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martes, 23 de abril de 2013

A Joaco: a sus dos años sin explicación


Joaquín Pérez Becerra, detenido en Venezuela el 23 de abril de 2011

           
Nechi Dorado

Hace dos años una noticia sacudió fuerte, pegó en lo más hondo del corazón y abrió tremendos ojazos de sorpresa.
En una situación que jamás fue aclarada, pero que dejó bien marcada la percepción de que muchas veces se institucionaliza el avasallamiento de los derechos humanos, fue detenido el compañero Joaquín Pérez Becerra.

Sentimos en ese momento que se estaba legalizando la impunidad, que el absurdo ganó nuevamente,  convirtiendo a los genocidas en inimputables mientras que los luchadores terminan estigmatizados.
Muchas voces se levantaron contra la decisión incomprensible.
Había caído por razones inexplicables, al menos objetivamente,  un compañero bolivariano.
¿Dónde? ¡En tierra bolivariana!

Más allá, mucho más allá de ese cóctel extraño donde se entremezcló bronca y dolor, indignación y sorpresa, nosotros seguimos sosteniendo y levantando las mismas banderas bolivarianas que levantaba Joaco ¡pero sin olvidar al compañero preso!
Las que sigue levantando, pese a tanto y  que paradógicamente son las mismas enseñas de quién lo enviara a manos del crimen organizado.

Recuerdo que en ese momento, embargada de tristeza, vino a mí una pregunta que hasta el momento no tuvo respuesta. Quedó flotando en mi conciencia, marcada a fuego como quedan los malos recuerdos. Como quedará mientras tus días, Joaco, se desarrollen tras los barrotes de una celda en cárcel de máxima seguridad, entre alimañas, miserias y espanto.

Entonces me pregunté, Joaco, ¿A qué sabe la traición?
Y hoy, compañero, a dos años de aquella irracionalidad me sigo formulando la misma pregunta:

¿A qué sabe la traición?

Sabe a cielo de espanto,
a fuego sucio que arrasa el sentimiento,
carga el odio de un dios excomulgado
hacia el averno feroz, vuelto despojo.

Me sabe a rosa ensartada por su propia espina.
Me sabe a canto de sirena enronquecida.

Sabe a caricia de hielo y repugnancia,
sabe a reptar de serpiente entre la hierba
con furia de Hecatónquiro, sibilante,
devorando a sus hijos, de repente.

Me sabe a noche sin pan de los hambrientos,
sabe a suspiro contenido frente al miedo,
a rebelión asfixiada del aliento,
a soledad de viejo, en el olvido.

¡Sabe a arco iris de luto, tras la muerte!

Son cinco dedos huérfanos de mano,
O cinco manos huérfanas de dedos.
Manos heladas que emergen mutiladas
desde algún laberinto inexpugnable
desentrañando frases inconexas.

Va la traición oculta en recovecos intrincados
Atrapando, una a una, las sonrisas,
en alguna telaraña camuflada.

Sabe a daga ensartada
en la espina dorsal de los sentidos,
abriéndole las vísceras al tiempo.

Sabe a puñal que se clava por la espalda
a corazón que sangra, sin remedio.
Sabe a un adiós instalado para siempre
sabe a puerta cerrada y a lamentos.

No hay vuelta atrás si la traición se instala
haciendo agonizar a la palabra,
entre paréntesis de margen impreciso.

Es como maldición que brota en madrigueras
decretando la muerte de los sueños,
produce enjambre de lágrimas que cuelgan
como caireles,
desflorando a la lealtad, con su veneno


lunes, 24 de diciembre de 2012

Saludo de finales y comienzo. Por Nechi Dorado



Se aleja el 2012 y nos encuentra parados sobre la misma esfera. No se terminó el mundo como vaticinaron algunos. Hasta eso hubo, como si fuera poco con la carga de culpas que nos han inculcado desde siempre, de pronto comenzaron a implantar el terror.
-¡Se termina el mundo! decían, dando por inminente la hecatombe.

Mientras corrían las teorías proféticas  este mundo era desangrado por el hombre.
Mejor dicho, por algunos hombres.  Guerras, amenazas de nuevas guerras, hambre, miseria, exclusión, crisis en el primer mundo.
Y en el “mundo de cuarta”, patio trasero de los genios de la barbarie aunque esto parezca una situación naturalizada.

Colapso económico y moral lastimando las conciencias.
Los prisioneros y prisioneras políticas siguieron prisioneros. Hacinados en catacumbas de odios aggiornados  al siglo XXI.
Los genocidas siguieron asesinando.
Los explotadores siguieron explotando.
No faltó desmemoria ni fracasos.
Tampoco faltaron traiciones y eso es lo que más duele.

Pero hubo algo que nadie pudo apagar en medio de semejante revoltijo  y fue la resistencia de los luchadores y luchadoras de la vida que no enmudecieron.

Que siguieron cobijando la esperanza aún en los momentos en  que la desesperanza parecía ir ganando una batalla pírrica.
Y ese fuego ardió aquí, allá y acullá.
Pirro seguirá volviendo a casa, solo. Y estará cada vez más solo.

A horas del nuevo año que llega galopando por el horizonte del calendario, llegue a mis amigos y amigas, a mis   compañeras y compañeros de sueños, el más cálido saludo y los más sinceros deseos de felicidad.
Que juntas y juntos podamos, en este 2013, seguir transitando los caminos en pos de la utopía.
¡Qué no nos falten las fuerzas para seguir adelante aún pese a montones de dificultades que habrá!
¡Que nos sobren las fuerzas para alimentar la Memoria y el Compromiso, valores que hoy nos unen y habrán de unirnos siempre!


                              FELIZ 2013

viernes, 12 de octubre de 2012

¿Día de qué descubrimiento? La infamia de un 12 de octubre




¿Día de qué descubrimiento?
La infamia de un 12 de octubre

Por Nechi Dorado

" ... entraron dentro de la carabela donde el dicho almirante venía e les motró el dicho almirante carátulas de oro que traía de las dichas Yndias e seys o siete yndios que traía de allá e con un cuchillo quitó el dicho almirante un poco de oro a vn indio e se lo dio ... "

Archivo General de Indias, Signatura: PATRONATO,12,N.2,R.3 (fls. 33v-34r.)


Año 1492 o más o menos. No había Internet ni correo. Tampoco periodistas ni escritores que relataran los horrores que comenzarían a ejecutar en nombre de la fe, la evangelización, el desarrollo, la ¡civilización! A sangre y fuego, como corresponde actuar cuando se invade.
Con el correr del tiempo, de las naves y de la vergüenza, comenzaron a mutar hasta las palabras, accediendo a otras definiciones, por ejemplo, comenzaron a hablar de descubrimiento cuando debía hablarse de invasión. In-va-sión,  así nomás, sin vueltas ni tapujos.
No había nada más que  hombres, mujeres, niños, animales y riquezas  en esas tierras prósperas a punto de ser saqueadas. Casi nada y nada menos que riquezas, olfateadas a lo lejos.
Hasta la esperanza cayó herida tras la llegada de las naves desde las que descendió el genocidio.
La respuesta a la barbarie y al crimen no se hizo esperar,  generó la RESISTENCIA heroica -como toda resistencia-.
Quedó instaurado el  “Día del Descubrimiento de América” enredado en la teoría de la  “civilización”, la que devoró vida, costumbres y cultura ancestral.


¿Llegaron hombres o llegaron bestias aquel 12 de Octubre? Los recién llegados sin aviso  se llenaron de gozo pensando que habían descubierto lo que ya estaba descubierto por esa gente “salvaje”, del color de la tierra que era suya.
Pero ¿qué cosa era esa, la de creerse dueños de semejante belleza? Habrase visto tanto desparpajo, tanta insolencia en esos cuerpos donde las gotas del  sudor jugaban carreras antes de caer en los agujeros por los que se escapaba la vida.

 A lo lejos, el símbolo de lo más bajo que puede representar recuerdo humano, mujer conocida como Su Majestad,  reina de España, fiel católica practicante, desde su trono de excrementos  se frotaba las manos solo de imaginar si la arriesgada travesía y la tremenda inversión mercantilista, llegara a dar sus frutos.
Así se reprodujo el oro y la riqueza sin pecado concebidos.
Así fue la  irrupción del Gran Capital que seguiría ahogándonos en el tiempo. Hizo su entrada triunfal con la fuerza de esos hombres que rugían mientras la baba caía por la comisura de sus labios descompuestos de deseo, luego de la larga travesía y al encontrarse, de pronto, con los cuerpos desnudos de nuestras indígenas.
Ni que hablar cuando vieron a las niñas.

Diseminado el horror, pasada la sorpresa, mientras descansaban los instintos satisfechos agotados por los esfuerzos de las  violaciones, había que empezar a  hablar de un dios que castigaba a los que no se postraran ante la cruz de madera clavada en las entrañas de la Pacha Mama.
Cruz, que por otra parte, tiene la propiedad del castigo aunque esté impedida para  detener las masacres y el espanto.
Había que hacerles entender que alguien “murió por ti”, para que se sientan cómplices de torturas desconocidas, hasta entonces, porque no eran aplicadas por ellos. Sino contra ellos.
Les hablaron de un dios que esperaba en el cielo a los “buenos” siempre y cuando lo veneraran antes. Ya no había perdón si se optaba por seguir siendo “salvajes”.
En ese caso, derechito al infierno.
Derechito…
Ese que algún imbécil pintó de rojo y convenció a millones.

Hoy se conmemora un nuevo año de la llegada del  primer monopolio español al que sucederían otros en  la historia capitalista de América, introducido gracias a la mano de obra barata de presos liberados para la travesía y enfermos reproductores de pestes.
Los primeros sicarios que pisaron tierra Nuestramericana.

Esta fue la historia venerada por muchos, repudiada por otros,  de aquel 12 de octubre de 1492  y sucedida por otras.

Y siguen llegando conquistadores a esta América morena.
Y siguen matando indígenas y a sus sucesores, los pobres.
Ya no asustan con cruz de madera, ahora es suficiente con lanzar un documento que asegure que otros “incivilizados” tienen armas químicas y ponen en vilo al mundo.  O decir, simplemente son “terroristas”.
El objetivo es el mismo: la riqueza que pese a tanto dolor y tristeza nuestra Madre tierra sigue pariendo.