COLOMBIA: Un proceso de paz para quien y para que.
Por:
Tony López. (*)
El
conflicto social, económico, político y armado que desde hace más medio siglo
se escenifica en Colombia debe terminar, es el deseo indiscutible de todo un
pueblo que ha sufrido en sus carne los horrores de la guerra, impuesta desde
los círculos mas conpiscuos del poder oligárquico criollo y del gran capital
estadounidense principales beneficiados con la guerra que allí se escenifica.
Las diferencias políticas e ideológicas en los
discursos y planteamientos de los negociadores en la instalación de la Mesa de
Dialogo, en Oslo, Noruega, hablan por sí solas. El representante gubernamental
el político liberal y ex vicepresidente de la República Humberto de La Calle
Lombana, elípticamente cerró la posibilidad de un cese bilateral de las
acciones militares y dejo claramente sentado que los diálogos entre Gobierno e
insurgencia están dirigidos a silenciar los fusiles insurrectos. A cambio
ofreció que luego de la desmovilización o reinserción de los guerrilleros,
estos puedan entrar en el juego electoral convertirse en Partido político y
desde ese “escenario democrático” luchar por alcanzar el poder.
Expresaba que si bien era justa la necesidad de la
equidad y reducir las desigualdades, argumentaba que para tales objetivos la
agenda gubernamental se plantea la Restitución de Tierras, la Reparación de
Victimas, Desarrollo rural con carácter territorial, pero se cuidó de mencionar
la necesidad de incluir en esa agenda una Reforma Agraria Integral tema muy
importante para la guerrilla de las FARC teniendo en cuenta que su origen y la
razón de existir es precisamente la defensa del tema agrario como objetivo
prioritario. Con la restitución de tierra el gobierno no hace más que cumplir
con una obligación de devolver las tierras a sus verdaderos dueños arrebatadas
o robadas por latifundistas y paramilitares.
Sin embargo, debe conocerse que la restitución,
tiene la condición jurídica de no devolver las mismas tierras que fueron
vendidas y “traspasadas legalmente”, lo que no se investiga si estas fueron
vendidas voluntariamente o bajo presión y amenaza de muerte de los paramilitares
o abandonadas por el terror impuesto por esas bandas criminales al servicio del
narcotráfico y de los grandes latifundistas y ganaderos. A los campesinos
desterrados les serán entregadas tierras fiscales muchas de ellas en zonas
alejadas, la mayoría sin condiciones para la agricultura o en zonas de suelos
mineros o petroleros donde la necesidad inversionista obliga ha venderlas a
empresas propiedad de oligarcas nacionales o a las grandes transnacionales.
Mientras que la reparación de victima no tiene un claro procedimiento ni como
se va a definir esa justa y penosa reparación pues para ningún familiar hay
dinero o retribución material por la vida de un hijo, un padre o de un ser
querido.
Su discurso no dejaba espacio para la duda, no se
abandonaría el modelo económico neoliberal establecido en el país desde el
gobierno de César Gaviria, profundizado en los siguientes mandatos
presidenciales, especialmente en el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, pero
aclaraba que mediante la lucha política electoral las FARC podían llegar al
poder y mencionaba los procesos de gobiernos progresistas y de izquierda que
hoy son una realidad en algunos países de nuestra región que habían llegado al
poder sin el uso de las armas.
Sucede que Colombia es un caso sui generis dentro
de nuestro universo socio político. La violencia no la impuso la izquierda en
América Latina, es conocido que desde la década del cincuenta hasta nuestros
días, la impusieron las oligarquías criollas en complicidad y con el
irrestricto respaldo político y militar de Estados Unidos mediante dictaduras
militares. En Colombia fue impuesta por la oligarquía criolla cuando el 9 de
abril de 1948 ordenaran el asesinato del líder liberal y popular Jorge Eliécer
Gaitán, cuando estaba a las puertas de convertirse en Presidente de esa nación
al conquistar a su pueblo con su programa de gobierno de profundo corte social
y con el famoso discurso la Oración por la Paz.
A partir de ese horroroso crimen, se desató la
violencia política en Colombia, violencia que alcanza nuestros días y que ha
cobrado miles de muertos, desaparecidos, mutilados y millones de desterrados.
Lo deseable para la insurgencia y para los sectores
democráticos, progresistas y de izquierda colombianos, es precisamente llegar
al poder por la vía electoral y buscar las transformaciones sociales,
económicas y políticas, más lo real es que en cada ocasión que ha existido esa
posibilidad, la oligarquía acude a la violencia y elimina esos sueños, un
ejemplo de ello es lo sucedido con la Unión Patriótica con el asesinato de
Jaime Pardo Leal y Bernardo Jaramillo, candidatos a la Presidencia por esa
agrupación. O con Carlos Pizarro Leongómez aspirante a la presidencia por
AD-M19.
Miles de líderes de base de la Unión Patriótica,
dirigentes sindicales y populares de A Luchar, Frente Popular y la Corriente de
Renovación Socialista, fueron exterminados y los guerrilleros reinsertados
cuando el proceso de paz de 1991 fueron asesinados o desaparecidos el 65 por
ciento de ellos. ¿Cuál es hoy la garantía que esas masacres no se vuelvan a
repetir?...
Por otra parte se apela a que hay una nueva
Constitución en Colombia, efectivamente la de 1991, cuando se firmaron los
acuerdos de Paz con las organizaciones armadas y se integraron en la Alianza
Democrática- M19 y de 1989 al 91 negociaron aquel proceso que culminó con la
Asamblea Constituyente, y cuya Carta Magna surgida de aquellas conversaciones,
hoy poco o nada queda de lo refrendado, pues los gobiernos posteriores y muy
especialmente el de Uribe Vélez las modificó utilizando a un Congreso
mayoritariamente corrupto y penetrado en más del 35 % por los paramilitares,
así admitía el jefe narcoparamilitar Salvatore Mancuso, cuando fue invitado a
ese recinto parlamentario a exponer las “bondades” de esas bandas criminales.
Por su parte el comandante Iván Márquez jefe de la
delegación de las FARC - Ejército del Pueblo, planteaba que el principal
protagonista es el soberano, o sea el pueblo. Pueblo que no está representado
en estos diálogos y sin su participación activa será muy difícil que se puedan
concretar acuerdos que lleven a un feliz termino estas negociaciones.
El jefe guerrillero fue claro y enfático en
denunciar la oposición de su Movimiento Político-Militar al modelo económico
neoliberal y denunció la fuerte penetración del capital financiero extranjero y
nacional en el tema minero-energético, el Tratado de Libre Comercio y las
formas engañosa que tienen las leyes de restitución de tierra, reparación de
victimas y el llamado desarrollo territorial.
Expuso con claras cifras las abismales y grandes
diferencias que hoy aquejan a la sociedad colombiana compuesta por 44 millones
de habitantes y refería que: “Más de 30 millones de colombianos viven en la
pobreza, 12 millones en la indigencia, el 50% de la población económicamente
activa, agoniza entre el desempleo y el subempleo, casi 6 millones de
campesinos deambulan por las calles víctimas del desplazamiento forzoso. De 114
millones de hectáreas que tiene el país, 38 están asignadas a la exploración
petrolera, 11 millones a la minería, de las 750 mil hectáreas en explotación
forestal se proyecta pasar a 12 millones. La ganadería extensiva ocupa 39.2
millones. El área cultivable es de 21.5 millones de hectáreas, pero solamente
4.7 millones de ellas están dedicadas a la agricultura, guarismo en decadencia
porque ya el país importa 10 millones de toneladas de alimentos al año. Más de
la mitad del territorio colombiano está en función de los intereses de una
economía de enclave”.
Expuestas con seriedad, honestidad y claridad todas
las diferencias, ahora se trata de ir tejiendo con aguja fina un proceso de
negociación que desemboque en una paz firme y duradera con justicia social.
Proceso que llevará un paciente y largo proceso de conversaciones; ojala que se
dialogue bajo una tregua bilateral de fuego; que puedan involucrase todas las
fuerzas políticas y sociales y que ésta política sea una Política de Estado,
porque los enemigos de la paz estarán rondando constantemente y sin desmayar
pues a muchos se les puede esfumar las ganancias que hoy reciben a costa de la
guerra.
Por ello en todo dialogo hay que tener siempre
presente, para que y para quien se desea y quiere la paz. Nadie debe albergar
la idea de que la guerrilla colombiana está debilitada, el paso dado por las
FARC – EP es más una demostración de voluntad política y fortaleza que de
debilidad. Estimo que el gobierno sensatamente llegó a la convicción de que no
hay victoria militar sobre la insurgencia y que lo optimo es solucionar
pacíficamente el conflicto donde el único que pierde es el pueblo.
La
decisión ha sido bienvenida por la población que ha sufrido por años este
conflicto armado interno y recibe el apoyo de amplios sectores de la sociedad
colombiana afectados por la guerra, para beneficio no sólo de Colombia. También
para sus vecinos, especialmente Venezuela y Ecuador que sufren en sus fronteras
acciones de guerra y colateralmente receptores de miles de inmigrantes
colombianos que huyen de la guerra y sin dudas en el caso venezolano el mercado
más importante después de Estados Unidos, que debe ser preservado. Ello,
seguramente conducirá, como tema de debate en estas negociaciones, la retirada
de todas las fuerzas militares extranjeras basificadas en las hermosas y bellas
tierras colombianas por la amenaza que representa para la región y
especialmente a sus vecinos.
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(Periodista y analista de temas internacionales)