Aunque lo que está planteado son unas series de conversaciones y
fuera del territorio Colombiano (Oslo, Noruega), según las palabras del
Presidente Santos “Acercamiento con las FARC con el fin de encaminar la Nación
hacia la Paz”, que en otras oportunidades se ha llegado más lejos, pero el mero
anuncio por un conspicuo representante de la Oligarquía Santandereana y de paso
jefe de estado, implica que la era Uribe ha finiquitado.
La era Uribe, o el periodo del Narco-Paramilitarismo, comienza a
gestarse en los 70-80, con el surgimiento de los carteles de la droga
Colombianos, quienes se “casaron” con la oligarquía Neogranadina con el fin de
garantizarse impunidad a la vez que la enriquecían y la protegían de las
guerrillas de las FARC, pero empiezan a manifestarse como factor de poder con
la Gobernación de Antioquia de Álvaro Uribe (1995-1997), quien repotencia a las
AUC y llegan a Bogota con la presidencia de Uribe 2002-2010, que coincidieron
en 7 años, con la Presidencia en USA de Bush Jr., y su proyecto fascista, que
impusieron al narco-paramilitarismo como política oficial interna y en el plano
internacional de ser gendarme imperialista para Sur-América y frenar a la
revolución bolivariana de Caracas (El Israel Suramericano), fue la “época de
oro” del narcoparamilitarismo bushista-uribista, hoy, historia.
La era Uribe se caracterizo, por el apoyo financiero-técnico y
militar directo de Washington al exterminio de las guerrillas de las FARC y el
ELN y a los factores endógenos que le dieron origen, lo cual es imposible a
menos que se extermine a un pueblo completo, en la lucha en contra de las
guerrillas y sus causas crearon un estado guerrerista, militarista y forajido
que a la vez hostigaba a los estados progresista de Venezuela y Ecuador. Un
sargento que puso Washington para frenar tanto a la revolución bolivariana de
Chavez y a la revolución ciudadana de Correa en Quito, ambos proyectos
izquierdistas, a cambio de apoyo internacional.
Ese proyecto contra-natura, no podía ser eterno, tenía un techo, y
estaba muy ligado a la persona de Uribe, aunque su acta de defunción
definitiva, data de esta semana (El lunes 27 de Agosto 2012, cuando JM Santos
hace el anuncio oficial del “acercamiento”), su declive empezó con la célebre
decisión de la Corte Constitucional que le impidió una nueva re-elección. Este
proyecto, aparte de tener mucha sangre derramada, desaparecidos que andan
rondando por ahí y millones de desplazados, verdaderos parias de la tierra, es
muy mal visto, no solo en la propia Colombia sino en el mundo entero. Por ello
que muchos de sus beneficiarios hoy quieren (Y les conviene) desmarcarse de tal
régimen de lesa humanidad. Ese es el verdadero motivo del reacomodo
Santandereano Santista, claro tampoco hay que descartar la capacidad de
resistencia de las FARC, quienes han sufrido las peores embestidas del mayor
imperio de toda la historia, no obstante han sobrevivido y tienen capacidad de
resistir y contra-atacar, aparte que las posiciones de paz y
verdaderamente democráticas, viven un despertar en el pueblo Colombiano; y no
se debe descartar también la crisis global del capitalismo quien pierde
cohesión.
Uribe y todo el Uribismo, hoy se encuentran en capilla ardiente, y
hasta el mismo Capo puede ser objeto de una extradición exprés al norte, en
donde gozará de todos los privilegios y prerrogativas del Tío Sam, pero su
proyecto ha fenecido, solo la oligarquía venezolana, parasitaria,
pedigüeña y desubicada, representada en Capriles Radonsky, se atreven a
arrimarse y fotografiarse con un personaje como Álvaro Uribe.
A DIOS
ROGANDO Y CON EL MAZO DANDO
Aunque no se debe descartar que las circunstancies obligan al
imperialismo y su lacayo escogido en Suramérica, a hablar de paz, lo cual
aparentemente es un giro de 180 grados, si comparamos con la política hasta el
lunes 27 de agosto pasado, al menos declarativamente, de exterminio y guerra
total a las FARC, aun a la oligarquía Colombiana, representada en JM Santos,
quien ya es definitivamente el “bateador designado” por Washington, le queda
mucha capacidad de maniobra, ella pudiera utilizar la paz como mero slogan
político con fines de lavar la imagen con respecto a la era Uribista (De la
cual van a seguir destapándose ollas, y hacia allá apunta el caso Santoyo), y
esa capacidad de maniobra pudiera ser que mientras habla de paz, continua con
el libreto del “plan Colombia” gringo o la “seguridad democrática” Uribista. No
sería la primera vez que la oligarquía de Bogotá haga esto, hablar de paz,
mientras gana tiempo, y luego vuelve a sonar los cañones, a menos que sea una
rendición-entrega sin condiciones, como la que hubo en Venezuela en el periodo
de Caldera I (1969-1974), por ello tiene razón la FARC, cuando dice que a ese
proceso de paz “Hay que meterle pueblo”; y meterle pueblo, seria vivir un
proceso constituyente, como el que vivió Venezuela con la llegada de Hugo
Chavez a Miraflores, que termine en una nueva constitución en donde quepan
todos los Colombianos. Debo decir que la idea de una constituyente, en esta
nueva etapa histórica (Últimos 40 años), nació en Colombia, aunque hemos sido
los Venezolanos, con sus errores bastantes, quienes la hemos hecho, aunque, se
han perdido oportunidades de oro, pero eso es otro asunto y otro tema distinto,
al aquí tratado.
Más que un proceso de paz con la guerrilla, en específico, debe
ser un nuevo contrato social para arribar a una nueva Colombia, por ello ni la
guerrilla debe deponer las armas hasta que no tenga una nueva carta magna, o
por lo menos el encaminamiento feliz hacia ello, ni los sectores sociales, que
han despertado en Colombia, como los estudiantes, los campesinos, los
desplazados, los indígenas, los afrodescendientes, los pobladores, los
trabajadores, deben bajar la guardia en sus reclamos y en la búsqueda, no solo
de la paz, sino de una Colombia, otra. Es decir, que no solo la oligarquía será
quien andará rezando pero con el garrote en la mano repartiéndolo a diestra y
siniestra.
El dialogo de paz debe ser real, sincero y serio, no buscando la
paz por la paz, que se callen los fusiles, sino atacando la raíz del problema
que tiene su base en la desigualdad social, solo así los fusiles no tendrán más
razón para hablar; solo así se llegará a feliz término; y la paz no volverá a
ser utilizada por los factores de poder de Colombia que secundan al
imperialismo yanqui que es quien está detrás de todo este tinglado, para ganar
tiempo y esperar mejor momento para los vientos de guerra y volver a la jauría.
VENEZUELA
Y ECUADOR DEBEN SER PARTE EN ESE PROCESO DE PACIFICACION COLOMBIANO Y SE DEBE
LEGALIZAR LA DROGA
El conflicto Colombiano desde hace rato se le escapó de las manos
a los factores de poder en Bogotá y su guerra interna perjudica a sus vecinos,
suman millones los desplazados que viven tanto en Venezuela como en Ecuador,
debería establecerse condiciones para que esta diáspora de la hermana republica
regresen a su tierra natal, a la vez que se pudiera establecer una zona de
alivio para ir erradicando el sub-mundo de violencia que se vive en las
fronteras neogranadinas producto de ese conflicto interno. Las conversaciones
de paz deberían incluir una mesa de trabajo, en donde participasen los
desplazados residentes tanto en Ecuador como en Venezuela y los sectores
nacionales de estos países afectados directa o indirectamente con el conflicto
interno.
Igualmente debe legalizarse la droga, en Venezuela, Colombia y
Ecuador, para ello se deben impulsar medidas de salud pública y control de
dependencia tri-nacional, para quitarle el poder económico, que es a su vez lo
que la da el poder político y real a los capos de la droga, y la siembra,
producción y distribución de las drogas pasen a manos del estado.
Con la legalización de la droga se le quita un argumento o mejor
dicho un pretexto, bien jalado por los cabellos, por cierto, de dominación
geopolítica, por intermedio de la injerencia, intervención, agresión e invasión
al imperialismo yanqui en Nuestramérica, como es la lucha en contra del
narcotráfico.
Francisco
Sierra Corrales