viernes, 15 de febrero de 2013

Crítica hacia las liberaciones unilaterales: hace falta un intercambio de presos






Por Voces por el Intercambio Humanitario de Presos

Acaban de dar la noticia oficial esta semana en Colombia: los soldados y policías presos de guerra que las FARC apresó el mes pasado, serán liberados de manera unilateral por esta insurgencia. Sobre esta noticia queremos hacer algunas observaciones:

· El léxico del engaño implementado en mass-media

La primera observación versa sobre el carácter mentiroso de los mass-media que se empeñan en llamar a los soldados hechos presos en combate “secuestrados”, cuando éstos según el propio DIH (Derecho Internacional Humanitario) tienen estatuto de “presos de guerra” (porque en Colombia hay una guerra). Lamentablemente, en ocasiones, se pueden observar repeticiones de este léxico que obvia el DIH, en medios alternativos: obviamente el martilleo mediático tiene un largo alcance y no siempre los medios alternativos están lo suficientemente alertas para no replicar léxicos que distorsionan la realidad.

· El cubrimiento habitual de los mass-media: hacer propaganda y desvirtuar todo gesto de la insurgencia

En los mass-media no van a resaltar de ninguna manera el carácter unilateral de las liberaciones como una muestra de ‘buena voluntad’ por parte de la insurgencia, eso sería contrario a los intereses de los propietarios de los mass-media. Así que cubrirán estas liberaciones unilaterales sin resaltar el carácter unilateral de las mismas, sin decir una sola palabra de que hay miles de presos políticos en las cárceles colombianas que esperan un intercambio humanitario. Y, además de lo anterior, obviamente aprovecharan la ‘cobertura’ de estas liberaciones (o el símil de cobertura) para envenenar a los espectadores contra la insurgencia. Lo harán como lo han hecho a cada liberación unilateral realizada por la insurgencia: transformarán un gesto de extrema buena voluntad de la insurgencia hacia los soldados, en horas de propaganda sobre la ‘malvadísima insurgencia’, con los habituales epítetos que le endilgan al pueblo insurrecto: de “terroristas” en adelante.

· El carácter unilateral de estas liberaciones

La reflexión sobre el carácter unilateral de estas liberaciones esta vez quiere ir más lejos: porque ya es bien conocido el proceder de la oligarquía colombiana y sus medios de propaganda, es bien sabido que los mass-media distorsionan la realidad hasta la saciedad; así que queremos, esta vez, elevar una crítica constructiva hacia ese proceder de la insurgencia de liberar unilateralmente a los soldados, sin exigir intercambiarlos por insurgentes presos (exigencia que sí tuvo la insurgencia en el pasado y pareciera hacer abandonado por presiones de la socialdemocracia). Elevar también una crítica constructiva, sobre ciertas actitudes asimétricas e injustas que parte de la ‘izquierda’ colombiana ha ido adaptando como normales. Elevamos una crítica contra la unilateralidad y la degradación ética que ésta conlleva: creemos que ya es hora de alzar la voz por un humanitarismo completo, no un humanitarismo de doble rasero.

· Y los presos políticos: ¿no merecen humanitarismo? ¿es ético seguir con el doble rasero de liberaciones unilaterales que los olvidan?

La crítica constructiva se eleva desde la izquierda, obviamente, porque las liberaciones unilaterales se repiten, sin que se avizore el intercambio humanitario. Vamos a asistir a lo mismo de siempre: la insurgencia va a caer en más unilateralidad y va a liberar a los soldados presos de guerra, mientras que el régimen colombiano no libera a los guerrilleros presos, al contrario, los tortura, los empuja a la muerte cuando los toma heridos porque les niega asistencia médica.

En Colombia hay más de 9.500 presos políticos: entre ellos hay presos políticos civiles (sindicalistas, estudiantes, periodistas, campesinos, etc…) y presos políticos de guerra (insurgentes). El estado niega el estatuto de todos los presos políticos y por ende no hay clasificación de presos (poniendo en peligro sus vidas al insertarlos en patios paramilitares), en clara violación al DIH. Los presos políticos sufren montajes judiciales y padecen unas condiciones de reclusión inhumanas en las que la tortura es sistemática. A los presos políticos enfermos o heridos se les aplica la tortura de negación de asistencia médica que los conduce a la muerte o a amputaciones. La situación de los presos políticos de guerra es dramática. Hay en las cárceles colombianas insurgentes carcomidos por la gangrena tras heridas de bala no curadas, finalmente amputados por negación de la debida asistencia médica, algunos son incluso asesinados. Tan sólo el año pasado fueron 118 presos fallecidos en cárceles colombianas. Decenas de amputados. Y los encarcelamientos políticos contra campesinos, estudiantes, periodistas, sindicalistas (etc.) se incrementan de manera tangible. No está la realidad como para mirar para otro lado.

Por ello, pedir siempre para los unos y nada para los otros, resulta indignante.  
Si hay un conflicto en Colombia es precisamente porque hay tremendas desigualdades sociales y porque una casta enriquecida considera a las mayorías como inferiores; entonces ver ahora que hasta las insurgencias entran en esa lógica unilateral que reserva el humanitarismo de la libertad solo para soldados y policías, sin obtener a cambio la libertad de los presos políticos de guerra, al menos de los heridos y enfermos, es un desastre ético sin par.

Aquí no se cuestiona el debido trato humanitario a todo preso de guerra; se cuestiona es el doble rasero en cuanto a los pedidos de libertad para unos y otros. Obviamente que los soldados presos de guerra que capturan en combate las insurgencias deben ser tratados de manera humanitaria, y así lo hacen, como se ha podido constatar por la salud de los liberados. Las insurgencias siempre curan las heridas de bala de los soldados que son apresados; no como hace el Estado colombiano que deja infectarse las lesiones (causando amputaciones, dolores, degeneración corporal y muerte), al negarle la debida curación a los presos políticos de guerra. El campo popular, la izquierda colombiana e internacional debe alzar su voz por los presos políticos y por los presos políticos de guerra: que cese la tortura, y que sean también liberados en un intercambio.

· La unilateralidad normaliza que unos seres humanos sean considerados de mayor valor que otros

La labor de los que se afanan con tanto ahínco en ese sentido unilateral está normalizando una injusticia: no es normal que la vida y libertad de un policía o soldado valga más que la de un guerrillero o que la de un sindicalista: valen lo mismo, y por eso se pide intercambio de presos, es lo único justo, no esa unilateralidad que sigue apuntalando la injusticia social al darle más valor a los que hacen la guerra al servicio del gran capital (soldados y policías) que a los que se han insurreccionado desde el pueblo contra el saqueo multinacional y la represión Estatal (militar-paramilitar).

· Ya van más de 14 liberaciones unilaterales: la izquierda debería empezar a pedir la libertad para sus presos

Se comprendían algunas liberaciones unilaterales que hizo la insurgencia como gestos de buena voluntad; pero ya se demostró hasta la saciedad esa buena voluntad... ya van más de 14 liberaciones unilaterales, algunas de decenas de presos de guerra, y mientras tanto el régimen colombiano no libera al primer preso político. Eso no es justo, eso es perpetuar el drama de desigualdad y castas por el cual existe el conflicto, es absurdo.

Entonces se eleva una crítica, constructiva, a la insurgencia y sobretodo a esa parte de izquierda que con tanto ahínco presiona a las insurgencias cada vez que toman un preso de guerra, con mil comunicados a diestra y a siniestra, mil exigencias, a cuál más ‘humanitaria’ cuando en realidad no es humanitaria la valoración asimétrica de la vida humana. Duele ver que los mismos sectores de la ‘izquierda’ que se rasgan las vestiduras cada vez que la insurgencia toma un soldado preso de guerra, apenas si hacen pedidos tibios (ahí sí no son exigencias) al estado colombiano, para ver, si algún día, los deja entrar a una cárcel. Piden tibiamente entrar a una cárcel (cuando lo hacen), en vez de exigir la libertad de los presos políticos; en cambio sí le exigen a las insurgencias la libertad de los presos de guerra: ¿Por qué cometen esa injusticia? Es realmente dramático.

Cabe acotar que esta crítica se hace hacia esos sectores de la ‘izquierda’ que han adoptado parte del doble rasero de la derecha como suyo propio: que valga más la libertad de un soldado preso de guerra que la de un insurgente preso de guerra. Tal vez no dimensionan que el sistematismo de unilateralidad tiene un significado poco alentador para el intercambio humanitario.

De los sectores de la derecha, militaristas y asociados a la oligarquía es una obviedad que no se puede esperar nada más que el doble rasero (sus medios masivos difunden el humanitarismo clasista hasta la saciedad). Pero de ciertos sectores de la sociedad colombiana, sectores más progresistas, sí queremos esperar que no desoigan este llamado a la equidad. Piedad Córdoba y CPP deberían exigir, con el mismoahínco la liberación de los presos políticos. 
Al menos, con el mismo ahínco. Y luchar por un intercambio. Tal vez la crítica constructiva pueda destrabar procesos de reivindicación por los presos políticos. Procesos que se han estancado en las mil negativas del gobierno; pero también, hay que reconocerlo, en la tibieza con que se eleva la reivindicación por los presos políticos por parte de la misma izquierda (tibieza en relación con la reivindicación de libertad para los soldados). La misma crítica va a ciertos compañeros, más a la izquierda incluso, que parecen conformes con las eternas liberaciones unilaterales, mientras agonizan y mueren los presos políticos en las cárceles-tortura. Aquellos que tienen un poder parlamentario, o mediático, deberían emplearlo más por los presos políticos; por ahora tenemos a un sector ‘progresista’que se ahoga en pronunciamientos en los que la reivindicación por los presos políticos brilla por su ausencia, cuando deberían, al menos, sistematizar que cada vez que se le pida (por comunicado, alocución) una liberación a la insurgencia se le pida una liberación al estado en intercambio. Se extiende esta crítica a ciertos medios de los que se espera, aún, que cubran la noticia sobre las liberaciones de soldados haciendo mención a la existencia de la contraparte silenciada: miles de presos políticos. Del CICR (otro participante activo de esta unilateralidad), decir que se esperan, todavía, los pronunciamientos del CICR por los presos políticos, que eleve la voz exigiendo el respeto al DIH en la clasificación de presos, en la debida asistencia sanitaria, etc.

Que haya Intercambio Humanitario de Presos, es lo único realmente humanitario y justo, lo otro es normalizar las castas, enviar el mensaje de que los presos del pueblo en las mazmorras del régimen no valen un intercambio.

· Además, en esas liberaciones unilaterales se han perdido decenas de vidas humanas (los insurgentes también son humanos)

Por si la injusticia de considerar que unos humanos valen más que otros y liberar a los soldados sin exigir a cambio la libertad de los presos políticos no basta para evidenciar el carácter injusto de esta unilateralidad, estas liberaciones unilaterales cuestan vidas humanas.

Se espera, al menos, que esta vez, en estas operaciones de liberación unilateral, los aviones del régimen no asesinen a los guerrilleros que vayan a hacer la liberación, o los encarcelen como ya ha ocurrido. En una de las últimas liberaciones unilaterales tomaron presa a una muchacha guerrillera, Rosalba, que condenaron a 50 años de cárcel. Es tremendamente injusto, y es solo un ejemplo de vida humana perdida en esas operaciones. No debería existir sino el justo intercambio de presos, y no liberaciones unilaterales en las que además resultan muertos y presos más guerrilleros, es un absurdo e injusto proceder.

· Retomar la bandera del Intercambio Humanitario

La Unilateralidad normaliza el sistema de castas colombiano y degrada la ética: el intercambio de presos es lo único humanitario y que brinda posibilidades de respeto mutuo fundamental; punto de partida indispensable para la justicia social, es decir para avizorar una paz duradera.
El intercambio humanitario sí es una justa bandera del campo popular, hay que retomarla; no nos dejemos más embaucar por los cantos de sirena clasistas que martillean los medios masivos, que solo ven humanos a los soldados y policías que defienden los intereses del gran capital, mientras que deleznan los sufrimientos de miles de presos políticos.