¡Esas fracturas insólitas...! |
caminos
de la duda: ¿Peleas de comadres?
Alfonso
Conde Cotes / Martes 5 de febrero de 2013
Las
peleas de comadres entre los voceros públicos de los sectores dominantes
trasnochan a algunos personajes; su hipotética reunificación, de otro lado, en
un frente contra los cambios necesarios que se debaten en La Habana también
parece confundir a otros. Ante tal incertidumbre todos ellos tiemblan.
Algunos
piensan que el choque público manifiesta “desavenencias personales” y que los
dos “quieren el mismo modelo de Estado y solo los dividen pequeños matices”. En
efecto no hay “divergencias ideológicas insondables” entre esos voceros de las
clases dominantes, como lo comenta en Semana la columnista María Jimena Duzán,
pero sí hay diferencias de intereses concretos de los sectores que representan,
y el asunto, como casi siempre, es de intereses.
De
un lado Uribe, Obdulio, Lafaurie, ex militares, aquellos que se creen ungidos
por la gracia divina para dominar sobre la tierra, toda la fauna del latifundio
de la ganadería extensiva con sus intereses feudales; de otro lado Santos, el
sector financiero y los inversionistas, incluidos extranjeros, que requieren el
territorio por sus riquezas, renovables o no. Los primeros, actores
fundamentales de la guerra interna, quieren paz, pero aquella que se deriva de
la desaparición de los rebeldes; los segundos, actores centrales del
capitalismo neoliberal, necesitan la “paz” entendida como eliminación de la
confrontación armada para explotar la riqueza sin estorbo. A estos no les
importa “sacrificar” a los primeros si así logran sus objetivos; no son sus
“aliados naturales” pues no comparten sus intereses que muchas veces son
contrapuestos, ni su forma concreta de acumulación de riqueza. No obstante
ambos sectores comparten un planteamiento central: la gente, aquella que no es
de su clase, existe solo con el objeto de ser fuente de riqueza por la
explotación de su fuerza de trabajo.
Los
capitalistas neoliberales, sin embargo, en su balance de costos y beneficios
prefieren una negociación que logre el objetivo de pacificación con la sola
entrega de prebendas por parte de los otros, de los “señores de la tierra”. Ese
proceso, con apoyo de la comunidad internacional, les garantizaría el clima que
requieren para sus negocios casi sin afectar sus propios intereses. Claro que
contarían con la oposición de los latifundistas afectados, pero son conscientes
de que se trata de una clase anacrónica, en vías de desaparición. La “pelea de
comadres” no es tal sino que responde a realidades concretas de la estructura
de nuestra sociedad. Son sectores distintos en pugna por el poder.
La
otra parte, la de los explotados con escasa consciencia de clase, es otro tema.