¿Día de qué descubrimiento?
La infamia de un 12 de octubre
Por Nechi Dorado
" ...
entraron dentro de la carabela donde el dicho almirante venía e les motró el
dicho almirante carátulas de oro que traía de las dichas Yndias e seys o siete
yndios que traía de allá e con un cuchillo quitó el dicho almirante un poco de
oro a vn indio e se lo dio ... "
Archivo General de Indias, Signatura:
PATRONATO,12,N.2,R.3 (fls. 33v-34r.)
Año 1492 o
más o menos. No había Internet ni correo. Tampoco periodistas ni escritores que
relataran los horrores que comenzarían a ejecutar en nombre de la fe, la
evangelización, el desarrollo, la ¡civilización!
A sangre y fuego, como corresponde actuar cuando se invade.
Con el
correr del tiempo, de las naves y de la vergüenza, comenzaron a mutar hasta las
palabras, accediendo a otras definiciones, por ejemplo, comenzaron a hablar de
descubrimiento cuando debía hablarse de invasión. In-va-sión, así nomás, sin vueltas ni tapujos.
No había
nada más que hombres, mujeres, niños,
animales y riquezas en esas tierras
prósperas a punto de ser saqueadas. Casi nada y nada menos que riquezas,
olfateadas a lo lejos.
Hasta la
esperanza cayó herida tras la llegada de las naves desde las que descendió el
genocidio.
La
respuesta a la barbarie y al crimen no se hizo esperar, generó la RESISTENCIA heroica -como toda
resistencia-.
Quedó
instaurado el “Día del Descubrimiento de
América” enredado en la teoría de la
“civilización”, la que devoró vida, costumbres y cultura ancestral.
¿Llegaron
hombres o llegaron bestias aquel 12 de Octubre? Los recién llegados sin
aviso se llenaron de gozo pensando que
habían descubierto lo que ya estaba descubierto por esa gente “salvaje”, del
color de la tierra que era suya.
Pero ¿qué
cosa era esa, la de creerse dueños de semejante belleza? Habrase visto tanto
desparpajo, tanta insolencia en esos cuerpos donde las gotas del sudor jugaban carreras antes de caer en los agujeros
por los que se escapaba la vida.
A lo lejos, el símbolo de lo más bajo que
puede representar recuerdo humano, mujer conocida como Su Majestad, reina de España, fiel católica practicante,
desde su trono de excrementos se frotaba
las manos solo de imaginar si la arriesgada travesía y la tremenda inversión
mercantilista, llegara a dar sus frutos.
Así se
reprodujo el oro y la riqueza sin pecado concebidos.
Así fue
la irrupción del Gran Capital que
seguiría ahogándonos en el tiempo. Hizo su entrada triunfal con la fuerza de
esos hombres que rugían mientras la baba caía por la comisura de sus labios
descompuestos de deseo, luego de la larga travesía y al encontrarse, de pronto,
con los cuerpos desnudos de nuestras indígenas.
Ni que
hablar cuando vieron a las niñas.
Diseminado
el horror, pasada la sorpresa, mientras descansaban los instintos satisfechos
agotados por los esfuerzos de las
violaciones, había que empezar a
hablar de un dios que castigaba a los que no se postraran ante la cruz
de madera clavada en las entrañas de la Pacha Mama.
Cruz, que
por otra parte, tiene la propiedad del castigo aunque esté impedida para detener las masacres y el espanto.
Había que
hacerles entender que alguien “murió por ti”, para que se sientan cómplices de
torturas desconocidas, hasta entonces, porque no eran aplicadas por ellos. Sino
contra ellos.
Les
hablaron de un dios que esperaba en el cielo a los “buenos” siempre y cuando lo
veneraran antes. Ya no había perdón si se optaba por seguir siendo “salvajes”.
En ese
caso, derechito al infierno.
Derechito…
Ese que
algún imbécil pintó de rojo y convenció a millones.
Hoy se
conmemora un nuevo año de la llegada del primer monopolio español al que sucederían
otros en la historia capitalista de América,
introducido gracias a la mano de obra barata de presos liberados para la
travesía y enfermos reproductores de pestes.
Los primeros
sicarios que pisaron tierra Nuestramericana.
Esta fue
la historia venerada por muchos, repudiada por otros, de aquel 12 de octubre de 1492 y sucedida por otras.
Y siguen
llegando conquistadores a esta América morena.
Y siguen
matando indígenas y a sus sucesores, los pobres.
Ya no
asustan con cruz de madera, ahora es suficiente con lanzar un documento que
asegure que otros “incivilizados” tienen armas químicas y ponen en vilo al
mundo. O decir, simplemente son
“terroristas”.
El
objetivo es el mismo: la riqueza que pese a tanto dolor y tristeza nuestra
Madre tierra sigue pariendo.