Voluntad de paz más voluntad de
solucionar los problemas estructurales de Colombia: ¿la tiene
Juan Manuel Santos?
Juan Manuel Santos?
Entrevista al compañero José Antonio Gutiérrez, 12
de septiembre de 2012
Por Dax Toscano Segovia
1. José
Antonio, considera usted que el gobierno de Santos es sincero en la búsqueda
del diálogo. Hoy se habla mucho de su voluntad política, pero se deja de lado
el hecho de que han sido las FARC las que han dado pasos concretos para
conversar y lograr un acuerdo que conduzca a la paz. ¿Cuál es su apreciación
sobre esto?
Si el gobierno de Santos es sincero en la búsqueda
del diálogo o no, es algo que solamente se podrá responder con plena certeza a
medida que el proceso avance o cuando logre llegar a algún resultado, sea
negativo o positivo. Creo que el gobierno de Santos ha mostrado voluntad para
dialogar; de hecho, ha firmado una agenda con las FARC-EP y ha iniciado un
proceso de negociaciones con miras a la paz. Voluntad política para dar este
paso sí ha tenido y ha dado los pasos concretos para llegar a este punto, pese
a la oposición ciega de los elementos recalcitrantes en el bloque dominante,
comandados por Álvaro Uribe Vélez.
Ahora bien, si ha tenido esa voluntad política,
como he expresado en ocasiones anteriores, es porque la situación política y
social, es extraordinariamente volátil debido a la miseria y desesperación a la
cual el neoliberalismo y el capitalismo militar-mafioso han arrojado a buena
parte de la población, sin dejarle más oposición que la resistencia en
cualquiera de sus múltiples formas. También la realidad del conflicto armado
permanece, y desestabiliza los planes de la oligarquía de incrementar la
inversión en industrias extractivas y agroindustriales, que se han definido
como los ejes de acumulación capitalista para Colombia. Mientras la insurgencia
ha sostenido su invitación a la resolución política del conflicto, la
oligarquía se ha dado cuenta que la solución militar tocó techo y que ahora
comienzan a sufrir reveses.
Independientemente de ello, el problema ahora no es
si el gobierno de Santos tiene voluntad de diálogo o voluntad de paz, sino si
tiene voluntad de solucionar los problemas estructurales que están en la raíz
del conflicto social y armado. Una cosa es la paz de las multinacionales, del
neoliberalismo, del cementerio; otra muy diferente es la paz con justicia
social que se propone desde las organizaciones populares. El problema en verdad
es si tiene voluntad de cambio. Y creo que ahí está el gran problema, en que la
insurgencia y el gobierno tienen concepciones distintas sobre el significado de
la paz y lo que significa solucionar el conflicto. Concepciones que, huelga
aclarar, están asentadas en la dinámica concreta de la lucha de clases en
Colombia y las cuales son irreconciliables. Esto significa que la oligarquía
estará dispuesta, en su “voluntad de cambio” a hacer tantas concesiones como
sienta tiene que hacer debido a la presión popular. Dudo que renuncie al más
mínimo privilegio de buena voluntad, sino que lo hará en el entendido de que no
hacerlo puede ser a la larga más costoso para ella. Es decir, el pueblo no
puede confiar en la voluntad del bloque en el poder sino que debe exigirle las
transformaciones necesarias para lograr la superación de las causas
estructurales del conflicto.
2.
Cuál es el papel de las organizaciones sociales
como la Marcha Patriótica, para haber llegado a este punto. Y qué le parece el
secretismo inicial de las conversaciones en las cuales ha estado involucrada
Cuba y Venezuela.
Creo que el rol que han jugado las organizaciones
populares colombianas es clave, porque el conflicto colombiano, antes que
armado, es social. El componente armado del conflicto, es una expresión
distorsionada de la lucha de clases, debido a los niveles completamente
criminales de represión a la más mínima expresión reivindicativa del pueblo, y
a la práctica sistemática y constante del terrorismo de Estado.
Desde luego que existe una creciente movilización
social reclamando una serie de derechos y que se frenen los componentes más
agresivos de las políticas económicas del gobierno; estos pedidos están,
necesariamente, vinculados a la solución negociada porque también perpetúan el
conflicto armado. El pueblo colombiano ha perdido el miedo a demandar la
solución política y creo que instancias como el Congreso de Barrancabermeja de
Agosto del 2011 fueron importantes momentos que marcaron la pauta al movimiento
popular y en el cual se demostró que la supuesta unanimidad en torno a la
solución militar no es tal, que el pueblo piensa de otra manera que la
oligarquía, las clases acomodadas urbanas o los medios oficialistas. El impacto
de estas iniciativas no es menor, porque sensibilizó a la opinión pública sobre
las demandas de los movimientos campesinos e indígenas que exigen la solución
política al conflicto, no por ser menos costosa, sino por un sentido básico de
justicia, porque es lo correcto, porque es necesario para los postergados y
oprimidos.
26 de abril 2012: La convocatoria de la Marcha Patriótica pasó todas las expectativas y sacudió el establecimiento. Foto: Voz. |
Sobre el “secretismo a voces” con el que se manejó
el contacto entre las partes, creo que es un asunto que concierne a las partes.
Me parece que sobretodo desde la perspectiva del gobierno era necesario, por la
oposición que tal acercamiento en ciernes generaba en los mandos militares y en
el uribismo recalcitrante. Ahora bien, creo que el secretismo, que no es lo
mismo que discreción, no es la mejor manera de seguir conduciendo el proceso si
se quiere incorporar al pueblo y a la sociedad colombiana a él, como
efectivamente debe ocurrir. Debe encontrarse algún punto en el que los medios
no conviertan esto en un faranduleo perverso y para que no todo el mundo se
sienta con el derecho a estancar el proceso, pero que a la vez exista
transparencia, comunicaciones eficientes, sana retroalimentación con otros
sectores sociales, y una participación decisiva de las organizaciones sociales
que viven en carne propia el conflicto social y muchos de los efectos del
conflicto armado.
3.
¿Quiénes serán los principales contradictores de la
paz? ¿Cuál será el papel de EEUU y de los militares colombianos? De igual
manera, ¿los empresarios neoliberales aceptarán esta vía del santismo, si han
sido ellos los auspiciadores de la Seguridad Democrática?
El principal contradictor de la paz será Uribe
Vélez y el sector que lidera, con importante asiento entre la narcoburguesía
terrateniente, los ganaderos, los paramilitares trasnochados, y ciertos mandos
militares activos y en retiro. Ellos se opondrán a cualquier acercamiento, a
cualquier espacio político para la insurgencia. Eso ya se ve; ahora la pregunta
es, si la paz que se comienza a vislumbrar es una paz con justicia social, el
número de enemigos de la paz en la clase dominante se ampliará. Me explico, si
hay un importante sector del empresariado colombiano que hoy apoyan la paz, es
porque esperan que esta sea poco más que la desmovilización de la insurgencia y
que de esa manera se facilitará la penetración del capital vía inversiones en
territorios hoy azotados por el conflicto o controlados por la insurgencia…
inversiones en las áreas de la megaminería y las plantaciones extensivas a
industriales. Los empresarios neoliberales no se abanderan ni con la guerra ni
con la paz, sino que se inclinan por la una o por la otra dependiendo de qué
crean que les traerá más beneficios. Por ello es que quieren mantener al pueblo
lo más lejos de las discusiones sobre la paz, porque saben que el pueblo si se
moviliza y si asume este momento histórico como una oportunidad para demandar
sus proyectos largamente silenciados por el fusil, pueden inclinar la balanza
en un sentido muy distinto al que quiere la oligarquía, imponiendo una paz con
justicia social que no es la que quieren los cacaos ni los gamonales.
El papel de los EEUU está por verse. Dudo que estén
interesados en perder su plaza fuerte en la región. A su vez, la situación en
el continente no es la misma que cuando las negociaciones del Cagúan, por lo
que pienso que podrán estar dispuestos a permitir un mayor espacio de decisión
autónoma para el pueblo colombiano porque nos les queda de otra, porque les
toca y el riesgo de que el conflicto siga escalando es muy grande. De momento,
EEUU respalda plenamente a Santos y tiene a Uribe en la mira, porque no le
conviene que éste se convierta en un factor de desestabilización. Lo
presionarán vía los paramilitares presos y vía Santoyo, para que se quede
tranquilo… si no, un avión de la DEA lo estará esperando.
Aviones de guerra en la base Palanquero. El Pentágono posee de siete bases en tierra colombiana. |
El tema de los militares colombianos es más
complejo: la incorporación de gente como Naranjo obviamente apunta a mantener
tranquila a la oficialidad. La cual ya ha expresado, al menos verbalmente,
apoyo al proceso, a diferencia de los retirados que parecieran estar más
unánimemente cuadrados en el uribismo. Sin embargo es un sector susceptible de
cambiar de posición debido a la agitación uribista en los cuarteles, y no queda
claro que tan sincero es su respaldo a Santos. Hace apenas unos meses hubo
ruido de sables y se rumoreaba sobre la posibilidad de un golpe. No sé qué
puede pasar a medida que el proceso avance, pero es diciente que el ministro de
defensa de luz verde para el escalamiento del conflicto militar y de los
ataques. Mientras se habla de paz, se profundiza la guerra. Eso no es nuevo,
pero preocupa por lo mismo que no se esté dispuesto a avanzar en el tema del
cese al fuego. La pregunta, en última instancia es, ¿qué hará ese medio millón
de hombres cuando se les acabe la guerra? ¿Qué harán esos generales estirados y
llenos de medallas cuando los dólares de la asistencia militar dejen de llegar
al país? La guerra es un negocio y la respuesta a estas preguntas influirán, en
cierta medida al menos, la posición que adopten los militares, o al menos, la
oficialidad, que se beneficia de la guerra sin arriesgar el cuero, porque el
cuero lo ponen soldados pobres que creo que tienen tanto interés como los
guerrilleros en el cese de hostilidades.
4.
Las FARC-EP están debilitadas y por ello se han
visto obligadas a dialogar, afirman algunos. Otros señalan que es una jugada de
Santos frente a las elecciones. Por otro lado, qué le parecen los puntos de la agenda
para las discusiones.
Santos es un político de lo más zorro que hay y
siempre ha logrado mantenerse en las esferas del poder, independientemente del
presidente de turno. Ciertamente la re-elección juega un rol en sus cálculos.
Ahora bien, si la insurgencia acepta negociar es porque se sabe fortalecida en
relación a mediados de la década pasada. Ha asimilado los golpes recibidos con
la implementación del Plan Colombia y con la ofensiva paramilitar, ha logrado
recuperar terreno político y militar, y readaptar sus tácticas de combate de
manera bastante eficiente. Creo que la negociación misma es prueba de sus
fortalezas.
Guerrilleros de las FARC-EP. |
Respecto a la agenda, creo que toma en lo esencial,
aspectos centrales de lo discutido en el Caguán, que en lo esencial, retomaba
también la agenda de las negociaciones de Tlaxcala. Ha habido, en un cierto
sentido, una continuidad en lo que es la esencia de las FARC-EP, en el elemento
que le ha dado continuidad por varias décadas que es el tema agrario y los
problemas del campesinado. Desde luego hay temas ausentes, algunos de ellos de
indudable importancia, como son los derechos laborales o el tema de recursos
naturales. Temas muy sensibles que tienen que ver con el modelo económico y que
deben ser tratados si existe una incorporación de capas más amplias de la
sociedad. Sin embargo, confío en que la movilización popular que hoy se alza
contra la locomotora de la megaminería sabrá plantear esos temas en la agenda.
5.
Usted cree que la guerrilla negocie la paz a cambio
de un puesto o una curul en el senado o en el congreso o por un puesto
ministerial.
Creo que esa perspectiva sería desastrosa para el
pueblo colombiano. Se ha planteado la solución política pues la violencia en
Colombia tiene raíces estructurales y si estas no son tocadas, la posibilidad
del surgimiento de nuevos ciclos de violencia, aún más letales que los
anteriores, queda latente. Esa es la principal lección de los procesos de
desmovilización anteriores en Colombia y también de los acuerdos de paz en
Centroamérica. Personalmente, dudo que la insurgencia colombiana carezca de
sentido histórico y de un sentido de responsabilidad ante lo que está en juego.
6.
¿Las FARC han renunciado a la toma del poder? ¿O
puede lucharse por el poder por otra vía en Colombia?
Las FARC-EP han dicho que no renuncian a la toma
del poder por el pueblo, como lo expresan. No plantean que ellos, como ejército
guerrillero, se sienten solitos en la Casa de Nariño o que su Estado Mayor sea
el futuro gobierno de Colombia. Plantean la toma del poder como una
movilización generalizada de masas, que en ocasiones han visto como fruto de un
proceso de democratización abierto en el marco de las negociaciones, y que en
otras ocasiones, cuando las vías de diálogo han estado cerradas, como un
proceso de movilización de carácter insurreccional. En ambos casos, el rol de
la insurgencia es el de apoyar este proceso, sea facilitando el espacio
democratizador mediante el diálogo político, sea facilitando el avance de la
movilización golpeando a las fuerzas represivas. Eso es cómo ellos mismos
entienden el proceso de la toma del poder según lo entiendo de sus documentos
históricos y recientes.
7.
Qué perspectivas ve a estos diálogos si hay temas
candentes en relación a: presos políticos, guerrilleros presos en EEUU
condenados injustamente, derechos humanos, restructuración del ejército
criminal colombiano, las bases gringas.
Insisto, hay muchos temas candentes que no están
necesariamente en la agenda inicial de diálogo, como la intervención
norteamericana, que el pueblo sabrá plantear si toma parte activa en el
proceso, si se moviliza decididamente y reclama su voz deliberante en la
construcción de un nuevo país. Incluso los mismos presos de guerra y políticos,
que hoy se movilizan y luchan desde la celda en toda Colombia, demuestran que
es solamente la movilización popular, no la buena voluntad del gobierno, la que
pondrá en el tapete estos temas.
8.
¿Los diálogos llevarán a desmontar el modelo
neoliberal?
Por sí solos no. Esto solamente se puede lograr
mediante la movilización popular. Lo que los diálogos sí pueden hacer es ayudar
a articular visiones alternativas de país, propuestas políticas surgidas desde
las expresiones del pueblo organizado.
9.
Cuál considera que es el papel de los medios, de la
industria mediática ante estos diálogos si históricamente han atacado a las
FARC, acusándolas de terroristas y narcotraficantes.
Los medios de comunicación están en deuda con el
pueblo colombiano, pues si bien siempre los medios representan los intereses de
quienes los controlan, en este caso, de la oligarquía colombiana y sus
compinches imperiales, la prensa colombiana ha jugado un rol extraordinario
buscando idiotizar a los colombianos, mintiendo descaradamente, distorsionando
la realidad del conflicto, ocultándola, negándola, poniéndose de manera
descarada y completamente acrítica al servicio de una estrategia de guerra. Si
la insurgencia no son sino narcotraficantes, entonces queda por verse qué es lo
que se puede discutir con ellos, porque si son narcotraficantes en la agenda de
discusión con el gobierno plantean temas como la reforma agraria integral y otros
temas sensibles del desarrollo del país.
El problema, en realidad, es cómo hacer que la
prensa del pueblo sea más eficiente, más efectiva, que comunique mejor a capas
más amplias de la población. Si la oligarquía no da voz al pueblo o a quienes
no se encuentran en su trinchera de la guerra, que sea la prensa alternativa la
que sí lo haga. En este sentido, la construcción de una prensa popular,
crítica, reflexiva, sin sectarismos, que no caiga en retórica fácil ni en
excesos, es una tarea de primer orden.
Muchas gracias por tus respuestas
José Antonio.