Buró
Político del Comité Central / Partido Comunista de México
El
Comité Central del Partido Comunista de México saluda la posibilidad de una
solución política al conflicto social y armado que vive el pueblo colombiano
desde hace varias décadas.
En
los intentos que precedieron esta oportunidad para el diálogo y la paz, las
FARC-EP honraron siempre su palabra, y fueron recurrentemente los distintos
gobiernos quienes demostraron la ausencia de voluntad real para cumplir los
acuerdos, optando siempre por prolongar la vía militar, con elevado costo para
la población.
Al
ritmo del discurso de los centros imperialistas se colocó a las FARC-EP en el
listado de organizaciones terroristas en la UE y en los EEUU, se les
criminalizó y se levantó en su contra una gran campaña calumniosa, sin
parangones en la historia. Se promovió la intervención directa del Comando Sur de los EEUU y la instalación de
bases militares en Colombia y la región. Se implementó en su contra el Plan
Colombia.
La
guerra más despiadada contra el pueblo colombiano sobrevino tras la traición
gubernamental a los diálogos de San Vicente del Caguán: paramilitares asolando
poblaciones y asesinando con motosierras a hombres, mujeres, niños y ancianos;
falsos positivos, bombardeos. Son decenas de miles las víctimas de militares y
paramilitares. Se suma al drama el fenómeno consustancial del desplazamiento de
poblados enteros. El gobierno de Álvaro Uribe, obcecado con el terrorismo de
Estado y promotor de su internacionalización, es un criminal de guerra que no
puede ser olvidado y al que poco importó el derecho internacional y la
soberanía de otros países: transgrediendo fronteras extendió las manos de la
policía política, el espionaje, el secuestro, e inclusive la agresión militar,
como en Sucumbíos, Ecuador, donde fueron asesinados por los comandos del
ejército colombiano cuatro jóvenes mexicanos, conocidos y reconocidos por su
incansable labor para la solución política y la paz del pueblo colombiano.
La
muerte de los comandantes Manuel Marulanda, Raúl Reyes, Ivan Ríos, Jorge
Briceño y Alfonso Cano, junto a cientos de
combatientes, los camaradas presos, los extraditados a los EEUU, han mostrado
una realidad: que las raíces de las FARC-EP son tan profundas que es imposible
destruirlas. Bien lo expresó el comandante Mauricio Jaramillo, precediendo al
discurso del Comandante en Jefe Timoleón Jimenéz: “la resistencia colombiana
hace parte del torrente de los pobres del mundo por una vida digna, producto
del trabajo y en paz”. Estamos convencidos que las FARC-EP son una fuerza
indestructible porque representan a las clases sociales que son el futuro de su
patria y del mundo, a los hoy explotados, los de abajo, los que con su esfuerzo
y anónimo sudor siembran, construyen, producen; porque representan a los
trabajadores del campo y la ciudad.
Hay
países que no viven una guerra civil y no tienen paz. La paz es resultado de
algo más que el fin de operaciones militares de las partes involucradas. Paz es
justicia social, participación popular. El poder de los monopolios, de la
minoría, de la oligarquía, siempre significará violencia contra las mayorías
explotadas y oprimidas.
El
acompañamiento internacional debe constituirse en una garantía para evitar que
nuevamente el gobierno traicione.
Llamamos
la atención sobre la demanda de que
el diálogo debe acompañarse de la libertad de los más de 7000 presos políticos.
De plenas garantías para que el pueblo se involucre. De que efectivamente se
castigue a los responsables del terrorismo de Estado y de los crímenes de
guerra cometidos por militares y paramilitares, entre ellos los de Álvaro Uribe
-que está muy interesado en que la actual posibilidad no prospere y se
frustre-. El Partido Comunista de México
insiste en que debe ser reconocido el estatus de fuerza beligerante a las
FARC-EP.
Llamamos
la atención sobre el acento que con justeza coloca Timoleón Jimenéz, Comandante
en Jefe de las FARC-EP, en el indispensable involucramiento del pueblo, de los
de abajo, de los trabajadores, de los hacedores de la historia, de las fuerzas sociales que apuntan al
futuro. Con el pueblo colombiano en marcha por la paz, deben estar los
pueblos del continente para cerrar el camino a los provocadores y partidarios
del terrorismo de Estado y llenar las avenidas de multicolores banderas de
libertad, democracia, justicia social.
Con
gran atención, igual que lo hacen los pueblos del continente y el mundo,
seguiremos el desarrollo de los diálogos. La mesa del diálogo no la vemos desde
un sitio neutral, sino del lado en que siempre nos colocamos, de la verdad, es
decir del pueblo y de las FARC-EP, del lado donde está el legado del Libertador, Simón Bolívar.
¡Proletarios de todos los países, uníos!
Buró Político del Comité Central