Por:
Lic. José Antonio López Rodríguez.Periodista,
politólogo, Analista de política Internacional
El
presidente Juan Manuel Santos ha dado a conocer la buena noticia de que su
gobierno iniciará en Oslo, capital de Noruega, conversaciones con las FARC-EP y
ha invitado al Ejército de Liberación Nacional (ELN) a sumarse a ellas.
El
paso dado por gobierno y guerrilla es un hecho positivo en medio de una campaña
difamatoria y guerrerista de la extrema derecha liderada por el ex presidente
Álvaro Uribe Vélez, aunque afortunadamente, la decisión gubernamental cuenta
con el consenso de los más influyentes y amplios sectores políticos, económicos
y sociales del país lo que indica que ese pueblo quiere dejar atrás la negra
noche de la guerra.
El
reto que tienen ante sí gobierno y guerrilla es enorme, obstáculos no faltaran,
pero el primer paso está dado y en ello hay que reconocer la flexibilidad de
las FARC-EP al aceptar conversar con el Gobierno en el exterior, posición que
estaba excluida desde el fracaso de las conversaciones de Caracas, Venezuela y
en Tlascala, Méjico, lo que indica un interés manifiesto por parte de la
insurgencia de avanzar en un proceso de diálogo que les permita una salida
negociada al conflicto social y armado que desde hace cerca de 50 años aqueja a
Colombia.
EL PRIMER ELEMENTO que tienen que lograr las partes es confianza,
transparencia y la mayor discreción en los acuerdos que vayan tomando.
Un
proceso de negociación que permita alcanzar la paz es largo, dispendioso y de
mucha paciencia y está basada en las concesiones que una y otra parte vayan
aceptando, pasos que deben irse logrando desde lo más simple hasta lo más
complejo.
El
debe estar acompañado por toda la sociedad colombiana y obviamente para que
tenga toda la fortaleza que requiere se necesita que se convierta en una
política de Estado que involucre a los tres poderes.
Hay
temas muy sensibles para la guerrilla y que seguramente no estarán en la
discusión de forma inmediata que son: desmovilización y desarme. Las FARC-EP y
las del ELN han sido siempre enfáticas en sostener que ni se concentraran ni se
desarmaran pues será la garantía de que el proceso no sea traicionado como
ocurrió en la década del 50 con el líder guerrillero liberal Guadalupe Salcedo.
La
historia del exterminado proceso con la Unión Patriótica con miles de
asesinatos por parte de oscuros sectores de las Fuerzas Militares durante los
gobiernos de Belisario Betancourt, Virgilio Barco Y César Gaviria.
EL YA FALLECIDO E HISTÓRICO líder y Comandante en Jefe de las FARC-EP Manuel
Marulanda Vélez, señalaba durante las negociaciones con el gobierno de Andrés
Pastrana que mientras el 80 por ciento de los acuerdos no se firmaran, incluida
una ley de reforma agraria integral no aceptaría estar presente en una tribuna
con las máximas autoridades gubernamentales y mucho menos entregar las armas,
proceso que él veía como un fenómeno gradual y donde muchos de los actuales
combatientes se fueran incorporando a las Fuerzas Militares siempre que estas
modificaran su actuación interna y se acogieran a la filosofía bolivariana que
expresa que: “Las Fuerzas Militares están para defender el país fronteras
afuera y no como órgano represivo interno al servicio de la oligarquía”.
Marulanda
consideraba con fuerza dos temas: a) garantías para una paz duradera con
equidad y justicia social y b) preservación de los acuerdos y de los
combatientes y del movimiento social. Es por esa razón la importancia que tiene
que las Fuerzas Militares estén y/o formen parte de la mesa de dialogo
representada en sus mas altos estamentos. En ese mismo grado y fuerza debe
estar participando activamente el movimiento social representado por sus
líderes mas caracterizado. Los lideres de ambas organizaciones guerrilleras
colombianas, Manuel Marulanda Vélez de las FARC-EP y Nicolás Rodríguez Bautista
(Gabino) del ELN durante el pasado proceso de diálogo con el gobierno de
Pastrana, señalaban que no podía sucederles a ellos lo que sucedió con los
acuerdos y el proceso que adelantaron en la década del 90 el M-19, EPL, la
Corriente de Renovación Socialista y el Quintin Lame. Al hacer un balance a un
poco más de 20 años de los acuerdos de esas organizaciones con el gobierno
liberal de César Gaviria, ninguna de esas fuerzas existen, fueron
desarticuladas y divididas, se calcula que un 65 por ciento de los ex
combatientes guerrilleros fueron asesinados y como organización o partido
desaparecieron del escenario político. Esa experiencia debe ser de utilidad a
las fuerzas insurgentes y extraer sus enseñanzas, imponerse una profunda
reflexión y trabajar de conjunto para sentar las bases y concretar una salida
política y negociada al conflicto social y armado de este hermano país, una paz
duradera y con todas las garantías de respeto a los acuerdos que se adopten y
siempre tener presente que nada debe ser coyuntural, pues todo lo coyuntural
debe ser observado con reservas.
EL NOBLE Y LABORIOSO PUEBLO colombiano merece lograr esa Paz que ha sido el
sueño de muchos y buenos hombres y mujeres nacidos en esa hermosa tierra, sin
embargo no será una tarea fácil y el camino estará preñado de dificultades,
pero si todos trabajamos como un solo cuerpo estemos convencido que lograremos
la anhelada Paz.
Paz
que será un aporte fundamental para garantizar la estabilidad y seguridad de
nuestra región y evitar que fuerzas exógenas se aprovechen para promover su
política intervencionista. Ese será un aporte fundamental del pueblo colombiano
a sus hermanos latinoamericanos y caribeños.