miércoles, 10 de abril de 2013

Luces y sombras de una jornada histórica



Por Roberto Romero Ospina
 
Comencemos por el principio. ¿Si fue realmente un día histórico el 9 de abril, fecha nacional de la memoria y de solidaridad con las víctimas y convertida en jornada de paz? Por supuesto que sí. Partiendo de que ha sido la primera gran muestra de apoyo masivo a la mesa de negociaciones entre el gobierno y las FARC siete meses después haberse instalado en la fría Oslo.
 
Y es que faltaba meterle alma y pueblo al proceso de la Habana. Eso lo habían entendido muy bien los más amplios sectores populares que han hecho de la nueva y quizá definitiva esperanza de paz de Colombia su norte más claro.
 
De ahí la iniciativa de Marcha Patriótica que rápidamente prendió en la administración distrital uniendo voluntades alrededor de la consigna Por la paz, la democracia y la defensa de lo público. Y de ahí también que haya sido Marcha el sector que quizá movió más gente en forma organizada traída de todo el país.
 
Por eso también, que los únicos oradores centrales en una Plaza que no le cabía una persona más fueron Gustavo Petro, el Alcalde Mayor y Piedad Córdoba, por Marcha Patriótica.
 
Miles y miles de colombianos por la paz
 
Centenares de buses llegaron en la madrugada del 9 de los más diversos rincones de la Colombia profunda con decenas de miles de labriegos pobres, la inmensa mayoría jóvenes para unirse a las otras decenas de miles de bogotanos convocados por las más diversas fuerzas, pero en especial la Alcaldía Mayor de Bogotá.
 
Unas semanas atrás, el gobierno nacional, a través del propio presidente Santos, apoyó la iniciativa de salir a las calles y que remató el 8 de abril en una alocución que enlazó por todas las cadenas. La presencia del mandatario contribuyó en forma definitiva para que los medios, siempre esquivos a respaldar las iniciativas populares, entraran sin remedio a divulgar la marcha. Sin ese espaldarazo el cubrimiento hubiera sido otro.
 
Y la marcha se llenó de columnas y columnas que rebosaron todos los flancos de la siempre histórica carrera Séptima. Allí estaban las formaciones abigarradas del partido Mira, de los Verdes, de la U, conservadores, Radicales, liberales, comunistas, Progresistas y por supuesto toda la gama del movimiento estudiantil, sindical y juvenil.
 
Los cálculos más atinados hablan de que la Plaza de Bolívar se llenó cinco veces, lo que da fácilmente 250.000 personas reunidas. Fuimos testigos de la avalancha de gente sin precedentes en la capital. Todos movidos por la vocación sincera de apoyar las pláticas de la Habana y aislar a los enemigos de la paz.
 
Una encuesta reveladora
 
Y los medios sin excepción calificaron la demostración como soberbia. “Contundente muestra de apoyo a la paz”, tituló Semana.com. El Tiempo escribió en su portal, “La paz movió a cientos de miles de colombianos. Alcaldía estima que más de un millón marchó”. Y El Espectador no se quedó atrás: “Marcha por la paz, una movilización pluralista”.
 
Y las noticieros de la noche registraron algo similar destacándose CM&, pero todos con gran despliegue. Destacándose, por supuesto el inmenso papel de Canal Capital, que fue el único que transmitió en  vivo 12 horas continuas, desde las 6 a las 6.
 
Entonces el alma y pueblo que le faltaban al proceso de paz comenzó a darle otra sonoridad a la vida nacional. La paz pidió por primera vez la palabra en todos los espacios del país. Los cuarenta y cuatro millones de colombianos, por la contundencia callejera, pusieron el tema de la paz en su agenda del día.
 
Con razón la encuesta del Centro Nacional de Consultoría daba cuenta al final del 9 de abril, que el 68% de la población del país apoyaba las conversaciones de la Habana. Y en Bogotá el resultado era aún más contundente: 74% de respaldo.
 
El segundo gran debut del Centro de Memoria
 
Para el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, la marcha le dio una nueva dimensión. Impensable antes. Feliz iniciativa de su director, Camilo González Posso, de convertirlo en el escenario civilista principal del evento pacifista.
 
Santos, congraciándose con los militares, marchó un trecho hasta el Centro de Memoria, tras una parada militar de 15.000 hombres en armas en el monumento a los caídos de las fuerzas militares.
 
Fue el segundo debut del Centro en la pila baustimal de todos los medios tras su inauguración el pasado 5 de diciembre. Un debut con presidente y alcalde a bordo y cuyas imágenes sembrando allí el árbol nacional, la palma de cera, le dieron literalmente la vuelta al mundo y ningún colombiano dejó de ver en todos los noticieros de TV.
 
Y junto al presidente, todos los ministros y el equipo negociador completo de la Habana en el Centro de Memoria. Una visita que no se va a repetir en mucho tiempo y que también honraron el Fiscal General, la Contralora, varios congresistas, concejales y figuras como el mismo Pibe Valderrama.
 
Alrededor del colorido vergel construido por el Jardín Botánico y que mira al monolítico, “el más bello monumento de la ciudad”, como dijera el alcalde Petro, varias víctimas: Mariella Barragán, viuda de Bernardo Jaramillo, Fernando Pardo, hijo de Jaime Pardo Leal, Marisol Garzón, hermana de Jaime Garzón, Marleny Orjuela, de Asfamipaz, María del Mar Pizarro, hija de Carlos Pizarro, Alejandra Gaviria, hija del sindicalista antioqueño y dirigente de la UP, Francisco Gaviria, Antonio González, padre de Simón González, el joven colombo francés asesinado por paramilitares.
 
"Los astros están alineados, las condiciones están dadas y si aprovecháramos esa oportunidad podemos cambiar la historia; así como la cambió para mal el asesinato de Gaitán hace 65 años, hoy la podemos cambiar para bien. Nos tenemos que unir todos los colombianos", expresó Santos en la simbólica ceremonia matizada por el coro de Ideprom que cantaba fragmentos del Himno de la alegría.
 
Por su parte, el alcalde dijo que “este es un día para las víctimas. Este es un día en el que nos comprometemos con nuestros hijos a dejarles un país en paz. Los políticos, llámense Santos, Petro o Uribe, pasamos; la paz queda”.
 
Los lunares de la jornada
 
Después vendría el corto recorrido del presidente por el Centro de Memoria, guiado por Camilo González y una nube de periodistas y fotógrafos. Allí, en un compás de milagro de la seguridad, pudimos entregarle al jefe del Estado el libro Unión Patriótica, expedientes contra el olvido, gesto que agradeció tendiéndonos la mano.
 
Y no podían faltar las sombras este 9 de abril de esperanzas. En primer lugar, la aciaga noticia que llegaba de Córdoba: el asesinato de Ever Cordero Oviedo, líder comunitario y presidente de la mesa de víctimas de Valencia, Córdoba. Que se suma a la de varios dirigentes campesinos que han sido ultimados en los dos últimos años en la lucha por la restitución de las tierras despojadas por el paramilitarismo.
 
En segundo término, las declaraciones reiterativas del ministro de Defensa, Juan CarosPinzón contra Marcha Patriótica, acusándola de estar financiada por las FARC y alentando investigaciones en su contra.
 
Camilo González Posso, en el programa de opinión de Semana que se pasa por TV, en la noche, indicó que se trata de una irresponsabilidad del ministro que “ojalá no tenga consecuencias como lo que pasó con el caso de Lemos Simmons”. Como se recordará, aquel ministro de Barco señaló, en una desafortunada frase el 20 marzo de 1990, que Bernardo Jaramillo, el jefe de la UP, actuaba como brazo político de las FARC. A los dosn días fue asesinado.
 
Sin embargo, en una cacofonía en el ejecutivo y que podría demostrar que el ministro es una rueda suelta, el presidente Santos desmintió que la insurgencia haya infiltrado a Marcha Patriótica y presionado a los campesinos para acudir a las manifestaciones.
 
“Yo no veo guerrillas alrededor mío”, aseguró Santos mientras avanza por el centro de Bogotá hacia la Plaza de Bolívar.
 
Y finalmente, en el día de la memoria y en solidaridad con las víctimas, el otro lunar corrió por cuenta del Congreso. Este, por ley, cada 9 de abril debe realizar una sesión plenaria de las dos cámaras para escuchar a las víctimas.
 
La sesión, que comenzó bien entrada la tarde, no demoró en languidecer y de los 198 parlamentarios que debían estar allí, solo quedaba, una hora después de instalada, una docena, lo que obligó a que se pospusiera la sesión. Triste final de una jornada realmente histórica que le da nuevos bríos al tema fundamental de la Nación: la búsqueda de la paz. Y donde  deslumbró una alianza tripartita nunca antes pensada: el gobierno nacional, la administración distrital y la más amplia gama de organizaciones sociales y políticas, que seguramente, pues el éxito llama, invocarán nuevos llamados a la movilización.