Recurrir
a ese organismo no es propio de presidentes soberanos, sino de los nuevos
gobernadores de colonia, dada la negación de autodeterminación y visto el poder
destructivo de seres humanos y del patrimonio natural que implican sus nefastos
ajustes.
Danilo
Medina, nuevo presidente de la República Dominicana, optó por esa ruta en el
marco de crisis sistémica todavía peor que todas las anteriores, por lo
que los “recortes” a imponer serán más drásticos si su gobierno se
empecina en cobijarse bajo ese paraguas para recibir sus financiamientos
particulares y sus bendiciones para seguir endeudando más al país.
Anunciada
esa negociación ominosa, que nadie crea en el cuento de un “nuevo modelo” a cargo
del danilismo y asociados, ni siquiera en la posibilidad de una reforma fiscal
integral que no implique empobrecer mas a los/as de abajo y del medio.
El
FMI del planeta Tierra -que no es igual otro que se llame así en Saturno- exige
el pago religioso de la onerosa deuda externa, el relleno de las “troneras”
fiscales y la superación de los déficits que erosionan la “estabilidad
macro-económica” sobre la base de reducir los subsidios, limitar programas
sociales, aumentar las facilidades al capital extranjeros expoliador, tarifas
mas altas en los servicios públicos (especialmente a la electricidad y los
combustibles) y mayores impuestos al consumo.
El
FMI ofrece su “auxilio” financiero a cambio de todo eso y más, lo que de paso
le impone una gruesa camisa de fuerza externa a cualquier plan de reforma
fiscal de factura nacional.
El
pacto con el FMI, la Constitución vigente y la Estrategia Nacional de
Desarrollo, asumidas a gusto por el nuevo presidente, no pueden dar otra cosa
que no sea más capitalismo neoliberal en crisis y recolonización en mayores
dimensiones. Lo demás es pura retórica sin base real, fuegos artificiales,
burbujas diversionistas, disfraces, envolturas, adornos…
En
esta ocasión, recurrir al FMI le sirve también a este gobierno para encubrir
las grandes estafas de sus compañeros/as de partido: los desfalcos y los robos
acumulados en las cuentas estatales a causa del dolo peledeísta. Porque el
FMI, por norma, se compromete a guardar el secreto que los perjudica y sabe ser
buen cómplice de los gobernadores de colonia en las fechorías de Estado. Ese ha
sido su comportamiento histórico en las negociaciones bilaterales con los
gobiernos dependientes.
El
FMI es antitesis de transparencia y factor de encubrimiento cuando se trata de
sindicar a los responsables y beneficiarios específicos de los grandes
desastres en las cuentas nacionales deficitarias.
Su
misión fundamental es ser agente de cobro de las deudas acumuladas por los
Estados y onerosa empresa de “bacheo” para ayudarles a rellenar de la peor
manera los hoyos financieros, siempre a través de la imposición de más sacrificios
a las fuerzas del trabajo en beneficio del gran capital.
Su
misión fundamental es recetar para que la crisis provocada por los de arriba le
caiga a los/as de abajo.
No
habrá, en consecuencia, “reforma fiscal integral”, mucho menos reforma favorable
al pueblo, sino nuevos remiendos: paquetazos, tarifazos y recortes al vapor;
acompañados de nuevas formas de encubrimientos de los delitos de Estado y de
algunas envolturas edulcoradas junto a débiles compensaciones asistencialistas,
que hagan de vaselina y paliativos de las recetas más irritantes y amargas.