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sábado, 3 de noviembre de 2012

Argentina e Irán dialogaron con buena onda en Ginebra




Argentina e Irán dialogaron con buena onda en Ginebra

Se había acordado en Naciones Unidas y los dos países tuvieron su primera reunión en Ginebra. El objetivo es distender el conflicto y hallar una solución a la causa de la AMIA. Esa distensión tiene dos poderosos enemigos.
EMILIO MARÍN

Las relaciones entre Argentina e Irán venían mejorando poco a poco desde 2010. Ambas partes buscaban remontar los obstáculos interpuestos desde que en julio de 1994 se produjo un brutal atentado contra la AMIA, mutual israelita en Buenos Aires. Murieron allí 85 personas. Una investigación judicial muy contaminada por los servicios secretos de Israel y Estados Unidos acusó sin pruebas a Irán como supuesto responsable. Comenzó allí el declive de aquella relación, primando la desconfianza mutua.
Argentina reclamó en 2006 a Interpol la extradición de destacados funcionarios, sindicados como organizadores del atentado. Entre ellos el ex presidente Ali Rafjansani, el actual ministro de Defensa, Ahmad Vahidi; el entonces embajador en Buenos Aires, Hadi Soleimanpour, entonces embajador que hoy funge como viceministro de Relaciones Exteriores para Asuntos Africanos, entre otros. Desde Teherán se negaron de plano a tal solicitud y el vínculo prácticamente se cortó.
Hasta la representación diplomática se rebajó en las dos capitales a nivel de encargados de negocios. En Buenos Aires atiende Ali Pakdaman.
Esos infundados reclamos judiciales se basaron en la instrucción del magistrado Juan José Galeano, en plena época menemista, que no se caracterizó precisamente por la calidad ni independencia de la justicia. Galeano terminó destituido por el Consejo de la Magistratura y parte de las acusaciones tuvieron que ver con su desempeño en esta causa. Pagó con 400.000 dólares de fondos reservados de la SIDE a uno de los presos, Carlos Telleldín, para que sindicara a unos acusados y salvara a otros.
Al final todos terminaron libres, pero ese expediente armado quedó incólume en un aspecto: la acusación de que el atentado habría sido decidido por Irán y consumado a través de agentes suyos del Hizbollah, libanés. Las piezas de ese rompecabezas no encajaban, pero el Mossad, la CIA y la SIDE, hicieron que congeniaran. Expulsado Galeano de la justicia, el expediente fue tomado tal cual por Rodolfo Canicoba Corral y el fiscal Alberto Nisman, quienes mantuvieron el filo de la lanza contra Teherán.
Se había llegado al fondo del pozo, en la relación de los dos países. El comercio bilateral era de menos de 50 millones de dólares, casi nada. El presidente Néstor Kirchner y luego Cristina Fernández, iban a la Asamblea General de la ONU con dirigentes de la comunidad israelita empotrados en la comitiva gubernamental. Y en sus discursos reclamaban a Teherán las extradiciones. Como no había respuesta positiva, junto a EE UU e Israel, la representación argentina se retiraba del salón cuando comenzaba a hablar el presidente iraní Mahmud Ahmadinejad. Argentina era parte del boicot y también de las sanciones de la ONU, que imputaban otro hecho incomprobable a Irán: que su programa pacífico nuclear tendría una connotación bélica.

Charlemos un ratito.
 
Frente a ese panorama tan poco auspicioso, en 2010 comenzó un período de signo contrario en las relaciones bilaterales. Como todo tiene que ver con todo, el comercio y las necesidades económicas pusieron lo suyo. Las ventas argentinas fueron in crescendo, pues en 2008 fueron de 84 millones de dólares, 371 millones en 2009, 1.455 millones en 2010 y 1.189 millones en 2011.
En total, contando exportaciones e importaciones entre los dos países, el año pasado el intercambio llegó a 1.200 millones de dólares. En 2012 se superará esa cifra.
Básicamente la república islámica compra alimentos, harina de soja, aceite de soja, maíz, trigo y otros productos. Y el gobierno argentino, feliz con los números superavitarios, ha puesto la vista en una ecuación similar a la que inspira el vínculo con Venezuela: alimentos por energía. Irán es un gran productor petrolero, que hasta ahora tenía por cliente principal a la Unión Europea. Las diversas sanciones de ese bloque imperial, alineado con Estados Unidos, dejará a Teherán una parte de su producción vacante para colocarla en otros mercados, el chino y otros del Movimiento de Países No Alineados.
Pero no sólo mejoró la balanza comercial con Irán sino también ciertos indicadores políticos. En la 66º Asamblea General de la ONU, en 2011, Cristina Fernández propuso a su contraparte realizar el juicio contra los responsables de la voladura de la AMIA en un tercer país. Aunque a Irán no lo satisfizo en lo más mínimo, pues ratifica que nada tuvo que ver con ese atentado, en los hechos se suavizaba el duro reclamo porteño de extradición de un ex presidente y un actual ministro de Defensa, entre otros acusados.
En víspera de la 67º Asamblea, en septiembre último, Ahmadinejad pidió a Argentina una reunión de cancilleres para tratar de encontrar una solución al diferendo. Tuvo eco en la presidenta argentina, que en su discurso en ese ámbito respondió favorablemente a la solicitud. Y el 27 de septiembre, en el Palacio de Cristal neoyorquino, se reunieron los dos cancilleres, Héctor Timerman y Alí Akbar Salehi, junto al vicecanciller Eduardo Zuain y otro funcionario iraní.
Desandar un largo camino de desencuentros no es nada fácil. En la ocasión, los diplomáticos dialogaron y plasmaron su acuerdo inicial en un documento, que decía dos cosas. Que buscarían una solución legal compatible con la legislación de las dos naciones. Y que seguirían el diálogo con delegados en la sede la ONU de Ginebra, hasta llegar a un acuerdo en el asunto AMIA.
Ese primer diálogo en tierra suiza fue el 29 de octubre. Volaron desde Buenos Aires el vicecanciller Zuain, la Procuradora del Tesoro, Angelina Abbona, y la directora de la Consejería Legal de la Cancillería, Susana Ruiz Cerutti.
No hubo mayores novedades ni data precisa de lo allí charlado. No parece exceso de celo sino responsabilidad de las dos partes, para avanzar paso a paso y no echar a perder un proceso tan complicado, con enemigos poderosos al acecho. Lo positivo es que otra vez se habló, sin que ninguno pateara el tablero.

Payasos Mala Onda.
 
Son varios los payasos Mala Onda, que macanean y maniobran para que de Ginebra no surja nada positivo.
Uno de ellos es el gobierno de EEUU, interesado en aislar, sancionar y eventualmente agredir a Irán con el pretexto nunca demostrado de su plan nuclear con fines militares. La Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA), dirigida por el japonés Yukiya Amano, no ha sido capaz de despejar todas sus dudas, aunque ha tenido autorización de Teherán para inspeccionar plantas nucleares.
Valga la comparación, Israel, el otro gran enemigo de la reconciliación argentino-iraní, tampoco muestras sus cartas nucleares en Dimona y otras centrales, a pesar de estar prácticamente certificado que cuenta con 200 armas nucleares.
El Departamento de Estado ha estado un poco más recatado en la labor de zapa contra el diálogo de Ginebra y el anterior de Nueva York. Pero no hay un cambio de política. Más bien se dividió el trabajo con su aliado sionista, que asumió el papel de "malo" que tan bien le sienta.
Cuando Timerman se entrevistó en Nueva York con su colega israelita Avigdor Lieberman, el 28 de septiembre, apenas 24 horas después de haberlo hecho con su par de Irán, se vio sorprendido porque la embajada de Israel en Buenos Aires difundió un documento deplorando el encuentro de los funcionarios argentinos e iraníes. El comunicado hablaba de "la gran desilusión" israelita por esa reunión, con lo que se incurrió en injerencia en los asuntos internos de nuestro país y una actitud desleal para con Timerman, que suele reflejar los puntos de vista más proisraelitas en el Palacio San Martín.
Cuando se aproximaba la reunión de los delegados argentinos e iraníes en Ginebra, el 29 de octubre, Israel volvió a disparar con munición gruesa contra ese proceso. El mismo calibre, o parecido, al que emplea para bombardear a los palestinos en Gaza.
Primero habló la embajadora de Tel Aviv en Buenos Aires, Dorit Shavit, quien chicaneó a las autoridades argentinas: "esperemos que no sean ingenuos con Irán" ("La Nación" 14/10).
Luego llegó al edificio de Arenales y Esmeralda el director general de América latina de la Cancillería israelí, Itzhak Shoham, quien hizo lobby en contra del diálogo con los islámicos. Fue recibido por el subsecretario de Política Latinoamericana de la Cancillería, Diego Tettamanti y el director de África del Norte y Medio Oriente de la Cancillería, Hernán Plorutti.
Finalmente, el mismo día que las dos representaciones se veían en el Palacio de las Naciones de Ginebra, se escuchó el disparo de "La Nación" (29/10), con un editorial. Las primeras dos líneas decían: "La decisión del Gobierno de negociar con el régimen de Teherán viola la Constitución, afecta nuestra soberanía y beneficia a los autores del atentado".
Bien pudo escribirlo Benjamin Netanyahu y publicarlo como gacetilla el ejército israelí. Ese editorial sumaba la defensa incondicional del estado sionista y la crítica feroz a Cristina. Resultado: cero objetividad, como la de las cúpulas de la AMIA y la DAIA.

martes, 11 de septiembre de 2012

La Semana Política. Por Emilio Marín




La Semana Política

Por Emilio Marín

Tratan de disimularlo, pero el peso de los monopolios es abrumador

La economía y la política pueden ir de la mano o estar enfrentados, pero no son compartimentos estancos. La presidenta cenó con los industriales pero también polemizó con Techint.

Se notan ciertos despistes en la relación del gobierno con grupos empresarios, a pesar que los dos sectores se cortejaron mutuamente. A lo sumo esa afinidad tuvo la excepción de la Mesa de Enlace rural que siguió en una tónica opositora más extrema.


No quiere decir que esa falta de “sintonía fina” condujera a rupturas de relaciones. El gobierno se siguió preciando de mantener acuerdos con el mundillo empresario, nacional y multinacional. Tal gesto fue lubricado con créditos estatales a los emprendimientos de esos sectores, a tasas y plazos que difícilmente consiga el resto de los argentinos. Todo sea, dijeron en Balcarce 50, para mantener el empleo y la producción nacional, aunque en muchos casos se trata de multinacionales.

Y por el lado de los industriales, banqueros y comerciantes, también han hecho un esfuerzo por mantener una buena relación con el gobierno. El titular de la UIA, José Ignacio de Mendiguren (“Vasco” para sus |amigos y la presidenta) fue figura repetida en actos oficiales. Y como muestra de esa sociedad, co-organizó el festejo del “Día de la Industria” en Tecnópolis junto a CAME y el Ejecutivo.

En ese mismo lugar desde hace dos años la UIA realiza su conferencia industrial anual, con presencia de Cristina Fernández. De Mendiguren debe hacer ciertos equilibrios de cara a sus internas fabriles, porque en su entidad hay importantes de monopolios con una postura más crítica del gobierno.

Esos socios suelen morigerar sus cuestionamientos cuando reciben importantes favores gubernamentales. Por caso, Cristiano Rattazzi, de Fiat, solía ser un detractor de la presidenta, pero fue un poco más amable luego de recibir 565 millones de pesos de créditos del Bicentenario para el lanzamiento de uno de los autos nuevos de su firma. Créditos a diez años, con una tasa anual del 9.5 por ciento fija en pesos, no se consiguen de la banca privada; así se explica que el directivo italiano haya moderado su lenguaje opositor más afín al menemismo, Mauricio Macri y Francisco de Narváez.
 

Esos festejos en común entre gobierno y empresarios top no están exentos de contradicciones. El lunes 3 en Tecnópolis las hubo, porque la presidenta lidió con los reclamos de que existiría retraso cambiario y que estarían demoradas ex profeso ciertas importaciones. La oradora se plantó en el rechazo estas afirmaciones, con números y ejemplos. Según su interpretación, el tipo de cambio administrado sigue siendo alto y razonable, y no existe ninguna puerta cerrada a insumos que necesita la industria, aunque se defiende arancelariamente la producción local.

La polémica fue mucho más agria con el titular del monopolio Techint, Paolo Rocca, quien ese mismo día había cuestionado al gobierno por haber perdido supuestamente el rumbo en 2008. Fue un cañonazo directo a la humanidad presidencial.

Así se robó el acero

Si el ucraniano Nikolai Ostrovski publicó en 1932 su novela de realismo socialista “Así se templó el acero”, la historia de los Rocca en Campana, Ramallo y San Nicolás bien pudiera titularse “Así se robó el acero”.

El pulpo se disfraza de empresa nacional, pero su sede está en Avenue John F. Kennedy #46, Luxemburgo, Luxemburgo 01855, Teléfono: 352 (26) 478978. Las razones de esa localización pueden ser cuestiones fiscales, por cuanto se considera a Suiza, Islas Caimán y Luxemburgo como los más activos paraísos donde los capitales grises u opacos gambetean el pago de contribuciones.

Con Siderar en aceros planos y chapas, y con Tenaris en caños sin costura para la industria petrolera, el grupo de los Rocca ocupa una posición dominante. A lo sumo comparte el mercado siderúrgico con Acindar en un caso y con Aluar en el otro, pero sin perder nunca la hegemonía.

Se dirá que esas posiciones dominantes las logró con su “propio” esfuerzo. Esto es falso en general cuando se trata de este tipo de empresas, siempre ligadas a bancos nacionales y extranjeros con los que logra un financiamiento del que carecen sus competidoras. Pero también usufructúan las decisiones favorables de los gobiernos de turno. En los últimos años Rocca fue elogiado y favorecido por los presidentes Carlos Menem, Fernando de la Rúa, Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner y Cristina Fernández.

El primero lo benefició con la privatización de Somisa. Duhalde con la devaluación, además de pontificar que cada país necesita tener diez grandes empresas nacionales, donde incluía a Techint pese a no ser de esa condición. Kirchner y su esposa asistieron a la inauguración del Alto Horno de Siderar, en 2007, con cálidos elogios al holding. La buena onda volvió a ponerla al año siguiente CFK, quien por entonces estaba desarrollando su primer mandato. En noviembre de 2011, superados los entredichos por el ingreso del Estado a Siderar (tras la nacionalización de las AFJP) y la designación de tres directores del Estado en esa firma, la presidenta volvió a recibir a don Paolo en la Casa de Gobierno.

Las contradicciones habían surgido porque Rocca quería distribuir todas las ganancias del ejercicio y el gobierno pedía una mayor reinversión. Aquél no admitía más que un director estatal en su administración, pese a que los papeles en poder de la Anses llegaban al 25 por ciento del paquete.

Buena parte de la producción del monopolio del acero se destina a la exportación. Y por eso Rocca está insatisfecho con el dólar a $4.50. Le gusta el blue y de ser posible un súper blue, de $7. Al mismo tiempo, como el reverso de la misma moneda, el pope empresario no está satisfecho con los “costos laborales”, por encima de Brasil y México, donde compró a una competidora y armó su poderosa Ternium a nivel mundial.

Parado en esa postura crítica de ciertos aspectos de la política del gobierno que no favorecen a Techint tanto como él quiere, Rocca disparó en el “Día de la Industria”. El gobierno extravió el rumbo en 2008, pero en 2017 la Argentina va a estar mucho mejor, dijo. Fue una declaración de guerra propia de un trust desagradecido.

Con o contra los monopolios
La pelea entre el gobierno y Techint tiene varios costados positivos. Podría derivarse de allí una mayor conciencia en la población sobre lo nefasto que son los monopolios y la necesidad de requerir del gobierno nacional y los provinciales una política de menores subsidios a estas empresas.

Lo bueno del caso es que ayudará a una mejor comprensión de que ante la crisis económica mundial, que ya desembarcó en las playas locales, no se debería confiar en los acuerdos con monopolios y multinacionales. Se desprende que el Estado debería tener mayor presencia en la economía, en forma directa y con mayores regulaciones y controles, así como tejer acuerdos con las entidades que representan a los trabajadores, consumidores, universidades, cooperativas, pequeñas y medianas empresas nacionales, etc. Estas alianzas son pertinentes en el país y en el Tercer Mundo, con Unasur, CELAC, Brics, etc.

No se trata de una cuestión predominantemente ideológica, aunque por supuesto que la ideología también tiene que ver. Es un asunto de vida o muerte, por razones de conveniencia para el país.

No da lo mismo fabricar acero que caramelos, al contrario de lo que afirmaba Alberto Grimoldi, el secretario de Comercio de la dictadura militar-cívica (como recordó este cronista, el acero quedó para Techint y los caramelos para Arcor). No da lo mismo. Una estrategia de desarrollo nacional requiere de una poderosa siderúrgica en manos del Estado, rol que supo jugar SOMISA. ¿Cuánto tiempo transcurrirá hasta que se recupere esa palanca enajenada por Menem, Roberto Dromi, María Julia Alsogaray y Jorge Triaca?

La polémica quedó servida. La presidenta acusó a Rocca de querer una devaluación que serviría a la producción primaria y no al proceso de sustitución de importaciones. Kicillof dijo que el pulpo siderúrgico estaba subsidiado por el Estado con el precio del gas, uno de sus principales insumos. También dijo que era una de las grandes beneficiadas por el plan de construcción de viviendas financiada por Pro.cre.ar.

En ese marco se entiende que el ministerio de Planificación haya impulsado que la estatal AR.sat recupere el 20 por ciento del espectro para la telefonía celular, posiblemente asociada a cooperativas y empresas medianas. Fue un golpe a Telecom-Telefónica y Claro, con el argumento de que darles también esa porción del mercado engrosaría posiciones dominantes de esas empresas.

Estos movimientos del Estado en dirección a una mayor actuación en la economía probablemente no eran lo que el gobierno tenía en mente; tampoco lo era la renacionalización decidida en abril para YPF. Pero debieron adoptarse porque la situación política apremió en ese sentido.

Donde sí hubo intención política antimonopólica fue en la ley de medios, cuyo partido a suerte y verdad se jugará el 7 de diciembre, cuando deba regir la cláusula antimonopolios del artículo 161. Clarín convoca a degüello.

Se está trazando una raya bien nítida y profunda en la política. Más allá de las militancias partidarias, la opción parece ser con o contra los monopolios y multinacionales.

Fuente: http://www.laarena.com.ar/opinion-tratan_de_disimularlo__pero_el_peso_de_los_monopolios_es_abrumador-81611-111.html