Por
Julio C. Gambina (cortesia de ARGENPRESS.info)
Lunes,
15 de octubre de 2012
El
triunfo electoral de Hugo Chávez en las recientes elecciones presidenciales en
Venezuela habilita un debate sobre los cambios económicos, su rumbo y sus
beneficiarios.
Quedó muy claro en la campaña
electoral y en el balance del resultado, las opiniones favorables al rumbo de
la revolución bolivariana y sus críticas, incluso más allá de Venezuela. Casi
podemos mencionar al episodio como un acontecimiento mundial. No daba lo mismo
para unos y para otros el resultado.
La derrota del chavismo hubiese
representado una esperanza para las clases dominantes locales, regionales y
mundiales para reencauzar a Venezuela y su petróleo en la lógica de acumulación
y de dominación imperialista. Enfatizo en ello porque aún vendiendo petróleo a
EEUU en grandes cantidades, el régimen actual de Caracas no se subordina a la
lógica de dominación global de EEUU, más bien la confronta.
Por el contrario, el triunfo
bolivariano otorga nuevos aires al rumbo por los cambios en la región. El
pasado 12 de octubre, Evo Morales, presidente del Estado Plurinacional de
Bolivia, denunciando aquel 12 de octubre de 1492 trajo a cuento la realidad del
presente y señaló que hoy “tener relaciones con la Embajada de Estados Unidos
es como una caca”. La réplica del poder mundial no se hizo esperar, adentro y
afuera de Bolivia.
Del cambio político al cambio
económico
Es que Nuestramérica en proceso
de “cambio político” necesita, además de consolidarlo (en el sentido que
afirman estas elecciones venezolanas), avanzar en el “cambio económico”, sea el
Socialismo del Siglo XXI propuesto por Venezuela, o el Socialismo Comunitario
sustentado desde Bolivia.
No se trata solo de decisiones
nacionales de esos países, sino de la capacidad de la región por liquidar la
herencia neoliberal de la institucionalidad gestada en los años 80 y 90. Claro
que algunos imaginan que se puede criticar y enfrentar al neoliberalismo desde
el capitalismo. Es parte de las ilusiones que sostienen la independencia dentro
del capitalismo.
Tanto Venezuela como Bolivia se
proponen el tránsito del capitalismo al socialismo, cada uno con sus adjetivos,
que reportan a su historia y tradiciones, pero coincidentes en el rumbo de la
transición al socialismo.
Ello supone desarmar los
vínculos estructurales del orden social vigente, al interior de los países y en
el vínculo con el resto, lo que impacta en el proceso de integración regional.
Recientemente Ecuador ha sido
demandado por el CIADI a cumplir con una sentencia ante la demanda de una
transnacional. Una cosa será la lucha solitaria desde el Ecuador ante el CIADI,
o la activa solidaridad de los países de la región.
Tanto Bolivia, Venezuela, como
Ecuador se retiraron del CIADI, además, Brasil nunca firmó el protocolo de
adhesión, con lo que surge el interrogante sobre la legitimidad que le otorgan
a ese ámbito de la dominación otros países, los que continúan subordinados a la
lógica de defensa de las transnacionales que opera en el CIADI y su mentor el
Banco Mundial.
Se trata de organizar la
transición en dos carriles simultáneos, el nacional y el regional, como forma
de discutir y disputar desde la región el orden mundial.
A nivel nacional se precisa
desarticular el poder de las transnacionales, orgánicamente articuladas con el
poder económico local, sea el tradicional oligárquico, como el burgués moderno,
o el especulativo.
Es curioso, por ejemplo para el
caso argentino el fortalecimiento del sector bancario, con excedentes que lo
alejan de la crisis del 2001 y lo proyectan en el presente como uno de los
emprendimientos con mayor rentabilidad. ¿De dónde sale esa renta? ¿No estará
asociado al usurario margen entre tasas pasivas y activas, cuantiosos costos de
los servicios a usuarios del sistema bancario?
En rigor, solo responde a la
lógica de la ganancia en el capitalismo, y la creciente bancarización más que
favorecer al usuario del servicio financiero es una forma de extensión del
negocio bancario.
Convengamos que transitar el
cambio económico supone enfrentarse con el poder local y mundial. No es ni será
sencillo enfrentar a ese poder, pero la primera decisión es asumir el costo del
enfrentamiento, lo que requiere generar en consenso social para las
transformaciones. Hace falta construir un sujeto económico para esa tarea, y la
autoconciencia de ese sujeto para la transición.
Aprender de las experiencias
La experiencia boliviana puede
ayudar en la región. Su concepción constitucional de economía plural evidencia
la presencia de distintas formas de organizar la economía, vía empresa privada
capitalista, pública estatal, comunitaria y social cooperativa; pudiendo
encarar procesos mixtos.
La hegemonía actual en la
economía boliviana es la capitalista, pero el análisis de los presupuestos
públicos de los últimos años, en la gestión de Evo Morales, da cuenta de una
tendencia al crecimiento del sector estatal, incursionando en la creación y el
fortalecimiento de empresas públicas. Es cierto que no siempre con los mejores
resultados, pero puede contarse a favor del proceso boliviano la escasa
tradición del Estado en la estructuración de empresas productivas o de
servicios.
El objetivo explicitado por el
gobierno plurinacional es modificar la hegemonía en la economía plural, lo que
supone aplicar políticas favorables al desarrollos del sector estatal, del
comunitario y del social cooperativo, desestimulando la lógica de privilegio al
sector capitalista.
Un problema en Bolivia, tal
como en otros países de la región, es la tentación de una inserción
internacional mediante la venta de recursos naturales. En la agenda patriótica
formulada por el presidente boliviano en agosto pasado se enfatiza en la necesidad
de superar la primarización de la economía, vía industrialización de los
recursos naturales .
Esa agenda se complementa con
la superación de la extrema pobreza, la seguridad alimentaria con soberanía, la
satisfacción universal de los servicios sociales para el conjunto de la
población, y el desarrollo tecnológico, imprescindible para el proceso de
emancipación.
La disputa es grande en ese
proceso y el propio sector empresarial hegemónico demanda ser parte de la
discusión de la agenda sustentada hacia el 2025, el año del bicentenario de
Bolivia.
Toda la región debe estudiar
los procesos de cambio, especialmente aquellos con mayor disposición a
confrontar con las hegemónicas relaciones sociales de producción capitalistas.
Lo definitorio es el sujeto
económico
Ello supone el desafío por
construir sujeto, por el socialismo comunitario en Bolivia, y con la
especificidad que suponga cada construcción nacional, pero completando el
acumulado en sujeto político popular con sujetos actuando en el proceso
económico, y especialmente productivo. En el caso boliviano son los indígenas,
originarios y campesinos, los trabajadores, los cooperativistas, los micro y
pequeños, medianos y grandes empresarios asociados al proyecto transformador.
Tal como hemos sugerido en
varias ocasiones, e insistiremos hasta el cansancio, las preguntas que se nos
imponen para la transición apuntan a responder: ¿Qué, quién, cómo, y para quién
producir?
Ese es el debate en
Nuestramérica, en un mundo en crisis, cuando el FMI acaba de publicar sus
perspectivas económicas para el 2013 , rebajando las proyecciones del 2012 y
del 2013 “de 3,2 por ciento en 2012 para ALC
(un 0,6 por ciento por debajo
de lo proyectado en abril) y de 4 por ciento en 2013”. En el informe mundial se
muestran tendencias de menor crecimiento para EEUU, Japón y especialmente
Europa.
¿Tiene que continuar nuestra
región produciendo para ese mundo capitalista en crisis, o generar las
condiciones para una ruptura en el plano de la economía y la producción?
Así como afirmamos la necesidad
del cambio político al económico, esa orientación también debe constituir el
desafío de la integración. Es muy destacable el avance de Unasur y Celac, pero
están desafiados en la actualidad a constituirse en mecanismos de articulación
productiva para contribuir a la transición de la hegemonía capitalista hacia un
nuevo orden.
Claro que hay que ser conscientes
que en la región anidan proyectos diferenciados, incluso contradictorios. Por eso
enfatizamos en la importancia del triunfo democrático para un nuevo periodo de gobierno
de Hugo Chávez y su proyecto de revolución bolivariana por el socialismo.