General (r) Rito Alejo del Río |
Por Allende La Paz, Revista Cambio Total
El contubernio impúdico entre las fuerzas militares y politiqueros estatales con el narco-paramilitarismo está plasmado en su mismo nacimiento. Los militares aprovecharon la ”experiencia” de los ”capos del narcotráfico” con la creación del MAS (Muerte a Secuestradores, grupo creado tras el secuestro de una de las Ochoa por parte del M-19), y extendieron el fenómeno a nivel nacional.
Naturalmente que los ”paramilitares” tampoco eran nuevas creaciones sino re-edición de la experiencia de los ”pájaros” de la época de ”La Violencia” que se apoderó de Colombia tras el asesinato del patricio liberal, Jorge Eliécer Gaitán.
La oligarquía en el poder impulsaba la creación de éstos grupos ya que les permitía adelantar la ”guerra sucia” contra los luchadores populares sin tener que responder por sus crímenes. Pero tal pretensión no ha podido ser una realidad. Es cierto que la impunidad campea y el 99% de las violaciones de derechos humanos están sin ser juzgadas, pero no es menos cierto que a pesar de esto nunca antes se había dado la denuncia a nivel internacional y nacional que hizo que pusieran los ojos sobre los desafueros cometidos por las fuerzas militares-narcoparamilitares.
Hoy día no hay ningún país del mundo que no conozca qué significa el narco-paramilitarismo en Colombia. Incluso, hoy hay países que adelantando los planes imperiales han pretendido importar a los narco-paramilitares (Honduras, Irak), lógicamente que de la mano de fincionarios nativos e imperiales.
Los horrores cometidos por las fuerzas militares-narcoparamilitares colombianas ha llegado a ”aterrorizar” a la comunidad internacional y sus monstruosas criaturas (el ”sicario en moto”, el ”Mochacabezas”, el ”Descuartizador de la MotoSierra”, etc), y ha asqueado de tal manera a todo el mundo que incluso representantes del propio Estado se han visto en la obligación de develar todas las conexiones ocultas del narco-paramilitarismo.
Las condenas del general Farouk Yanine Díaz, Samudio, Montoya, y un sin fin de etcéteras se inscriben en ese rescoldo moral que creíamos perdido en los miembros de la ”justicia colombiana” e internacional. Hoy le ha tocado el turno al general (r) Rito Alejo del Río, llamado por la ”gran prensa” colombiana el ”Pacificador de Urabá” que hoy lo sataniza cuando ayer informaba gozosamente que había logrado ”llevar la paz” a esa región del país.
No decía esa gran prensa los miles de asesinatos cometidos por los que ”llevaban la Paz al Urabá”, ni las tropelías cometidas por los ”grandes militares” que nunca han ganado una guerra y se colgaban al cuello lo de ”Pacificador” a costa del asesinato de humildes campesinos, desarmados, inermes, que luchaban por sus reivindicaciones y su derecho a la vida.
Mucho menos decían -y dicen- que las tropelías cometidas, una de los cuales llevó a la condena del Rito Alejo del Río -el asesinato de un campesino-, por este general hoy retirado pero muy activo en la masacre de campesinos no son producto del azar sino producto de la aplicación de las políticas aplicadas desde la ”Casa de Nari”, políticas creación del imperio del Norte.
Es el Terrorismo de Estado de la Doctrina de Seguridad Nacional (DSN) la base sobre la que se sustenta la comisión de delitos por parte de las fuerzas militares-narcoparamilitares estatales. Todos las masacres, desapariciones, ejecuciones extrajudiciales, desplazamientos, son co metidos en aplicación de esta doctrina y por ello es que en unos eventuales Diálogos de Paz con la insurgencia armada será necesario retomar, entre otros temas, lo aprobado en el Caguán de tratar el narco-paramilitarismo como una de las formas de la guerra sucia en Colombia, develar sus creadores (ya los conocemos), sus financiadores y todos los personajes del ”Establecimiento” comprometidos en los más de 500.000 colombianos asesinados en la guerra creación imperial-oligárquica.
Evidentemente que esto no gusta a los que hoy fungen como inquilinos de la ”Casa de Nari” y por ello sus generales altoparlantes consideran necesario, imprescindible, ”vencer primero a la guerrilla” para después ”hacer la paz” con unos guerrilleros derrotados, sin fuerzas para exigir la discusión de los temas trascendentales del pueblo colombiano, el narco-paramilitarismo entre ellos.
Queremos, en muestra de nuestro aserto, dejarlos con lo publicado por VerdadAbierta.com:
“El General y sus soldados trabajaron para contener a los violentos con una intensidad sin antecedentes”, dijo con vehemencia el entonces ex gobernador de Antioquia, Álvaro Uribe Vélez, durante un homenaje que diversos sectores sociales, políticos y empresariales le rindieron a Rito Alejo Del Río en respuesta a su destitución, decretada por presidente de la República Andrés Pastrana Arango a finales de la década del noventa.
Al homenaje, realizado el 29 de abril de 1999 en el hotel Tequendama de Bogotá, asistieron más de 1,500 personas entre industriales, comerciantes, ganaderos y políticos de diversas tendencias y partidos, entre ellos el ex ministro Fernando Londoño, quienes acompañaban a Uribe Vélez en sus pretensiones políticas de buscar la Presidencia de la República. El acto fue catalogado por el Ex gobernador de Antioquia como un “homenaje y por supuesto de protesta” y le dio todo el respaldo al ex general Del Río.”