miércoles, 1 de mayo de 2013

La postguerra fría


Abrazo de Uribe y Capriles: Dios los cría y el diablo los amontona: Amistades peligrosas



Por Alberto Pinzón Sánchez

¿Cuál país, desde el punto de vista geoestratégico, es más importante: Venezuela o Colombia? La respuesta obvia es ambos, pues son parte de una unidad dialéctica entrelazada por geografía, historia, economía, extensa frontera viva, migraciones y cultura. Lo que sucede en Venezuela (quiéranlo o no los partidarios de los compartimentos estanco) repercute necesariamente en Colombia y viceversa. Por esta simple razón, la desestabilización del gobierno venezolano y el proceso de paz en Colombia, hay que entenderlos como dos momentos de una realidad única en desarrollo.

Tal vez quien si lo ha entendido en todo su tamaño es el Pentágono estadounidense, que está jugando geoestratégicamente en ambos tableros de manera eficiente y lenta para, como lo dijo Kerry, “recuperar finalmente el patio trasero: En Venezuela, que como el verso del apóstol José Martí  “es un ciervo herido que busca en el monte amparo”; ha puesto toda la carne en el asador para perseguir implacablemente y hasta el final al sangrante gobierno recién elegido.

Mientras en Colombia, en donde existen 9 grandes bases militares estadounidenses, se consolidada una retaguardia político-militar de esta operación desestabilizadora, utilizando las contradicciones en la cúpula de la oligarquía santanderista, y se conforma y refuerza un grupo  “democrático de centro” que cumple la doble función de sabotear (usando  todas las formas de lucha) el proceso de paz que tiene asiento en la Habana, mientras trata de romper el reconocimiento diplomático que el gobierno Santos ha hecho del gobierno venezolano recién elegido, abriendo de paso una brecha en UNASUR.

Las dos tácticas, como digo, de una misma estrategia muy bien orquestada, caminan lenta e inexorablemente hacia su meta, y quizás esta sea la preocupación mayor, enfrentada por los dos bravos pueblos de manera aislada e incoordinada, y lo que es peor, contando con la actitud “ambivalente” del presidente Santos, quien asediado por Uribe Vélez, Pastrana y el Procurador Ordoñez y, por las encuestas de opinión, un día habla de paz y al otro de guerra. Da un paso adelante y dos para atrás, sin comprometerse a fondo con el único hecho político trascendental para la Historia del pueblo colombiano: 

La paz con justicia social y la reconciliación del Estado terrorista  que dirige con sus ciudadanos, considerados por la doctrina militar vigente y que todos los días vocifera el provocador ministro de guerra Pinzón, como “enemigos internos”.

Visualizadas las dos raíces que sostienen el histórico conflicto social y armado de Colombia: 

1- El asunto de la tenencia de la tierra, y 

2-El  Terrorismo de Estado; JM Santos en lugar de ser radical es decir de ir a esas raíces y preparar mediante un pacto social amplio, un escenario económico, social y político que sustente la POSTGUERRA que pueda surgir de los acuerdos de la Habana, prefiere insistir mezquinamente en sus desacreditadas “locomotoras neoliberales del despojo ” con las que cree que va a ser reelegido, y en un limitado espacio electoral jurídico en donde los guerrilleros perdonados y aconductados, supuestamente “cambiarían” sus fusiles por votos que le legalicen su reeleción presidencial. Concepción esta que obviamente (como en la casa vacía de Valledupar) al dejar en calzoncillos sus limitaciones, pues es un pastel de chocolate para sus adversarios. 

¿De verdad, JM Santos cree que su modelo neoliberal de las fracasadas  locomotoras agro- mineras y financieras, es la solución a dar a un pueblo movilizado conscientemente por la Paz con justicia social soberanía y solidario con el proceso Bolivariano de Venezuela, para que lo reelijan como presidente por otro período más?

Fuente foto Internet.