Mostrando entradas con la etiqueta Iván Márquez. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Iván Márquez. Mostrar todas las entradas

martes, 22 de enero de 2013

“Las Farc tienen mucho por aportarle al país”: fundador de la UP

Boris Cabrera trabajó con Iván Márquez en los primeros años de la Unión
Patriótica y sigue siendo una de las personas que mejor conoce a las Farc.Fotos: Juan Pablo Pino

Por la Silla Vacía

El lunes se reanudan las conversaciones entre las Farc y el Gobierno en La Habana. Mientras se ven los primeros resultados de la primera fase sobre desarrollo agrario integral, la guerrilla sigue siendo una incógnita para la mayoría de colombianos. La Silla Vacía entrevistó a Boris Cabrera, exfundador, extesorero y exmiembro de la dirección de la Unión Patriótica y una persona que conoció muy bien a las Farc y a Iván Márquez en el Caquetá.
Cabrera trabajó con el jefe guerrillero de las Farc durante las marchas cocaleras y campesinas en los ochenta y luego en la fundación de la UP. Su esposa Diana Correa, también militante de la UP, fue desaparecida y asesinada por un grupo de militares, que fueron posteriormente condenados por los hechos. Cabrera fue procesado por la justicia sin rostro y apresado por el presunto secuestro y homicidio de Diego Turbay Cote en el Caquetá. Posteriormente, la Fiscalía lo exoneró y el Consejo de Estado acaba de condenar a la Nación por las irregularidades en su captura y el año que injustamente pasó en la cárcel.
Dado su conocimiento de las Farc, La Silla lo entrevistó como parte de una serie de entrevistas sobre el proceso de paz.

La Silla Vacía: ¿Cómo describiría las Farc hoy y como es diferente de la que no negoció la paz en el Caguán?
Boris Cabrera: Las Farc es una organización político-militar muy madura, en todos los sentidos, con una gran experiencia de sobrevivencia en la lucha contrainsurgente, que de alguna manera -y por eso estamos en este proceso- ha logrado a diferencia de todos los movimientos similares del Tercer Mundo sobrevivir a las ofensivas del ejército también, a su vez, mejor capacitado en lucha irregular en el continente.
¿Qué le da esa habilidad para sobrevivir?
Contrario a lo que piensa mucha gente, las Farc tiene gran inserción popular en muchas regiones del país, particularmente en las zonas de frontera agrícola y de colonización. Frente a la ausencia del Gobierno y de alternativas programáticas a favor de los campesinos, ha sido una especie de centinela, de protección y de alternativa para defenderse en el pasado de los latifundistas y en el presente de los paramilitares y otras formas que ha asumido la lucha eterna en Colombia del despojo de la tierra a colonos y campesinos. 
¿Defender a la población de los paramilitares? En muchas regiones, los guerrilleros huyeron mientras que los paras masacraban a la población.
Sí, pero al mismo tiempo, los paramilitares no estaban solos. Donde los paramilitares realmente intentaron hacer contrainsurgencia, y no gozaron del apoyo de las fuerzas del Estado fueron totalmente liquidados por la guerrilla como en el caso del Caquetá. 
¿Por qué dice que las Farc tiene una gran inserción con las comunidades?
En amplias zonas del país, en el Caquetá, por ejemplo, han hecho centenares de kilómetros de vías alternas, terciarias, que inclusive hoy las sostienen.  Eso lo sabe el gobierno, y los campesinos y los finqueros pagan cuotas de sostenimiento de las carreteritas que funcionan, y han hecho puentes, han hecho cantidad de infraestructura,  ya que el Estado por razones de seguridad no ha podido desplazar ingenieros para la construcción de esas vías. Hay amplias zonas del Meta, de Arauca, del Guaviare, donde tienen distintas formas para mantener un contacto fluido con las comunidades. La mayor incomprensión del Establecimiento sobre las Farc es el tratamiento de bandidos que les pretendieron dar en el pasado.

   Las Farc es una organización político-militar muy madura, en todos los sentidos, con una gran experiencia de sobrevivencia en la lucha contrainsurgente”.

– Boris Cabrera.


¿Usted no cree que sean bandidos?
No, yo no pienso que de manera alguna sean bandidos. Son personas que están al margen de la ley. El hecho de que hayan muerto algunos históricos como Marulanda, Jacobo y otros no quiere decir que no haya miles de personas que piensen que su ejemplo está vigente. 
No son precisamente unos santos. Secuestran, reclutan niños, matan gente.
Con la madre Teresa de Calcuta, con la comunidad de las hermanitas pobres no habría nada que discutir. De lo que ya está harto Colombia es de esta violencia a la que no se le ve puerto. Y haber llegado a la conclusión madura de que es por la vía del acuerdo razonable, posible, equilibrado que podemos resolver el tema es un gran paso. Si todos estamos perdiendo por qué no intentamos ver cómo podemos todos ganar. Pero no necesariamente a favor de las minorías privilegiadas de siempre.
¿Usted es optimista frente a este proceso de paz?
Yo soy sanamente optimista. Hay que tener algo claro: esto no se va a resolver con abrazos de paz, de perdón, con una cantidad de los llamados ‘gestos’. Aquí tienen que atenderse demandas históricas enmochiladas en fallidos procesos porque es que finalmente no puede entenderse que el gobierno esté en representación de algo abstracto. Debe estar representando una sociedad, 46 millones de colombianos que debemos estar dispuestos a dar algo entre todos por el bien supremo de la paz. No son favores dispensados por el gobierno, por nadie en particular. 
¿Por qué estarían esta vez las Farc dispuestas a dejar las armas?
Los años no han pasado en vano. Colombia ha sufrido mucho de aquello por lo que luchamos hace tanto tiempo, eso está vigente, otras cosas han cambiado. Yo creo que las Farc hicieron un pulso en el proceso del Caguán que en el plano militar encontró de todas maneras una respuesta que no les hizo fáciles las cosas de ahí en adelante.
¿O sea que lo hacen porque están derrotadas?
No están derrotadas y por lo tanto no lo hacen por eso. Yo creo que lo hacen porque se dieron cuenta que de todas maneras había una buena parte de Colombia por ganar y que estaban frente a unas Fuerzas Armadas muy difíciles de derrotar. O sea, a mi juicio, pudieron haber llegado a la íntima convicción de que si bien ellos, que aguantaron la arremetida de las fuerzas oficiales sin haber sido derrotados, tampoco podrían razonablemente pensar que podían tomarse el poder por esa vía.
¿Cuál cree que es el mejor resultado que podría resultar de La Habana?
Yo pienso que las Farc tienen mucho por aportarle al país. Pienso, por ejemplo, que en Colombia no habrá solución al problema del narcotráfico si las Farc no son un ente activo en la erradicación definitiva del cultivo en casi todo el país, donde operan.
¿Cómo podrían hacerlo?
Con el apoyo del Estado. Con un proceso de paz satisfactoriamente resuelto, pueden hacer una pedagogía asistida económicamente para que los campesinos e indígenas tengan cómo ellos mismos arrancar sus matas. Y evitando que los verdaderos usufructuarios del proceso criminal del narcotráfico, que son los narcotraficantes y algunos políticos en distintas regiones del país, puedan seguirse moviendose a sus anchas.
Usted lo plantea como si las Farc no fueran ellas mismas narcas.
Pues sí, así lo planteo. 
¿Pero qué habría que darles para que dejen las armas?
Yo pienso que el Gobierno no tiene nada que darles, es la sociedad la que tiene que volverlos a acoger dándoles no solo a ellos como grupo o ejército irregular satisfacción a algunas de sus demandas que se concerten sino dándole solución a los problemas de una buena parte de la sociedad colombiana como la pobreza, la marginación, la desigualdad. 
Pero eso tomaría 20 años. 
Sí, claro, pero tiene que haber un compromiso de la sociedad. Es que esto no son favores graciosos del soberano, sino el aporte que la sociedad esté dispuesta a hacer para que el tema se resuelva. Dicho lo anterior, que las Farc no podrán derrotar al Ejército, tampoco habría cómo entender si el Ejército no pudo derrotarlos en los últimos 60 años, ¿qué esperan?¿que pueda hacerlo en cinco, 20 años?¿Mientras tanto la gente qué?
Las Farc tiene muchas posibilidades de sobrevivencia , acción y capacidad de daño frente a la infraestructura, frente al festín de las concesiones y explotaciones mineras y petroleras, frente a las grandes entregas de tierra que se están haciendo en la altillanura. No hay por qué esperar que los colonos, campesinos, y las minorías nacionales, particularmente negros e indígenas, se conformen con mucho menos que lo que le están dando a los grandes inversionistas. 
Usted fue protagonista de todo el proceso de la Unión Patriótica. ¿Cree que el genocidio de este movimiento es una talanquera para este proceso?
Sí. Yo pienso que el genocidio de la UP y el asesinato de centenares de guerrilleros que salieron a hacer el trabajo político en el proceso de Belisario pende no solo como un gran genocidio, sino como un listón de prevenciones difícil pero no imposible de rebasar.


Pienso que en Colombia no habrá solución al problema del narcotráfico si las Farc no son un ente activo en la erradicación definitiva del cultivo".– Boris Cabrera.

¿Cree que con la Marcha Patriótica se estaría repitiendo la historia?
No entiendo por qué machacar o insistir en vincularlo todo con la Marcha Patriótica. Lo ideal es que del proceso resulten muchas marchas nacionalistas populares que busquen constituirse en una alternativa política. No veo por qué se pueda insistir en forzar a los negociadores  de las Farc en la Habana a que ya tienen que aterrizar en en un movimiento político ya organizado, cuando lo lógico es que la mejor solución a los temas militares irresolutos sean las salidas políticas que resulten de el.
Usted que organizó muchas de las marchas cocaleras y campesinas en el proceso de Belisario, ¿qué tanto las marchas de ahora lideradas por la Marcha Patriótica evocan las de esa época? 
De alguna manera las otras marchas pudieron ser más espontáneas o responder de manera masiva a problemas que no eran artificiales, sino problemas reales. Que en algún momento el gobierno y eventualmente los poderes del Estado hubieran estigmatizado esas marchas. Las últimas marchas, no se puede negar, que pudieron haber tenido algún tipo de expresión de campesinos que rechazaban las fumigaciones masivas no solo por los daños a sus cultivos del pancoger sino a la misma coca, base de su subsistencia. Pero las primeras marchas del Pato, por ejemplo, respondían a las exigencias que hacían los campesinos reclamando la presencia del Estado, reclamando vías, la facilidad para la comercialización de sus productos.
¿Las de ahora no son espontáneas?
No descarto que en zonas muy específicas el fenómeno se mantenga como la expresión histórica de las necesidades de los campesinos. No podría homologar el papel de la Unión Patriótica en los tiempos en los que fui dirigente nacional o regional del Caquetá, inclusive en compañía de los miembros de la Habana como Iván Márquez, con quienes fundamos a la UP en el Caquetá, con el de la Marcha. Yo entiendo que la Marcha Patriótica es una expresión mucho mas contemporánea, mucho menos rural, que ha incorporado mas elementos de carácter intelectual, urbano y es una versión mucho mas acabada de una propuesta política con las circunstancias del presente.
¿Cree que tiene que ver con las Farc?
No diría que de la misma manera que sí la tuvo la Unión Patriótica. La UP fue una creación directamente de las Farc. A la UP confluyó el Partido Comunista, otra serie de organizaciones, pero nunca se escondió que el primer candidato presidencial fue Jacobo Arenas. Braulio Herrera era el secretario ejecutivo. E Iván Márquez fue uno de los parlamentarios.
¿Cómo describiría a Iván Márquez?
A Iván Márquez lo conocí hace mucho tiempo, y mantuvimos y hemos mantenido una amistad que ha sobrevivido a los avatares de un país como el nuestro. Es una persona sencilla, de condición humilde, un self-made man, en el que se reúnen condiciones que mucha gente ignora. Estudió en un seminario, fue profesor, fue concejal de Florencia y en buena parte de su periplo personal mientras estuvo visible hicimos el mismo camino juntos en la lucha política, en la UP.
¿Usted cree en la teoría de que él es opuesto al proceso con el Gobierno y por eso las Farc lo puso de jefe negociador?
Puede haber diferencias de opinión, debates y discusiones al interior de las Farc. Pero la eterna expectativa de que la cosa se pueda reducir a los blandos y los duros, los militaristas y los políticos no se corresponde ni hoy ni nunca con la verticalidad en el mando de las Farc y la obediencia a un centro único de decisiones que seguramente se discutirán pero en la medida que se aprueban se convierten en la línea de acción de todos. No veo cómo puedan decir que uno de los principales negociadores sea opuesto al proceso. Es una incongruencia.
¿Por qué las Farc ponen a un jefe guerrillero con tan poco mando militar? El Bloque Caribe es insignificante en términos del poderío militar.
Entendiendo que representa por igual a los ‘militares’ y a los ‘políticos’, Iván es un hombre de una gran capacidad. Pienso que conoce el país porque lo ha recorrido como parlamentario y sobre todo como comandante guerrillero. Estuvo en el Magdalena Medio, en Urabá, en el Bloque Caribe, y además, es un aporte del Bloque Sur. Es un guerrillero maduro con gran comprensión de la política internacional, del momento de Colombia en el contexto de América Latina, fue un buen parlamentario. Es decir, ¿qué tacha le puedan buscar a Iván cuando fue una decisión del Estado Mayor de las Farc y del Secretariado colocarlo como cabeza de negociación? Además, Iván conoce mucho el proceso de paz en Centroamérica. Estuvo en Tlaxcala,  en Caracas y en el Caguán. Es el hilo conductor de las fracasadas negociaciones del pasado desde Betancur a una sana expectativa de éxito de este proceso. 

   No veo cómo puedan decir que uno de los principales negociadores (Iván Márquez) sea opuesto al proceso. Es una incongruencia.”.

– Boris Cabrera.

¿Cree que las Farc ya tomaron la decisión de hacer que funcione este proceso de paz?
Sinceramente no conozco los detalles. Pero lo que sí se y así ha sido siempre es que debió ser producto de una decisión del Estado Mayor Central. Lo que sí es un riesgo es que haya movimientos insurgentes al margen del actual proceso que puedan darle oportunidad a sectores eventualmente descontentos de encontrar una vía que los mantenga en la lucha armada.
¿A qué se refiere?
A los elenos. Por eso pienso que el Ejército de Liberación Nacional debe estar en la mesa de negociación, o en una mesa paralela discutiendo prácticamente los mismos temas con algunas particularidades.
¿Cuál cree que es el verdadero apoyo de las bases guerrilleras al proceso de paz?
En todas estas cosas hay compases de espera, también en algunos sectores del gobierno puede ocurrir lo mismo. Hay personas con un natural y sano optimismo y otras que por su talante o por la lectura del proceso pueden ser más pesimistas. Pero todos tienen que avanzar en el mismo proceso, porque de otra manera no será posible. Uno de los retos mas importantes y que pueden gravitar negativamente en el proceso es la falta de fluidez en las comunicaciones. 
¿A qué se refiere?
La delegación del gobierno tiene muchas mas facilidades, y mas fluidez para llevar su propuesta, los puntos de discusión a los sectores empresariales, gremiales, sociales. Y veo que ahí puede haber mucho mas dificultad, por razones obvias, en el caso de la delegación de las Farc. A lo cual hay que ponerle atención porque finalmente Colombia está pendiente es del proceso en su conjunto y los resultados ideales que cabe esperar después de una lucha de tantos años.
¿Se refiere a los rumores de que por falta de esa fluidez el Bloque Sur, por ejemplo, se podría abrir de la negociación?
Hay riesgos, así se reconozcan o no. Y de cualquier manera, la incomunicación, la falta de fluidez en las explicaciones oportunas y eficaces pueden ser muy graves y delicadas. Pueden alentar las malinterpretaciones o confusiones, pueden enviar mensajes negativos frente a los sectores mas escépticos.
¿Quiénes estarían interesados en boicotear el proceso?
No tendrían cómo identificarlos, pero que los hay los hay. Hay sectores politiqueros que han medrado, que se han enriquecido, que han conseguido fines utilitarios a los que no quieren renunciar. Hay regiones donde hay gente trabajando contra el proceso. Y no necesariamente todos de derecha o latifundistas y terratenientes,  sino alentadas por intereses mezquinos y criminales incluidos los del narcotráfico.  Es increíble que por ejemplo no haya políticos (salvo Fernando Almario) y altos mandos militares y policiales presos por la complicidad y connivencia de años con los grandes narcotraficantes que pasaron por el Caquetá y Putumayo  como Urdinola, Macaco, Leonidas Vargas etc. 
¿Cree en la voluntad de paz de este gobierno?
Si. El gobierno a mi juicio tiene un gran mandato de la sociedad y un gran apoyo de los sectores productivos, que saben que sin un acuerdo de paz a Colombia la hunden los 16 TLC que ya ha firmado, si no puede competir, por la inseguridad a todos los niveles que generaría la prolongación del conflicto con sus elementos perturbadores y que tanto dolor le han causado al país.
¿Se leyó la carta de respuesta de Mauricio Jaramillo a Enrique Santos?
Una verdadera calamidad. Si Enrique escribió la carta, el Santos negociador y diplomático, se dejo ganar del Santos periodista. Y si la que aparece, fue la respuesta de Jaramillo, ella fue desapacible e inoportuna.  Así no hablaría un “ Médico” , como le dicen a Jaramillo, ni siquiera un camillero... 
Esa “Pareja” que tenemos con presupuesto publico en la Habana no puede comenzar a sacarse  los trapos al sol, a exponer públicamente “sus vergüenzas”. El país espera mucho más de ellos. El respeto a los negociadores de lado y lado, la discreción, la paciencia y la prudencia “hacen verdaderos sabios” o como dijeran los cubanos. “En silencio tuvo que ser”.

viernes, 26 de octubre de 2012

El otro vocero de las FARC

Estas rodeado de la verdad, La Calle, rodeado por las palabras de Joseph Stiglitz e Iván
Márquez, ambas describen la realidad. Para Humberto de la Calle y Santos esa realidad
es "petreo", inamovible. Pero eso no depende de los mencionados si no la correlación de
fuerza. Si el factor subjetivo madura, pues no hay duda que el pueblo colombiano moverá
esos factores inamovibles al basurero de la historia.



El otro vocero de las FARC

Octavio Quintero (especial para ARGENPRESS.info)

Viernes, 26 de octubre de 2012 / Joseph Stiglitz, el laureado escritor (Nobel de Economía 2001), podría sentarse con todo derecho en la mesa de Oslo a hablar de Paz en Colombia a nombre de las FARC; y tal vez no sería tachado de “anacrónico”...
En su último libro, “El precio de la desigualdad”, nuevo best seller de Tauros, Stiglitz dice de entrada:
“El 1 % de la población disfruta de las mejores viviendas, la mejor educación, los mejores médicos y el mejor nivel de vida, pero hay una cosa que el dinero no puede comprar: la comprensión de que su destino está ligado a cómo vive el otro 99 %. A lo largo de la historia esto es algo que esa minoría solo ha logrado entender… cuando ya era demasiado tarde”.
De entrada también, Iván Márquez, el guerrillero jefe de las negociaciones de Paz con Santos, dijo…
“Más de 30 millones de colombianos (el 70% de la población) viven en la pobreza; 12 millones en la indigencia; el 50% de la población económicamente activa, agoniza entre el desempleo y el subempleo; casi 6 millones de campesinos deambulan por las calles víctimas del desplazamiento forzoso. De 114 millones de hectáreas que tiene el país, 38 están asignadas a la exploración petrolera y 11 millones a la minería; de las 750.000 hectáreas en explotación forestal, se proyecta pasar a 12 millones. La ganadería extensiva ocupa 39.2 millones. El área cultivable es de 21.5 millones de hectáreas, pero solamente 4.7 millones de ellas están dedicadas a la agricultura, guarismo en decadencia porque ya el país importa 10 millones de toneladas de alimentos al año”.
Y como respondiendo al prólogo de “El precio de la desigualdad”, el guerrillero dice con respecto a ese 1% del que habla Stiglitz: (…) “Ellos sólo piensan en el incremento de su botín, no en la reducción de la miseria”.

TANTO EL NOBEL COMO EL GUERRILLERO proponen un cambio inmediato de modelo económico. Y es de suponer que la respuesta que dio el vocero oficial del gobierno de Santos, Humberto de la Calle, a Márquez, resulta válida también para Stiglitz…
(..) “Ni el modelo de desarrollo económico que tiene Colombia en la actualidad, ni el régimen jurídico que ampara la propiedad privada, ni el modelo de inversión extranjera vigente en el país, ni la doctrina militar, serán parte de la negociación de paz entre el Gobierno y las FARC”.
Volvamos a este libro que, seguramente, el negociador de Santos ya debe haber leído porque él es un intelectual in…
“Los mercados por sí solos no son ni eficientes ni estables y tienden a acumular la riqueza en manos de unos pocos, más que a promover la competencia… Las políticas de gobiernos e instituciones son propensas a acentuar esta tendencia, influyendo sobre los mercados en modos que dan ventaja a los más ricos frente al resto. La democracia y el imperio de la ley se ven a su vez debilitados por la cada vez mayor concentración del poder en manos de los más privilegiados.
“El precio de la desigualdad constituye una contundente crítica a las ideas del libre mercado y a la dirección que Estados Unidos y muchas otras sociedades (Colombia entre ellas) han tomado durante los últimos treinta años”…
Fin de folio: Ya las FARC pueden levantarse de la mesa y dejar este libro de Stiglitz como propuesta al gobierno para que tome de él lo que a bien tenga. Aunque, a juzgar por la contundente afirmación de De la Calle, también Santos ha declarado “inamovibles” las causas subjetivas de la violencia en Colombia, de las que hablara en su momento el expresidente Belisario...

jueves, 25 de octubre de 2012

EXCLUSIVO: los guerrilleros son políticos

Por: Daniel Pardo

Tomado de KIEN&KE
Daniel Pardo
Podrán decir que se trata del mismo discurso de siempre, pero yo nunca lo había oído. Tengo 27 años y, por mucho, llevo diez parándole bolas a las noticias. Siempre había visto a los guerrilleros hablando desde la selva y con la intermediación de los medios de comunicación. Siempre que oía o veía noticias sobre un guerrillero se referían a él como “terrorista”, “genocida”, “narcoterrorista”, “matón”, “asesino”.
Hoy conocí, realmente, el discurso de los guerrilleros. Iván Márquez, el vocero de las Farc, tuvo micrófono por primera vez en una década y lo aprovechó como nunca: dijo que el paramilitarismo está asociado con el Estado, que el pueblo debe jugar un papel en el proceso de paz, que el conflicto termina si acaba la injusticia social, que el Estado colombiano tiene complicidad con multinacionales que han explotado a la gente en el campo. Omitió las matanzas, las minas antipersona, el narcotráfico, los desaparecidos y las innumerables víctimas de su ejército. Sin embargo, por primera vez en diez años pude ver a la guerrilla como ésta quiere que yo la vea. Como políticos.
Caí en cuenta de que durante los últimos diez años el discurso de las Farc ha estado censurado de los medios de comunicación. Se reportan las matanzas, pero las ideas con las que el grupo guerrillero pretende legitimar sus prácticas violentas se omiten del periodismo. Hoy, en la rueda de prensa que el gobierno colombiano dio con las Farc, parece que lo volvieron a hacer: cuando empezaron las preguntas a los guerrilleros, varios medios cortaron la trasmisión.
En las negociaciones de paz están hablando dos partes que se consideran a sí mismas legítimas. Son partes, digamos, iguales. Que consideran a la otra ilegal y están negociando. Los medios van a tener que representarlas así –y nosotros oír los discursos de ambos– si es que queremos darles las condiciones a los guerrilleros para que se dejen las armas. Ahora que supuestamente se van a reintegrar a la sociedad, lo último que podemos hacer es excluir su discurso.
Después del fracaso del proceso de paz en el Caguán, los colombianos nos llenamos de odio y se volvió parte de la normalidad decirles “los asesinos de las Farc”. Fue la misma época, principios de siglo, en que se produjeron los ataque a las Torres Gemelas en Nueva York y el mundo se volcó, de la mano del presidente George Bush, en una guerra “contra el terror” cargada de un discurso fundamentalista y polarizador que dividió al mundo entre el “eje del mal” y la supuesta legalidad. Los efectos de esa guerra dogmática hoy son incuestionables en muchas partes del mundo, incluido nuestro país.
El presidente que Colombia eligió para contrarrestar el fiasco del Caguán, Álvaro Uribe, seguía de cerca ese discurso de Washington y lo aplicó en Colombia con las Farc, que con prácticas de lesa humanidad le dieron cada vez más argumentos a Uribe para reforzarlo. Con una exitosa política de seguridad y comunicaciones que le dio mucha popularidad, Uribe logró inyectar el lenguaje polarizador en los medios y la gente: los periodistas que entrevistaban a las Farc, como Romeo Langlois y Hollman Morris, se volvieron “cómplices” y los políticos de izquierda, como Carlos Gaviria, se convirtieron en “marxistas disfrazados”.
Medios por la paz fue una ONG que se creó después del Caguán para pensar la manera como se iba cubrir el conflicto y no se repitieran los errores del pasado. Las investigaciones de la organización demostraron que el conflicto en Colombia estaba siendo muy mal cubierto: era amarillista, oficialista, parcial al tratar a la guerrilla y a los gobiernos. Hicieron todo tipo de talleres y foros para entrenar a los periodistas y crear modelos para cubrir el conflicto. Se hicieron manuales de estilo, cursos, debates. Hoy Medios para la paz no existe y, según lo que vimos hoy, sus revelaciones no sirvieron de nada.
¿Cuál es, acaso, la necesidad de tratar a los guerrilleros como iguales al gobierno y no rotularlos con adjetivos como “terrorista”, “genocida” o “asesino” durante el proceso de paz? Hay varias respuestas. Originalmente, las Farc se crearon como un ejército rebelde e ilegal de una gente que se sentía excluida del Estado y del debate público. El proceso de paz busca que se reintegren a la sociedad y salgan de la ilegalidad. Para eso, hay que incluir su discurso en el debate público y político, así sus palabras suenen anacrónicas, mamertas y hasta chistosas. Los guerrilleros creen, y en parte tienen razón, que el establecimiento colombiano también es “terrorista”, “genocida” y “asesino”. Y, para citar un ejemplo, está la Masacre de Segovia, que acabó con un partido político, la Unión Patriótica, que se había armado después de un proceso de paz en el 84.
Tal vez odiemos el discurso de los guerrilleros. Pero es un discurso. Y, si queremos jugar a la democracia, vamos a tener que oírlo. Como dijo De la Calle hoy, “si las Farc quieren un cambio en el sistema tendrán que presentarse a elecciones y cambiarlo”. “La gente debe decidir a quién le cree más: a las Farc o al gobierno. Por eso los medios deben transmitir ambos puntos de vista”, dijo hoy el periodista y profesor Javier Darío Restrepo. Les tengo una chiva: los guerrilleros son políticos.

lunes, 22 de octubre de 2012

Cuando hablar claro incomoda


Por: María Elvira Bonilla




El discurso de Iván Márquez en Oslo, quien habló en nombre del Secretariado de las Farc, cayó como un vaso de agua. Enfrió el entusiasmo prematuro frente al naciente proceso de paz. Y la verdad, no hay razones para ello.
No hay mejor aliado que la claridad a la hora de iniciar un pulso de poder como el que subyace en toda negociación. Es inútil pensar con el deseo y caer en engaños: las Farc son una organización alzada en armas contra el sistema y su organización política, social y económica, y buscan lograr cambios de fondo en el país. Escuchar lo que piensan, lo que rechazan con una rabia visceral, en lo estructural y coyuntural del gobierno Santos es útil y necesario. La visión de Márquez no solo la comparte el Secretariado en pleno, la pluma de Timochenko se siente en más de un párrafo, sino las bases guerrilleras y habitantes de esa Colombia aislada y marginal, sufrida, que no están de acuerdo con la lucha armada pero tampoco con el statu quo que no les brinda ninguna alternativa.
El arranque de las Farc no podía ser con mansedumbre. Márquez transmitió en palabras la hosquedad y la desconfianza que dan 30 años de vida armada, de haber dejado cualquier mediano confort urbano por el fusil y la selva. Una situación común a la actual dirigencia de las Farc, compuesta por universitarios de clase media y no campesinos, que ingresaron a la guerrilla con convicciones ideológicas formadas en la militancia política de izquierda en y las movilizaciones sociales en la década de los sesenta y setenta. Por esto fue un discurso alusivo a la realidad actual del país y a las dinámicas de globalización, distante del que leyó Joaquín Gómez en nombre de Manuel Marulanda en la iniciación de los diálogos en el gobierno Pastrana, en la plaza de San Vicente del Caguán, donde las reivindicaciones estaban ligadas al nostálgico universo rural de pequeñas fincas y gallinas sueltas, ese mundo campesino cuya destrucción vivió Marulanda y que fue el único que conoció.
De allí el drástico discurso de Iván Márquez, que comenzó con la crudeza de unos datos que describen un país sin equilibrios sociales, con unos bolsones de atraso que lo colocan lejos de la posibilidad de despegar hacia la modernidad. Recordó que somos el tercer país como mayor desigualdad del mundo, con 20 millones de colombianos aún en la pobreza, con 6 millones de campesinos que deambulan desplazados por las ciudades. Márquez habló que de las 114 millones de hectáreas que tiene el país, 38 están asignadas a la exploración petrolera, 11 millones a la minería; que la ganadería extensiva ocupa 39,2 millones; el área cultivable es de 21,5 millones de hectáreas, pero solamente 4,7 millones de ellas están dedicadas a la agricultura; un país que importa 10 millones de toneladas de alimentos al año.
Ojalá las Farc entiendan, con convencimiento, que la transformación de esta realidad, propósito que comparten muchos colombianos, es posible pero sin la amenaza de las armas. Con ellos actuando pero como fuerza política —Partido Bolivariano de la nueva Colombia—, jugando en los distintos espacios de la democracia, sin que nadie mate a nadie por pensar distinto. En buena hora Márquez no se mostró como lobo con piel de oveja, y de entrada mostró los dientes.
Tomado de El Espectador, Opinión | Dom, 10/21/2012 - 23:00

jueves, 18 de octubre de 2012

Respirando dignidad: La “diplomacia” fariana frente a la diplomacia santanderista

Iván Márquez y Jesús Santrich sacudieron a los representantes de la
"
lumpenburguesía", como describe el columnista a Humberto de la Calle,
el representante de Santos en el proceso de paz, iniciado hoy en Oslo.



Dax Toscano Segovia
Qué emoción me ha dado ver a mis hermanos farianos empuñando el fusil de la palabra, a través de la cual han asestado un duro golpe a la diplomacia santanderista en Oslo, Noruega.
Ha sido clara la “diplomacia” fariana: la paz que quiere Colombia es la paz con justicia social, no la paz de los cementerios que pretende imponer la oligarquía colombiana.
“La paz no significa el silencio de los fusiles”, dijo Iván Márquez, quien en nombre del Secretariado de las FARC-EP, expuso las causas reales del conflicto, a la vez que denunció el papel del terrorismo de Estado en Colombia y la responsabilidad que este debe asumir por los crímenes que ha cometido.
Llena de orgullo la dignidad del comandante Jesús Santrich al defender frontalmente el derecho histórico de los pueblos a la insurrección. Asimismo las palabras de Iván, al señalar la corrupción del Congreso colombiano y el absurdo de pretender juzgar a los guerrilleros farianos por el hecho de ejercer el derecho a la rebelión y a la insurgencia frente a quienes históricamente han explotado y oprimido al pueblo.

Jesús Santrich, con una sonrisa, manifestó lo paradójico del planteamiento hecho por Humberto la Calle al querer convertir a las FARC-EP en victimarias, cuando sobre el Estado colombiano pesan desapariciones, asesinatos, torturas, montajes judiciales contra luchadoras y luchadores sociales.

Los terroristas, debe quedar claro, son aquellos que han utilizado el narcotráfico y el paramilitarismo para posibilitar la acumulación de capital por medio de la desposesión más brutal del pueblo colombiano, al que han desplazado violentamente para apoderarse de sus tierras o al que le han impuesto un sinnúmero de medidas criminales en materia laboral como la flexibilización, la precarización, el desempleo, el subempleo, todo ello acompañado de violaciones a los derechos humanos.

Quedaron desenmascaradas las verdaderas intenciones del gobierno santista: que la guerrilla entregue las armas, que se desmovilice y que ellos tengan el camino libre para continuar con la aplicación del modelo neoliberal, pero sin destinar ya los recursos que hoy utilizan para hacer la guerra contra la insurgencia revolucionaria, el brazo armado del pueblo explotado.
Ya dirán los cretinos de la industria mediática, que las FARC-EP se pasaron de la raya. Dirán que eso es políticamente incorrecto. ¡Al carajo con sus apreciaciones simplistas y banales! Nos ubicamos en el lado de los malpensantes, de los que no son políticamente correctos, como diría Alfonso Sastre. Por ello no callamos frente a la injusticia, sino que la denunciamos.

Hipócritas que hablan de paz, cuando queda claro que continuarán con la doctrina de seguridad nacional, de la seguridad democrática uribista, del terrorismo de Estado para reprimir al pueblo a través de sus fuerzas militares, policiales y paramilitares. No quieren topar al ejército, quieren mantenerlo intacto. Es decir, ni pensar en hablar de la formación de una fuerza armada nueva, no sometida a los dictados de Washington, de las transnacionales y de la oligarquía santanderista. Militares corruptos, vinculados al narcoparamilitarismo pretenden ser intocables. De las violaciones a los derechos humanos, mejor ni hablar. Los únicos que deben ser judicializados son los guerrilleros de las FARC-EP.

Y la cloaca mediática, como bien la definiera Jesús Santrich, ahora incluso quiere acusar a la insurgencia de ser la causante del despojo de la tierra a los campesinos, sin chistar una palabra contra la oligarquía colombiana que ha sustentado su poder económico y político por medio del negocio sucio, de la cocaína y el paramilitarismo que posibilitó el saqueo de 8 millones de hectáreas de los campesinos colombianos en los últimos 25 años a favor de ganaderos, latifundistas y empresarios narcos.
En Colombia existe una verdadera lumpenburguesía, amparada por un Estado gansteril, que no permitirá que su modelo económico criminal, el capitalista-neoliberal, se tope. Así lo transmitió furibundo, Humberto la Calle, que además señaló que no se discutirá el modelo de inversión extranjera y peor el punto que duele a todo oligarca, que es el relacionado con la propiedad privada.
En ese momento, la sala de la rueda de prensa olía a azufre. 
En cambio, las FARC-EP, han sido serias. Si se habla de paz, se habla de las causas que hacen que el pueblo se levante. Si quieren paz, es necesario plantear el cese al fuego. Si aspiran la paz para Colombia, es necesario que el pueblo colombiano participe en los diálogos. Allí no se negocia nada, dijo Jesús Santrich, porque las FARC-EP no buscan para ellas algo particular. Allí lo que se está haciendo es dar inicio a un diálogo en el que debe estar el pueblo colombiano, que es el que debe señalar cuáles son sus necesidades y planteamientos fundamentales para vivir mejor.

En verdad, ese momento se respiro dignidad, esa de la que carecen los representantes del gobierno colombiano. Que distinto ver a un guerrillero haciendo diplomacia, que a un burgués prepotente pretendiendo imponerse sobre el otro.

Marco Calarcá puso la nota hermosa, cuando dejó su puesto a Simón Trinidad. Él estuvo ausente de cuerpo presente, pero su ejemplo de lucha, sus ideas siempre acompañaron a los insurgentes de la diplomacia fariana.
Debe quedarles claro ¡estúpidos oligarcas!: Las FARC-EP no quieren cargos políticos, ni quieren ser un partido más dentro de la estructura podrida de la institucionalidad burguesa, a la que con cinismo llaman democracia en Colombia. Las FARC-EP, como diría Julián Conrado, quiere paz, PAZ con dignidad, PAZ con libertad, PAZ como es la PAZ con felicidad, la PAZ con amor, no la de mentiras del explotador.

Patria Grande, 18 de octubre de 2012