Es tal el acomodamiento de la oligarquía en el poder
que todas sus acciones se dirigen a perpetuar su posición de poder en el
Estado. A más de su corrupción galopante de todas las ramas del poder burgués
–Ejecutivo, Legislativo, Judicial, Militar-, se configura la figura de
« lo ancho para mí, lo angosto para ellos ».
Acciones que
dejan traslucir el pavor que le tienen a la participación popular. La
oligarquía desarrolla sus acciones siempre y cuando la favorezcan. Los
ganaderos-terratenientes hablan de la tierra como un derecho que les permite la
monopolización de ella, sea por medios « legales » o ilegales. Así lo
muestran también con la « Participación Política ». Al pueblo le cercenan
su libre albedrío y sólo aceptan las propuestas que ellos quieren. Ejemplo,
para ellos « participación política » es meramente 10 curules en el
Congreso, curules que no sirven de nada como han probado las curules otorgadas
antes a los « desmovilizados » ante la pasmosa realidad de la
« aplanadora » de los partidos liberal-conservador en todas sus
variantes corruptas.
El pueblo
quiere la participación política para definir las políticas que se deben
desarrollar en favor de su bienestar. No meramente 10 congresistas para estar
« hablando paja todo el día » y « tirando tiros de salva »
contra el establecimiento. De lo que se trata es que los tiros –ahora políticos
si se acuerda- estén dirigidos a lo que ha sido la causa y perpetuación del
conflicto interno, es decir, la exclusión en todos los ámbitos de la vida
nacional.
La exclusión
política se ha experimentado en más de 60 años y las FARC-EP han luchado -de la
única forma posible- abriendo un boquete en el aparato estatal para poder
precisamente participar en política. Los muertos agenciados desde el Estado son
prueba de ello. La forma oligárquica de hacer política está, además de la
exclusión, signada por la enorme corrupción en el ámbito político. Los delitos
electorales han sido sempiternos en las contiendas electorales colombianas.
Delitos al sufragio –compra-venta de votos, coacción armada legal –ejército- e
ilegal –narcoparamilitares- del pueblo votante en zonas de no control estatal,
clientelismo, gamonalismo, etc- son pan de cada día en las elecciones. Delitos
en la Registraduría Nacional en el conteo de votos son parte de los que el
padre Camilo Torres llamó « el que escruta elige ».
Incluso, la
forma soterrada de corrupción de los sectores empresariales colombianos que
financian a políticos liberales y conservadores –« sus
representantes »- al mismo tiempo, lo que les asegura la aprobación de
medidas que favorecen sus intereses mezquinos. El sector poderoso –empresarios,
financistas, etc- siempre gana así sean liberales, conservadores o del PDA.
Todos « contratan » con los mismos contratistas en lo que se ha dado
en llamar los « carruseles de la contratación », los cuales muestran
que Colombia es uno de los países más corruptos del mundo.
La
« oposición » ha sido barrida a plomo limpio no una, sino cuantas
veces ha necesitado la oligarquía en el poder para mantenerse en él. La
experiencia dolorosa de la U.P. prueba nuestro aserto. El asesinato de los 8
miembros de la Marcha Patriótica corrobora lo dicho. Los miles de líderes
populares asesinados muestra el grado de exclusión que sufre el pueblo
colombiano. Varias generaciones de líderes políticos, sindicales, etc, hijos
del pueblo han sido asesinados por el Terrorismo de Estado agenciado desde la
« Casa de Nari » y los batallones y brigadas de las fuerzas
militares-narcoparamilitares.
El miedo
oligárquico es mucho mayor ahora. Ya se escuchan ciertas voces –como en 1964 se
escuchó el cuento de las « repúblicas independientes »- llamando la
atención de que el proceso de Conversaciones de La Habana dejará a las FARC
como las grandes reformadoras del campo y será ella la que capitalize la
simpatía popular. De ahí a la recomendación de « extermianrlos » a
plomo físico sólo hay un paso.
Los Acuerdos a
los que llegue la Mesa de La Habana tendrán que ser refrendados y ratificados
por el pueblo colombiano. No por las corruptas élites en el Congreso. No por
los militares. No por jueces. No por el Ejecutivo. Será refrendado por el
pueblo en su conjunto cuando haga valer su derecho de Constituyente Primario.
Sólo así se podrá acabar el ventajismo de la oligarquía en la « Casa de
Nari ». Arrancará entonces la etapa de moralizar la acción política,
haciendo política en favor del pueblo.
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Publicado por
Blogger en CambioTotalRevista el 6/16/2013