jueves, 21 de febrero de 2013

Un abril diferente










 Rodrigo Rojas Orozco- La otra orilla

El 9 de abril de 1948 se asesinó a Gaitán y con él la esperanza de un pueblo que ansiaba una Colombia diferente. Esta fecha, marcó el inicio de una guerra civil no declarada conocida como “la violencia”, que aún no termina.
Un 19 de abril fue violentada la voluntad ciudadana en unas elecciones fraudulentas, generando una rebeldía popular que desembocó en el surgimiento del M-19, un movimiento armado que se autodenominaba de democracia en armas y cuyo acuerdo de paz se concretó en la Constitución del 91.
Hace unos pocos años, el 9 de abril fue proclamado como el día nacional de las víctimas, un reconocimiento anual a los miles de inocentes muertos, vejados o desplazados que han padecido y algunos no terminan de sentir esta tragedia nacional.
Este abril cambiará, hay un renacer de la esperanza. Después de incontables días, la gente pierde sus temores y vuelve a hablar de paz. Un sentimiento colectivo los anima, las voces que claman son cada vez menos tímidas y mas frecuentes.
Un grupo de académicos, intelectuales y periodistas se aventuraron a enviar a Timochenko y al Presidente Santos, sendas cartas pidiéndoles que se sentaran a negociar. Las Iglesias Cristianas Evangélicas llenaron la plaza de Bolívar pidiendo la paz. La Conferencia de Obispos una vez más llama a la finalización del conflicto armado, respaldada por el Papa Bendicto XVI.
Algunos alcaldes y gobernadores se reunieron para hablar de paz y en Bogotá la Alcaldía Mayor promueve encuentros con organizaciones sociales, activistas del pacifismo, partidos políticos y hombres comunes para que se manifiesten este 9 de abril y le exijan a la mesa de negociación en La Habana un acuerdo de paz.
El esfuerzo de abrir y mantener una mesa de negociación no es suficiente, el proceso no se sostiene por sí solo si no hay política de paz. Bienvenidos los encuentros del gobierno con los gremios y las autoridades regionales, los tímidos acercamientos con la sociedad civil, pero esto no basta. La mesa de negociación se ahoga en su encerramiento, atacada por una fuerte oposición política y unos medios de comunicación hostiles, salvo algunos columnistas, no se quiere comprender que se está negociando en medio de la guerra.
Es la hora de la movilización ciudadana, de una gran organización por la paz y que el esfuerzo que se está sembrando en Bogotá alrededor del Alcalde se multiplique en todos los municipios del país y que abril sea el inicio de la primavera de la reconciliación y la participación democrática.