Fuera Pinzón del Ministerio de Defensa, es un enemigo de la paz.
Por Horacio Duque
En reciente entrevista a Semana, la revista de su hijo, Enrique Santos
Calderón, el hermano del Presidente de la República, se quejaba por las
declaraciones a los medios de comunicación de los delegados plenipotenciarios
de las Farc en la Mesa de Conversaciones de La Habana. Afirmaba que el silencio
es oro, según su experiencia de negociador en la fase exploratoria del actual
proceso de paz que se desarrolla en la capital cubana. Lo dice quien dispone de
todas las ventajas en la maquina comunicacional imperante y alto directivo de
la SIP, el sindicato cavernícola de periódicos que orquesta campañas políticas
contra los gobiernos de Venezuela Nicaragua, Cuba, Bolivia, Argentina y Ecuador
dizque por limitar la libertad de expresión y prensa.
Sin embargo olvida hacer la misma recomendación al pavoso y patético
Ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, el principal saboteador de las
conversaciones que buscan superar el conflicto social y armado, con una
mediocre y anticuada retórica.
Pinzón, heredero de una tradición militarista masacradora, más parece
el subalterno de la bestia negra/camisa parda del Ubérrimo que el vocero del
gobierno que adelanta los diálogos en la isla del Caribe. Actúa como el gestor
de un Plan B para inducir el fracaso del nuevo arreglo del Estado con la
insurgencia revolucionaria.
Su permanente hostilidad obligó a que Andrés Paris, el vocero de las
Farc, pidiera su renuncia como Ministro, pues se ha convertido en la punta de
lanza de la cúpula militar ultraderechista, más identificada con el señor Uribe
Vélez, ahora en plan patriotero/nacionalsocialista a propósito del fallo de la
Corte Internacional de Justicia que le concedió la razón al sandinismo
nicaragüense en sus reclamos marítimos derivados del atropello del Pacto
Barcenas -Esguerra de 1928, impuesto por la potencia imperialista gringa.
Si en verdad Santos y su hermano Enrique quieren la paz para nuestra
nación no deberían jugar con cartas marcadas y con planes oscuros para
proseguir la guerra por otros 100 años de sangre, como justamente lo señala
Enrique en su encuentro con la revista Semana.
Con la paz y con la Nación hay que ser transparente. Una buena medida
en esa dirección sería pegarle un sacudon al sector militar del Estado,
empezando por el retiro de Pinzón y de una cúpula militar retrograda
acostumbrada a los ambientes de la guerra, la sangre y la violación de los
derechos humanos.
Pinzón es un ejecutivo de medio pelo, lagarto de Chapinero (de la
Fundación Buen Gobierno), que no entiende para nada de los intereses nacionales
ni de la paz. Su puesto está en otro lugar, tal vez haciendo la seguridad de
los latifundios de los grandes hacendados que prosperan con la violencia, para
donde se debería ir en compañía de Navas y Mantilla.
Fuera Pinzón del Ministerio de Defensa. Colombia quiere la paz.
Tiene razón Andrés París en su enérgica petición.
La paz va por buen camino y personajes como el actual Ministro de Defensa la
pueden malograr. Más ecuánime el Ministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo,
que se suma al Foro para el desarrollo rural convocado por la Mesa de
Conversaciones para el 20 de diciembre.
Fuera Pinzón del Ministerio de Defensa, es un enemigo de la paz.
Por Horacio Duque
En reciente entrevista a Semana, la revista de su hijo, Enrique Santos
Calderón, el hermano del Presidente de la República, se quejaba por las
declaraciones a los medios de comunicación de los delegados plenipotenciarios
de las Farc en la Mesa de Conversaciones de La Habana. Afirmaba que el silencio
es oro, según su experiencia de negociador en la fase exploratoria del actual
proceso de paz que se desarrolla en la capital cubana. Lo dice quien dispone de
todas las ventajas en la maquina comunicacional imperante y alto directivo de
la SIP, el sindicato cavernícola de periódicos que orquesta campañas políticas
contra los gobiernos de Venezuela Nicaragua, Cuba, Bolivia, Argentina y Ecuador
dizque por limitar la libertad de expresión y prensa.
Sin embargo olvida hacer la misma recomendación al pavoso y patético
Ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, el principal saboteador de las
conversaciones que buscan superar el conflicto social y armado, con una
mediocre y anticuada retórica.
Pinzón, heredero de una tradición militarista masacradora, más parece
el subalterno de la bestia negra/camisa parda del Ubérrimo que el vocero del
gobierno que adelanta los diálogos en la isla del Caribe. Actúa como el gestor
de un Plan B para inducir el fracaso del nuevo arreglo del Estado con la
insurgencia revolucionaria.
Su permanente hostilidad obligó a que Andrés Paris, el vocero de las
Farc, pidiera su renuncia como Ministro, pues se ha convertido en la punta de
lanza de la cúpula militar ultraderechista, más identificada con el señor Uribe
Vélez, ahora en plan patriotero/nacionalsocialista a propósito del fallo de la
Corte Internacional de Justicia que le concedió la razón al sandinismo
nicaragüense en sus reclamos marítimos derivados del atropello del Pacto
Barcenas -Esguerra de 1928, impuesto por la potencia imperialista gringa.
Si en verdad Santos y su hermano Enrique quieren la paz para nuestra
nación no deberían jugar con cartas marcadas y con planes oscuros para
proseguir la guerra por otros 100 años de sangre, como justamente lo señala
Enrique en su encuentro con la revista Semana.
Con la paz y con la Nación hay que ser transparente. Una buena medida
en esa dirección sería pegarle un sacudon al sector militar del Estado,
empezando por el retiro de Pinzón y de una cúpula militar retrograda
acostumbrada a los ambientes de la guerra, la sangre y la violación de los
derechos humanos.
Pinzón es un ejecutivo de medio pelo, lagarto de Chapinero (de la
Fundación Buen Gobierno), que no entiende para nada de los intereses nacionales
ni de la paz. Su puesto está en otro lugar, tal vez haciendo la seguridad de
los latifundios de los grandes hacendados que prosperan con la violencia, para
donde se debería ir en compañía de Navas y Mantilla.
Fuera Pinzón del Ministerio de Defensa. Colombia quiere la paz.
Tiene razón Andrés París en su enérgica petición.
La paz va por buen camino y personajes como el actual Ministro de Defensa la
pueden malograr. Más ecuánime el Ministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo,
que se suma al Foro para el desarrollo rural convocado por la Mesa de
Conversaciones para el 20 de diciembre.