sábado, 4 de mayo de 2013

Yo no vine a tomar Vino, vine a tomar la Palabra (Crónica del "debate sobre los tres caínes)



Lía Henrández

por Lía Hernández M / Páginas de Nuestramérica
Sábado, 04 de Mayo de 2013

Hoy yo, exijo respeto por la memoria de los caídos y por la dignidad de sus familiares que siguen llevando a cuestas, el fardo del dolor, con las heridas que son cicatrices que sangran a diario.

La invitación me llegó a través de la Internet, decía:
“Medios, Historia, y Memoria”, Invita a un debate para la Paz, a propósito de la serie: Los tres Caines. Planetario Distrital Auditorio-Oriol Rangel, Viernes 26 de abril de 2013.

Allí estuve puntual, eran las 5 p.m. de una tarde lluviosa pero prometedora, ya que en dicho debate una vez más tomaría la palabra para decir lo que pienso frente a la chatarra con lo que día a día los canales privados de televisión intoxican al televidente.

En la entrada unas personas entregaban una hoja, las había en distintos colores, a mí me correspondió una de color vivo, pensé ufff, que color tan bonito y alegre como para calentar el alma. Me senté y pocos minutos después el salón se llenó, no cabía duda que el tema que allí se debatiría era sensible a muchos, una persona manifestó que en la hoja de papel que nos habían entregado íbamos a escribir tres preguntas, y procedió a dictarlas, yo muy juiciosa y atenta escribí:

         1.  ¿Como debe ser la información entregada por los medios de comunicación?

         2. ¿Cual es la paz que usted quisiera?

         3.¿Cómo ayudar a construir memoria?

Inmediatamente la señora quien coordinaba la actividad, nos invitó a que cerráramos los ojos para poder pensar en el cómo se construye la memoria. Yo los cerré, y lo que vi, fue el cuerpo de mi hijo Víctor Hugo que yacía en un charco de sangre.

Dieron la palabra a una mujer familiar de un miembro asesinado de la Unión Patriótica, la de ayer, la de la década de los 80s y 90s, la aniquilada física y políticamente, hablaron varios dolientes también, entre los que se encontraban la hija de Carlos Pizarro León Gómez, buena esa, habló la incansable Gloria, que siempre lleva a cuestas las fotos de algunas de las victimas desaparecidas y nunca regresadas.

Lo que sería anuncio de lo que vendría es que otorgaron la palabra, cuantas veces la pidieron a los libretistas, sobre todo a Gustavo Bolívar, padre de la criatura los Tres Caínes. Este señor que a lo menos para mí desde hoy será de ingrata recordación, se situó a la defensiva por el hecho de que allí se decía que los Castaño y sus herederos fueron y siguen siendo victimarios.

El tiempo que es inexorable, seguía transcurriendo, el derecho a la palabra se había instalado para quedarse ahí en la mesa desde donde se pretendió orientar un debate que nunca llegó, ya que cuando se quiso permitir la palabra a los asistentes de la sala, ya el público desfilaba en busca de la salida, cansada de esperar, y se marchaba, yo también salí  rumbo a mi destino, me acerque a la señora que había dictado las preguntas y que durante todo el tiempo permaneció una escala abajo del Olimpo, y le reclamé por el hecho bochornoso de solo haberle dado la palabra a los medios de comunicación allí presentes, ella me respondió, ¡tómese un vino!   Buen intento, pero no!!

Me fui pensando en una perla que escuché en el auditorio, la dijo la señora que habló al principio y que le tocó enterrar a su esposo. Afirmó “que antes las luchas de los estudiantes eran distintas a las de hoy” claro pensaba yo mientras la escuchaba, hoy en el siglo XXI, los estudiantes, no solo han tomado las experiencias de las luchas estudiantiles de generaciones pasadas, si no que han creado y han inventado y recreado sus propias formas de lucha a la luz del un nuevo contexto que corresponden a una nueva época. Ellos, son al igual que los de ayer, la sabia de las luchas sociales y políticas que el momento requiere, son como los de Paris en el 68, como lo fueron los de la plaza Tlatelolco en México también en el 68, pero lo son también como los de la plaza de Tiananmen en Pekín, pues si cada época histórica trae sus propias formas de asumir las resistencias, es porque nada se queda estático.   

Hoy no habrá silencio

En vista a que no me fue posible tomar la palabra, hoy 27 de abril lo hago tal y como lo hubiera hecho en el salón Oriol Rangel.

Soy, Lía Hernández Muñoz, huérfana de un hijo de escasos 20 años, asesinado en mayo de 1987, en la ciudad de Medellín al interior de nuestra propia casa, por pensar diferente al sistema imperante y ser estudiante. En dicho episodio yo también soy herida. Soy  sobreviviente de la masacre de la Juco seis meses después del asesinato de mi hijo, compañera de vida y camino, de Mario Giraldo Vélez, el cual al año del asesinato del hijo, sufre un atentado que lo tuvo al borde de la muerte, muerto en el 2008 por lo que llaman muerte natural. Aporto a la construcción de la memoria. La memoria, es sembrar, construir caminos, ayudar a formar masa critica, es no callar cuando hay que hablar, por que como dice la canción si se calla el cantor, calla la vida.

El periodista, Holman Morris director de Canal Capital, quien considero cumple bien con su deber de comunicar, veraz y oportunamente, sin inclinarse ante el señor dinero, afirmaba el día 26 allí en el salón Oriol Rangel, dirigiéndose a Gustavo Bolívar y a Fernando Gaitan libretistas, “que eran muy valientes por haberse hecho presentes para el debate”, ese que no se dio. ¡No, los libretistas no son los valientes! los valientes son los hombres y mujeres del país, que recogieron y siguen recogido los cuerpos de sus hijos e hijas, de sus hermanos y hermanas, de sus esposos y esposas, de los familiares en cualquier grado de consaguinidad, de sus amigos y amigas, de sus compañeros y compañeras de militancia, desde cualquier grupo o movimiento de izquierda, opositor al régimen violador de los derechos humanos, y asesino de la esperanza de los habitantes del país.

Gustavo Bolívar, refiriéndose a lo que él llama “historia” donde sus Tres Caines dan voz a los hermanos Castaño, decía dirigiéndose a la audiencia “los llamados victimarios que ustedes dicen” Pues si Bolívar, VICTIMARIOS con mayúsculas, es que usted no tiene por que saber lo que es para una madre el hecho de que le asesinen a su hijo e hija, usted no sabe el cómo en ese momento a esas mujeres madres biológicas, les son vaciados sus vientres y extirpadas sus entrañas al igual que se arranca un árbol. No señor Bolívar, usted no tiene por que saberlo, no es mujer, pero lo que si estaría obligado a saber, como lo hacen otros hombres, es que a la sangre derramada por los muertos, nuestros muertos, hay que respetarla, y así estaría construyendo memoria usted también. 

Bolívar, usted sabe que estaba allí en el salón Oriol Rangel, no por valiente, que no lo es, usted estaba allí porque no le quedó más de otra, porque sabe… hoy no es ayer, cuando libretistas como usted, igualitos, no tenían ningún problema con sus novelas, seriados, o culebrones como los quiera llamar, y se habían acostumbrado a que nadie les protestaba, como le decía, hoy no es ayer, ¿sabe por que? Porque los televidentes ya no quieren ser borregos, por que hoy no solo usted cuenta con la Internet y las redes sociales, también nosotros, esos a los que siempre nos han tratado como circo, y que muy a pesar de la manipulación que hacen los dueños del poder de los medios masivos de comunicación privados, pues si, ¡hoy no callamos!.

Señor Gustavo Bolívar, usted dijo ese día 26, “si, creo que me equivoque”, como para salir del paso, más sin embargo, yo, una de las tantas madres huérfanas de sus hijos e hijas asesinados, le digo, ¡no, usted fue muy consiente cundo elaboró ese libreto, usted sabe muy bien que los dueños del capital, los señores dueños de RCN y CARACOL usted lo sabía, usted es conocedor del producto que ellos piden a los libretistas, para darle pan y circo al pueblo, y usted Bolívar, lo supo hornear muy bien, tal y como le gusta a los envenenadores de conciencias, les presentó y les vendió lo que ellos necesitaban.

¿Bolívar, se ha preguntado usted alguna vez, lo que sentimos en nuestro ser de dolientes, nosotros los que siempre a través de la historia esa si verdadera, hemos puesto y seguimos poniendo los muertos? No verdad, por que de haberlo hecho estoy segura que usted hubiera preferido no ganarse unos milloncitos con ese su trabajo, pero hubiera ganado dignidad, de esa que las victimas tenemos tanta y que nos ayuda a vivir.

Otra de las muchas razones que tienen los dueños de los canales privados para, mandar a hacer y luego comprar estas siniestras formas de ver la historia del conflicto que padece Colombia, y que es social, político, económico, ecológico y armado, es introducirse en la  psiquis  del televidente, allí en la intimidad de sus hogares, y en pequeñas pero fuertes dosis todos los días, le  martillan, y le dicen: Ah! con que tú quieres la paz con justicia social, ah con que tú quieres que no te asesinen a tus hijos e hijas, que no maten más gente en el país, y te organizas para exigirlo,  pues sabes esto que te estamos mostrando,  te puede pasar a ti. ¿Si Bolívar, sabia usted que a esto en el mundo se le conoce como guerra psicológica?

Pensaba yo en estos días, que eso de que “hijo de tigre sale pintado” no es tan cierto, por que Julián Román, no salio como su padre, y al aceptar el papel en la serie, nos esta diciendo a gritos que él no tiene ni una raya por tanto aquí no aplica, que lastima Julián.

Usted libretista Bolívar, nos muestra en su obrita, a un Bernardo Jaramillo hablando con sus verdugos, que canallada, que villanía, que forma de enlodar la memoria de Bernardo, él fue un revolucionario de cuerpo completo, de esos que no se arrodillan ni siquiera para suplicar por su vida, Bernardo no solo se enfrentó a la derecha sinistra que maneja el país, y lo hizo con la palabra, sino que lo hizo con las capillas cerradas de pensamiento congelado, que tenía a su alrededor y que no dejaban fluir las ideas renovadoras.

Hoy yo, exijo respeto por la memoria de los caídos y por la dignidad de sus familiares que siguen llevando a cuestas, el fardo del dolor, con las heridas que son cicatrices que sangran a diario.    

        Bogotá / 26 de abril de 2013