jueves, 22 de noviembre de 2012

Israel comete otro genocidio en Gaza: El sionismo nuestra en Gaza su rostro más criminal





El sionismo muestra en Gaza su rostro más criminal


Desde el 14 de noviembre y hasta la tregua anunciada ayer, bombas de
Israel impactaron en la población de Gaza. Son crímenes de guerra que
difícilmente sean juzgados en lo penal por la comunidad internacional.
EMILIO MARÍN

La Franja de Gaza mide 40 kilómetros de largo por 14 de ancho. Allí
habita 1.7 millón de palestinos, absolutamente bloqueados por Israel
desde que en 2007 ganó las elecciones el Movimiento de Resistencia
Islámica, Hamas.
La concentración de personas convierte a la zona en una de las más
densamente pobladas del mundo, 4.500 habitantes por km2. Tirar bombas
allí, aún las  supuestamente “inteligentes”, es un atentado a la vida
de la población civil. Israel lo sabe. Y quizás por eso procedió a
bombardear Gaza de día y de noche, preferentemente cuando las familias
duermen y cada misil que pega en un hogar puede aniquilar a más
personas.
Al proceder de ese modo, se demuestra que su campaña, engañosamente
denominada “Pilar defensivo”, busca dos objetivos. Uno, que los
palestinos no puedan vivir en esa tierra arrasada, sin
infraestructura, agua ni energía eléctrica, sin alimentos, sin
viviendas y ninguna seguridad de vida, por lo que tendrían que irse.
Sería el sueño del gobierno de Benjamin Netanyahu, que se apropiaría
de esa lonja supuestamente sin habitantes.
La otra meta es que la población afectada reaccione violentamente
contra las autoridades de Gaza y el primer ministro Ismail Haniyeh, a
quienes querría que se visualicen como los “responsables” de las
penurias. Destruir políticamente a Hamas es el blanco de tantas
bombas.
Esos artefactos de la muerte llueven desde los aviones F-16 y drones
no tripulados, todos provistos por Washington, así como lanzados por
la artillería y tanques israelitas, amén de los que dispara su fuerza
naval desde el Mediterráneo.
Han sido bombardeados 1500 “objetivos”. Las comillas subrayar que los
blancos no han tenido significación militar, salvo que los militares
israelitas consideren que escuelas, edificios, oficinas de prensa,
clínicas y simplemente hogares sean de esa condición.
En una vivienda fueron ultimados once miembros de una familia; sólo
pudieron enterrar a nueve porque aún buscan bajo los escombros a dos
adolescentes. Tales “hazañas” israelitas han podido demostrarse no
sólo por las denuncias de los palestinos sino también por algunos
periodistas que pudieron entrar a Gaza. Varios han sido heridos por
habitar oficinas bombardeadas a sabiendas por la aviación israelita.
¿Creerán que así la prensa se irá del lugar? Netanyahu quiere ese
éxodo, pero aún cuando aquellos se retiren en resguardo de sus vidas,
los crímenes ya están documentados.
Paradojalmente para quienes detestan al diario “La Nación”, este
cronista incluido, varios artículos de su enviada Elisabetta Piqué,
han sido muy esclarecedores. Sería bueno que las lean los dirigentes
de la Daia, AMIA, OSA y otras entidades sionistas de Buenos Aires,
empeñados en justificar la masacre y apoyar a Netanyahu. Este premier
algún día tendrá que ir preso ante el Tribunal Penal  Internacional
por estos y anteriores crímenes de lesa humanidad.

Responsabilidad del imperio

Netanyahu y su ministro de Defensa, Ehud Barak, no podrían haber ido
tan lejos sin contar con la “luz verde” de Barack Obama, el Pentágono
y el Departamento de Estado. Al principio de esta ofensiva, EE UU
apoyó la conducta de Israel, afirmando que estaba en todo su derecho
de proteger su seguridad y dar una respuesta  “al terrorismo”.
Tan es así que el premier israelí amenazó con invadir por vía
terrestre e “ir hasta el final”, o sea concluir “la limpieza” humana
que empezó con “Plomo Fundido” (fines de 2008-principios de 2009). Si
terminó firmando un alto del fuego, eso tuvo que ver por un lado con
la resistencia palestina, que ya se analizará, y con ciertos límites
que le puso Obama. Esto no por ninguna humanidad con los palestinos
sino por el cálculo de que una “solución final” en Gaza lo hubiera
comprometido políticamente más allá de lo conveniente y le habría
creado problemas con gobiernos árabes que hoy son sus aliados (Qatar,
Arabia Saudita, Jordania, etc).
Queda demostrado que, a la hora de comenzar la carnicería y al pararla
transitoriamente, el gobierno sionista tiene en cuenta -en última
instancia- las conveniencias estadounidenses.
Netanyahu dice tener determinada autonomía de vuelo, pero en realidad
es un mastín, con dientes atómicos y todo, manejado por la Casa
Blanca. A veces lo chumba, otras lo sofrena y en ocasiones lo suelta
para que muerda. Pero uno es el dueño y el otro “simplemente un
perro”, para parafrasear a Alberto Cortés.
La Secretaria de Estado, Hillary Clinton, y el presidente de Egipto,
Mohamed Morsi, anunciaron un alto al fuego que comenzó a regir desde
ayer. Netanyahu puede considerar que la campaña de bombas fue muy
positiva. Según las encuestas, ha crecido un 20 por ciento en
intención de votos, para las elecciones del próximo 22 de enero. Barak
también cotiza en alza; cada edificio derrumbado por sus aviones le
reportó un montón de sufragios.
La instrumentación electoral del drama palestino, también debe ser
tenido en cuenta para entender por qué el sionismo atacó ahora. Es
casi una ley: Shimon Peres agredió El Líbano en 1996, Ehud Olmert lo
hizo en Gaza con “Plomo Fundido” en 2008 y ahora Netanyahu hizo su
“Pilar Defensivo”, siempre en víspera de elecciones. A veces les salió
el tiro por la culata, pues Peres y Olmert perdieron esos comicios.
Israel es una potencia atómica y cuenta con una maquinaria militar de
su ejército (Tshal) con la que puede ganar, empatar o perder sus
batallas contra los palestinos.  Pero difícilmente pueda pasar la
prueba de la opinión pública mundial, luego de estos crímenes
aberrantes. Una columna de Roger Cohen, cuyo nombre no luce como
islámico, publicó en The New York Times una columna titulada “Israel
vuelva a un pasado que nunca dio resultados”. Allí cita: “Gilad
Sharon, el hijo de Ariel Sharon, que orquestó el retiro de Israel de
Gaza en 2005, tiene una idea para terminar con esto, y así lo expresó
en el diario The Jerusalem Post: 'Tenemos que derribar barrios enteros
en Gaza. Derribar toda Gaza. Estados Unidos no se detuvo con
Hiroshima. Como los japoneses no se rindieron de inmediato, también
tiraron la bomba en Nagasaki. En Gaza no debería haber ni electricidad
ni combustible ni vehículos en movimiento: nada. Entonces sí que
pedirían realmente un alto el fuego'”.
Entre el sionismo y el nazismo debe haber varias diferencias. Pero
cuando se leen comentarios como el de Sharon Jr., cuesta mucho
encontrarlas.

Lo nuevo de Hamas

La agresión actual, a diferencia de la última en 2008-2009, no tuvo
aún la forma de una invasión terrestre con los tanques y cañones
israelitas adentro de la Franja, pero se pueden apreciar varios
elementos novedosos de la táctica de Hamas.
Algunos pertenecen al campo de la política y diplomacia, y aunque
hayan tenido un final infeliz, no dejan de ser positivos para su
causa. Por ejemplo, el The New York Times y algunos medios israelitas
confirmaron que el líder militar de aquella organización, Ahmed
al-Jabari, era quien negociaba los términos de un acuerdo de paz con
Israel, garantizando que no hubiera disparos de cohetes desde Gaza.
“El 14 de noviembre, Netanyahu tomó su decisión: Al-Jabari fue
asesinado, con video incluido de su auto explotando por los aires”,
escribió Cohen.
O sea que el movimiento islámico tenía en cuenta la necesidad de una
negociación de paz, por transitoria que fuera. Y Tel Aviv la cortó de
cuajo, asesinando al negociador de la otra parte.
Otro cambio de Hamas es que había abandonado la táctica del terrorismo
individual contra civiles israelitas. Era corriente que estallaran
bombas en restaurantes y lugares públicos en Israel, un método que no
aportaba nada positivo para esa causa. Durante los últimos años no
hubo casos de ese tipo, hasta que hace dos días se atentó en un
ómnibus, dejando 17 heridos en Tel Aviv. Ojalá no sea un retorno a
aquella metodología, pero en cualquier caso queda muy evidente quién
fue el causante: “Pilar Defensivo”.
Otra diferencia es el papel jugado por Egipto. Antes, con el corrupto
y dictador Hosni Mubarak, el principal país árabe era un seguro aliado
de EE UU e Israel. El Cairo tenía bloqueada a Gaza por el paso de El
Rafah. Ahora el presidente Morsi ha tenido un papel más positivo,
enviado sus ministros a Gaza y dando ayuda a los palestinos. Este
aspecto puede haber incidido también para que Netanyahu desista al
menos momentáneamente de la invasión.
Volviendo al terreno militar, ha sido decepcionante para el agresor
ver que su sistema antimisiles “Cúpula de hierro”, construida con 900
millones de dólares aportados por EE UU, no sirviera para parar a
todos ni a la mayoría de cohetes palestinos. Según el analista
norteamericano, profesor James Petras, fueron disparados 1.000 y sólo
300 fueron interceptados.
Y otro detalle para preocupar a las autoridades sionistas. Entre los
cohetes no había sólo artesanales “Qassam” de corto alcance sino
también los de fabricación iraní, Fayr-5, de 150 km de radio. Tel Aviv
y Jerusalén, por primera vez, tomaron nota de que no estaban a salvo.
¿Después del susto, querrán la paz o pedirán tirar los palestinos al
mar?