lunes, 13 de mayo de 2013

La huella nazi


"Joyita nazi" Foto: Jhon Calson

Por Daniel Coronell



Los nazis del movimiento Tercera Fuerza usan la esvástica y la cruz solar para identificarse.


Bajo la respetable denominación de víctimas de la guerrilla se están agazapando los nazis en Colombia. Los simpatizantes del nacional–socialismo tienen una larga historia de afinidad con los grupos paramilitares. La primera vez que el narco-paramilitarismo lanzó su propio movimiento político tenía entre sus fundadores al inspirador de los nazis colombianos. Esa historia, que empezó hace varias décadas, aún no termina.

Armando Valenzuela Ruíz, a quien los nazis del Movimiento Tercera Fuerza llaman “valuarte (sic) para la lucha nacionalsocialista”, (ver Valenzuela) fue uno de los tres fundadores del Movimiento de Restauración Nacional (Morena) impulsado por los paramilitares del Magdalena Medio. Los otros dos fueron Iván Roberto Duque y Fernando Vargas Quemba.

Iván Roberto Duque es el mismo jefe paramilitar del Bloque Central Bolívar conocido con el alias de Ernesto Báez. Para 1989, la época de la fundación de Morena, Duque era el dirigente más visible de Acdegam, una asociación ganadera de Puerto Boyacá que actuaba como fachada del paramilitarismo (ver Duque). De hecho por los días del lanzamiento de Morena, varios dirigentes de Acdegam eran investigados por la Justicia como autores de dos masacres en Urabá y del asesinato del padre de una juez de orden público.

El tercer miembro del grupo fundador de Morena es el abogado Fernando Antonio Vargas Quemba, quien hoy preside una fundación llamada Comité Nacional de Víctimas de la Guerrilla-Vida. Cuando se miran los documentos que sustentan el sonoro nombre, la realidad resulta un poco diferente. 

Según los registros públicos de la Cámara de Comercio de Bogotá, el Comité Nacional de Víctimas de la Guerrilla–Vida tiene como miembros al doctor Fernando Vargas Quemba, a su hermano Carlos Alberto Vargas Quemba, a su hermana Marta Cecilia Vargas Quemba y al señor Carlos Alfredo Bernal Ruíz. Con el endeble sustento de una fundación familiar, el doctor Vargas Quemba se autoproclama como legítimo vocero de las víctimas de la guerrilla (ver acta de fundación).

El doctor Vargas Quemba, además de activo defensor de militares involucrados en casos de violación de derechos humanos, incluyendo asesinatos de civiles, ha sido fervoroso practicante de la ortodoxia católica de monseñor Marcel Lefebvre. De este hecho da cuenta una investigación del periodista Norbey Quevedo para El Espectador. El culto lefebvrista es el mismo que practica el señor procurador Alejandro Ordóñez (ver vínculo).

Una foto de 1989 muestra al doctor Fernando Vargas Quemba en la presentación del movimiento Morena en Bogotá. En la misma imagen está el ideólogo nazi Armando Valenzuela Ruíz. A espaldas de ellos se ve la bandera de Morena coronada por un crucifijo y un símbolo nazi: la cruz solar que junto con la esvástica, o cruz gamada, hace parte de la infame iconografía del Tercer Reich (ver Vargas).

Los nazis del movimiento Tercera Fuerza usan la esvástica y la cruz solar para identificarse (ver cruz solar).

Bajo esos emblemas, de ingrata recordación para la humanidad, los nazis colombianos han patrocinado discursos de justificación del paramilitarismo, como el de Raúl Hernández en el que decía que si aparecían campesinos asesinados no es “por sembrar yuca, sino por ser guerrilleros” (ver vínculo).

Las causas de los nazis son puntualmente registradas en un canal de YouTube llamado Agencia de Noticias Nacionalistas. En los últimos meses han merecido difusión las marchas que han adelantado contra del matrimonio homosexual y en apoyo de la ampliación del fuero penal militar. 

Una de las más recientes actividades a las que fueron convocados los miembros de Tercera Fuerza, fue a un ‘plantón’ frente a la sede de la Cancillería, para reclamar –según ellos– que la Corte Penal Internacional escuchara a los voceros de las víctimas de la guerrilla.

Ese día el orador principal fue el doctor Fernando Vargas Quemba (ver vínculo).

Las víctimas de los crímenes de la guerrilla son cientos de miles en Colombia y desde luego deben ser oídas. Sin embargo, su representación no puede quedar en cabeza del dueño de una fundación familiar, respaldado por un grupo nazi que venera al mayor genocida de la historia.