Allende La Paz,
Cambio Total.
Hemos insistido
en varias ocasiones que el logro de la Paz en Colombia es un triunfo del
pueblo. Lo es porque la oligarquía -de la mano del imperio- ha impuesto desde
antes de 1948 una política de guerra, en contra de los deseos de paz del
pueblo. Cuando las élites liberal conservadora arreglaron sus diferencias
pactaron la “paz” y asesinaron a Guadalupe Salcedo, máximo dirigente -ya
desmovilizado- de las guerrillas liberales que combatían a las tropas
estatales. Posteriormente en 1964 -en la pretensión gringa de convertir a
Colombia en un laboratorio contrainsurgente-, atacan con todo el poder del
estado a Marquetalia, lo cual dió origen a las FARC.
Igualmente
hemos insistido en que el Estado colombiano cuenta como única política estatal
la guerra contra del pueblo a fin de imponerle a sangre y fuego sus políticas.
Políticas que pisotean la soberanía nacional, que entregan a cambio de casi
nada los recursos naturales -petróleo, minería, productos agropecuarios, y
hasta nuestra biodiversidad-, hieren el orgullo nacional, y arrasa todos los
derechos humanos. Ello no le importa a la oligarquía porque desde que el
capitalismo está en su fase imperialista han entendido que sus fronteras son
apenas accidentes geográficos que sólo cuando a los gobiernos llegan
personalidades democráticas, de avanzada, progresistas, se les convierten en
una talanquera. Ni se diga con los gobiernos populares socialistas.
Por muchas
razones, entre las que contamos las señaladas anteriormente, el llegar a
Acuerdos de Paz sería un triunfo popular, al igual que el hecho de tener al
gobierno sentado en la Mesa de Conversaciones de La Habana. Sentado y amarrado
a ella. Mas la guerra sigue siendo la única política estatal para el pueblo. El
hecho de las Conversaciones de la Mesa de La Habana se da por la derrota del
Plan Colombia, el cual está siendo “remodelado”o en re-ingeniería, similar a la
reingeniería que necesitaba el estado para hacer lo mismo con las maltrechas y
desmoralizadas tropas producto de los golpes de la insurgencia, y por el
fracaso de las “políticas” estatales en materia social y derechos humanos. El
hecho de haber publicitado las víctimas del ejército oficial -25.000 dados de
baja y 100.000 heridos desde 1964 hasta hoy- habla por sí sola de la intensidad
del accionar guerrillero.
Es por eso que
el actual proceso de Conversaciones en La Habana ha mostrado -quizás por
primera vez- que unos Acuerdos tienen y deben tocar todo el aparato estatal y
todas sus políticas. Políticas que según los delegados de la guerrilla de las
FARC deben desarrollarse en favor del pueblo. Aceptar una “rendición” como ha
sucedido en el pasado con las guerrillas sería más que un inmenso error, una
inmensa traición al anhelo del pueblo colombiano de lograr la Paz porque son
sus hijos precisamente las víctimas de la guerra, tanto del lado guerrillero
como del lado estatal ya que ningún hijo de oligarca cae en la confrontación
armada.
El hecho
reconocido por todo el mundo del “empate negativo” -comprobado durante las
últimas décadas- entre las FARC y el gobierno representación del estado no debe
hacernos perder de vista que el Estado está contra su querer sentado en la Mesa
de La Habana. Y si el gobierno ha sido obligado por la insurgencia a permanecer
sentado en la Mesa es ya de por sí una inmensa ganancia para el pueblo ya que
lo que pretenden las fuerzas populares es que el pueblo con su acción política
-legal y pacífica- pueda elaborar y desarrollar políticas que lo favorezcan.
La Paz entonces
es la primera ganancia política del accionar popular -FARC incluídas- y las
ganancias en “especie”, económicas, sociales, políticas, tendrán que ser
implementadas por el Estado a fin de pagar la inmensa deuda social que le deben
al pueblo por su politica de guerra.
alp
--
Publicado por
Blogger en CambioTotalRevista el 6/03/2013