viernes, 14 de junio de 2013

Blindar el proceso de paz de Colombia. Por Alberto Pinzón Sánchez

Rostros contentos después la primera sesión en la Casa de Nariño, Santos y Biden.


Indudablemente la visita “oficial” a Colombia, del vicepresidente de los EEUU Joe Biden, este 26 de Mayo pasado, influyó directa y decisivamente sobre los bandazos dados por el presidente de Colombia, JM Santos, para lograr “gobernanza” interna, resquebrajada por la contradicción en el seno del bloque de Poder dominante y manifiesta en el pugnaz enfrentamiento entre Uribe Vélez y JM Santos. Pero no lo explica todo.

Lo externo actúa a través de lo interno, claro está: el lanzamiento de una alianza económico y política de países latinoamericanos con costas en el mar pacifico, anexados hace años a la economía estadounidense mediante TLC como Méjico y Chile y los recientes Perú y Colombia, no solo estuvo orientada a descargar el peso de la crisis financiera global, cuyo epicentro es “el complejo militar-industrial-financiero con el dólar”, en los hombros de los trabajadores y campesinos latinoamericanos, sino de taquito, torpedear los procesos integracionistas inspirados en el mandato anfictiónico de Bolívar y demás padres fundadores de nuestras naciones, que se están llevando a cabo en “Nuestramérica”.

Pero no comparto como explicación única el factor externo en los bandazos de JM Santos, al haber invitado y recibido “oficialmente” al uribista venezolano Capriles en la casa de Nari y poco después, anunciar el viejo deseo anexionista de la oligarquía vendepatria colombiana para echarse en brazos del brazo armado de los EEUU la OTAN, con el fin de que le resuelva la guerra interna. Recordemos que en 1902, al finalizar la guerra de los mil días, los dos partidos políticos colombianos pidieron anexarse como un Estado más de la Unión Americana. En esto existe una explicación más íntima:

Por un lado, está la premura electoral y reeleccionista de JM Santos que lo ha llevado a la ingenuidad de creer que puede ganarse a los enanitos verdes de Uribe Vélez para su causa y construir un “Uribismo sin Uribe” haciéndoles concesiones militaristas contra el proceso de paz de la Habana, como en este caso romper el apoyo del gobierno venezolano puntal diplomático de este proceso, o como siempre ha estado “in pectore”, traer cascos azules, esta vez reforzados por los cascos de la OTAN, para que sea una fuerza militar externa muy superior (casi celestial o divina) la que utilizando las 7 bases gringas actuales en Colombia, les resuelva el problema de guerra contrainsurgente actual, amenace a la insurgencia si no firma su rendición inmediata, y “disuada” a los vecinos ¿Se habrá dado cuenta Brasil?


Y por otro, dar salida a un valioso y probado producto de exportación colombiano: LOS MERCENARIOS del ejercito; que los multimillonarios principados árabes, títeres de los EEUU, están importando con grandes sumas de dinero para sus guerras en el Medio Oriente y que por estar represados en Colombia están generando una tensión dentro del ejército colombiano. No es sino mirar la rapidez de la respuesta del alto mando de la OTAN a Santos (no nos interesa geográficamente Colombia (?) sino los contratos y convenios de “cooperación” que podamos firmar) y las “afugias” explicativas del ministro de guerra Pinzón.

Toda esta maroma concebida con la mentalidad inmediatista del tahúr; de “blofs” y pasadas, revires y contra-revires diplomáticos, que están mostrando una vez más, que a pesar de lo dicho sobre la “Transición” por Sergio Jaramillo, el comisionado de paz del gobierno Santos, no existe en el seno de la clase dominante para el asunto de la Paz, una concepción de Proceso, como la que ha demostrado a lo largo de estos meses la Insurgencia; sino más bien, el concepto inmediatista y garitero “de mano jugada, mano pasada”, o salida negociada de toma y daca (express) que está impidiendo avanzar en la reconciliación de los colombianos, así como llenando de zozobra e incertidumbre el anhelo Universal de lograr una paz con justicia social, democracia y soberanía en Colombia.


Frente a esto, el pueblo trabajador colombiano, además de hacer claridad y conciencia, continuar alerta y movilizado preparando nuevas acciones consientes de masas en favor de la paz con justicia social, democracia y soberanía; debe profundizar y ampliar las actividades y eventos de masas tanto nacionales como internacionales, para blindar el proceso de paz de la Habana contra los bandazos y mezquindades personales de los vendepatria dominantes en Colombia.