domingo, 17 de febrero de 2013

«El fin del conflicto». Por Allende La Paz




[Cambio Total]

Apenas se ha llegado a un primer acuerdo y ya los empleados de la falsimedia –al decir de muchos periodistas alternativos- están hablando del « fin del conflicto ». Mas ese fin no se vislumbra por la terquedad estatal de continuar con la guerra a pesar de que las FARC-EP han cambiado su postura. En anteriores procesos de paz era la guerrilla la que planteaba « dialogar en medio del conflicto » y el gobierno era el que proponía un « cese de fuegos bilateral ». Hoy ha habido una inversión de propuestas, con avances de unos y retrocesos de los otros.

Las FARC-EP han llegado al convencimiento –no por presiones militares porque ellos han triunfado sobre el « más grande esfuerzo financiero y logistico realizado por los gobiernos colombiano y USAmericano, el Plan Colombia »- de la necesidad de parar el canto luctuoso de los fusiles para aclimatar la Paz y hacer desarrollar el ambiente de reconciliación entre los colombianos.

El gobierno, engreído en unos cuántos golpes propinados a la insurgencia, quiere que la guerra continúe a ver si vuelve y se les « aparece la virgen », y es incapaz de ver más allá de sus narices y no sabe el daño que realiza en la moral de sus propias tropas cuando ven caer todos los días soldados y policías en una guerra que supuestamente se está « negociando ». Al final, sus propias tropas se hacen la pregunta, para qué entregar la vida si estamos ad portas de firmar la Paz ?

Las campanas al viento que tañen los medios burgueses y sus periodisticas le hace un inmenso daño a la sociedad colombiana en su conjunto. Así no se aclimata ningún « proceso » ni ninguna Paz. Al ruido ensordecedor de los « clarines de la guerra », suman al mismo tiempo una alharaca en sus medios de un supuesto « fin del conflicto » y hasta se atreven hablar del « postconflicto ». Nada más perjudicial que hacerle creer a los que les creen en supuestos « pajaritos preñados », es decir, la realidad « virtual » que ellos crean que es explotada, destruída, por la verdadera realidad que vive el pueblo.

La construcción de la Paz hace necesario espiritus conscientes, alegres, creativos, que vayan mostrando al pueblo la concreción de los Acuerdos y su implementación en la práctica será tarea de nuestro pueblo amante de la paz que sufre una guerra por la imposición estatal y sus respectivos gobiernos, quien refrendará esos acuerdos a través de una Asamblea Constituyente. Cuando comencemos la implementación de los Acuerdos podremos decir que hemos subido un escalón, un nivel, del espiral de la Paz, y con su implementación y verificación popular podríamos comenzar a hablar de un « final del conflicto », no antes.

En el momento actual es imprescindible entonces hablar de lo que tenemos que hablar, « análisis concreto de la realidad concreta », es decir, la imperiosa necesidad de alcanzar un « Cese de Fuegos bilateral » para que el « ruido » de la confrontación en Colombia cese y se puedan escuchar las propuestas y se haga la discusión, lo cual se ha venido haciendo con la dificultad de los ruidos externos a la Mesa de Conversaciones que quieran o no los delegados de las partes se hacen sentir en el espíritu de todos. Es necesario también acotar en la necesidad de que los delegados gubernamentales lleven a su gobierno –los gobiernos oligárquicos no representan a « todos » los colombianos- la propuesta de dotar al estado de una « política de Paz » que esté por encima de los avatares y las vanidades de cada presidente, vanidades patentizadas en frases como « quiero pasar a la historia como el presidente de la Paz ».

Queremos enfatizar con el anterior análisis que « de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno », como gustaba decir nuestro inolvidable Héctor Abad Gómez, lo que significa que el pueblo y las FARC-EP deben caminar saltando sobre las malediciencias y hechos opuestos e impuestos por la oligarquía y sus medios mediáticos que sólo conocen la « política de guerra » como forma de resolver conflictos. Desafortunadamente la guerra sigue indolente su curso, culpa una vez más de la oligarquía sanguinaria que gobierna Colombia hace más de 200 años.

alp