Masacre
en Antioquia: ¿Por qué el Gaula no actúo?.
Horacio
Duque.
El Estado
colombiano se ufana constantemente de su gran poderío bélico y su impecable
dotación militar. Son más de 500 mil unidades militares, entre soldados,
policías y agentes encubiertos, distribuidos por todo el territorio nacional.
El presupuesto de defensa/seguridad esta cerca del 10% del PIB. Recientemente
Santos sacó pecho para decir que está fabricando naves no tripuladas y que la
Fuerza Aérea es de las más eficientes del continente.
Y
aún así, la violencia contra la población civil no para. Es pan de cada día.
Hay un "gota a gota" que extermina centenares de personas. Un día con
un robo supuesto, sucedió ayer con dos indigenas en el Cáuca; otro con un
accidente casual y el otro con un acto colectivo de horror, como en la vereda
San Isidro (Santa Rosa de Osos).
La
masacre en Antioquia, en la que fueron acribillados 9 campesinos y una mujer,
corresponde a un formato sistemático de la violencia en Colombia. Es guerra
biopolítica de las clases dominantes para proteger sus poderes económicos,
políticos y sociales. Para intimidar a las clases subalternas e impedir su
organización y movilización por la democracia. Para obliterar, mediante el
miedo, su constitución como sujeto político.
La
afirmación de Sergio Fajardo, actual gobernador de Antioquia, en el entierro de
las victimas da una pista. Afirmó que este asesinato resulta de una red
nacional muy poderosa con múltiples conexiones en todos los ámbitos del poder
nacional. Su intuición es certera. Le ayudan las matemáticas que conoce muy
bien
La
pregunta que nos hacemos es la siguiente ¿Por qué no actúo el Gaula
preventivamente después de las denuncias de los trabajadores masacrados?. El
Gaula es un dispositivo muy sofisticado de rápida reacción. Es tecnología
militar de punta que en otras regiones, como en Bogotá, ha sido utilizado para
protagonizar tenebrosos actos criminales, como el secuestro de empresarios
textileros.
Sorprende
que en una región donde opera la 4 Brigada del Ejército, la regional 6 de la
policía, el CTI, la Dipol, la Dijin, la Sijin, la Dea, la Cia, el Mosad, el M15
y otros organismos del "monopolio legitimo" de la violencia, se
presenten estos episodios criminales de lesa humanidad. O tal vez ni sorprenda.
Santa
Rosa de Osos es muestra que el paramilitarismo sigue vivo y actúa, no obstante
los elogios a los grandes avances de la mal llamada Seguridad Democrática del
"ochenio" de la bestia negra fascista.
Hoy
es neoparamilitarismo, por más que la hipotesis oficial insinúe el formato de
las bandas criminales inorgánicas con efímera existencia. La teoría de las
Bacrim es un invento de la criminalística criolla que tiene poca consistencia y
validez científica.
En
el análisis experto el paramilitarismo es prolongación del poder político
militar y policial. Es un complemento de las formas de dominación de las clases
más poderosas de la estructura social.
El
paramilitarismo en Antioquia y en Medellin es un hecho protuberante. Su gestión
y operación está a cargo de importantes oficiales de "fuerzas
especiales" de la marina y la F. Aérea, con oficinas y rutinas en la vida
urbana de la capital antioqueña.
Son
prominentes expertos en el arte militar con abundantes vínculos con la
infraestructura bélica de Medellin, el departamento y la región bajo su
influencia. Especialistas con amplia retribución economica de los políticos,
los empresarios, los banqueros, los hacendados e inversionistas de todo tipo.
Es
la informalidad militar encargada del "(des)orden público" realmente
existente, del uso de la violencia para contener y eliminar focos de
inestabilidad. Son quienes controlan las bandas de las comunas urbanas y los
bloques rurales vigilantes de los negocios mineros en auge, de narcoticos y de
la agricultura capitalista de exportación.
No hay que
buscar el muerto río arriba ni la fiebre en las sabanas. El paramilitarismo
esta vivito y coleando. Aún así, hay "caras duras" con buenos modales
que nos hablan de paz.