¿Yo no hay más Pinochet&Videlas en el continente? ¿O se visten civil y con cuello blanco? ¿Se acabó el Plan Cóndor? se pregunta Néstor Kohan. |
Por Néstor Kohan
¿Ya no hay
coordinación represiva en Nuestra América? ¿Se acabó el Plan Cóndor? ¿Se
disolvieron los aparatos de inteligencia vinculados al terrorismo de estado?
¿Los grupos de ultraderecha son un triste recuerdo del pasado? ¿Vivimos en una
democracia plena?
Cada quien
responderá esas preguntas como quiera o como pueda.
En estas líneas
me limito a hacer públicos y denunciar hechos puntuales que, ¿por qué no
admitirlo?, me generan cierta preocupación.
En Argentina
estamos acostumbrados a la vigilancia de los aparatos de inteligencia. Ya son
parte del “folclore político” doméstico. Nos escuchan los teléfonos, nos leen
los correos electrónicos, nos fotografían las asambleas, nos filman en las
movilizaciones. Todo el mundo lo sabe. Los recientes casos, tristemente
célebres, del oficial de inteligencia de la policía federal Américo Balbuena,
infiltrado más de una década en la agencia de noticias alternativa Rodolfo
Walsh, así como el “proyecto X” de inteligencia de la Gendarmería sobre
organizaciones populares son tan sólo la punta del iceberg. Es lo que apenas
salió a la luz. ¿Y todo lo que no se ve? Sólo alguien demasiado ingenuo o
completamente desinformado puede imaginar que esto es producto de la “paranoia”.
El aparato de
inteligencia y represión del estado opera a través de múltiples vías. Puede
consultarse con provecho el libro de Gerardo Yung SIDE, La Argentina secreta
(Buenos Aires, Planeta, 2006), donde aparece la descripción del modo de operar
del aparato de inteligencia argentino (dirigido y equipado directamente por la
CIA de EEUU y el MOSSAD de Israel) sobre el movimiento popular, sus militantes
y sus intelectuales. Uno de los tantos departamentos de la central de inteligencia
de Argentina está dedicado, obviamente, a la informática. Utilizan tecnología
de punta, en gran parte proveniente de Israel. Desde allí interceptan mensajes,
escuchan, miran y, ¿por qué no?, arman páginas y blogs en la web.
En ese clima
político han aparecido últimamente una serie de páginas de Internet destinadas
a contrarrestar a las agencias de información alternativa. Se presentan como
gestionadas en forma “amateur” por individuos sueltos o viejitos reaccionarios.
Pero por la cantidad de información que manejan, el seguimiento al detalle, día
y hora, de movimientos sociales, partidos políticos e incluso individuos, sería
imposible que una o dos personas puedan mantenerlas funcionando en forma “amateur”.
Es evidente que hay un aparato detrás, una organización de vigilancia colectiva
que intenta operar con información de inteligencia sobre la opinión pública.
Quien sospeche que esto es “paranoia” que siga disfrutando de su ingenuidad.
En una de esas
páginas, titulada CATAPULTA, me acusan con nombre y apellido, incluyendo
fotografías de mi persona y tapa de mis libros, de ser un “escritor guerrillero”
aduciendo como prueba haber publicado un libro sobre EL CAPITAL de Karl Marx y
mi participación durante una década en la Universidad Popular que promovieron
las Madres de Plaza de Mayo. Cada vez que publican artículos o notas sobre
Néstor Kohan las ubican en la sección CONOCIENDO AL ENEMIGO. En una de ellas
pretenden señalarme como “brazo político de las FARC” (referencia a la
insurgencia de Colombia, hoy en diálogos de paz en la Habana, Cuba) junto al
profesor de economía Jorge Beinstein, ya que ambos pertenecemos al Movimiento
Continental Bolivariano (MCB). Véase
Esta página de
ultraderecha argentina disfraza su tarea incluyendo “notas color” donde acusan
a la Iglesia del Vaticano de ser “demasiado liberal” y otras tonterías
similares, pero el eje habitual de sus informaciones son, invariablemente, el
seguimiento al detalle de las actividades de la izquierda y de las
organizaciones populares.
“Acostumbrado”
a nuestra ultraderecha criolla y a sus servicios de inteligencia siempre
rodeándonos, dejé pasar esas publicaciones, no sin cierta preocupación.
Un tiempo
después de que apareciera mi fotografía en la sección “CONOCIENDO AL ENEMIGO”
de Catapulta, viajé a México a un seminario internacional organizado por el
Partido del Trabajo (un partido legal e institucional, con representación
parlamentaria) y al llegar al aeropuerto de México oficiales de INTERPOL me
retuvieron el pasaporte y me llevaron a su oficina. No pasó nada grave. Me
devolvieron el pasaporte. ¿Para qué hicieron eso? Nunca lo supe.
Luego fui a
Santiago de Chile a presentar la edición chilena de mi último libro sobre el
pensamiento teórico del Che Guevara y sus cuadernos de lectura marxista. En el
aeropuerto de Santiago, a la hora de sellarme los documentos, comenzó un
extenso interrogatorio sobre el contenido de mis clases, los amigos chilenos
que me irían a recibir, mis contactos políticos y una serie infinita de
preguntas policiales muy detalladas. Me exigían datos sobre las universidades
que visitaría. Salí de ese interrogatorio y les pregunté a otros pasajeros si
les habían hecho preguntas. Nadie que tomó el mismo vuelo que yo había sido
interrogado.
Y ahora me
encuentro, de pura casualidad, buscando información en Internet, con una nueva
y amarga “sorpresa”.
Aparece una
página, claramente de la inteligencia colombiana (por la cantidad de
información y de notas diarias dedicadas a la insurgencia y al movimiento
popular colombiano), titulada Colombiaopina's Blog donde los editores publican
la siguiente nota: “CONOCER A LOS APOLOGISTAS DE LAS FARC: NESTOR KOHAN”.
Véase:
Allí utilizan
una fotografía mía donde estoy dando una conferencia sobre Karl Marx en Europa.
Estos agentes de inteligencia la retocan y la trucan, al peor estilo del stalinismo
(que retocaba las fotos donde Trotsky aparecía al lado de Lenin, borrándolo),
reemplazando los símbolos de una organización política de Santiago de
Compostela (Galiza, estado español) por el escudo de las FARC-EP de Colombia.
Todo el mundo
sabe que en Colombia las amenazas de muerte y los asesinatos políticos
selectivos estuvieron y están a la orden del día. El caso del profesor Renan
Vega Cantor, autor de una gran cantidad de libros sobre historia y Premio
Libertador en Venezuela ha sido uno de los más recientes (hasta donde tenemos
noticias). Renan Vega vino a la Argentina escapando de ese acoso político y
esas amenazas de muerte y recibió la solidaridad de muchísimas personalidades
políticas, intelectuales, revistas, cátedras y organizaciones estudiantiles. Lo
mencionamos porque es el más cercano y el más reciente del que tenemos memoria.
También sabemos
que la clase dominante colombiana no sólo ha amenazado, asesinado y reprimido
dentro de su propio territorio nacional. No hace demasiado tiempo el
intelectual y dirigente político Narciso Isa Conde, también integrante del
Movimiento Continental Bolivariano, recibió un atentado —afortunadamente
frustrado— en su país, República Dominicana. Como hacían los militares
argentinos de Videla o los chilenos de Pinochet, esta gente vigila, amenaza,
mata y asesina incluso más allá de sus fronteras.
Por eso dejé
pasar las (falsas) notas acusatorias de los servicios de inteligencia de
CATAPULTA. No le di mayor importancia a las “anécdotas” de INTERPOL en México y
al rarísimo e inesperado interrogatorio de la policía en Chile. Pero cuando me
encuentro ahora con esta burda maniobra de la inteligencia militar colombiana,
creo que es hora de hacerlo público. Porque acá hay una coordinación represiva.
Estas “coincidencias” no son casuales. Exactamente la misma información (falsa,
trucada) y el mismo montaje comienza a aparecer en fuerzas represivas de países
distintos.
En la acusación
fraguada, malintencionada y pérfida a la que hago referencia, los agentes de
inteligencia colombianos pretenden señalarme como “uno de los principales
ideólogos de las FARC en este momento”. ¡Qué delirio, Dios mío! Estos fascistas
no sólo son reaccionarios de ultraderecha, además tienen graves problemas
mentales. ¿Cómo se imaginan que alguien que vive en Argentina, a miles de
kilómetros de Colombia, puede ser un ideólogo de una organización de otro país?
Como se han quedado sin los viejos cuentos del “comunismo que viene de Moscú o
de Pekín”, ahora inventan ideólogos… argentinos. No puedo menos que reírme.
Parece un chiste (malo) de argentinos. Los argentinos no sólo han puesto un
Papa en el Vaticano, también controlan a las FARC de Colombia. ¡Qué delirantes!
Y no sólo eso,
me acusan afirmando lo siguiente “y desde las páginas electrónicas de la
organización narcoterrorista “tira línea” [Néstor Kohan] sobre lo que debe ser
el comportamiento de los terroristas en el proceso de La Habana”. ¡Qué
subestimación tiene esta gente de la insurgencia colombiana! ¿Un movimiento
social y político con miles de integrantes, que hace 60 años que lucha en su
país, necesitaría que alguien “le tire línea” sobre los problemas colombianos?
Ni siquiera tengo datos empíricos de la economía colombiana, de la propiedad de
su territorio, del desarrollo de su industria, de los niveles de su comercio
exterior. No conozco ni siquiera las provincias colombianas.
¿Cómo “tirar
línea” sin vivir ahí ni conocer a fondo un país? ¡Qué delirantes!
En su nota
macartista y fraudulenta no se ahorran nada. Me acusan de “terrorista” por
haber colaborado durante muchos años con el Movimiento Sin Tierra (MST) de
Brasil. ¿Quién en su sano juicio piensa hoy que los campesinos brasileños son “terroristas”?
¿Detrás de estas acusaciones no estará la inteligencia de EEUU?
Los milicos de
CATAPULTA me acusan de “terrorista” y “guerrillero” por haber colaborado
durante una década con las madres de plaza de mayo (colaboración absolutamente
gratuita, agrego… para evitar malentendidos, jamás cobré un solo peso).
Los milicos de
Colombia me acusan de “terrorista” por haber trabajado junto a los campesinos
de Brasil y por sugerir que lograr la paz en Colombia es muy difícil debido al
terrorismo de estado de su clase dominante.
Como “pruebas”
incluyen dos notas mías, pequeñísimas. (Estos lúmpenes a sueldo del estado ni
siquiera se tomaron el trabajo de leer los libros míos que ellos citan como un
pecado gravísimo). Una es sobre la paz en Colombia —que ellos rechazan, pues
apuestan a la guerra y a la solución militar del conflicto— y otra es sobre una
vieja biografía del escritor Arturo Alape del que hice una reseña bibliográfica
hace 15 años.
Sobre la
primera nota, “La paz en Colombia”, ni siquiera me había enterado que la
agencia de noticias alternativa anncol la había publicado. Tuve que pinchar el
link de los fachos para enterarme… porque el original salió en una página
española. Si anncol rebotó esa nota, ¿qué problema hay? ¿Es pecado?
Sobre la
segunda nota, citan un pequeñísimo texto que escribí en los años 90 sobre una
biografía de Arturo Alape sobre Marulanda (buenísima, la recomiendo, la publicó
editorial Planeta) que un dirigente sindical argentino nos había regalado, hace
como 15 años, a mi padre y a mí. Una biografía literaria que hasta incluye
elementos de ficción. La biografía se titula Tirofijo: Los sueños y las
montañas. Este texto sobre la biografía de Alape fue escrito en la década del
’90 y lo incorporé al libro Pensar a contramano. Las armas de la crítica y la
crítica de las armas. Buenos Aires, Nuestra América, 2007.pp.289-290. Como los
fachos no leen libros gordos, porque es mucho trabajo, se tomaron de ese texto
donde comparo a las FARC-EP de Colombia con el EZLN de México, trazando
analogías y diferencias. Sí, también viajé a México y participé en un encuentro
del zapatismo (EZLN) en 1996. ¡Qué pecado mortal!
¡Néstor Kohan
defiende la rebeldía del pueblo colombiano!
¡Gravísimo!
¡Llamen a la Inquisición! También defiende a los campesinos de Brasil y a los
indígenas de México y estuvo muchos años junto a las madres de plaza de mayo.
Podrían haber agregado otros “pecados mortales”. Tuve el honor de conocer a
Fidel Castro y a Hugo Chávez. También pude entrevistar a Evo Morales. Michael
Löwy (brasileño, de inspiración trotskista-guevarista) prologó dos libros míos.
Armando Hart Dávalos (cubano, fundador del Movimiento 26 de julio junto a
Fidel) prologó otro texto mío. Osvaldo Bayer (argentino y anarquista) también
prologó un libro mío. ¿Y qué? ¿Piensan identificar, marcar y amenazar de muerte
a todos ellos? Soy amigo de muchos marxistas de España, Francia e Italia.
¿Piensan cruzar el mar e ir a “marcarlos” al otro lado del agua?
En las
acusaciones de estos militares y agentes de inteligencia hay solo un dato
cierto. Formo parte del Movimiento Continental Bolivariano… Es verdad. ¡Y a
mucha honra! Es más, acabo de escribir un libro entero dedicado a Simón Bolívar
y nuestra independencia (Una lectura latinoamericana). ¿Está mal? ¿Tanto miedo
le tienen al fantasma de Simón Bolívar?
Como parte del
Movimiento Continental Bolivariano hemos compartido un montón de clases y
seminarios de estudio con la bandera de Simón Bolívar detrás nuestro (y del Che
Guevara, ya que nuestra Cátedra de Formación Política lleva su nombre). Clases
donde han participado muchos jóvenes estudiantes, trabajadores de fábricas
recuperadas, piqueteros, y militantes populares compartiendo el conocimiento
con profesores, escritores, intelectuales y pensadores como Osvaldo Bayer,
Vicente Zito Lema, Atilio Boron, Jorge Beinstein, Claudio Katz, el embajador de
Palestina en Argentina y varios dirigentes piqueteros. También participaron
profesores brasileños, uruguayos, bolivianos, cubanos, venezolanos y chilenos.
Las fotografías de esas clases y debates con estos profesores e intelectuales
están en Internet. Nunca las ocultamos. ¡Todas clases públicas! ¿Piensan “marcarlos”
y callarlos a todos?
Más allá de lo
personal, quiero hacer una reflexión mínima sobre las preguntas del comienzo.
¿Desapareció el Plan Cóndor? ¿Ya no hay coordinación represiva a escala
continental? ¿Los servicios de inteligencia y los aparatos de “seguridad” (qué
palabra engañosa…) no se pasan información, no coordinan la vigilancia, no
articulan el seguimiento y la represión?
Sus
concepciones, que lamentablemente no quedaron recluidas en el pasado, continúan
operando con objetivos precisos:
(1) Aniquilar
por la fuerza a todo movimiento social rebelde, desde los tímidos movimientos
urbanos y rurales que sólo se proponen reformas puntuales, hasta la
insurgencia. TODOS SON ENEMIGOS. Para ellos todos son “terroristas”.
(2) Aislar a
los rebeldes: el famoso “sacarle el agua al pez” que en los ’60 promovieron los
franceses en Argelia y los norteamericanos en Vietnam, doctrinas que luego se
aplicaron a rajatabla en Nuestra América. Que los rebeldes se queden solitos,
aislados, sin que nadie opine, sin que nadie hable, sin que nadie vea nada.
(3) Golpear a
la cultura de la rebeldía y al pensamiento crítico, considerados como “núcleo
central del adoctrinamiento subversivo-terrorista” (según el teórico militar
argentino Osiris G. Villegas:
Guerra
revolucionaria comunista [Buenos Aires, Pleamar, 1963; primera edición de la
Biblioteca del Oficial del Círculo Militar Argentino, 1962]). La cultura es el
germen de las revoluciones… por eso en ese espacio hay que vigilar, amedrentar,
golpear y si es posible, aniquilar.
(4) Demonizar,
satanizar y generar TERROR entre la juventud, el estudiantado, la
intelectualidad, los periodistas, las abogadas, los profesores y las
profesoras. ¡Qué nadie hable! ¡Qué los escritores no se animen a escribir! ¡Qué
nadie investigue nada! ¡Qué los libros no circulen ni se lean!
(5) Sentar las
bases de los futuros asesinatos selectivos. En Colombia lo vienen haciendo desde
hace décadas. La Triple A argentina (Alianza Anticomunista Argentina) comenzó
igual, señalando futuras víctimas. Amenazando. “Identificando”. Marcando.
No quiero ser
pesimista. Tengo ganas, tengo deseos que las cosas cambien. No me gusta la
cultura “dark” ni hago el culto de la melancolía. Pero tampoco soy ingenuo.
No creo que los
aparatos de represión de este continente se hayan transformado en dulces
monjitas o inocentes carmelitas descalzas. En Argentina, con formas “democráticas”
desapareció Julio Lopez, testigo contra los asesinos militares. Hasta el día de
hoy… “nadie sabe nada”.
No creo en la
sonrisa hipócrita del presidente Obama. Cuanto más sonríe, más golpes de estado
hay. ¿Qué pasó en Honduras? ¿Y en Paraguay? ¿Se desmantelaron las nuevas bases
militares estadounidenses en Colombia? No, no le creo a Obama. Es un rubio
disfrazado de afrodescendiente. Es más de lo mismo. Su multiculturalismo es una
mercancía de shopping que nada tiene que ver con el totalitarismo de su
american way of life que nos pretende imponer de mil maneras, cada día más
sutiles, vigilancia, control y represión incluida.
No le creo al
presidente Santos ni al ex presidente Uribe. Parece que entre ellos están
peleados. La página de inteligencia militar que me “marca”, me señala y
amenaza, critica a Santos, seguramente a favor de Uribe. No conozco esa interna
política de Colombia ni me interesa.
Los nazis
también se peleaban entre ellos pero a la hora de matar, asesinaban todos
juntos.
Cuando me
encuentro ante estas publicaciones amenazantes me acuerdo de algunos viejos,
queridos y admirados desde mi adolescencia.
Jean-Paul
Sartre, por ejemplo, en medio de la histeria colonialista francesa y europea,
se animó a defender los derechos a la rebeldía y a la insurgencia del pueblo de
Argelia. No eran demonios, tenían derechos, dijo Sastre fumando su pipa. No
merecían ser torturados, violados, asesinados. Sartre se puso en contra a todo
el mundo, pero continuó defendiendo a los rebeldes. ¡Y bien que hizo!
Bertrand
Russell, viejito, arrugado, completamente canoso, admirador de Leibniz, amante
de la matemática y la lógica simbólica, se sobrepuso a las amenazas y no dejó
un minuto de condenar la injusta guerra de Vietnam. Incluso lo metieron preso,
pero siguió ejerciendo la solidaridad con la gente humilde y los pueblos
rebeldes, brutalmente quemados y arrasados por el NAPALM de los marines
norteamericanos.
Eric Hobsbawm,
viejito judío rodeado de la flema y la neblina inglesa, al hablar de la
insurgencia colombiana y el pueblo de Marulanda, no dudó en escribir que “En
Colombia se vive la movilización campesina más grande de todo el hemisferio
occidental”. No los nombraba como “terroristas” sino como campesinos
movilizados.
Noam Chomsky,
neurótico obsesivo fascinado por las estructuras del lenguaje y las formas de
racionalidad humana, escribió en su libro Estados Canallas. El imperio de la
fuerza en los asuntos mundiales (Cambridge, South End Press, 2000; Buenos
Aires, Paidos, 2001) que la insurgencia colombiana no constituye una banda de
delincuentes, secuestradores, bandoleros y forajidos y, menos que nada, una “narcoguerrilla
terrorista” sin ideología. ¿También lo van a marcar e identificar como “apologista
de las FARC”? ¿También lo van a amenazar? ¿Van a ir a fotografiarlo hasta su
casa en Estados Unidos?
Al enterarme
que estos milicos, policías y aparatos de inteligencia me señalan con nombre,
apellido y fotografías, me cuesta dormir.
Mentiría si
dijera que no tengo miedo. Sería una bravuconada tonta. Sólo alguien delirante
puede no aferrarse al principio de realidad. Si quieren generar miedo, lo
logran. La cuestión es qué hacemos nosotros con nuestros miedos. ¿Nos
sometemos? ¿Nos anulamos como sujetos? ¿Dejamos de ser quienes somos? ¿Dejamos de
escribir? ¿Abandonamos las clases de formación política? ¿Nos callamos la boca
frente a la larga mano del terrorismo de estado?
Max Horkheimer
decía “La lealtad a la filosofía significa no permitir que el miedo disminuya
nuestra capacidad de pensar”. Y tiene razón. Todavía hoy tiene razón. Hegel,
otro gigante del pensamiento, en su Fenomenología del espíritu escribió que “Solo
si se pone en juego la vida, se conserva la libertad”. Y nuestro querido
Rodolfo Walsh cerraba su carta a los mugrientos asesinos, terroristas de
estado: “sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero
fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos
difíciles”. Por la misma época de Rodolfo Walsh, en plena dictadura militar de
Videla, mi padre fue amenazado de muerte, tuvo que irse de la casa y andar
escondido. Nunca dejó de ser quiera era. No pudieron con él.
Así que no
dejaremos de hacer lo que hacemos. Seguiremos estudiando y escribiendo,
continuaremos con las clases itinerantes de formación política, no dejaremos de
investigar ni de denunciar los crímenes del terrorismo de estado.
Buenos Aires,
24 de mayo de 2013