miércoles, 21 de noviembre de 2012

Hay que acatar el fallo de la Corte de La Haya, sobre San Andrés




Por Horacio Duque

En sectores muy importantes de la retardataria élite dominante está haciendo carrera la idea de no reconocer el reciente fallo inapelable de la Corte Internacional de Justicia sobre el viejo litigio de Colombia con la República Sandinista de Nicaragua sobre el Archipiélago de San Andrés y la frontera marítima. Promueven un inútil nacionalismo.

El Estado colombiano es un miembro muy importante de la sociedad de naciones, que ha suscrito todos los pactos internacionales que regulan la compleja organización política global. Los dirigentes del gobierno se ufanan de sus altos niveles de aceptación en el mundo y existe la idea del actual Presidente J.M Santos de presentarse proximamente como candidato a la Secretaria General de las Naciones Unidas. Con anterioridad, varios expresidentes han sido los Secretarios de la OEA, principal organismo del Sistema Interamericano. Colombia hace parte del Consejo de Seguridad de la ONU, el organismo de mayor peso en dicha entidad.

No es poca cosa.

El fallo de la Corte Internacional de Justicia ha sido objetivo. El Tratado Barcenas-Esguerra es espurio, lo impuso la ocupación imperialista norteamericana al gobierno títere de Nicaragua, en 1928, para favorecer los intereses geopolitico de la potencia del Norte en el mar Caribe, en plena expansión desde 1850. El único que lo enfrentó fue el General de hombres libres, Cesar Agusto Sandino, en alianza con los liberales centroamericanos que repudiaban la injerencia gringa.

El Pacto de 1928, obligó con balloneta, cañoneras y bala yanky, la firma de los Nicaragüenses, renunciando a sus derechos oceánicos. Ignominia que mantuvo el dictador Somoza, una marioneta norteamericana derrotada por los Sandinistas en 1979.

Con el triunfo de la revolución Sandinista el pueblo centroamericano levantó la bandera de sus derechos internacionales y marítimos y acudió a los organismos internacionales, que ahora le dan la razón.

La Cancillería colombiana, latifundio de una vieja oligarquía, propiedad de reconocidas familias de hacendados vallunos y sabaneros, entre los que se reconocen apellidos como Holguin, Mallarino, Lloreda, Sardi, Sanclemente, Iragorri, Caro, etc, han dado prioridad en su gestión a sus conveniencias privadas y no a los de la nación entera. Ellos poco saben de eso. Amasar fortuna es su oficio.

Cuando los gringos cercenaron a Panamá, en 1903, era Presidente José Manuel Marroquin, y los funcionarios diplomáticos eran los herederos de Carlos Holguin, presidente en 1892 y diplomático por años en Europa. Poco les importó el raponazo imperial. Miraron para otro lado. Mejor, estaban ocupados masacrando los liberales rebeldes derrotados en la guerra de los mil días, que eran exterminados mediante decretos presidenciales asesinados por el Coronel Fernandez, el Oscar Naranjo de la época. Otros liberales, desteñidos, generales de escritorio, como el abuelo del escritor Antonio Caballero -el de Sin Remedio-, Lucas Caballero prefirieron ser cómplices de la regeneración y acomodarse en el gobierno, con migajas diplomáticas. Igual sucedió con Rafael Uribe Uribe. Mas digno el general Benjamin Herrera que se fue para Pamplona a organizar actividades agricolas para respetar los acuerdos firmados en el Wisconsim.

Los argumentos de estas desuetas familias en el litigio internacional con Nicaragua sobre San Andrés y el archipiélago, siempre han estado referidos a unos derechos coloniales otorgados por la monarquía feudal española mediante Cédula Real de 1803. Similares a las tesis con que defienden internamente la tramposa propiedad de sus inmensos latifundios en el Valle del Cáuca en Uraba, en el Caribe, en el Magdalena y en la Sabana, para oponerse a una reforma agraria democrática, después de infame despojo de los bienes comunales de los indigenas mediante la violencia y el exterminio en masa de las culturas amerindias durante los siglo XVI, XVII y XVIII.

Siempre alegan estos encopetados oligarcas que sus propiedades tienen 500, 400 y 300 años de tradición, desde que la Reina o el Rey de España, con Cédulas Reales, concedieron unos títulos fraudulentos porque su premisa consistió en el despojo de las comunidades autóctonas y la alienación religiosa católica.

Por estos días, Rodrigo Jaramillo, el dueño de Interbolsa, le aclaró al periódico El Tiempo, a propósito de las propiedades de su esposa Maria Botero, que las mismas tenían una tradición de 150 años, queriendo decir que no es fruto del despojo paramilitar. Y eso que es uno de los nuevos. Los títulos de los viejos oligarcas, incluida cierta comunidad religiosa, tienen siglos y han sido defendidos a punta de plomo y guerras biopolíticas, como diría Toni Negri.

Desconocer el fallo de La Haya es gravisimo, señor Santos. Los sandinistas, que saben de dignidad, por ser revolucionarios, van a defender sus legítimos derechos en el Archipiélago Ya pueden ejercer soberanía sobre su frontera oceánica y realizar acuerdos con otras naciones, por ej. los países del Alba, para explotar la riqueza submarina como las yacimientos de petróleo. Nada lo impide.

Hay que hacer oídos sordos a las proclamas chauvinistas e irresponsables del señor Uribe Velez y los delirantes de la ultraderecha. AUV es un fascista, camisa parda y está loco, como Hitler en su momento, que se dio en su desespero, un merecido tiro en la cien. AUV es un Fujimori enfermizo que quiere enredar más la vida de esta atormentada nación. No le ponga cuidado, Santos, y mas bien acelere las investigaciones judiciales para castigarlo como lo merece, después de todas las atrocidades que cometió durante su dictadura de ocho años.

Los culpables de la complicación actual son, por supuesto, los incompetentes funcionarios de la Cancillería, entre quienes se cuenta Julio Londoño Paredes, el perpetuo burócrata conservador de San Carlos, servil de todos los regímenes, quien posa de eminencia gris en materia de fronteras pero de una mediocridad descomunal. Que renuncie y no siga haciendo más daños con otros temas que tiene en su escritorio.

Más sensata la postura de Angelino Garzon, el Vice Presidente. Parece que lo arreglo la grave enfermedad que ha padecido, paradojal que es la vida, pues le frenó la tremenda ansiedad oportunista que lo había enloquecido en años recientes, hasta infartarlo y alterale su cerebro, después de su renuncia a los principios populares que le dieron reconocimiento en el movimiento obrero y revolucionario.

Angelino, astuto que es él, ha recomendado las buenas maneras y el entendimiento cordial con los sandinistas que lidera el Presidente Daniel Ortega, bien librado en este litigio gracias a la ética de su conducta y a los expertos abogados que lo asesoran en el litigio diplomático. Garzón nos ha recordado que los sanandresanos necesitan inversión social, que sus hospitales estan abandonados, como los de todo el país, y que su aeropuerto es un muladar.

Que se deje de bobadas el Ministro de Defensa, ladrando contra los revolucionarios nicaraguenses a quienes tilda de narcotraficantes Que no olvide que ellos si saben de guerra. No son combatientes de escritorio. Que se lo pregunte a los gringos y verá. Pinzón es un bárbaro infantil, de atar. Santos debe destituirlo. No más guerra señores, ni con Nicaragua ni en Colombia. Menos en navidad.

Ha comportarse como ciudadanos de un mundo globalizado.