martes, 27 de noviembre de 2012

Notas "Voz de Colombia" Puntos de vista de un desterrado colombiano




Notas “VOZ de Colombia"

Punto de vista de un desterrado colombiano
No.008 - Noviembre 28 de 2012
Por: Valmen – Vozcol
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Micronota:
En el marco de la Mesa de diálogos: Es perfectamente claro, para el país y para la comunidad internacional progresista, que la iniciativa se mantiene en el campo de la insurgencia, lo que se puede constatar en ideas o propuestas como las de: participación social, declaratoria unilateral de cese al fuego por dos meses y carta pública al presidente de los Estados Unidos.
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El desprecio de los poderosos hacia derechos del pueblo, como el de la vida…
Recientemente, en el diario oficialista El Tiempo, fueron publicados algunos comentarios de Carlos Ossa Escobar, destacado político del establecimiento colombiano. De la esencia de tales comentarios, que de inmediato debieron ser asumidos por quién o quienes corresponda como una muy grave denuncia, se manifiestan terribles realidades que jamás podrán ser olvidadas, mucho menos permitir que sean borradas de la memoria histórica.
Afirma quien hace los comentarios: “Un día llegué muy temprano a la Casa de Nariño. No recuerdo a quién habían matado. Eran tantos. Me encontré con el ministro de Defensa, el general Rafael Samudio, y le dije: “General, no sé qué vamos a hacer, pero todos los días matan a un miembro de la Unión Patriótica”. “A ese paso no van a acabar nunca”, me dijo con sorna, con un humor negro que me dejó frío. No puedo afirmar que el general Rafael Samudio asesinara a miembros de la Unión Patriótica, pero sí puedo decir que no le importaba ni le preocupaba mucho que eso pasara”.
La realidad y la verdad no pueden ser soslayadas y mucho menos pueden ser calculadamente desarticuladas para, así, esconder la brutal deshumanización sistémica, “institucional” y de quienes, a nombre de su particular “democracia y justicia”, planifican y ordenan masacres, asesinatos selectivos, desapariciones forzadas y toda clase de crímenes contra hombres y mujeres, niños y ancianos.
La salvaje respuesta del encumbrado general, al político que la desempolva y tardíamente permite que sea conocida por la comunidad internacional progresista y por las grandes mayorías del país, es la respuesta de quienes hoy, como ayer, se atrincheran y disparan venenosos dardos de guerra y de abuso de poder, contra la paz, la justicia social, la democracia real, la soberanía plena y la dignidad de patria, sin importarles el estar violentando todos los derechos humanos.
Pero, más temprano que tarde, los proimperialistas y enfermizamente violentos burgueses, de todas las tallas y rangos, serán desenmascarados, juzgados y condenados como verdaderos y bestializados terroristas, que han y siguen ordenando disparar contra los trabajadores, los campesinos, los estudiantes, los defensores de los derechos humanos y contra el conjunto de luchadores (as) por una patria de todos y para todos.
Ahora las preguntas pertinentes bien pueden ser, entre muchas otras, las siguientes: ¿Cuándo o en qué momento los tribunales internacionales y nacionales asumirán sus responsabilidades frente a denuncias como la que, en este caso, compromete al alto mando militar del entonces, como al de hoy en cabeza del General Rafael Samudio? - ¿Serán “rápidos” y “autocríticos” los pronunciamientos del alto gobierno? - ¿Cuándo el Congreso de la República, junto a los órganos de control nacional, se pronunciará?- ¿A qué velocidades se estará proyectando el asesinato de integrantes de Marcha Patriótica y de todas las fuerzas amantes de la Paz? – Así, ¿será posible concretar acuerdos de paz sin tener en agenda el tema de la doctrina militar?
En definitiva, son los hechos los que siguen mostrando que las llaves de la paz y la justicia en Colombia están en la fuerza generada por el creciente movimiento social y en el desarrollo de poderosos escenarios movilizadores y de unidad de acción. También están en la progresiva y firme capacidad de las fuerzas populares, para convertirse en decisivas dentro del proceso de diálogos que se desarrolla y que, desde la ultraderecha, se intenta torpedear mediante maniobras y condicionamientos que buscan blindar los intereses de las multinacionales y de la arrogante clase dominante.
Inquietud de Paquito:
¿Puede clasificar como humor negro lo que en realidad es bestialidad de Estado?
(Hasta la próxima)