Presidente Juan Manuel Santos |
Horacio Duque.
Desde hace un año las
encuestas sobre el señor Santos y su reelección por otros cuatro años, eran muy
malas.
Las encuestas de hoy son
peores. De cada 100 colombianos en capacidad de votar, 63 afirman que no lo
harían por él. Casi 50 ciudadanos de cada 100, tiene una imagen
desfavorable de su gestión.
Santos es ya un cadáver
político. No lo revive ni el demonio. Esa percepción era clara hace doce meses.
Hoy es una certeza muy fuerte.
Para distraer el impacto
de este último sondeo, el actual dueño de la Casa de Nariño, sacó un globo
distractor.
Mejor, se invento otra
cortina de humo, en la que se volvió experto, dada su patológica adicción a las
jugadas de poker. Propuso, hace unas horas, hacer una reelección de su actual
mandato por dos años más, es decir, recortar, mediante una reforma
constitucional, el periodo actual de cuatro años, y dejar los siguientes en
seis años. Todo un galimatias para distraer su rampante desprestigio.
Claro está que tal
propuesta de Santos reconoce, de manera implícita, el bloqueo de su proyecto
reeleccionista, anticipado prematuramente desde hace más de un año.
Santos y la opinión
pública coinciden en que el país debe mirar otras opciones, que las hay y más
convenientes para los problemas que siguen carcomiendo la sociedad, agudizando
la crisis sociopolítica.
No creo que el impasse de
la reelección del actual Presidente se deba completamente a la obstrucción
de Uribe que incide, obviamente. Tal situación es más consecuencia de
otros problemas que han afectado las mayorías populares y nacionales.
Los enumero.
El asunto de los
"falsos positivos", que es autoría del funcionario cuando se
desempeño como Ministro de Defensa de Uribe Velez, que significó el asesinato,
por parte del Ejercito, de miles de jóvenes inocentes, presentados como
guerrilleros para cobrar recompensas con cargo al presupuesto del Estado. Este
fue un episodio dantesco que afectó profundamente la sensibilidad
mayoritaria de Colombia. Con el agravante que Santos ha promovido un nuevo
estatuto legal del fuero militar para dejar todo en la impunidad. Intención que
no parece compartir la Corte Penal Internacional, la cual adelanta una rigurosa
investigación penal sobre terreno, mediante visitas a Bogotá, para recaudar las
pruebas que comprometen a generales y Ministros de la Defensa.
El ataque, en el año
2008, al Ecuador para asesinar al comandante guerrillero Raul Reyes y sus
compañeros, pisoteando las normas del derecho internacional y
la soberanía de otra nación.
La pérdida de 100
mil kilómetros cuadrados del Mar Caribe de San Andrés, ante los
reclamos de la República Sandinista de Nicaragua, que adelanto un brillante
litigio en el Tribunal de La Haya para reivindicar derechos cercenados en 1928,
mediante componendas de la burguesía con el imperialismo yanqui. La mediocre
gestión de la Canciller y sus torpes delegados en Europa, derivaron en el
fiasco territorial que hizo recordar la pérdida de Panamá en 1902. Este hecho
fue un golpe demoledor para el actual gobierno y su flamante Jefe.
La reforma tributaria
aprobada al finalizar el año 2012, la cual ha significado un descomunal golpe
para los trabajadores, los empleados, los profesionales y las clases medias, asfixiadas
por la cascada de impuestos como el IMAN y el IVA ampliado. Con el agravante de
una exorbitante exoneracion fiscal, de miles de millones de dólares, para las
multinacionales y los conglomerados financieros.
La ampliación de la
crisis de la salud, encuadrada en los patrones del mercantilismo y el despojo,
mediante la corrupción y la negación de este derecho fundamental, con la
eliminación de la acción de tutela como instrumento de amparo ante el bloqueo
deliberado de los operados con registro estatal.
La entrega de los
presupuestos estatales a los jefes del clientelismo, mediante cupos
indicativos, acordado con los gamonales del legislativo que conforman las
mayorías oficialistas. Son miles de millones de pesos que van a parar a las
camarillas politiqueras que se enriquecen con sus familias mediante
licitaciones fraudulentas acomodadas a conveniencia
sin vergüenza alguna.
El fracaso de la reforma
a la justicia tramitada en contubernio con los legisladores para dejar en la
impunidad la parapolítica y los delitos de los caciques de los partidos
santistas.
La privatización de la
educación y la represión violenta de la movilización estudiantil universitaria
que sigue demandando una reforma democrática de la enseñanza pública.
El asesinato de sindicalistas,
de lideres populares, de defensores de los derechos humanos, de indigenas, de
mujeres y de campesinos. Es protuberante la complicidad de los aparatos armados
oficiales con los grupos neoparamilitares que asesinan a los reclamantes de
tierras, a los desplazados y a las victimas del terror del latifundismo y la
ultraderecha.
El fracaso de la ley de
tierras y reparación de víctimas, presentada como una revolución agraria que
con el paso de los días tomó la forma de una contrarrevolución campesina de la
que se favorece en gran latifundio, el agronegocio y la explotación minera de
las multinacionales. Además de los politiqueros que convirtieron las
reparaciones proyectadas por 45 billones para su reproducción electoral en las
regiones.
La corrupción con las
regalías petroleras, desviadas hacia los carruseles de la contratación, donde
meten sus manos los grandes caciques electorales.
El desfalco de los
dineros apropiados para atender las victimas de las crueles olas invernales que
golpearon millones de colombianos en los últimos años.
La ineficiencia
gubernamental en la gestión de proyectos estratégicos como la construcción de
las dobles calzadas para facilitar la movilidad de millones de personas entre
las distintas regiones del territorio nacional.
La clientelizacion y
manipulación de millones de pobres con programas asistencialistas como familias
en acción, jóvenes en acción y viviendas gratis, que son un insulto a
la dignidad y decoro de los ciudadanos.
La corrupción del sistema
electoral y la prevalencia del cohecho en las contiendas electorales, en
perjuicio de los grupos de izquierda y democráticos que ejercen la oposición
formulando alternativas de cambio para superar la crisis de la sociedad.
La quiebra de la
industria nacional y la agricultura por efecto de la revaluación del peso,
mediante la manipulación de la tasa de cambio y los fondos en dolares que
genera el modelo extractivista minero.
Estos son los más agudos
problemas que explican la caída abisma del señor Santos y la
inviabilidad de su pretensión reeleccionista, así sea por dos años más, que es
apenas una penosa cortina de humo.
Desde luego, en este
análisis, es necesario plantearse algunas conjeturas sobre otros escenarios
inmediatos que deben implicar una gran coalición popular alternativa al poder
de la oligarquía dominante. Sobre ese asunto volveremos en otra oportunidad.