Señor
Presidente
JUAN
MANUEL SANTOS
República
de Colombia
Bogotá
Señor
Comandante
RODRIGO
LONDOÑO ECHEVERRI (Timoleón Jiménez)
Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC-EP)
A.D.S
Copia:
Señor Comandante
NICOLAS
RODRÍGUEZ BAUTISTA (Gabino)
Ejército de
Liberación Nacional (ELN)
A.D.S
Ref.: Diálogos de Paz : el Estado ha de pedir perdón
Señor Presidente Santos, Señor Comandante Londoño Echeverri,
He visto con preocupación la insistente afirmación por parte de
diferentes sectores, tanto nacionales como internacionales, según la cual, como
resultado de un posible acuerdo de paz, los comandantes de las FARC-EP deben
ser judicializados negándoseles una amnistía integral. Se pretende así que,
después de su potencial desmovilización, les sea vedado incorporarse de
inmediato y plenamente a la vida política por vías legales y cívicas.
A mi entender, de imponerse esa tesis, será imposible lograr un
acuerdo de paz, ya que la guerrilla – pienso yo – no va a dejar las armas con
las que ahora busca la toma del poder para lograr una transformación del actual
sistema, a cambio de una pena de cárcel que le daría fin a su parábola de
lucha.
Como en derecho las cosas se deshacen como se hacen, pienso que en las
mesas de diálogo el gobierno colombiano ha de reconocer que el conflicto que
vivimos lo inició el Estado colombiano en 1946, [1] al haber desatado en aquel
preciso momento el genocidio premeditado, sistemático y generalizado a las
huestes gaitanistas, que avanzaban victoriosas hacia la conquista del poder
bajo el liderazgo de mi padre Jorge Eliécer Gaitán.
Tengo toda la documentación probatoria, original y extensa, que hace
de ese genocidio al Movimiento Gaitanista un delito de lesa humanidad que está
al origen del conflicto.
Pongo a disposición del Gobierno Nacional, de las FARC-EP, del ELN y
de los gobiernos que, como garantes, colaboran en el proceso, el siguiente
material probatorio:
- 1º.- Los varios memoriales de agravios que, a partir de 1947, mi padre le envió al
Presidente Ospina Pérez detallando los nombres de las víctimas a manos del
Estado, con los lugares, las fechas y los delitos cometidos por las
autoridades.
- 2º.- Las denuncias puntuales, con nombre de las víctimas, los
lugares, las fechas y delitos cometidos por las autoridades, publicadas en el
periódico Jornada, vocero del Movimiento Gaitanista, publicación que
desapareció de la Biblioteca Nacional pero que, afortunadamente, mi familia
conserva.
- 3º.- El archivo Gaitán, en el que mi familia guarda miles de cartas
originales de denuncia, que a mi padre le enviaban sus partidarios indicando
los nombres de las víctimas, los lugares, las fechas y el o los delitos
cometidos por las autoridades.
- 4º.- Las pruebas de que el Jefe de la Policía de aquel entonces, el
Coronel Virgilio Barco, contrató sicarios en la vereda de Chulavita para
generar el conflicto; coronel cuyas fechorías también figuran en el expediente
del asesinato de mi padre, desaparecido de los archivos oficiales, pero del
cual mi familia conserva copia integral autenticada.
Premeditadamente a esos sicarios los enviaban a las veredas y
municipios liberales y, al grito de “Viva el Partido Conservador”, sacrificaban
liberales indefensos. Luego, los mismos sujetos, viajaban a las veredas y
municipios conservadores para, al grito de “Viva el Partido Liberal”, arremeter
contra la vida y los bienes de inocentes ciudadanos conservadores.
Mi padre recorrió el territorio nacional denunciando este maquiavélico
montaje oficial, que buscaba encender la hoguera del odio entre compatriotas.
En la colección del periódico Jornada, que mi familia guarda celosamente, se
lee en el ejemplar del día 13 de abril de 1947: “Pueblo de todos los partidos:
¡os están engañando las oligarquías! Ellas crean deliberadamente el odio y el
rencor a través de sus agentes, asesinando y persiguiendo a los humildes,
mientras la sangre del pueblo les facilita la repartición de los beneficios
económicos y políticos que genera tan monstruosa política”.
No habla mi padre, como han pretendido quienes quieren responsabilizar
al pueblo de la Violencia de la mitad del siglo XX, que se trató de una guerra
partidista. ¡No! En todas sus intervenciones, que pongo a su disposición, insistirá
en que es una violencia oficial, desatada en forma premeditada, sistemática y
generalizada por el Estado colombiano.
- 5º.- La lectura analítica de la Oración por la Paz, pronunciada por
mi padre el 7 de febrero de 1948 en una Plaza de Bolívar desbordada por la
multitud, con gentes que llegaron de toda Colombia, no deja duda de que mi
padre señala a las autoridades como culpables de la persecución y asesinato de
sus seguidores.
Nadie puede negar que, en esa intervención, mi padre sindica al Estado
colombiano y al Gobierno presidido por Ospina Pérez, como responsables del
derramamiento de sangre que, como bola de nieve, desembocó en el conflicto
armado que hoy vivimos. Allí señaló con precisión, entre muchas otras
acusaciones, lo siguiente:
“Señor Presidente Mariano Ospina Pérez: os pedimos que cese la
persecución de las autoridades, así os lo pide esta inmensa muchedumbre. Os
pedimos una pequeña y grande cosa: que las luchas políticas se desarrollen por
los cauces de la constitucionalidad”.
- 5º.- Mi familia pone igualmente a disposición del Señor Presidente
de la República y de los comandantes de las FARC-EP y del ELN, las centenares
de horas de grabación en video y audio que hizo mi hija María Valencia Gaitán,
recorriendo en toda su extensión el territorio nacional, donde multitud de
víctimas atestiguan que, después del asesinato de mi padre, la persecución
violenta contra ellos, por ser sus partidarios, arreció y fue entonces cuando
el pueblo se vio obligado a internarse en el monte para salvar sus vidas,
armándose inicialmente de machetes y pistolas de fisto, siendo ésta persecución
oficial el germen de las futuras guerrillas.
- 6º.- Inicialmente se organizaron guerrillas liberales que,
traicionadas por la dirección ahora oligárquica del Partido Liberal - que pactó
la desmovilización de la guerrilla para luego asesinar a sus comandantes – hizo
que algunos de ellos acudieran al apoyo del Partido Comunista, que les mostró
un nuevo camino diferente al de los partidos tradicionales.
- 7º.- El doctor Jorge Leyva es testigo de mi reunión en Casa Verde
con los máximos líderes históricos de las FARC-EP. Allí, el líder paradigmático
de esa guerrilla, el Comandante Manuel Marulanda Vélez, me contó cómo, al
origen de su lucha guerrillera, estuvo el haberse visto obligado, junto con su
familia y siendo aún adolescente, a internarse en el monte para proteger su
vida, porque sus familiares eran Gaitanista. Es asunto que no se exhibe
frecuentemente, por el rechazo que se le tiene, y es comprensible, al hecho de
haber tenido como origen político al partido liberal que, una vez asesinado mi
padre, los traicionó.
- 8º.- De igual manera el máximo dirigente del ELN, el comandante
Gabino, a quien estoy enviando copia de esta carta, me contó personalmente en
el campamento del Coce, que sus orígenes guerrilleros se remontan a la época en
que tuvo que huir al monte con su familia, que era Gaitanista, para salvarse de
la persecución de las autoridades.
Pongo este cuantioso acervo documental al servicio de los diálogos de
paz, a fin de que se reconozca que fue el Estado el que desató el conflicto que
se prolonga hasta nuestros días, como detalladamente - con pruebas irrefutables
al canto - puedo demostrarlo, a fin de que el Estado pida perdón por este
genocidio que ha quedado en la impunidad y que a los comandantes guerrilleros
se les otorgue una amnistía integral, por ser la guerrilla consecuencia de la
violencia y no su origen.
Mi padre no creía que a él lo asesinarían en el marco de ese
genocidio. Al respecto decía: “La oligarquía colombiana no me mata, porque sabe
que, si lo hace, el país se vuelca y pasarán muchos años antes de que las aguas
regresen a su nivel normal”.
En 1998 traje a cuento esta frase de mi padre diciendo que, ya que en
ese año se cumplían 50 años de su magnicidio, era tiempo de que las aguas
regresaran a su nivel normal. Los periodistas mezclaron ambas frases y
divulgaron una afirmación nunca hecha por mi padre, según la cual las aguas
regresarían a su nivel normal pasados 50 años.
Hoy, pasados 65 años, todos los colombianos esperamos que ese regreso
a la normalidad pueda alcanzarse ahora. El Estado, mediante genocidio, rompió
el normal proceso democrático. Será necesario que la opinión pública comprenda
que el conflicto se inició cuando el Estado pretendió abortar el triunfo
popular, que ya era inevitable, con la elección de mi padre como Presidente de
Colombia para las siguientes elecciones presidenciales de 1950, lo que
representaba la llegada del pueblo al poder.
Estoy dispuesta, en el momento en que me lo indiquen, a aportar el
extenso material probatorio ofrecido, que desde hace años mi familia guarda
sigilosamente por haber sido perseguido por el Estado para su destrucción, como
puedo demostrarlo, pruebas al canto. Primero fue por acción del entonces Ministro
de Educación Rodrigo Lloreda, que logró que un agente suyo incinerara la mitad
del Archivo Gaitán. Luego, por conjura protagonizada por el propio doctor
Andrés Pastrana, en ese entonces Presidente de la República, por sentirse
afectado directamente con las pruebas sobre el genocidio que contiene dicho
archivo, ya que su padre, el doctor Misael Pastrana, fungía entonces como
Secretario Privado del Presidente Mariano Ospina Pérez, bajo cuyo gobierno se
dio inicio al genocidio. Por último, bajo la presidencia del doctor Álvaro
Uribe, cuando las autoridades allanaron un depósito privado esperando encontrar
el Archivo, logrando posteriormente confiscarme decenas de cartas que culpan al
Estado del genocidio al Movimiento Gaitanista y que hoy están en manos del Ministerio
de Educación.
La marcha victoriosa que adelantaba el pueblo en 1948, bajo la
conducción de mi padre, debe retomarse por las vías cívicas en manos de los
descendientes de los héroes que cayeron en aquella batalla por una Colombia
equitativa y justa, proceso civilista que el Estado truncó y que generó, a la
fuerza, el surgimiento de la lucha guerrillera. Es por ello que los comandantes
guerrilleros no pueden ser judicializados, sino que deben ser acreedores a una
amnistía general.
Quedo, entonces, a la espera de cualquier manifestación que se me
haga, por cualquiera de las partes, para aportar las pruebas relacionadas.
Atentamente,
GLORIA GAITÁN JARAMILLO
c.c. 20’144.757 de Bogotá
Correo-e:gaitanjaramillogloria@yahoo.es
Bogotá, D.C.
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