Por Percy Francisco Alvarado Godoy
La reciente Declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores de
Cuba evidencia que se ha dado un serio paso en pos de la Paz en la sufrida y
desgarrada hermana República de Colombia, así como el esfuerzo desinteresado de
Cuba, Venezuela y Noruega, entre otros para hacer posible esta esperanzadora
oportunidad para los colombianos. Sin grandes ribetes, Cuba expuso las razones
de su colaboración entre las partes en conflicto: “Como fruto de las conversaciones
exploratorias celebradas en La Habana desde el 23 de febrero de 2012 y conforme
han declarado las partes, se ha abierto un proceso de diálogo comprometido con
la paz y con la solución del conflicto histórico en Colombia, el cual Cuba
respalda, consciente de la importancia que tiene para el pueblo colombiano y de
su trascendencia para América Latina y el Caribe. El Gobierno cubano continuará
prestando su ayuda solidaria y sus buenos oficios a favor de este esfuerzo, en
la medida en que el Gobierno de Colombia y las FARC-EP así lo soliciten.”
Tanto el presidente Juan Manuel Santos como los representantes de
las FARC-EP mostraron su optimismo y la apuesta por el diálogo, por la
comprensión entre las gentes, dejando a un lado recelos y viejas y dolorosas
desgarraduras. Todos saben, a ciencia cierta, que tanto luto y dolor deben
desaparecer. Todos saben, enteramente, que Colombia necesita urgentemente tener
su oportunidad para labrar un camino seguro y próspero hacia el futuro. Todos
saben, a qué negarlo, que Colombia grita de impaciencia por lograr la definitiva
tranquilidad para sus ciudadanos y que terminen las grandes marginaciones
sociales que dieron origen a este eternizado conflicto.
¿Se logrará realmente la paz en Colombia? Nadie lo sabe a ciencia
cierta, pero hay que intentar probarlo. No hacerlo sería eternizar a las
matanzas y abrir nuevas heridas en esa hermosa nación hermana. La consumación
de los cinco puntos a discutir: desarrollo rural y mayor acceso a la tierra;
garantías del ejercicio de oposición política y participación ciudadana; fin del
conflicto armado, que implica abandono de las armas y reinserción a la vida
civil por parte de los guerrilleros; búsqueda de solución al problema del
narcotráfico, y derechos de las víctimas; entrañan un serio y enorme compromiso
a ambas partes.
La noticia tuvo una amplia repercusión positiva no solo en
Colombia, sino en el mundo entero. Un Chávez entusiasmado escribió en Twitter: "¡Acompañemos a la hermana
Colombia en sus esfuerzos por lograr la Paz! Ya lo dijo Simón Bolívar: La Paz
es mi puerto, la Paz es mi todo".
Una a una, se
fueron sumando las congratulaciones y las propuestas para colaborar con las
partes colombianas en conflicto. Chile se sumó de inmediato al esfuerzo
conciliador, al igual que el canciller noruego, Jonas Gahr Stoere, declaraba su compromiso con el
mismo. Eufórica, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, aplaudió este paso
por la Paz. Lo mismo haría la presidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla. La
OEA también mostró su satisfacción y se mostró dispuesta a colaborar. No faltó
tampoco el plauso de ¡la jefa de la diplomacia de la Unión Europea, Catherine
Ashton.
Mientras tanto, los actuales abanderados de las guerras en el
oriente medio, el primer ministro británico, David Cameron, y el presidente
norteamericano, Barack Obama, mostraron un desacostumbrado regocijo, capaz de
despertar recelos a cualquiera que conozca un poco de política.
De esta forma, las conversaciones entre ambas partes tendrán lugar
en octubre, en dos
escenarios diferentes: Noruega y Cuba, siendo elegidos ya por las mismas sus
representantes a las pláticas.
Paralelamente a estos sucesos surgen diversas especulaciones sobre
cómo se logró sentar en la mesa de diálogo a estos casi eternos contrincantes.
Una de las versiones le da el mérito a Chávez; otra se lo otorga a Juan Manuel
Santos, quien dice haber mantenido informado a Obama de sus pasos; otra le
concede el mérito a Fidel
Castro, quien se dice envió a Colombia a un emisario para entrevistarse, en
noviembre de 2011, con Timoleón Jiménez, alias Timochenko. Lo cierto es que fue
una larga y ardua labor de acercamiento, venciendo recelos, que llevó a las
partes a encontrarse en varias y no pocas ocasiones para lograr la consumación
del diálogo.
Pero acostumbrados como estamos a que la felicidad siempre
encuentra una nota discordante que trata de opacarla, a nadie sorprendió que
fueran la ultraderechista jefa de la comisión de Relaciones Exteriores de la
Cámara de Representantes, la republicana Ileana Ros-Lehtinen, así como ególatra
de Álvaro Uribe, quienes lanzaran, desde sus posiciones de intolerancia, las más
absurdas objeciones al diálogo de Paz entre los colombianos.
Para la Loba Feroz, enfermiza anticubana, fue un dolor en el
trasero que fuera precisamente Cuba, a la que EE UU acusa de ser un país
“terrorista” quien apoyara y facilitara el encuentro. Con la prepotencia que la
caracteriza, y contraria a las declaraciones de Obama, declaró: "Es preocupante que el
gobierno colombiano inicie negociaciones con las FARC, consideradas una
organización terrorista por Estados Unidos, sin condiciones previas.”
Obviamente, le puso el dedo en cuello a Obama, como cuchillo
filoso al sugerir que la posición de EE UU con respecto a las FARC-EP, no debe
ser modificada. Fue, sin dudas, una amenaza al presidente demócrata en un
momento pre electoral, en el cual éste debe andar con tino ante la ofensiva
republicana. Le trató de bajar protagonismo al Obama sobredimensionado por
Santos, al manifestar: “… siempre estuvo apoyándonos, inclusive envió en
varias ocasiones emisarios especiales para hablar conmigo sobre el particular".
Pero el promisorio Acuerdo General para la Terminación del
Conflicto, como se ha identificado a las conversaciones y a su resultado, tiene
también otro enconado detractor el Álvaro Uribe, quien lo calificó como algo "muy grave, ya que supone
empezar un proceso de paz sin cese de actividades criminales por parte del
terrorismo". Sin tapujos declaró igualmente que este diálogo era una "bofetada a la
democracia".
De tal forma, amigos lectores, es bueno tener en cuenta, desde ya,
que el Acuerdo General para la Terminación del Conflicto, ha comenzado a
encontrar adversarios que harán todo lo posible por entorpecerlo y vulnerar la
confianza entre las partes. Ese será su decidido propósito. En tal sentido,
hago un llamado no solo a las partes en el diálogo, sino también a todos
quienes le apoyan y facilitan, a que resulta importante caracterizar a todos
aquellos sujetos, organizaciones, facciones y sucios intereses que actúen en
las sombras, para vulnerarlo.
De la confianza, la comunicación, la comprensión y la inclusión de
todos los colombianos en este esfuerzo por la paz, depende enteramente el éxito
del mismo.