Horacio Duque Giraldo |
Horacio Duque.
No soy un francotirador
de la revolución bolivariana que por años lideró el Presidente
Hugo Chávez y ahora está en manos de un equipo que encabeza el nuevo
Presidente de Venezuela, Nicolas Maduro, quien ha obtenido una clara
victoria electoral el pasado 14 de abril.
Tampoco soy un
aprovechado que se pegó al proceso socialista para sacar beneficios personales
como si ocurre con otros que se disfrazaron de "socialistas" y
llegaron desde Colombia a organizar negocios de comercio exterior para engordar
sus bolsillos de piratas.
Desde los años 90 he
acompañado con mis posiciones todo el trabajo de Hugo Chávez y sus propuestas
de cambio para Venezuela. A los comunistas de Venezuela me unen lazos muy
estrechos y la admiración por su lucha perseverante contra el capitalismo y el
imperialismo expoliador de la riqueza petrolera. Se de su trabajo
abnegado.
La premisa de estas
observaciones es la buena fe y la voluntad de hacer uso de la crítica y
autocritica revolucionaria para defender el proceso de cambios que ocurren en
Venezuela y que se dan en favor de las grandes mayorías populares.
Ayer, en el día de las
elecciones para escoger el reemplazo presidencial del inmortal Chávez, las
cosas no salieron muy bien. El socialismo sufrió un aprieto, de no menor
cuantía.
La derecha y el
imperialismo se anotaron un golpe político porque estrecharon su margen con el
voto popular que eligió a Maduro. Apenas son 300 mil votos de diferencia,
cuando en octubre del 2012, la suma era superior a los 2 millones de votos.
¿Qué pasó?, es la
pregunta que muchos nos hacemos. Las respuestas son varias y con el correr de
los días el análisis político permitirá comprender la dimensión del
tropiezo.
Una respuesta inicial nos
remite a los códigos de la contrarrevolución en curso que hace uso de todos los
recursos para destruir el gobierno bolivariano. Eso ya lo tenemos muy sabido.
Lo que necesita una
reflexión más ponderada son los errores de nuestro lado, que facilitan el
discurso y la estrategia de la derecha y su candidato Capriles.
Los mismos se han
identificado y se repiten en muchos diagnósticos: violencia urbana, corrupción
sin límites, burocratismo estatal, ineficiencia pública, desabastecimiento
alimentario, inflación, malos salarios, devaluación, estancamiento industrial,
agricultura paralizada, incoherencia ideológica, pensamiento débil y
deficiencias en la organización del partido o la fuerza política de la
revolución.
La revolución bolivariana
ha vivido momentos muy difíciles como los que ocurrieron con las huelgas, paro
petrolero y golpe de Estado, entre los años 2002 y 2003 cuando el PIB se
contrajo casi en un 8%. También en la derrota del referendo del 2007.
Esos momentos azarosos
fueron una muy dura advertencia política y el Presidente Chávez tomó
nota rápidamente implementando los planes adecuadas para sortearlos. Recuerdo
las tres "R".
Con el resultado de ayer
algunos hacen triunfalismo. Craso error.
Lo que procede es el
análisis de los problemas que gravitan en el curso político. Es necesario hacer
la valoración cualitativa y cuantitativa de cada fenómeno. De la corrupción, de
la inseguridad, del desabastecimiento, etc.
Una vez establecidas las
tendencias es prioritario entrar a corregir y avanzar en otros objetivos que
profundicen la revolución y el Socialismo del siglo XXI.
Lo pero es actuar en la
dirección de configurar un bloque con la derecha, argumentando hipotesis como
las de la unidad y la salvación nacional.
San Cristobal, 15 de
abril del 2013