El horror de las minas antipersonales de gran "utilidad" para el ejército colombiano |
[Cambio Total]
Abajo publicamos un artículo que devela la posición de los militares sobre la guerra y el uso de minas antipersonales. Léalo, analíselo con cuidado y saque sus conclusiones.
El artículo dice así:
"Colombia debe renunciar al Tratado de Ottawa, y recuperar su capacidad para fabricar minas antipersonal. Esto es fundamental para el desarrollo de una guerra asimétrica, que nos permita enfrentar a enemigos militarmente superiores.
Abajo publicamos un artículo que devela la posición de los militares sobre la guerra y el uso de minas antipersonales. Léalo, analíselo con cuidado y saque sus conclusiones.
El artículo dice así:
"Colombia debe renunciar al Tratado de Ottawa, y recuperar su capacidad para fabricar minas antipersonal. Esto es fundamental para el desarrollo de una guerra asimétrica, que nos permita enfrentar a enemigos militarmente superiores.
Tras la firma de los
acuerdos de Ottawa, para la eliminación de las minas antipersonal de los
inventarios militares de los países signatarios, desde 1999 el Gobierno de
Colombia renunció a la elaboración, almacenamiento y uso de las minas
antipersonal. ¿Hicimos lo correcto?
Una mina es un arma
compuesta por una carga explosiva, un sistema de detonación, y un contenedor o
carcasa. La mina terrestre está concebida para ser usada como un factor de
contramovilidad, es decir, para detener o retardar el avance del enemigo. Las
minas terrestres son de dos tipos: la antitanque y la antipersonal, la primera
persigue inutilizar vehículos y la segunda afectar al personal que se desplaza
a píe. Normalmente las minas se entierran, lo que ocasiona que la víctima
detone el artefacto estando totalmente desprevenida.
Una mina que se activa
tiene un efecto sicológico tremendo, por varias razones. En primer
lugar, si se trata de una mina antipersonal, esta no busca matar a la víctima
sino mutilarla, causarle graves heridas. De esta forma los gritos, la sangre y
la visión del mutilado, desmoralizan gravemente a sus compañeros. Quienes
además de quedar conmocionados al ver a su compañero/amigo en tales
condiciones, deben auxiliarle, necesitándose al menos dos hombres para
evacuarlo, de esta forma una mina deja fuera del combate a tres enemigos. La
unidad militar afectada se detiene para evaluar si era una mina solitaria
colocada aleatoriamente por el enemigo, o por el contrario se trata de un campo
minado con múltiples minas, y de ser así deberán tomarse medidas para señalizar
o desactivar dicho campo minado. En cualquier caso, lo importante para quien
sembró la(s) mina(s) era detener al enemigo para poder escapar o por el
contrario para atacarle una vez está detenido y concentrado, impedirle el paso
por un sector, obligarlo a desviarse, dar un rodeo, o quizá canalizarlo a una
zona de aniquilación. Las minas son armas de baja tecnología, implacables, no
sienten compasión por nadie, y son capaces de detener por algún tiempo a un
ejército enemigo superior, a un costo ínfimo.
¿Cómo
obligas a un soldado a que avance, si él cree que al frente hay un campo
minado?, ¿cómo borras de su mente la imagen desgarradora de su compañero sin
piernas y bañado en sangre?, ¿cómo mantienes la moral en alto una vez que tu
unidad ha sido víctima de las minas?, he ahí la efectividad de las minas
terrestres en la guerra.
Desde el punto de vista
estrictamente militar, las minas permiten que una fuerza organizada pueda
superar a otra más numerosa. Lo que es el propósito fundamental en las guerras
asimétricas o guerras de cuarta generación, y también el propósito de la guerra
de guerrillas. También permiten asegurar amplias zonas de territorio con el
mínimo uso de personal. Por esto último algunos países han usado miles de minas
en sus fronteras para bloquear el paso por tierra a potenciales enemigos.
El problema con las
minas es que no discriminan entre tropas amigas, enemigas, personal civil,
niños, ganado, tanques o ambulancias. Una vez sembrada, la mina queda a la
espera de que una víctima la active, algunas pueden estar a la espera por
décadas. Es decir, que durante o después del conflicto, las minas pueden hacer
daño a personas inocentes.
Hoy en día se considera
que es inhumano causar sufrimiento innecesario al enemigo, por ello si el
combate es inevitable, lo más “humanitario” es matar al enemigo sin que este
sufra. Bajo esta premisa, y teniendo en cuenta además que las minas afectan
también a la población civil, éstas son consideradas de lo peor. Es por ello
que a la fecha y de acuerdo a un tratado internacional firmado en Ottawa,
Canadá, 144 países han ilegalizado el uso y posesión de minas antipersonal por
parte de sus ejércitos. Las únicas democracias occidentales que no las han
prohibido son los Estados Unidos y Finlandia. Otros países, como China, Rusia,
Israel y Corea del Norte -entre otros- continúan también fabricándolas y
utilizándolas.
A pesar de que sembrar
minas terrestres es relativamente barato y simple, la tarea de detectarlas y
retirarlas es típicamente cara, lenta y peligrosa. Las razones son varias. Los
campos minados generalmente se señalizan, y los ingenieros militares que los
“siembran” elaboran detallados croquis o planos con la ubicación de cada mina.
Sin embargo, con el pasar del tiempo, las
lluvias, la erosión producto de las lluvias, o los deslizamientos de tierras,
ocasionan que las minas se muevan de su lugar original, dejando inutilizado el
croquis. Otro problema es cuando las minas se siembran por medios aéreos o
usando proyectiles, las minas quedan dispersas y sin ningún orden o
señalización. En cualquier caso, es posible que la utilidad táctica
del campo minado se pierda en poco tiempo, pero el problema de tener que
desminar el terreno persiste, junto con el peligro para las propias tropas y
para la población civil.
EL TRATADO DE OTTAWA
El tratado de Ottawa
entró en vigor el 1 de marzo de 1999, siendo el resultado de una campaña
internacional para la prohibición de las minas terrestres que comenzó en 1992,
y que ganó el premio Nobel de la Paz en 1997. Sus firmantes se comprometieron a
no usar, desarrollar, fabricar, almacenar o comerciar con minas antipersonal.
Las existencias debieron ser destruidas en los cuatro años siguientes a la
firma del tratado. Fue firmado originalmente por 122 países en 1997. Entre los países
que no han firmado, los más grandes son la China, la India, los Estados Unidos
y Rusia.
Se afirma que EE. UU. se
niega a firmar el tratado para no permitir una "excepción coreana",
ya que las minas terrestres son un elemento vital en la estrategia militar
estadounidense en Corea. Según el gobierno estadounidense, el millón de minas
de la zona desmilitarizada entre Corea del Norte y Corea del Sur ayudan a
mantener la delicada paz al impedirle a Corea del Norte atacar a su vecino del
sur. EE.UU. afirma estar investigando nuevas tecnologías capaces de reemplazar
las minas en Corea.
Actualmente, sólo 15
países siguen fabricando (o no han renunciado a fabricar) minas antipersonal:
China, Corea del Norte, Corea del Sur, Cuba, Egipto, Estados Unidos, India,
Irán, Irak, Birmania, Nepal, Pakistán, Rusia, Singapur y Vietnam. La mayor
empresa fabricante de minas antipersonal es Claymore Inc, en Estados Unidos,
que produce las minas de su mismo nombre.
Algunas preguntas a las
que deberíamos intentar dar respuesta son: ¿qué motivó a nuestro gobierno a
renunciar a las minas, cuando esos otros países no lo hicieron?; ¿por qué esos
otros países no renunciaron a las minas?, ¿cómo afecta este tratado nuestras
capacidades de defensa?, entre otras.
ESTADISTICAS SOBRE LAS
VÍCTIMAS DE LAS MINAS
Víctimas Minas
Antipersonal en el Mundo
De acuerdo con
información del Landmine Monitor 2011, en el año 2010 se reportaron un total de
4.191 víctimas de minas antipersonal en el mundo, en comparación con la 3.956
reportadas en 2009. Ello, significa un aumento del 6%. Del total de las
víctimas, 2.952 (70%) son civiles, 962 (23%) son miembros de la Fuerza Pública,
131 (3%) son desminadores, mientras que de los 146 (4%) restantes no se tiene
información. Así mismo, el 49% de las víctimas (2.059) fueron hombres, el 10%
(420) mujeres y sobre el 41% (1.712) restante no se tiene información. En
cuanto a la edad, 1.066 (25%) se reportaron como menores de edad, 2.498 (60%)
como mayores de edad, mientras que sobre 627 (15%) no se tiene información.
Colombia: Víctimas
Civiles y Víctimas de la Fuerza Pública por Mina Antipersonal (MAP) y Munición
sin Explotar (MUSE)
De acuerdo con las
estadísticas consignadas en el sistema de gestión de información del Programa Presidencial
para la Acción Integral contra Minas Antipersonal (PAICMA), en el periodo 1990
– Marzo de 2012, se registraron un total de 9.786 víctimas por MAP y MUSE. De
éstas, el 38% (3.695) son civiles y el 62% (6.091) miembros de la Fuerza
Pública. Entre enero y marzo de 2012, se registraron un total de 131 víctimas,
65 (50%) civiles y 66 (50%) militares.
Del total de víctimas
reportadas en el periodo 1990 – Marzo de 2012, el 79% (7.736) resultó herida y
el 21% (2.050) murió. De los 3.695 afectados civiles, 2.967 (80%) resultaron
heridos y 728 (20%) murieron. De los 6.091 miembros de la Fuerza Pública
afectados, 4.769 (78%) quedaron heridos y 1.322 (22%) fallecieron. Entre enero
y marzo de 2012, 55 civiles y 60 miembros de la Fuerza Pública quedaron heridos;
10 civiles y 6 miembros de la Fuerza Pública murieron.
En el año 2011 se
reportaron un total de 538 víctimas de minas antipersonal en Colombia. Esto
significa que en 2011 hubo en promedio 1,5 víctimas por día.
LAS MINAS DE LAS FARC
El arma más efectiva en
manos de las FARC son las minas antipersonal. A pesar de todo el rechazo
nacional e internacional que esto causa, a pesar de que el Gobierno Nacional
haya firmado y ratificado el Tratado de Ottawa, a pesar de poner a desfilar en
sillas de ruedas a los soldados y policías víctimas de minas antipersonal, a
pesar de denunciar una y otra vez a las FARC ante los organismos internacional
de derechos humanos, ellos no van a renunciar a su más efectiva arma, porque
como ya se explicó:
a) Con estos artefactos explosivos se puede detener a una unidad militar
más numerosa que la propia. Permitiendo a sus hombres emboscar unidades más
poderosas, proteger zonas campamentarias, o escapar de una persecución de las
tropas gubernamentales.
b) Al herir a un enemigo con una mina antipersonal, se necesita que al
menos dos de sus compañeros se dispongan a evacuarlo, sustrayendo del combate a
tres enemigos.
c) La unidad militar a la que pertenece el herido, queda temporalmente
en shock y con la moral baja. Si no se controlan podrían cometer algunos
excesos en busca de venganza. Lo cual -de ocurrir- dañaría terriblemente la
imagen de las instituciones.
d) La evacuación de un herido por mina antipersonal, hace necesaria la
movilización de helicópteros especializados, aviones ambulancia, así como la
disposición sobre el terreno de hospitales de campaña. Todo esto implica costos
para el Estado, en equipos, combustible, personal, etc.
e) El herido sale de la guerra. En Colombia esto es un problema
multidimensional, que incluye consideraciones económicas y tácticas, ya que no
se trata de soldados conscriptos, sino de soldados profesionales, en los que se
ha invertido mucho tiempo y dinero en entrenamiento.
f) El herido requiere cuidados especializados, así como terapia sicológica
y fisiológica, hay que proporcionarle una prótesis, y hay que pagarle una
pensión, pues resultó mutilado en actos del servicio. Si muere hay que
indemnizar a la familia. Todo esto incrementa los costos para el Estado. Ya
vimos que desde 1990 ha
habido 6.091 víctimas de minas en la Fuerza Pública, pero es que a los 3.695
civiles también hay que atenderlos.
g) La visión del excombatiente mutilado da una impresión de derrota. No
es frecuente ver a los mutilados de la guerrilla por lo que no hay forma de comparar.
h) Es posible que la muerte o mutilación de civiles debida a minas de la
FARC, termine por darle a ese grupo cierto poder sicológico sobre la población,
en especial la rural. Por ejemplo: bastaría con que un jefe guerrillero le
dijera a la gente de un pueblo, “a este y este sector no vayan por que está
minado”, para que automáticamente nadie se apareciera por allá. Pudiendo
incluso no ser cierto que hay minas. Además,
i) La FARC ha desarrollado minas de fabricación artesanal, en varias
versiones y para diferentes propósitos, incluyendo por supuesto minas
antitanque y minas antipersonal, lo que les permite tener una dotación
permanente de estas armas a pesar del Tratado de Ottawa. No dependen de
proveedores de armas externos, adquieren los explosivos en el mercado negro, y
los demás materiales se encuentran fácilmente en el mercado nacional.
Hay un problema al
afirmar que el uso de minas es un acto propio de un terrorista, en el entendido
de que hasta hace poco nuestro propio Ejército, compraba, almacenaba y usaba
minas antipersonal, e incluso la Industria Militar, INDUMIL, fabricaba una
versión nacional. También hay un problema al considerar que nuestro principal
aliado internacional, los Estados Unidos de América, es actualmente el
principal productor y usuario de minas antipersonal.
Sin ánimo de ahondar en
el espinoso tema de la acomodaticia terminología legal, aunque es claro para la
mayoría que las FARC son un grupo terrorista, hay que aclarar que las minas no
son “armas terroristas” per se. Y que a pesar de los daños que causan a la
población civil, las FARC saben que esa es su arma más efectiva, ellos no han
firmado ningún tratado contra las minas antipersonal, y jamás van a renunciar a
ellas.
Por ello, es perder el
tiempo continuar con las denuncias sobe el uso de las minas antipersonal por
parte de las FARC. Nuestros soldados deben continuar preparándose para
neutralizar esas armas, desarrollando tácticas y técnicas para la guerra de
minas, y deben mantenerse alertas, velando por su propia seguridad y por la de
los colombianos inocentes que podrían ser víctimas de estas armas sembradas por
los enemigos de la paz.
Además de perder el
tiempo haciendo reclamos humanitarios a quienes no le interesan esos reclamos,
es contraproducente porque estamos poniendo en la mente de nuestra propia
población la idea de que las minas son algo malo y perverso -propio de un
terrorista-, cuando en realidad son un arma que aunque ahora está en las manos
equivocadas, es tremendamente útil para la seguridad nacional.
POR QUÉ NO DEBIMOS
RENUNCIAR A LAS MINAS
Teníamos la capacidad de
fabricar minas antipersonal en el país, teníamos la patente y las maquinarias,
llegamos a fabricar y usar grandes lotes de dichas minas en la protección de bases
militares ubicadas en lugares realmente peligrosos, con el tiempo podríamos
haber reducido a cero la necesidad de importar estas armas al fabricarlas
nacionalmente, pero por alguna razón decidimos renunciar a todo eso. Mi
conclusión, es que los líderes de nuestro Gobierno lo hicieron para demostrar
lo civilizados que son, en contraste con las FARC que aun usa esas “perversas”
armas.
Supongo que esperaban
mayores consecuencias para las FARC, pero más allá de alguna ocasional condena
verbal, nada ha pasado, excepto que la FARC cada día usa más y mejores minas de
fabricación artesanal, y que ahora nuestras Fuerzas Militares no tienen en su
arsenal estas baratas y valiosas herramientas para la defensa nacional, e
Indumil ya no tiene la capacidad para fabricarlas.
A veces seguir la
tendencia mundial no es lo adecuado, pues esa tendencia puede haber sido
iniciada por intereses contrarios a los nuestros. Me explico. El tratado de
Ottawa no surgió de repente, es el resultado de un proceso, de una campaña “internacional”
que comenzó formalmente en 1992, y que encontró eco en muchas organizaciones
humanitarias, de derechos humanos, y en millones de personas buenas, es de
suponerse que ese era el propósito de dicha campaña. En 1997 la iniciativa gana
el Premio Nobel de la Paz, dándole aun mayor realce, y en 1999 entra en vigor,
obligando a los Estados firmantes a renunciar a las minas antipersonal. ¿Qué
estaba pasando en el mundo en 1992?, ¿Cuál era el contexto en el que esta
iniciativa nace y cobra fuerza? La Guerra Fría.
Canadá, país de la OTAN,
vecino de los Estados Unidos, y una de las potencias occidentales enfrentada a
la URSS y sus satélites del Pacto de Varsovia, lanza esta iniciativa esperando
desarmar a los pequeños países adversos o potencialmente adversos a los
propósitos de la alianza atlántica, permitiéndoles intervenciones menos
cruentas. Está vivo el recuerdo de la Guerra de Vietnam, donde los vetnamitas
hicieron un uso extensivo de las minas y trampas explosivas, causando una
constante sangría a las tropas estadounidenses y a sus aliados, está vivo el
recuerdo de Afghanistán, donde las tropas rusas hicieron un uso extensivo de
las minas, para contrarrestar a los rebeldes apoyados por los Estados Unidos y
otras potencias occidentales, está reciente el recuerdo de las guerras
africanas y centroamericanas, donde las minas constituyen un factor
imprevisible que causa bajas constantes a las tropas de las potencias
occidentales y a sus aliados.
Teniendo todo lo
anterior en cuenta, y considerándolo como parte de un complejo proceso que en
muchos frentes buscaba el debilitamiento de los países comunistas, sus aliados,
así como también de los países no-alineados, podemos concluir que las mentes
maestras que lo pensaron, tuvieron éxito, tanto que terminaron logrando el
colapso de la URSS, el alineamiento en la OTAN de los países de Europa Oriental
que antes estaban adscritos al Pacto de Varsovia, y el posicionamiento
estratégico de tropas en lugares que antes le estaban vedados a occidente. Y
como si fuese poco, ahora pueden invadir a la mayoría de los países del mundo,
con la certeza de que no encontrarán el estorbo de esas peligrosas minas
antipersonal. Nosotros también caímos en la trampa.
Las alianzas y los
intereses cambian continuamente. Nuestro Gobierno debería tener su mayor
compromiso con su propio pueblo, con sus propias Fuerzas Armadas. En este
sentido, de manera poco reflexiva -e incluso traidora-, a través de la firma de
ese tratado se privó a nuestro Ejército de una herramienta fundamental para la
guerra asimétrica, una herramienta que ayudaría a enfrentar a enemigos
superiores que podrían llegar a invadir nuestro territorio. ¿Qué los demás
tampoco tienen minas?, eso no interesa, el país que tenga la capacidad para
invadirnos, no las necesita.
Renunciemos al Tratado
de Ottawa, recuperemos nuestra capacidad para fabricar minas antipersonal, y
creemos stocks estratégicos y reservas, que en un futuro nos permitan actuar
contra potenciales agresores que tengan superioridad militar. O corramos el riesgo
de que llegado el momento, tengamos que recurrir a las FARC para que nos ayude
con el tema de las minas y la guerra asimétrica.
Sociólogo DOUGLAS HERNÁNDEZ
Editor de www.fuerzasmilitares.org
webmaster@fuerzasmilitares. org"
http://www.fuerzasmilitares. org/opinion/662-las-minas- antipersonal-terrorismo-o- guerra-asimetrica
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Publicado por Blogger en CambioTotalRevista el 4/04/2013 12:58:00 p.m.
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