Por Horacio Duque
En
sectores muy importantes de la retardataria élite dominante está
haciendo carrera la idea de no reconocer el reciente fallo inapelable de la Corte Internacional
de Justicia sobre el viejo litigio de Colombia con la República Sandinista
de Nicaragua sobre el Archipiélago de San Andrés y la
frontera marítima. Promueven un inútil nacionalismo.
El
Estado colombiano es un miembro muy importante de la sociedad de naciones, que
ha suscrito todos los pactos internacionales que regulan la compleja
organización política global. Los dirigentes del gobierno se ufanan de sus
altos niveles de aceptación en el mundo y existe la idea del actual Presidente
J.M Santos de presentarse proximamente como candidato a la Secretaria General
de las Naciones Unidas. Con anterioridad, varios expresidentes han sido los
Secretarios de la OEA ,
principal organismo del Sistema Interamericano. Colombia hace parte del Consejo
de Seguridad de la ONU ,
el organismo de mayor peso en dicha entidad.
No
es poca cosa.
El
fallo de la Corte
Internacional de Justicia ha sido objetivo. El Tratado
Barcenas-Esguerra es espurio, lo impuso la ocupación imperialista
norteamericana al gobierno títere de Nicaragua, en 1928, para
favorecer los intereses geopolitico de la potencia del Norte en el
mar Caribe, en plena expansión desde 1850. El único que lo enfrentó fue el
General de hombres libres, Cesar Agusto Sandino, en alianza con los liberales
centroamericanos que repudiaban la injerencia gringa.
El
Pacto de 1928, obligó con balloneta, cañoneras y bala yanky, la firma de
los Nicaragüenses, renunciando a sus derechos oceánicos. Ignominia
que mantuvo el dictador Somoza, una marioneta norteamericana derrotada por los
Sandinistas en 1979.
Con
el triunfo de la revolución Sandinista el pueblo centroamericano
levantó la bandera de sus derechos internacionales y marítimos y
acudió a los organismos internacionales, que ahora le dan la razón.
Cuando
los gringos cercenaron a Panamá, en 1903, era Presidente José Manuel Marroquin,
y los funcionarios diplomáticos eran los herederos de Carlos Holguin,
presidente en 1892 y diplomático por años en Europa. Poco les importó el
raponazo imperial. Miraron para otro lado. Mejor, estaban ocupados masacrando
los liberales rebeldes derrotados en la guerra de los mil días, que eran
exterminados mediante decretos presidenciales asesinados por el Coronel
Fernandez, el Oscar Naranjo de la época. Otros liberales, desteñidos, generales
de escritorio, como el abuelo del escritor Antonio Caballero -el de Sin
Remedio-, Lucas Caballero prefirieron ser cómplices de la
regeneración y acomodarse en el gobierno, con migajas diplomáticas. Igual
sucedió con Rafael Uribe Uribe. Mas digno el general Benjamin Herrera que se
fue para Pamplona a organizar actividades agricolas para respetar los acuerdos
firmados en el Wisconsim.
Los
argumentos de estas desuetas familias en el litigio internacional con Nicaragua
sobre San Andrés y el archipiélago, siempre han estado referidos
a unos derechos coloniales otorgados por la monarquía feudal española mediante
Cédula Real de 1803. Similares a las tesis con que defienden
internamente la tramposa propiedad de sus inmensos latifundios en el Valle
del Cáuca en Uraba, en el Caribe, en el Magdalena y en la Sabana , para oponerse a una
reforma agraria democrática, después de infame despojo de los bienes
comunales de los indigenas mediante la violencia y el exterminio en masa de las
culturas amerindias durante los siglo XVI, XVII y XVIII.
Siempre
alegan estos encopetados oligarcas que sus propiedades tienen 500, 400 y 300
años de tradición, desde que la
Reina o el Rey de España, con Cédulas Reales, concedieron
unos títulos fraudulentos porque su premisa consistió en el despojo de las
comunidades autóctonas y la alienación religiosa católica.
Por
estos días, Rodrigo Jaramillo, el dueño de Interbolsa, le aclaró al periódico
El Tiempo, a propósito de las propiedades de su esposa Maria Botero, que las
mismas tenían una tradición de 150 años, queriendo decir que no es fruto del
despojo paramilitar. Y eso que es uno de los nuevos. Los títulos de los viejos
oligarcas, incluida cierta comunidad religiosa, tienen siglos y han sido
defendidos a punta de plomo y guerras biopolíticas, como diría Toni Negri.
Desconocer
el fallo de La Haya
es gravisimo, señor Santos. Los sandinistas, que saben de dignidad, por ser
revolucionarios, van a defender sus legítimos derechos en
el Archipiélago Ya pueden ejercer soberanía sobre su frontera
oceánica y realizar acuerdos con otras naciones, por ej.
los países del Alba, para explotar la riqueza submarina como las
yacimientos de petróleo. Nada lo impide.
Hay
que hacer oídos sordos a las proclamas chauvinistas
e irresponsables del señor Uribe Velez y los delirantes de la
ultraderecha. AUV es un fascista, camisa parda y está loco, como Hitler en su
momento, que se dio en su desespero, un merecido tiro en la cien. AUV es
un Fujimori enfermizo que quiere enredar más la vida de esta atormentada
nación. No le ponga cuidado, Santos, y mas bien acelere las investigaciones
judiciales para castigarlo como lo merece, después de todas las
atrocidades que cometió durante su dictadura de ocho años.
Los
culpables de la complicación actual son, por supuesto, los incompetentes
funcionarios de la Cancillería, entre quienes se cuenta Julio Londoño
Paredes, el perpetuo burócrata conservador de San Carlos, servil de
todos los regímenes, quien posa de eminencia gris en materia de fronteras pero
de una mediocridad descomunal. Que renuncie y no siga haciendo más daños con
otros temas que tiene en su escritorio.
Más sensata la
postura de Angelino Garzon, el Vice Presidente. Parece que lo arreglo la grave
enfermedad que ha padecido, paradojal que es la vida, pues le frenó la tremenda
ansiedad oportunista que lo había enloquecido en años recientes, hasta
infartarlo y alterale su cerebro, después de su renuncia a los principios
populares que le dieron reconocimiento en el movimiento obrero y
revolucionario.
Angelino,
astuto que es él, ha recomendado las buenas maneras y el entendimiento cordial
con los sandinistas que lidera el Presidente Daniel Ortega, bien librado en
este litigio gracias a la ética de su conducta y a los expertos abogados que lo
asesoran en el litigio diplomático. Garzón nos ha recordado que los
sanandresanos necesitan inversión social, que sus hospitales estan abandonados,
como los de todo el país, y que su aeropuerto es un muladar.
Que
se deje de bobadas el Ministro de Defensa, ladrando contra los revolucionarios
nicaraguenses a quienes tilda de narcotraficantes Que no olvide que ellos
si saben de guerra. No son combatientes de escritorio. Que se lo pregunte a los
gringos y verá. Pinzón es un bárbaro infantil, de atar.
Santos debe destituirlo. No más guerra señores, ni con Nicaragua ni en
Colombia. Menos en navidad.