Tregua o Ceasefire
Por Alberto Pinzón Sánchez
Todos
hemos visto la misma película molida en Hollywood y repetida infinidad de veces
en nuestros cines tercermundistas, en la cual un ladrón de bancos gringo armado
con una pistola, está rodeado completamente en una casa por policías con sus
patrullas, que le intimidan rendición inmediata. El Ladrón hace un disparo
(como al aire) e inmediatamente una verdadera tormenta interminable de balas y
fuego destruyen la casa. Los espectadores respiran profundo, y entonces, el sheriff
de la policía, como si hubiera oído estos resuellos, con el megáfono alzado
grita varias veces, para ser oído en el estruendo: - ¡Ceasefire! ¡Ceasefire!.
Mientras se ve la casa humeante y en silencio. Ese es el tan generalizado concepto
gringo de cese al fuego.
MUY OTRO ES EL CONCEPTO de Tregua, vocablo castellano derivado del gótico “Trigwa” que
quiere decir tratado para suspender o cesar hostilidades por un determinado
tiempo. Y que este 27 de septiembre, tuve oportunidad de presenciar en su
divergencia conceptual , cuando Piedad Córdoba en la gira de la Marcha
Patriótica por Europa, fue recibida en el Parlamento Alemán (Bundestag) por los
parlamentarios del partido de la Izquierda alemana (die Linke) y al tratar, entre
otros, el tema de la tregua bilateral inmediata para desarrollar los acuerdos
alcanzados en la Habana entre la Farc y el gobierno Colombiano; el muy
eficiente traductor simultaneo después de titubear unos segundos y preguntar, tradujo
Tregua por “Waffenstilstand” (parar o detener las armas) que es bastante
semejante al “Ceasefire” inglés, desechando el de “Waffenruhe” (quietud o
silencio de las armas) que tiene un sentido de permanencia.
A pesar
de que el tan conocido diccionario Oxford del idioma ingles, tiene en la página
1497 la palabra “Truce, definida como un acuerdo temporal para cesar
hostilidades”, el “Ceasefire” bien manipulado ha terminado por remplazar o
anticuar el de “Truce”, que entre otras cosas se deriva de la palabra “True”
que significa verdad. La duda del traductor y la aclaración solicitada, me han
llevado a hacer estas consideraciones, un tanto idiomáticas y un tanto
políticas.
El concepto de Tregua bilateral inmediata, que
Piedad Córdoba planteó correctamente como una suspensión temporal de
hostilidades (tanto militares como sociales y políticas) de ambas partes
enfrentadas en el largo conflicto social armado colombiano, con el fin de
generar un ambiente democrático y distendido que permita avanzar hacia la
finalización del conflicto interno tal y como se pactó este agosto en la
Habana, se enraíza en la larga experiencia política de los colombianos en la
búsqueda de la paz, como en el buen uso del castellano universal , e implica
varios aspectos:
1-El aspecto espacio -temporal limitado de la tregua,
mientras se llega a la finalización definitiva del conflicto o cese de
hostilidades.
2- La necesaria separación conceptual de los aspectos militar,
social y político que forman un todo constitutivo del conflicto colombiano, según
fue nuestra experiencia con el magistrado y constitucionalista Vladimiro
Naranjo en al comisión de las personalidades que se conformó en el 2001, durante
el anterior proceso de paz del Caguán. Hay que cesar el fuego militar, pero
también hay que cesar la estridencia anti-paz de los medios de comunicación
adictos al Poder. Cesar la motosierra, las desapariciones y en fin la guerra
sucia que continúa y es muy silenciosa o casi no se ve porque no es publicitada.
Cesar las detenciones de dirigentes populares, las persecuciones políticas y la
criminalización de la protesta social que tampoco es muy ruidosa. Así como las
demás formas de hostilidades sociales y políticas, por ejemplo, respetando la
Marcha Patriótica y en general a toda la oposición, brindándoles garantías
reales para su actividad política y sus movilizaciones masivas que se avecinan.
3- La necesidad imperiosa de crear un ambiente social
optimista y democrático, de que no solo es posible pactar una Tregua bilateral
por tiempo limitado en territorios demarcados y verificable, sino que el
conflicto tiene y debe llegar a su fin definitivo y ser superado. Sin amenazas.
Con claridad conceptual y sin tinieblas ni mentiras oficiales, como las del
prevaricador (procurador) Ordoñez, quien valido de su cargo como ministro
público y encubierto en una legalidad santanderista, le ha mentido al país en
materia grave, anteponiendo sus creencias religiosas y fobias sexuales
personales por sobre la constitución (que todos los demás fariseos dicen
defender hasta con las armas) en medio de un ambiente pugnaz en contra del
proceso de paz que se inicia.
Quizás
de esta manera, pudiéramos superar ese anacrónico impase del Siglo XVIII, entre
la Luz y las Tinieblas, aún vigente como conflicto social armado en la actual sociedad
colombiana.