Hay nuevos sondeos de opinión y los resultados son el
desastre para el señor Santos. El 60% por ciento de los ciudadanos rechaza su
reelección y su imagen cae en picada. Casi el 50% de las personas tienen una
imagen desfavorable de su gobierno.
En todos los
ámbitos de la vida pública la calificación es negativa.
Hagamos un
somero inventario.
La impunidad de
los “falsos positivos” que patrocino como Ministro de Defensa y ampara con el
nuevo fuero militar. La corrupción con los dineros apropiados para atender las
victimas de las olas invernales que aun siguen en el abandono, como en
Gramalote, el sur del Atlántico, Utica y Río Cauca.
El fracaso de
la Ley de víctimas y su famosa “revolución agraria”. Los limitados resultados
en el proceso de paz de La Habana, debido a la posición del señor Humberto de
la Calle de negarse a debatir y tratar los problemas centrales de la sociedad
colombiana, derivados del modelo neoliberal que ha incrementado la pobreza de
millones de colombianos.
El rechazo de
la propuesta de las Farc de un cese al fuego y de hostilidades bilateral para
disminuir gradualmente los efectos de la guerra como ocurrió con el
cese unilateral de la guerrilla. La crisis de la salud. La destrucción de la
industria y la agricultura por la revaluación del peso. El robo de las regalías
mineras. La perdida del mar de San Andrés, son todos los problemas que gravitan
en la posición y actitud de millones de colombianos frente a un gobierno que en
vez Prosperidad ha significado la ruina de la nación.
Por supuesto,
la alternativa a este desastre que resulta de la prolongación del ochenio del
Uribe Vélez no es la figura del caudillo del Uberrimo. En la memoria de los
colombianos está fresca la tragedia que significo el régimen autoritario de la
Seguridad Democrática con situaciones tan graves como e robo en Agro Ingreso
Seguro, la corrupción en la DIAN, la masiva violación de los derechos
humanos, las chuzadas a los líderes de la oposición, el cogobierno con los
grupos paramilitares, los enfrentamientos con los gobiernos vecinos, el ataque
a los tribunales de justicia y la destrucción de aspectos centrales del Estado
social de derecho.
Uribe Vélez es
el neofascismo de los grupos más reaccionarios de la sociedad que obstaculizan
la superación de la violencia y la construcción de la paz. Su responsabilidad
en el fallo del Tribunal Internacional de Justicia que concedió los derechos a
Nicaragua en el mar Caribe de San Andrés es absoluta, por eso su patrioterismo
es una farsa trasnochada que debe ser rechazada.
Estamos en lo
que se conoce como una “estructura política de oportunidad” para que las peleas
entre Santos y Uribe sea la coyuntura de una confluencia de fuerzas y
corrientes de cambio y renovación que supere la crisis orgánica de la hegemonía
dominante en el Estado neoliberal.
Los resultados
en Ecuador con el triunfo socialista del Presidente Rafael Correa y el regreso
del Presidente Hugo Chávez a Caracas, le están mostrando al pueblo colombiano
que la alternativa está en la derrota del neoliberalismo y en la construcción
de una democracia del socialismo del siglo XXI.
La gran
manifestación que se proyecta para el próximo 9 de abril en Bogota gaitanista y
en el resto del país debe adquirir las características de una levantamiento
popular por el cambio y la paz. No se pueden aplazar las grandes decisiones de
cambio a los viciados y corruptos procesos electorales que son el campo
privilegiado de la podrida élite que domina en el Estado, sus
diversas instancias y en general en la democracia liberal representativa que es
el gobierno de los políticos.
Fueron las
grandes movilizaciones de masas las que propiciaron los profundos cambios en
Ecuador, Bolivia, Venezuela, Argentina y en el Brasil de los militares
fascistas. Sigamos ese ejemplo. Colombia no puede ser la excepción.