Piedad: una mujer símbolo de la paz en Colombia |
Horacio Duque.
Todo proceso de cambios
en un régimen político tiene un impacto inexorable sobre los aparatos
armados del Estado que son su principal herramienta de dominio violento.
Las conversaciones de paz
de La Habana que adelanta las Farc con el gobierno tienen una proyección
política sobre el sistema de poder establecido por la oligarquía. La paz es un
vector de cambio que oscila entre la reforma y una revolución social y
política.
Por el momento es visible
el tono reformista. Es lo que permite la correlación de fuerzas. Empero, hay un
principio ético que obliga a los revolucionarios a buscar la conexión natural
entre la modificación parcial y la transformación radical de un sistema social
soportado en la explotación de los seres humanos por
una minoría plutocrática. A establecer los vínculos y flujos entre la
reforma y la revolución en una transición que nadie se inventa porque aparece
como un curso social natural.
Para lo concerniente al
punto de las maquinas de violencia que usan las élites en la conservación del
poder, la experiencia histórica indica que cualquier cambio político incide en
la cohesión y homogeneidad de los militares y policias.
Me podría extender
citando casos. Pero basta con remitirse a la reciente situación del colapso
Egipcio, en que el Ejército visibilizó las fracturas propicias a los
civiles y religiosos que accedieron al poder.
En Portugal el asunto fue
más radical en 1974 y la revolución evaporó la fuerza armada colonial
derechista.
La gigantesca marcha de
ayer nueve de abril en apoyo a la paz, con su tremenda capacidad ontológica
política y el funcionamiento de la Mesa de Conversaciones de La Habana ya
se siente al interior de las Fuerzas Armadas. Es evidente que hasta cierto
momento la hegemonía ideológica y política la ha tenido sobre sus
directivos el señor Uribe Velez, que las corteja con su monserga anticomunista
y retardataria.
La cúpula militar es de
extrema derecha, con inclinaciones fascistas, paramilitares, antidemocratica,
iliberales y pro gringa hasta la médula. Su incompatibilidad con las
claves de la paz democrática es absoluta porque ha construido su
poder con la manipulación de la guerra civil, que sirve para apalancar negocios
de mucha cuantía y privilegios exorbitantes.
Sin embargo, la realidad
es que el gasto militar se tornó insostenible y tiene las dimensiones de una
onerosa carga fiscal que la economía no resiste, peor aún cuando el rendimiento
en el combate decrece con mayor velocidad, aplazando el triunfo militar sobre
la guerrilla revolucionarias y socialistas, por décadas y décadas.
La actual élite dominante
tomó la determinación de resolver el conflicto social y armado por la vía del
dialogo y los acuerdos. Eso cogió fuera de base a los generales y los colocó en
la encrucijada.
Un debate
que parecía sordo, hoy esta perfectamente instalado en la esfera
pública.
Los militares ya están
divididos y eso es bueno para la paz.
Definitivamente hay un
sector (de generales y almirantes), con el infantil Ministro que funge,
que prefiere suicidarse con su ídolo de papel, el señor del Uberrimo,
de la entraña de los tres caines.
Pero hay otro, mas
profesional (de pronto), que le ha puesto cabeza fría al dilema y se ha
colocado en racionalidades politicas más acordes con lo que está viviendo en
estos momentos la nación que tomo la resuelta determinación de superar la
guerra civil y construir una paz estable y duradera. Como lo demostraron los
millones de ciudadanos que desfilaron ayer 9 de abril de la mano del Alcalde Gustavo
Petro y la Marcha Patriotica.
En buena hora.