Horacio Duque.
Crece el clamor por una Asamblea Constituyente (AC) como escenario de
tramite definitivo de la solución del conflicto social y armado colombiano.
La AC cobra forma como espacio de deliberación y consenso de los temas
centrales de un nuevo orden político dispuesto para la paz y reconciliación
entre los colombianos.
No obstante los importantes avances de la Mesa de conversaciones de La
Habana en lo relacionado con el desarrollo rural y la creación de espacios de
participación ciudadana, cada día cobre fuerza la necesidad de convocar un
cuerpo popular soberano con capacidad constituyente para que funde las bases de
un nuevo régimen político acorde con las transformaciones
sociales, económicas políticas, culturales, científicas e
internacionales que registra la nación colombiana en los años recientes y las
perspectivas esbozadas para la nación en los próximos 20 años, hacia
el 2030.
En el reciente Foro sobre paz y participación política, en el que
participaron casi 2000 mil personas, representativas de muchas regiones y
grupos sociales, el denominador común, tanto en las comisiones como
en las plenarias, fue el punto de la convocatoria y reunión de una Asamblea
Constituyente amplia y democrática para la paz. En dicha materia se dio un
consenso generalizado.
No obstante esta masiva demanda, hay grupos muy influyente del poder
político que no la consideran conveniente. Tal vez sienten temor y piensan que
es un salto al vacío y una oportunidad para núcleos muy regresivos
con enorme capacidad de maniobra en el sistema electoral y comunicacional para
inducir una votación que le de la victoria a los enemigos de la estrategia en
curso con las conversaciones de Cuba.
Es un hipotesis que bien se puede descartar si se examinan
los múltiples elementos de la actual correlación de fuerzas
políticas.
Hay que reunir una Asamblea popular constituyente para que la paz de el
salto cualitativo que se requiere. Pero eso solo es posible con un acto de
audacia de parte de quienes se comprometieron en las conversaciones encaminadas
a poner fin a la violencia.
La pregunta que surge cuando se hace esta reflexión y se cavila el
escenario es la siguiente: ¿Cómo convocarla?.
Al respecto bien puede ser que la manera de hacerlo sea una mixtura entre
los procedimientos institucionales y los no institucionales.
Me explico.
La actual Constitución establece en el artículo 374 que ella puede ser
convocada por un Acto legislativo del Congreso que requiere la mayoría de
los integrantes del poder legislativo, en sus dos rondas. Primer elemento.
El otro elemento es la creciente manifestación espontanea de la multitud
que exige su convocatoria.
Dicha multitud y los liderazgos que la orientan, deben avanzar en sus
eventos autónomos, pero bien puede ser que se perfile una alianza, coalición o
"bloque histórico" con sectores del cuerpo legislativo, para que de
manera simultánea ocurra el tramite del correspondiente proyecto de Acto
legislativo. Se trata de hacer el tanteo, legitimo en el arte de la política.
Nada se pierde.
Entonces, lo primero sería saber que Senadores o Representantes se
expresan abiertamente partidarios de la AC para articularlos a los eventos de
la sociedad civil donde se hace un ejercicio constituyente soberano
como ocurrirá el próximo 15 de mayo en la Plaza Mayor de
Bogotá, cuando deliberará una Constituyente por la democracia, la paz y la
defensa de lo público que hace el Alcalde Gustavo Petro, sometido al asedio de
las mafias corruptas que arruinaron la Capital con sus nefastos carruseles.
La metodología que sugiero bien puede ser un camino
transformador para salir del atasco y la duda que propicia la vacilación.
Hagamos el debate y avancemos en tareas puntuales.