Sergio Camargo, periodista
y escritor
Eso
que llaman hoy en día «La Crisis », no es mas que el fruto de lo que esta
sociedad ha venido sembrando y cosechando, sembrando y cosechando durante estos
últimos cien años.
El egoísmo
extremo, el sálvese quien pueda, la inacabable elección de corruptos en los
estados, la adoración al dinero -pues no posee olor-, la adulación de súper
hombres y súper mujeres de todo tipo y toda laya, bajo el ropaje de estrella o
modelo social, político y aun, económico y la imposición de la mentira por
verdad no tiene par.
Encaja
esto, con la gran estupidez de la mayoría de creer poder devenir como sus
propios ídolos de fango, llenos de riqueza y veneración y opuesto al valor
humano, es la encrucijada más peligrosa y casi irreversible que pueda sufrir
esta sociedad enferma y al garate.
Los
talibanes o pontífices de la barriada opulenta y apestosa, hacen creer que la
crisis es meramente económica.
¡Pero no! Pues lo cierto es que se extiende a
los confines de lo humano, allí en donde verdaderamente hace daño, hace mal mal,
es destructora, pues al fin y al cabo, el Dios dinero es una invención del
hombre en su mas infinita estupidez, ya que su cerebro o su inteligencia no le
dan para mas. Cuantificar los valores humanos ha sido su perdición.
Ricos
y pobres han perdido el horizonte, han perdido el juicio, aunque sus caminos
son totalmente opuestos. Ya que los primeros, con sangre ajena hacen sus
debates de como adquirir mas fortuna, de como apabullar mas a su semejante,
mientras que el segundo entrega su sangre creyendo no tener otra solución y en
ocasiones ofrenda la de su vecino, para no ser el ultimo en la fila de los que
esperan réditos infames del poderoso de turno.
Y al mismo tiempo el uno y el otro escupen
sobre una minoría, al fin y al cabo minoría, que no sometida, siempre ha luchado
contra esa infamia mayor, que ha combatido contra esa crisis permanente pagando
con su existencia, un precio bastante elevado para el genero humano.
La
maldad tiene nombre y en primera línea esta una minoría, los que atornillados a
sus sillones en fino cuero y oro, ese oro mancillado, dan quedas ordenes para
aplastar grandes bancos cuando conviene y crear otros para no perder la
costumbre, estos apoltronados en sillones prestados, pero de los cuales se han
adueñado sin rubor, siguen pidiendo gentilmente fabricar mas bombas y
planificar otras guerras para que todo siga igual, para que nada cambie y, yace
mas de cien años perdura este cuento.
Entre
tanto la mayoría jubila y los aplaude locamente, como sino comprendiera ese
lenguaje de aniquilamiento humano y hace corrillos para formar sus anillos de
seguridad y hace corrillos para serviles sin pestañear y hasta se convierten en
manada para hacer prosperar sus bancos y conforman incesantes y enajenados ejércitos
para hacer estallar sus bombas por do quier. Los que mas, hacen gavillas con
matracas para atacar a los descontentos.
Las
democracias se lavan las manos ante la muerte por física hambre de niños
mujeres y ancianos o simplemente les obsequia bombas inteligentes, mientras que
los dueños de ésta, brindan con jolgorio
y champaña la buena salud de sus potentados negocios. Las mayorías se ahogan en
su extrema miseria.
La
crisis no esta en los bancos, ni en los billetes con monetario valor, ¡no!
La
crisis esta en ese ejército humano que no sabe para donde va…
Y rehúsa
detenerse para aprender como tomar el buen camino.
El ejército humano esta perdiendo la razón… rehúsa
tomar un respiro…