Por Horacio Duque Giraldo
Desde que se implantó la Ley 100, a mediados de los
años 90 del siglo XX, la salud en Colombia funciona dentro de
los parámetros del modelo neoliberal. Eso se lo debemos a Uribe Vélez,
quien promovió, como Senador, la normatividad respectiva.
A lo largo de
los años la salud, más que un derecho ciudadano, ha sido una mercancía y un
negocio de prósperos negociantes que se han enriquecido sin control, como los
dueños de las EPS y las cadenas de droguerías que especulan con los
medicamentos.
Hoy la salud
está en crisis con graves efectos en millones de personas, que contemplan
pasivas y enfermas el repugnante espectáculo de los mercaderes de la muerte,
entre quienes hay que incluir a reconocidos políticos manipuladores y
despojadores del sistema subsidiado que administra los municipios y, por su
intermedio, las bandas criminales.
Alejandro
Gaviria, el actual Ministro de Salud, ha presentado los primeros puntos de la
reforma que se le hará al sistema que administra desde su alto cargo.
Ha dicho que se
proponen mejorar la oportunidad, la continuidad y la calidad de los servicios
de salud y garantizar al mismo tiempo la sostenibilidad del sistema.
Dentro del
nuevo esquema que se postula, los nuevos protagonistas de la salud en Colombia
serán tres: i) el afiliador, recaudador y pagador, que es el Estado (Mi Salud);
ii) El administrador (antigua EPS), que define y gestiona la red; y iii) el
prestador, que son las clínicas y hospitales.
Se trata, según
Gaviria, de organizar un “sistema de calidad con equidad que realmente cumpla
con sus funciones; fortalecer el nivel básico de atención como puerta de
entrada de los usuarios al sistema”.
Se acaba la
integración vertical en los niveles de mayor complejidad. Los nuevos gestores
solo podrán tener integración vertical en el nivel básico de atención.
Algunas EPS
podrán transformarse en los nuevos gestores, que ya no serán intermediarios
financieros. Serán administradores de la atención básica y aseguradores de la
atención especializada.
Al acabarse el
Fosyga, las EPS y el no-POS, se creará un fondo único que administre los
recursos al que le darán el nombre de “Mi Salud”.
El mismo
discurso de siempre. Pero al examinar el detalle todo se reduce a un vulgar
maquillaje.
Veamos-
Las EPS sólo
cambiarán de nombre, en adelante se les conocerá como gestoras. A las
empresas que reemplazarán a las EPS, les pagarán una plata simplemente por “realizar auditorias a
la prestación completa de la atención a los usuarios, quiere decir que les
mejoran el negocio.
Se mantienen el
POS. La reforma cambiaría el actual POS por uno que contenga los servicios
a los que los pacientes no tendrán derecho, pero mantiene la restricción,
siguiendo el modelo de la Ley 100.
El régimen
subsidiado pasará a manos de los gobernadores y sus Secretarios de Salud.
Veremos la rapiña.
Siguen los ataques a la tutela, que debe desaparecer
Los servicios
de salud de cierta complejidad seguirán prestándose bajo el actual sistema, es
decir, con intermediación financiera.
Por la gestión
del riesgo en las redes especializadas y especiales, [los intermediarios]
recibirá[n] una Unidad de Pago por Capitación como ocurre en el sistema actual.
Gaviria también
ha indicado que con su reforma se fortalecerán los seguros privados de la
medicina prepagada, al señalar que se “permitirá una mejor armonización del
sistema de salud con la medicina prepagada y las pólizas privadas”.
Es el ABC de
los cambios que se le harán a la salud. Como quien dice, que todo cambie para
que todo siga igual. Es cuestión de nombres.
Las
movilizaciones y acciones de calle previstas para hoy 28 de febrero deben
exigir cambios reales en la salud neoliberal del régimen.
Las reformas
del sistema no pueden ser cosa de los tecnócratas, ni de maquillajes.
Necesitamos la
participación ciudadana en todo el proceso de transformación. Mejor si se hace
en una Constituyente de la salud, ahora que Santos las puso de moda a raíz del
paro cívico cafetero que ahogan con bolillo y sangre.