobrevivencia material. Si bien la
sociedad de los medios de masas y su ideología consumista comenzaban a ser
imperantes en aquellas décadas, ni de lejos habían alcanzado los niveles de las
décadas posteriores.
Carlos Fonseca, aunque sabía que existían las
computadoras, no podía ni soñar lo que vendría a ser la Internet ni este mundo
de hoy en el que Nicaragua de la noche a la mañana se ha convertido en el país
con mayor crecimiento de la telefonía celular en América Latina. Por más
explotadoras e injustas que fueran las relaciones internacionales en la época de
Carlos Fonseca, por más descarado que fuese el intervencionismo de los Estados
Unidos, el fundador del Frente Sandinista tampoco conoció la globalización
neoliberal y cómo ésta hoy en día ha reducido el margen de maniobra de los
Estados Nacionales.
Claramente, el Comandante Carlos Fonseca, más allá de
su carácter de visionario de la construcción nacional de Nicaragua, era un
hombre del Siglo XX, no del Siglo XXI, un siglo en el que el poder político
está mucho más desgastado que en los años 60 y 70 del siglo pasado, en el que
el poder del mercado es mucho más fuerte que entonces, y en el que la
subjetividad de las masas es muy, pero muy diferente.
EL
EXPERIMENTO DEL PENSAMIENTO que propone el analista Colussi necesita ser detallado:
Si una nave espaciotemporal el día de mañana depositase al Comandante Carlos
Fonseca Amador en las calles de Managua y éste fuese rodeado por una batería de
periodistas, no podría decir mucho de utilidad sobre un mundo y un país sobre
los que desconoce muchos hechos relevantes. Debería tener acceso a todo lo que
ha pasado en este país y en el mundo desde su muerte. Seguramente se
sorprendería de muchas cosas, entre ellas la manera como se logró el triunfo
contra la dictadura somocista. También es muy probable que se asombrase de las
dificultades que implicaría la construcción del poder revolucionario en la
década de los 80s, y seguramente también criticaría muchos de los errores
cometidos. Por otro lado, también es seguro que anotaría muchos logros y
aspectos positivos con los que jamás había soñado en sus años de lucha.
Seguramente también que se entristecería con la pérdida
de las elecciones de 1990, pero no dejaría de tomar nota de cómo, igual que en
aquellos años difíciles en los que un puñado de guerrilleros en el campo y la
ciudad le hacía frente a la mayor maquinaria militar de Centro América, los que
han estado escuchando y sintiendo esperanza por el Frente Sandinista han
seguido siendo, como lo dijo Leonel Rugama: los cipotes que 'no nacen por
hambre y que tienen hambre de nacer para morirse de hambre', la verdulera
nalgona, la vieja asmática del canasto, la negra vende vigorón y la sombreruda
vende baho, la lavandera con las manos blanquiscas de jabón, las vende gallo
pinto, las sirvientas, las picheles, las rufianas, las putas, las hechiceras,
seguidas de todos los taxistas, los carga-bultos de los mercados, los
cobradores de los buses, los compradores de fierros viejos y, por supuesto, los
campesinos, los trabajadores rurales, los trabajadores asalariados en el campo
y la ciudad, etcétera, etcétera.
HACE UNOS
DÍAS, EL ESCRITOR FAMOSO (es
decir, famoso en las páginas del Diario El País de España) Sergio Ramírez
Mercado, se reía de los candidatos opositores que participaron en las
elecciones del domingo diciendo que nadie los conoce. Lo más trágico es que en
realidad, él, Sergio Ramírez Mercado, es aún menos conocido que los políticos
que señala en los mercados, en los barrios y en las comarcas de la Nicaragua de
hoy. Ramírez en su crónica, al reírse de los candidatos de la oposición, en
realidad se estaba riendo de la propia indigencia de los sectores con los que
su partido el Movimiento de ”Renovación” Sandinista se ha aliado
consistentemente para defender los privilegios politiqueros y microscópicamente
minoritarios de su grupo y ONG’s afines.
Lo mismo vale para las fuentes “revolucionarias” que el
analista Marcelo Colussi cita en su artículo, como el ex-general Hugo Torres, o
la ex-comandante Mónica Baltodano. Nadie les quita el mérito por lo que
hicieron en el pasado, pero nadie puede ignorar cómo han actuado luego. ¿Cuál
es el pueblo que mueve esa gente? La redacción del diario ultraderechista La
Prensa, los estudios del programa tóxico Confidencial (rutinario
receptor de plata de la NED y la USAID), agasajos en embajadas u ONG’s
occidentales, entrevistas a periodistas extranjeros...
¿Qué
diría el Comandante Carlos Fonseca Amador sobre la Nicaragua y el Frente
Sandinista del día de hoy conociendo cómo ha sido la historia nacional y
mundial desde su partida a la eternidad?
NO VAMOS
AQUÍ A PONER PALABRAS en
boca de los muertos, pero sí podemos constatar algunas cosas a partir de la
experiencia personal de círculos como los que cita Colussi (y de su falta de
arraigo en los sectores populares de Nicaragua), del conocimiento personal (y
de larga data) del hijo del fundador del FSLN, Carlos Fonseca Terán,
vice-secretario de Relaciones Internacionales del Frente Sandinista, y de largas
conversaciones con gente que luchó al lado de Fonseca, como el Comandante
Guerrillero David Blanco. Carlos Fonseca era un hombre de gran refinamiento
político. Conocía muy bien la historia de Nicaragua y fue capaz de oponerse a
planes para ajusticiar al dictador en coyunturas en las que un acto de ese
tipo, a causa de la debilidad del movimiento, no conduciría a un cambio
revolucionario en el país y sería aprovechado por los sectores burgueses
opuestos a la dictadura. Fonseca sabía muy bien que la lucha era “no para
cambiar hombres en el poder sino para cambiar las estructuras”.
Otra cosa que podemos constatar, es que el Comandante
Fonseca valoraría el desarrollo del Frente Sandinista y de Nicaragua a la luz
del Programa Histórico de la organización
escrito en 1969, no de una manera dogmática, ya que Carlos Fonseca
era un marxista maduro y profundo que sabía que entre planteamiento y
experiencia se debe dar un permanente diálogo, sino como una interrogación,
tanto de aquellos objetivos como de estas prácticas. ¿Y qué plantea ese
programa histórico?
- “Un gobierno revolucionario que
liquidará la estructura reaccionaria originada por farsas electorales y golpes
militares, el poder popular forjará una Nicaragua sin explotación, sin
opresión, sin atraso, una patria libre, progresista e independiente”.
De hecho, fue el triunfo de 1979 el que le permitió a Nicaragua tener elecciones limpias por primera vez en la historia, incluso cuando eso significó tener que entregar el gobierno en 1990. Además de eso, han sido los gobiernos sandinistas, o las presiones desde abajo de los movimientos populares sandinistas, los que han logrado impulsar medidas progresistas de participación popular como la obligación de representación de 50% de mujeres a todos los niveles – algo que era impensable aún en los tiempos del Comandante Carlos y que incluso es impensable hoy en la mayoría de los países del mundo. - “Una Reforma Agraria Auténtica que
en forma inmediata logre la redistribución masiva de la tierra, liquidando la
usurpación latifundista en beneficio de los trabajadores (pequeños productores)
que laboran la tierra”.
Al 19 de julio de 1979, las propiedades de 500 manzanas o más (es decir, los latifundios) ocupaban el 50% de toda el área cultivable; hoy en día son el 18%, el resto de la tierra está en manos de pequeños y medianos campesinos, individuales o cooperativizados. Esta transformación es producto de la Revolución de los años 80 y de las luchas campesinas (compas, contras, recontras, revueltos, tomas de tierras...) que se dieron en los años 90s. Desde el año 2007 esas familias, más miles de familias en las ciudades, han recibido títulos de propiedad que les dan seguridad legal a los cambios realizados durante las últimas décadas. Hoy en día, 90% de la comida que se consume, el arroz, los frijoles, el maíz, la carne, los lácteos, son producidos en el país y no fuera de él. Que eche un vistazo Colussi al resto de América Latina y compruebe si éste no es un logro revolucionario. Pero hay más, la pequeña producción campesina, nucleada en torno a formas asociativas de producción, representa hoy en día el 97% del sector agrícola, según los últimos estudios econométricos. - “Revolución en la Cultura y la
Enseñanza”, sentar “las bases para el desarrollo de la cultura nacional, la
enseñanza popular y la reforma universitaria.”
En 1979, la tasa de analfabetismo era del 53%. Con la Cruzada de Alfabetización se redujo a poco más del 12% y luego la guerra Contra la elevó a más del 20% a fines de los 80s. Los gobiernos neoliberales no mejoraron esta situación y en 2005 el analfabetismo andaba por encima del 22%. Hoy en día se ha bajado al 7.5%, la segunda más baja de Centroamérica detrás de Costa Rica, con el 3%. En lo que respecta a la Educación Superior, el Frente Sandinista históricamente ha apoyado la conquista de un 6% del presupuesto para la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, defendiéndola de los intentos neoliberales por abolirla y fortaleciéndola desde el año 2007 a la fecha. Se han dado y se siguen dando becas a todos los niveles, se han formado a decenas de miles de profesionales de los sectores populares, desde abogados hasta médicos e ingenieros, gracias a las políticas sandinistas a lo largo de las décadas. Se ha impulsado la educación popular y técnica a los sectores trabajadores en el campo y la ciudad. En cuanto ha sido posible se han rescatado y se rescatan las raíces populares e indígenas de la cultura nacional... Siempre que han habido gobiernos sandinistas desde 1979 hasta la fecha se ha hecho lo posible por desarrollar este punto del programa. - “Legislación laboral”, que liquide
“las injusticias de las condiciones de vida y trabajo padecidos por la clase
obrera bajo la brutal explotación en favor de la legislación laboral y
Asistencial Social.”
Desde 1979 a la fecha, con el Frente Sandinista en el gobierno, los sindicatos se han vuelto una parte sustancial de la vida cotidiana del país. Durante el período de resistencia y acumulación entre 1990 y 2006 se defendió activamente el derecho a la organización sindical. Tras el retorno del Frente Sandinista al poder en 2007 el número de sindicatos del país se multiplicó. Se avanzó en la unidad de la clase trabajadora con coordinaciones e iniciativas conjuntas de las diversas centrales sindicales. Se logró establecer un modelo de negociación de los convenios colectivos con las patronales y la mediación del Estado. En estos momentos se están tejiendo alianzas con los trabajadores del sector informal para que los campesinos directamente provean a los asalariados en las ciudades con bienes de consumo de la canasta básica a precios justos. Se ha avanzado en la sindicalización de la clase trabajadora y se han adoptado leyes cada vez más progresistas en el terreno laboral. ¿No es acaso eso cumplir con el programa histórico escrito por Carlos Fonseca? - “Honestidad administrativa”.
Una de las primeras medidas del Gobierno Sandinista al retornar al poder en el año 2007 fue fijar el salario máximo de los cargos públicos (ministros, directores de entes públicos) en los 3.000 dólares – una diferencia abismal, tanto con lo que fueron las administraciones neoliberales, como con lo que son los demás países del istmo centroamericano. Se han destituido ministros, incluso por meras sospechas de corrupción. Medios como La Prensa de Managua afirman muchas cosas, pero para comprobar el clima de estabilidad económica y social, así como de seguridad, basta cruzar la frontera desde Honduras. Si el sistema imperante en Nicaragua fuese esencialmente corrupto ¿Sería esto posible? - “Reincorporación de la Costa
Atlántica”
Cumplida ya en los años 80, a través del Estatuto de Autonomía y hoy en día materializándose en lo económico. Nicaragua es una de las voces más respetadas a nivel de la ONU en materia de derechos de los pueblos indígenas. Durante la época de Somoza, las personas de la Costa Atlántica viviendo en el Occidente del país eran ciudadanos de segunda categoría, hoy van logrando estar cada vez mejor integrados social y económicamente, con políticas públicas que combaten la discriminación y divulgan la cultura y la realidad de la Costa Atlántica, incluso generalizando en todo el país el orgullo de ser plurinacional y pluricultural. Hoy en día, gracias al gobierno sandinista, existen carreteras, mejores aeropuertos y líneas de telecomunicaciones que la unen al resto del país. Y este es un logro alcanzado del año 2007 a esta parte. - “Emancipación de la mujer”.
Nicaragua es uno de los pocos países en el mundo en el que 50% de las candidaturas a todos los niveles deben ser ocupadas por mujeres. Tiene una de las legislaciones contra violencia machista más avanzadas de hoy en día. Las mujeres en Nicaragua son las principales proveedoras de ingresos a los hogares, un hecho que es potenciado por las políticas sandinistas de entregar medios de producción y créditos a las mujeres y no a los hombres en el marco de programas como el Hambre Cero y Usura Cero. Estos cambios en la estructura profunda de la sociedad le dan a las mujeres un poder del que nunca antes habían gozado en la historia. - “Respeto a las creencias religiosas”
Desde los tiempos de la lucha guerrillera, el reconocimiento de la religiosidad popular se ha ido profundizando a medida que lo ha hecho el contacto del Frente Sandinista con el mismo pueblo del que emerge, hasta llegar a la incorporación del Cristianismo a los pilares de la definición del modelo de sociedad propuesto por el Frente Sandinista: Si el pueblo es profundamente cristiano, es el deber de una organización revolucionaria el integrar este hecho a su proyecto. Paradójicamente, cierta izquierda “de pelo en pecho”, enrostra al FSLN su identificación cristiana cuando ésta se inscribe en su programa histórico. Claramente, reivindican una identidad revolucionaria que desconocen. - “Política exterior independiente”
Para “revolucionarios” como los que cita Colussi no basta con defender a Cuba en las duras y las maduras, con ser miembro del ALBA, con defender a Venezuela, con denunciar la ocupación de Palestina en todos los foros internacionales, con ser el aliado más firme del pueblo de Puerto Rico en su lucha anticolonial, con diversificar como nunca antes las relaciones internacionales del país, con tener buenas relaciones con Rusia, con haberse opuesto abiertamente a la intervención de la OTAN en Libia, con negarse a firmar el Tratado de París sobre el Cambio Climático porque no incluye una cláusula que obliga a los países del primer mundo a pagar la deuda ambiental que tienen con nuestros pueblos, con haber logrado instalar un Presidente de la Asamblea General de la ONU (el Padre Miguel D'Escoto) que promovió las posiciones más antiimperialistas, en fin... ¿Qué más quieren esos “revolucionarios”, especialmente tomando en cuenta que son ellos los primeros en extender su mano para recibir migajas del complejo de ONG’s euroestadounidenses? - “Unidad Popular Centroamericana”
Los dos partidos de izquierda más grandes de la región, el FSLN y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional tienen una alianza estratégica desde hace décadas. Lo mismo se puede decir de las organizaciones revolucionarias que existen y han existido en el istmo, tanto ayer como hoy. Pero además se tienen buenas relaciones con los movimientos que se han articulado en las últimas décadas, desde el Frente Amplio de Costa Rica hasta la Resistencia en Honduras, sin pasar por alto a los movimientos de izquierda y sociales de Panamá. La posición de Nicaragua sobre el Golpe de Estado en Honduras es bien conocida. En Managua se han realizado varios encuentros de los movimientos populares. ¿Qué más quieren? - “Solidaridad entre los Pueblos” Pertenencia al ALBA, a
PETROCARIBE, consecuencia en la cuestión palestina, condena a las
intervenciones, miembro de la Comisión de Derecho Internacional de la ONU para
defender posiciones antiimperialistas, miembro destacado de la Comisión de
Descolonización de la ONU, presidencia del Foro Permanente de la ONU para
Cuestiones Indígenas, en fin ¿Qué más quieren estos “revolucionarios de pelo en
pecho”?
- “Ejército Patriótico Popular”
Es remarcable que el analista Colussi empiece su artículo con una cita del ex-general Hugo Torres, uno de los cuadros del partido de extrema derecha “Movimiento Renovador Sandinista” del que fue diputado. Ese partido es el mismo que en febrero de este año visitó en Washington a Ileana-Ros Lehtinen, conocida como “la loba feroz” por sus posturas rabiosamente reaccionarias y proimperialistas, para apoyar la aprobación de la denominada “Ley Nica” que exige a Estados Unidos vetar todo préstamo a Nicaragua en los organismos internacionales. En realidad gente como Torres, desde hace tiempo han sido reclutados por la CIA para desvirtuar el carácter nacional y popular del Ejército de Nicaragua, una institución que tiene sus raíces en el Ejército Popular Sandinista y que es una de las más respetadas del país. Uno de los grandes méritos del Frente Sandinista desde 1990 hasta la fecha ha sido el de negarse a entregar las llaves de la institución armada a los Estados Unidos. - “Veneración ante nuestros mártires”
Hoy como ayer en Nicaragua se siguen celebrando las efemérides sandinistas a lo largo y ancho del país, y no son solo los viejos, sino especialmente los jóvenes quienes participan en esas actividades. La foto que acompaña este artículo, tomada el 8 de noviembre, ilustra este punto. Por otro lado, las fuentes “revolucionarias” que cita Colussi, no se caracterizan precisamente por su consistencia a la hora de rendir tributo a los caídos, a menos que no sea en algún concierto nostálgico rociado con abundante whisky en lugares exclusivos como la Ruta Maya de Managua.
EN RESUMEN,
EL FRENTE SANDINISTA de
Liberación Nacional ha sido fiel a su programa de 1969, obviamente que tomando
en cuenta las especificidades de cada momento histórico. Hay otros aspectos muy
importantes de la política sandinista que no estaban originalmente contemplados
en ese programa histórico, como el tema ambiental y la diversidad de género.
No vamos a responder a la pregunta contrafáctica de qué
diría el Comandante Carlos Fonseca sobre el Frente Sandinista hoy, porque
incluso habría que ver si es verdaderamente relevante desde el punto de vista
político. Por lo menos, se puede decir que se trata de una cuestión altamente
especulativa.
Sin embargo, sí nos parece
imprescindible poner en evidencia la superficialidad de planteamientos como los
que repite Colussi tomados de fuentes de reconocida concupiscencia con (o
funcionalidad a) intereses imperiales. Esto es muy negativo en términos
políticos para las luchas de nuestros pueblos, ya que les impide conocer
seriamente una de las experiencias revolucionarias más importantes de los
últimos 100 años en Nuestra América: La Revolución Popular Sandinista de
Nicaragua. No conocer esta experiencia a fondo equivale a seguir tropezando con
piedras en el camino ya bastante avanzado el Siglo XXI.