miércoles, 29 de mayo de 2013

Sin reformas no habrá paz. Por Alpher Rojas



Por Alpher Rojas
28 de Mayo del 2013

La 'paz positiva' no entraña solo la terminación de la confrontación militar; también busca la transformación del conflicto en un mecanismo de participación social.

La estudiada estrategia del presidente Juan Manuel Santos de cara al venidero proceso electoral ha generado un mar de confusión entre los actores políticos tradicionales, que así se han encontrado sorpresivamente en el ‘lugar común de las diferencias’. Algunos creen –‘wishfull thinking’– que es el más evidente anuncio de la voluntad reeleccionista del Jefe del Estado y que ese evento está ligado a la dinámica del proceso de paz en La Habana. Otros, entre los cuales me encuentro, no rompen lanzas por esa idea, pues es evidente que Santos tiene entre manos expectativas por las cuales viene trabajando con la alta ingeniería de los instrumentos diplomáticos y, por supuesto, con una moderada presentación mediática interna en contradictoria proporción a su despliegue internacional.

De allí que el Gobierno en su conjunto –y sus aliados políticos– no esté dedicado a construir una paz con enfoque integral, sino a sacar adelante una “paz negativa” o de suma cero. Al afirmar que en el campo de las reformas no está dispuesto a traspasar las ‘líneas rojas’ que él mismo ha trazado, está indicando que sólo le interesa el desarme de los grupos insurgentes.

‘A contrario sensu’, en la mayoría de los colombianos está presente el anhelo de alcanzar una “paz positiva”. Que es lo que procede tras el reconocimiento político del conflicto, cuya caracterización multicausal y multidimensional demanda la resolución de todos los problemas que lo determinaron. En ese sentido, el primer acuerdo alcanzado en la novena ronda, ‘Hacia un nuevo campo colombiano: reforma rural integral’, revela la amplitud de miras de la insurgencia, pues si bien no es una revolución, sí es una puesta al día de un sector agobiado por la excesiva concentración, la segregación y el atraso, pero que puede ser la base de una transformación agraria integral, que garantice justicia social para los trabajadores del campo y la seguridad alimentaria para todos los colombianos.

La ‘paz positiva’, pues, no entraña solo la terminación de la confrontación militar, sin duda la que menos “bajas” produce si la medimos contra las recurrentes patologías violentas que nos asedian: riñas, violencia intrafamiliar, accidentes de tránsito, etc.

También busca la transformación del conflicto –que, es preciso repetir, es social, político, económico, cultural y ambiental– en un poderoso mecanismo de participación social para sustraer el alto porcentaje del PIB dedicado a la guerra y aplicarlo a la modernización y democratización de los sistemas de educación y salud, a la protección de nuestros ecosistemas, al fortalecimiento de la industria nacional y, al propio tiempo, a la inversión en investigación en ciencia y tecnología, requerimientos mínimos indispensables para superar el déficit de legitimación de la democracia colombiana y hacer sostenible la convivencia pacifica entre los colombianos.

Libro recomendado. De Carlos Gaviria Díaz, ‘Mito o logos, hacia La República de Platón’. Este libro constituye una introducción a la filosofía de Platón y, específicamente, a ‘La República’. Con ese propósito, el expresidente de la Corte Constitucional de Colombia eligió unos cuantos hitos de lo que podría llamarse el pensamiento preplatónico, imprescindibles para un entendimiento cabal y provechoso de la obra inmensa del filósofo griego. Propone allí, en una impecable prosa, un recorrido previo que conduzca al lector hasta el umbral de la República. Editorial Luna Libros y Universidad del Rosario, 135 pp.