NOTAS “VOZ DE COLOMBIA”
Puntos de vista de un
desterrado colombiano
No.016– Febrero 17 de 2013
Por: Valmen – Vozcol
Micronota:
Siempre que el
movimiento social y las grandes mayorías populares deciden defenderse de las
agresiones desatadas por el sistema imperante: pro-imperialista,
pro-capitalista y pro-neoliberal, de inmediato se alborotan y entran en pánico
agresivo los poderosos latifundistas, las multinacionales, los gremios
económicos, el gran empresariado, la despiadada maquinaria financiera y toda la
jauría enemiga de la paz, que oculta su real rostro detrás de las cortinas desde
donde dicen defender la sacrosanta propiedad privada. Solo un poderoso
movimiento social y de masas tiene la capacidad de impedir que los de arriba
puedan cumplir con los objetivos contrarios a la paz, la justicia, la
democracia y la soberanía.
*************
Mecánicas de la
unidad, la organización, la movilización y la solidaridad…
Para el
movimiento social colombiano en general, así como para las grandes masas
populares en particular, el proceso de diálogos hacia la paz con justicia
social, cada vez más, se sitúa en el campo de la dura lucha por alcanzar los
más altos niveles de unidad, de organización y de movilización hacia objetivos
que puedan ser entendidos, discernidos y asumidos como propios por millones de
compatriotas. Este tema, a simple vista, parece ser solo algo de simple
reiteración y de no vital importancia para el caso, pero en la realidad no se
dan las cosas precisamente así.
Hay que partir
de unas verdades insoslayables y que tienen un peso decisivo en las duras
batallas que se han librado, se están librando y seguramente se librarán en el
gran campo de la confrontación, en la que se tiene como contraparte al enorme
fortín de lo que se podría llamar el bloque de los contendores, para decirles
lo menos, conformado por el imperio, la clase dominante y los gobiernos de
turno. Ese fortín tiene en sus manos, para intentar “doblegar” a las grandes
mayorías, enormes recursos económicos, un gigantesco y sofisticado aparato de
propaganda, así como un descomunal aparato militar, paramilitar y policial.
La misión
fundamental del aparato, “moldeador de mentes” (del fortín) es el de pretender “venderle”
al país y a la comunidad internacional todo el caudal de mentiras que haya o
esté siendo convertido en “verdad”, para beneficio de los intereses de quienes
se autoproclaman dueños y amos de un sistema profundamente corroído por el
imperialismo, el capitalismo y el neoliberalismo.
En la medida
que los dueños del poder, tradicional y emergente, consideran que sus oscuros y
enormes intereses se encuentran en real o posible riesgo, debido a procesos de
diálogos hacia la paz, como el que se desarrolla en Colombia, el fortín se
empieza a convertir en “matrimonio” de conveniencia. Con mucha algarabía
publicitaria se mueven las palancas de la mentira, el engaño, la
desinformación, la penalización y judicialización de la protesta y los planes
de ejecución por parte de los agentes del terrorismo de Estado.
Pero hoy el
momento y la realidad no son de oscuridad, fatalismo o pesimismo para las
fuerzas patrióticas, para las fuerzas que luchan por un mundo mejor. Hacia el
futuro transitan fuertes corrientes de despertar de conciencia sobre la
necesidad y urgencia de trabajar por la paz, por la justicia social, por la
democracia real y por la soberanía plena. Acertar en ligar las banderas de la
paz con justicia social, con las banderas de los cotidianos problemas del
barrio, de la vereda, del municipio y de la ciudad, bien puede ser el rayo de
luz que desencadene las fuerzas que se necesitan para conquistar y defender la
paz por la vía del diálogo y no por la vía del exterminio como lo ha pretendido
y lo pretende la ultraderecha interna y externa.
El engranaje
entre las banderas de la paz, la justicia y los diálogos nacionales, con las de
problemáticas cotidianas como: desempleo, miseria, especulación, represión,
abusos de poder, corrupción, vivienda, educación, salud y otros espacios
generados por la diaria lucha de las grandes masas populares, permitirá ganar
locales batallas y así sumar fuerzas para el triunfo de la gran batalla, a la
vez que se desarrollarán altos niveles de conciencia social, solidaridad de
acción, confiabilidad, credibilidad y esperanza en el gran porvenir.
Alcanzar y
desarrollar ampliamente la ligazón entre el accionar nacional y el diario
batallar local, sin duda alguna, también permitirá neutralizar, en
significativo porcentaje, los efectos y objetivos de la gran y sucia campaña
desinformativa, proveniente del fortín: imperial, capitalista, neoliberal y de
sus grandes y poderosos medios de comunicación.
Inquietud de Paquito:
¿Hasta cuándo
la gritería uribista y la coquetería santista?