lunes, 8 de abril de 2013

Y llegó el 9 de abril con la paz en traje de gala, no se seda





Y llegó el 9 de abril con la paz en traje de gala, no de seda.

Horacio Duque.

Ríos humanos corren por toda la geografía nacional engrosando la gran movilización del 9 de abril por la paz con justicia social y para salir del neoliberalismo.

Campesinos salidos de los puntos más distantes de la geografía nacional y en un esfuerzo heroico comprometen su conciencia y voluntad con el proyecto emancipatorio  que acompaña los diálogos de paz en La Habana. Igual actúan trabajadores, mujeres, estudiantes y ciudadanos agotados con el infierno de la guerra que la oligarquía de este país mantiene a perpetuidad.

La paz se adereza y llega con traje de gala a una celebración histórica en la Plaza de Bolívar de Bogotá.

Ha sido encomiable e inteligente el trabajo de la Marcha Patriótica y sus principales líderes, de Progresistas, del Congreso de los pueblos, de los sindicatos, de los liberales progresistas, de los conservadores modernos, de la iglesia, de las iglesias y de millares de organizaciones populares concertadas para este objetivo de dar legitimidad a los diálogos de paz que se realizan en Cuba.

No participan los eternos promotores de la violencia, la ultraderecha recalcitrante y ciertas perlas cargadas de dogmatismo y sectarismo adobado con argumentos de extremaizquierda trasnochada.

La paz adquiere el tamaño del sueño gaitanista, se alimenta de las fuentes esenciales de nuestra mentalidad. Y si Santos concurre para confundirse con el caudal popular, lo mismo significa una rectificación histórica que no se puede omitir. No es que el 9 de abril sea santista sino que el santismo determinó corregir la contravía.

El que no vea eso es porque está ciego o sufre de una tremenda enfermedad política llamada sectarismo/dogmatismo. Por nuestra parte hace rato nos curamos de esos males. 

Por encima de todo está la paz de Colombia y los enormes potenciales de la misma par avanzar en la salida del neoliberalismo que destruye socialmente a nuestra nación. 

En suma, no es de seda que llegará vestida la paz a la Plaza Mayor de la Capital. Porque allí se encontrarán los que son, incluido el Presidente Santos que cada vez se decide más por la paz y la salida efectiva del conflicto social y armado.

Asumir ese hecho es lo que demanda un principio elemental de realidad política.