El Procurador de la República se siente seguro en el cargo, respaldado, no solamente por su iglesia Opus Dei, sino por toda la Logia del Poder oligarca colombiana. |
Colombia y la actual batalla de ideas
Por Alberto Pinzón Sánchez
La re- elección
del procurador Ordoñez, ha copado la mayoría de los espacios de opinión
mediática de Colombia. Súbitamente y como si se tratara del despertar de una
pesadilla bicentenaria, la mayoría (siempre
hay excepciones) de “formadores” de
opinión descubrieron el terrible peso de una ideología largamente labrada y
profundamente introducida en la conciencia colectiva de muchas generaciones de
colombianos; donde se mezcló sabiamente y durante más de un siglo, el
catecismo del padre Astete, la racionalidad matemática del hermano cristiano GM
Bruño y la doctrina obrera del Rerum Novarum, con el legalismo militar del santanderismo
oligárquico fraguado en 10 guerras civiles y que, finalmente logró conformar la
versión criolla del bipartidista “nacional catolicismo” colombiano cuyos dos
mejores exponentes actuales son el
expresidente del octienio Uribe Vélez y el
procurador Ordoñez.
Retardatarios,
feudales, reaccionarios, pre-modernos, godos, ultramontanos, lefebristas,
carlistas, parroquiales, tradicionalistas, camanduleros, mojigatos, beatos,
hipócritas, sopla velas, rezanderos, pudibundos, intolerantes, amangualados del Opus Dei / Tradición Familia y Propiedad, y
hasta fanáticos corruptos y petardos
para la paz; son algunos de las tantas calificaciones conque se les ha descrito con más emoción que
análisis crítico, sin mirar los profundos cauces ideo-políticos y la férrea superestructura militarista, terrateniente y católica (junker
solía llamarla el ex marxista
Kalmanovitz) de la cual son herederos directos y representantes eximios.
Ideología política
que hoy empieza a desfondarse, ante el estupor silencioso del obispado
colombiano, con el solo anuncio del “inicio”
de diálogos de paz entere el Estado colombiano y las Farc y la publicación del
“acuerdo general puntos para la terminación del conflicto y la construcción de
una paz estable y duradera” firmado en
la Habana (CUBA) el 26 de agosto 2012, cuyo análisis critico y debate ha sido
empañado momentáneamente por la denuncia de la reeleción del procurador Ordoñez notificada por la Unidad Nacional santista.
Se ha dejado de
lado y no se ha debatido ampliamente el acuerdo, especialmente el punto V donde
se detalla la agenda, por estar analizando con la óptica militarista del ex maoísta Alfredo Rangel, la filigrana cuantitativa
o numérica que llevó a los contendientes a tal acuerdo: Que ambas partes se
dieron cuenta de que no se podían vencer uno a otro. Que fue un terrible y sangriento desgaste
mutuo y bilateral. Que es mejor un mal arreglo que una buena guerra. Que hay
también negocios rentables diferentes a
la guerra. Que ha habido un cambio en
clima de los negocios en Latinoamérica y
el Caribe, con excepción de Méjico que se ha Colombianizado y para eso está el
general Naranjo. Que la crisis global ha presionado a los EEUU a hacer recortes financieros en su
geoestratégico Plan Colombia, no importa que los republicanos sigan apoyando al
“nacional catolicismo” bipartidista de
Colombia en la continuación de la guerra geoestratégica, particularmente contra
el Bolivarismo del siglo XXI. Que las elecciones en EEUU. Que la gallera
neoliberal colombiana exige más revuelos
sangrientos para aumentar ganancias. En fin, que…
A reforzar la lucha de las masas colombianas como un garante a un verdadero proceso de paz |
Así las cosas es imprescindible:
uno, continuar ampliando el escenario político de la lucha de masas unitaria que
se ha abierto, pero que la mano negra quiere frenar criminalizando la protesta social y
encarcelando dirigentes populares para
aterrorizarlos. Y dos, insistir en el debate critico, también amplio y
democrático, sobre los 5 puntos de la
Agenda de agosto /12 firmada en la Habana, la que se quiere
remplazar por una recortada “Agenda Paralela” inspirada en la redacción de los
medios de comunicación y la DEA, donde se
pretende imponer únicamente la
discusión sobre el repudiable asunto del secuestro, las minas antipersonales y los dólares del narcotráfico que salen de
los EEUU, pero No el narcotráfico como fenómeno complejo y global de toda la
civilización actual, ni mucho menos las “reformas estructurales” que la
descompuesta sociedad colombiana necesita y quiere..
Ese debe ser un
verdadero aporte de las Gentes del Común
a la batalla de ideas que se ha abierto hoy en Colombia. ¡Hay que persistir!