miércoles, 7 de noviembre de 2012

Horacio Duque: Los principios de la Paz




Los principios de la paz.


Horacio Duque.


Todos los asuntos del ser humano responden a determinados valores y formas de valorar. Responden a unos principios que le dan sentido a la acción del ser social. Eso, la filosofía lo denomina axiología.

Por supuesto que la paz tiene unos principios y una filosofía. Basta con examinar nuevamente el texto clásico de Immanuel Kant "Sobre la Paz perpetua", para constatar cuanta enjundia hay en el tema. El objetivo de dicho Tratado es encontrar una perspectiva de gobierno para cada uno de los estados en particular que favorezca la paz.

Una paz sin valores no existe. Por tal razón, nuestra paz no puede ser ajena a unos principios. Son los mismos que le dan sustancia a un proyecto como el consignado en el "Acuerdo General para la terminación del Conflicto y la Construcción de una paz estable y duradera", firmado entre las Farc/EP y el Estado colombiano, en cabeza del actual gobierno del señor J.M.Santos, desde principios del mes de septiembre del año en curso.

El preámbulo del Acuerdo, donde se establece su filosofía, marca el resto del texto, sirve de fuente hermenéutica y permite la interpretación de cada campo del documento.

Tratar de omitir dichos principios con argucias politiqueras -como la orden imperante de no debatir el modelo- es jugar sucio para favorecer el angulo neoliberal de las élites dominantes que sueñan con la rendición/liquidación, a como de lugar, de la resistencia campesina revolucionaria.

La paz necesita transparencia y honestidad. No se puede jugar a la ley del embudo. Lo pactado es lo pactado, fruto de conversaciones y acuerdos entre delegados plenipotenciarios que trabajaron largos meses en este delicado asunto.

Técnicamente es imposible abordar temas, por decir, la seguridad alimentaria y no profundizar en las implicaciones del mercantilismo en la destrucción de las economías campesinas, por ejemplo vía TLC, para solo citar un caso de los muchos que se incluyen en la Agenda.

Todo en el Acuerdo es vital. Nada se puede omitir. Mantener un punto de vista cesgado puede llevar hasta la idea absurda de excluir, por ejemplo, el asunto de las reglas de funcionamiento pactadas. Sin estas las conversaciones serían un descomunal caos.

Hechas tales consideraciones, pasemos a mirar los principios de la paz de La Habana:

Primero. La construcción de la paz es un asunto de la sociedad en su conjunto que requiere la participación de todos, sin distinción; quiere decir que ella no se puede construir a espaldas de la nación, que su legitimidad depende de la más profunda intervención de todos, sin discriminación alguna.

Segundo. El respeto a los Derechos Humanos en todos los confines del territorio nacional es un fin del Estado que debe promoverse; lo que significa que materias como el desarrollo rural no se pueden conversar sin hacer referencia al conjunto de los tratados internacionales sobre Derechos Humanos, igual con el ámbito de la democracia política.

Tercero. El desarrollo económico con justicia social y en armonía con el medio ambiente es garantía de paz y progreso; difícil no conversar sobre los impactos socio ambientales de las locomotoras minera y agroindustrial que el gobierno nos ha impuesto a las patadas a todos los colombianos con terribles consecuencias par la población más pobre y en beneficio de potentes multinacionales que saquean nuestros recursos naturales.

Cuarto. El desarrollo social con equidad y bienestar, incluyendo las grandes mayorías, permite crecer como país; es justamente todo lo contrario de lo que sucede con el modelo neoliberal que nos impusieron desde hace mas de veinte años, con el gobierno del Señor Cesar Gaviria.

Quinto. Una Colombia en paz jugará un papel activo y soberano en la paz y el desarrollo regional y mundial; ya esta visto todos los daños que al país le trajo el modelo de guerra y belicismo de Uribe Velez durante sus ocho años de arbitrariedad e irrespeto con la soberanía de otros estados.

Sexto. Es importante ampliar la democracia como condición para lograr bases sólidas de paz; el autoritarismo, la violencia paramilitar, el fraude electoral, la manipulación mediática, el clientelismo, la corrupción oficialista, la parapolítica, el ventajismo, el desconocimiento de los derechos de la oposición, han sido, desde siempre, el caldo de cultivo de la guerra civil colombiana; exterminios como el de la Unión Patriótica no son precisamente hechos de democracia y modernidad política.

Señores del gobierno, no hay paz sin principios. Tan elemental como eso.