miércoles, 17 de abril de 2013

Pensamiento Crítico y Sabor a Amenaza





Manuel Humberto Restrepo Domínguez

Usualmente en las Universidades colombianas se aborda el conocimiento desde dos ópticas de pensamiento. De una parte se enseña desde la fórmula tradicional, sostenida en un enfoque lógico formal que se acompaña de “verdades insustituibles”, tablas de verdad y análisis abstractos en los que priman las consecuencias y los hechos resultantes de los fenómenos, pero que dejan afuera las causas, los orígenes y la memoria de los fenómenos y los conflictos. De otra parte se habla desde una postura de Pensamiento Crítico, basado en el análisis de la totalidad, en la comprensión de la realidad, en la integración de teoría y práctica y en la ubicación de los fenómenos en contexto y en concreto, no en un mundo ideal o figurado si no en el que ocurren los conflictos de los que se desprenden las transformaciones. 

El Pensamiento Crítico examina la estructura de los razonamientos y de la realidad concreta, material, se detiene en la búsqueda de fundamentos y en las relaciones de poder que median lo que ocurre en la vida diaria de las personas, toma partido por los débiles, los vulnerados, los negados, los que históricamente pretenden ser eliminados, convertidos en disidentes, en exiliados, en parias condenados al ostracismo.

El Pensamiento Crítico apuesta por superar las prácticas de dominación, de sujeción, de explotación, aboga por la justicia, pone en evidencia lo que subyace, lo que está debajo de las decisiones y revela las verdades que se ocultan para imponer el interés particular en nombre del interés general. En el Pensamiento Crítico, la ética, la estética, la política, se juntan configuran marcos de relaciones favorables al dialogo, a la convivencia, superpone los acontecimientos a las dualidades tradicionales de amigo-enemigo, liberal-conservador, izquierda-derecha, modernidad-posmodernidad.

El Pensamiento Crítico propone otras maneras de pensar y de vivir, su propósito se aleja de los cánones de la destrucción que propone el poder tradicional responsable de la guerra y de abominables técnicas de terror y en cambio se afianza en construir un pensamiento profundo, reflexivo y en contexto y unos modos de acción solidarios y colectivos. El Pensamiento Crítico contribuye a entender lo complejo y a distinguir éticamente lo que es razonable y humano y lo que está en el ámbito de las distorsiones. El Pensamiento Crítico, en síntesis, se preocupa por comprender y transformar.

El estado de guerra que se ha tomado las estructuras de la educación, de la política, de la cultura y en general de la vida cotidiana, se ha esforzado por invertir de manera estratégica el sentido del Pensamiento Crítico con el objeto de invalidarlo, anularlo, eliminarlo y de manera paralela deshacerse de quienes lo invocan, evocan y anuncian como base de su postura ante el mundo. Las directivas universitarias  de hoy tienen la tendencia mayoritaria a no tolerar el pensamiento crítico, que cuestiona sus modos de gobernar y administrar, pone en evidencia las relaciones con poderes ajenos al saber y su temor principal es ser descubiertas en las técnicas de acción que pueden llegar a comprometer lo legal con lo ilegal. Hay casos ejemplares recientes en la historia de Colombia como el proceso que llevó a la rectoría de la Universidad de Córdoba al representante directo de los paramilitares o la complicidad de un rector de la UIS descubierto por los estudiantes entregando bases de datos de los llamados críticos de su gobierno al paramilitarismo.
En los dos casos se produjeron los asesinatos respectivos según los cálculos políticos de los condenados por el pensamiento tradicional que defiende a toda costa y por fuera de todo principio su statu quo, privilegios y cargos.

Denuncia y sabor a amenaza

A manera de denuncia pública la maestría en derechos humanos, (ofrecida a través de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia), ha sido conminada por el Consejo de la Facultad de Derecho, órgano oficial de dirección a “reconceptualizar su modelo de pensamiento crítico”, es decir a cambiar su postura, su enfoque, a obedecer sin objeciones las ordenes, a riesgo de que su desobediencia termine en la “compulsa de copias”. La carta señala invalida además  investigación, docencia, investigación y publicaciones, esto es las expresiones del Pensamiento Crítico expuesto en libros colectivos como; Lectura crítica de los derechos humanos a 20 años de la Constitucion colombiana; Derechos humanos en Tiempos de Globalización y Neoparamilitarismo en Colombia. El profesorado de dicha maestría procede de distintas universidades, ONG y grupos de investigación de reconocido prestigio, que centran su compromiso académico-social en interpretar de manera crítica tanto la persistencia de la guerra y voracidad de empresarios, políticos y militares obsesionados con eliminar lo que les resulte disidente, contrario a sus propósitos.

En 2012 la maestría realizó el Seminario: Derechos humanos, Barbarie, Paz que congrego a expertos de América Latina, Colombia y Europa junto a delegados de las organizaciones sociales: Minga de Resistencia Indígena, Marcha Patriótica, Congreso de los Pueblos y MANE, cuyo encuentro -entre academia y organizaciones sociales- concluyó con un llamado a fortalecer la lucha social y la participación académica para alcanzar la paz como un derecho humano.

La carta enviada por el Consejo de la facultad de derecho -constituido por un minoritario grupo de directivos- se refiere a la maestría, deja un sabor a amenaza, que como es obvio recae en su equipo profesoral de Pensamiento Crítico compuesto por 20 profesores/as investigadores/as en los campos de los derechos humanos, el conflicto social y armado y las estructuras del poder, y en más de 120 estudiantes. La carta es un ultraje que conmina a hacer silencio. Es una carta de improperios, combinada con minucias y estrategias de sometimiento, que en todo caso resulta desafortunada para la universidad. En particular para la Universidad que construyen miles de personas, la de los estudiantes que llevan la rebeldía en su corazón y levantan su voz y agitan sus banderas, la de investigadores/as que no hacen del conocimiento una pasión para construir otras realidades, la de hombres y mujeres que con su disposición diaria de trabajo han sostenido una idea y un modo de ser universitarios, honestos. La carta es desafortunada pero es real. Alienta a los impostores y a los autoritarios, pero pone en desventaja las capacidades intelectuales y de lucha de la otra universidad, la que tiene sueños y edifica su grandeza sobre la justicia, el debate, la pluralidad y que afortunadamente no puede, jamás podrá sentirse representada por quienes suscriben con lenguaje burdo, absurdo, ridículo, despótico, desmedido y vulgar una carta oficial que no dista en nada de cualquier panfleto de los “patrones”. 

P.D. Gracias por las múltiples cartas de solidaridad, por el apoyo para dar esta lucha que apenas comienza y gracias por el afecto con este grupo de trabajo