sábado, 16 de febrero de 2013

Notas “VOZ de Colombia”. Puntos de vista de un desterrado colombiano

“Solo un poderoso movimiento social y de masas tiene la capacidad de
impedir que los de arriba puedan cumplir con los objetivos contrarios
a la paz
”, escribe el columnista en ésta crónica. En la foto, 110.000
colombianos que manifestaron el 26 de abril 2012 en Bogota contra
la política de hambre y guerra de JM Santos, convocados por
Marcha  Patriótica.



NOTAS “VOZ DE COLOMBIA”

Puntos de vista de un desterrado colombiano


No.016– Febrero 17 de 2013
Por: Valmen – Vozcol

Micronota:

Siempre que el movimiento social y las grandes mayorías populares deciden defenderse de las agresiones desatadas por el sistema imperante: pro-imperialista, pro-capitalista y pro-neoliberal, de inmediato se alborotan y entran en pánico agresivo los poderosos latifundistas, las multinacionales, los gremios económicos, el gran empresariado, la despiadada maquinaria financiera y toda la jauría enemiga de la paz, que oculta su real rostro detrás de las cortinas desde donde dicen defender la sacrosanta propiedad privada. Solo un poderoso movimiento social y de masas tiene la capacidad de impedir que los de arriba puedan cumplir con los objetivos contrarios a la paz, la justicia, la democracia y la soberanía.  

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Mecánicas de la unidad, la organización, la movilización y la solidaridad…
Para el movimiento social colombiano en general, así como para las grandes masas populares en particular, el proceso de diálogos hacia la paz con justicia social, cada vez más, se sitúa en el campo de la dura lucha por alcanzar los más altos niveles de unidad, de organización y de movilización hacia objetivos que puedan ser entendidos, discernidos y asumidos como propios por millones de compatriotas. Este tema, a simple vista, parece ser solo algo de simple reiteración y de no vital importancia para el caso, pero en la realidad no se dan las cosas precisamente así.

Hay que partir de unas verdades insoslayables y que tienen un peso decisivo en las duras batallas que se han librado, se están librando y seguramente se librarán en el gran campo de la confrontación, en la que se tiene como contraparte al enorme fortín de lo que se podría llamar el bloque de los contendores, para decirles lo menos, conformado por el imperio, la clase dominante y los gobiernos de turno. Ese fortín tiene en sus manos, para intentar “doblegar” a las grandes mayorías, enormes recursos económicos, un gigantesco y sofisticado aparato de propaganda, así como un descomunal aparato militar, paramilitar y policial.

La misión fundamental del aparato, “moldeador de mentes” (del fortín) es el de pretender “venderle” al país y a la comunidad internacional todo el caudal de mentiras que haya o esté siendo convertido en “verdad”, para beneficio de los intereses de quienes se autoproclaman dueños y amos de un sistema profundamente corroído por el imperialismo, el capitalismo y el neoliberalismo.

En la medida que los dueños del poder, tradicional y emergente, consideran que sus oscuros y enormes intereses se encuentran en real o posible riesgo, debido a procesos de diálogos hacia la paz, como el que se desarrolla en Colombia, el fortín se empieza a convertir en “matrimonio” de conveniencia. Con mucha algarabía publicitaria se mueven las palancas de la mentira, el engaño, la desinformación, la penalización y judicialización de la protesta y los planes de ejecución por parte de los agentes del terrorismo de Estado.

Pero hoy el momento y la realidad no son de oscuridad, fatalismo o pesimismo para las fuerzas patrióticas, para las fuerzas que luchan por un mundo mejor. Hacia el futuro transitan fuertes corrientes de despertar de conciencia sobre la necesidad y urgencia de trabajar por la paz, por la justicia social, por la democracia real y por la soberanía plena. Acertar en ligar las banderas de la paz con justicia social, con las banderas de los cotidianos problemas del barrio, de la vereda, del municipio y de la ciudad, bien puede ser el rayo de luz que desencadene las fuerzas que se necesitan para conquistar y defender la paz por la vía del diálogo y no por la vía del exterminio como lo ha pretendido y lo pretende la ultraderecha interna y externa.

El engranaje entre las banderas de la paz, la justicia y los diálogos nacionales, con las de problemáticas cotidianas como: desempleo, miseria, especulación, represión, abusos de poder, corrupción, vivienda, educación, salud y otros espacios generados por la diaria lucha de las grandes masas populares, permitirá ganar locales batallas y así sumar fuerzas para el triunfo de la gran batalla, a la vez que se desarrollarán altos niveles de conciencia social, solidaridad de acción, confiabilidad, credibilidad y esperanza en el gran porvenir.

Alcanzar y desarrollar ampliamente la ligazón entre el accionar nacional y el diario batallar local, sin duda alguna, también permitirá neutralizar, en significativo porcentaje, los efectos y objetivos de la gran y sucia campaña desinformativa, proveniente del fortín: imperial, capitalista, neoliberal y de sus grandes y poderosos medios de comunicación.

Inquietud de Paquito:

¿Hasta cuándo la gritería uribista y la coquetería santista?