Por Voces
por el Intercambio Humanitario de Presos
Acaban de
dar la noticia oficial esta semana en Colombia: los soldados y policías presos
de guerra que las FARC apresó el mes pasado, serán liberados de manera
unilateral por esta insurgencia. Sobre esta noticia queremos hacer algunas
observaciones:
· El léxico del engaño
implementado en mass-media
La primera
observación versa sobre el carácter mentiroso de los mass-media que se empeñan
en llamar a los soldados hechos presos en combate “secuestrados”, cuando éstos
según el propio DIH (Derecho Internacional Humanitario) tienen estatuto de
“presos de guerra” (porque en Colombia hay una guerra). Lamentablemente, en
ocasiones, se pueden observar repeticiones de este léxico que obvia el DIH, en
medios alternativos: obviamente el martilleo mediático tiene un largo alcance y
no siempre los medios alternativos están lo suficientemente alertas para no
replicar léxicos que distorsionan la realidad.
· El cubrimiento
habitual de los mass-media: hacer propaganda y desvirtuar todo gesto de la
insurgencia
En los
mass-media no van a resaltar de ninguna manera el carácter unilateral de las
liberaciones como una muestra de ‘buena voluntad’ por parte de la insurgencia,
eso sería contrario a los intereses de los propietarios de los mass-media. Así
que cubrirán estas liberaciones unilaterales sin resaltar el carácter
unilateral de las mismas, sin decir una sola palabra de que hay miles de presos
políticos en las cárceles colombianas que esperan un intercambio humanitario.
Y, además de lo anterior, obviamente aprovecharan la ‘cobertura’ de estas
liberaciones (o el símil de cobertura) para envenenar a los espectadores contra
la insurgencia. Lo harán como lo han hecho a cada liberación unilateral
realizada por la insurgencia: transformarán un gesto de extrema buena voluntad
de la insurgencia hacia los soldados, en horas de propaganda sobre la ‘malvadísima
insurgencia’, con los habituales epítetos que le endilgan al pueblo
insurrecto: de “terroristas” en adelante.
· El carácter unilateral
de estas liberaciones
La
reflexión sobre el carácter unilateral de estas liberaciones esta vez quiere ir
más lejos: porque ya es bien conocido el proceder de la oligarquía colombiana y
sus medios de propaganda, es bien sabido que los mass-media distorsionan la
realidad hasta la saciedad; así que queremos, esta vez, elevar una crítica
constructiva hacia ese proceder de la insurgencia de liberar unilateralmente a
los soldados, sin exigir intercambiarlos por insurgentes presos (exigencia que
sí tuvo la insurgencia en el pasado y pareciera hacer abandonado por presiones
de la socialdemocracia). Elevar también una crítica constructiva, sobre ciertas
actitudes asimétricas e injustas que parte de la ‘izquierda’ colombiana
ha ido adaptando como normales. Elevamos una crítica contra la unilateralidad y
la degradación ética que ésta conlleva: creemos que ya es hora de alzar la voz
por un humanitarismo completo, no un humanitarismo de doble rasero.
· Y los presos
políticos: ¿no merecen humanitarismo? ¿es ético seguir con el doble rasero de
liberaciones unilaterales que los olvidan?
La crítica
constructiva se eleva desde la izquierda, obviamente, porque las liberaciones
unilaterales se repiten, sin que se avizore el intercambio humanitario. Vamos a
asistir a lo mismo de siempre: la insurgencia va a caer en más unilateralidad y
va a liberar a los soldados presos de guerra, mientras que el régimen
colombiano no libera a los guerrilleros presos, al contrario, los
tortura, los empuja a la muerte cuando los toma heridos porque les niega
asistencia médica.
En
Colombia hay más de 9.500 presos políticos: entre ellos hay presos políticos
civiles (sindicalistas, estudiantes, periodistas, campesinos, etc…) y presos
políticos de guerra (insurgentes). El estado niega el estatuto de todos los
presos políticos y por ende no hay clasificación de presos (poniendo en peligro
sus vidas al insertarlos en patios paramilitares), en clara violación al DIH.
Los presos políticos sufren montajes judiciales y padecen unas condiciones de
reclusión inhumanas en las que la tortura es sistemática. A los presos
políticos enfermos o heridos se les aplica la tortura de negación de asistencia
médica que los conduce a la muerte o a amputaciones. La situación de los presos
políticos de guerra es dramática. Hay en las cárceles colombianas insurgentes
carcomidos por la gangrena tras heridas de bala no curadas, finalmente
amputados por negación de la debida asistencia médica, algunos son incluso
asesinados. Tan sólo el año pasado fueron 118 presos fallecidos en cárceles
colombianas. Decenas de amputados. Y los encarcelamientos políticos contra
campesinos, estudiantes, periodistas, sindicalistas (etc.) se incrementan de
manera tangible. No está la realidad como para mirar para otro lado.
Por ello,
pedir siempre para los unos y nada para los otros, resulta indignante.
Si
hay un conflicto en Colombia es precisamente porque hay tremendas desigualdades
sociales y porque una casta enriquecida considera a las mayorías como
inferiores; entonces ver ahora que hasta las insurgencias entran en esa
lógica unilateral que reserva el humanitarismo de la libertad solo para
soldados y policías, sin obtener a cambio la libertad de los presos políticos
de guerra, al menos de los heridos y enfermos, es un desastre ético sin par.
Aquí no se
cuestiona el debido trato humanitario a todo preso de guerra; se cuestiona es
el doble rasero en cuanto a los pedidos de libertad para unos y otros.
Obviamente que los soldados presos de guerra que capturan en combate las
insurgencias deben ser tratados de manera humanitaria, y así lo hacen, como se ha
podido constatar por la salud de los liberados. Las insurgencias siempre curan
las heridas de bala de los soldados que son apresados; no como hace el Estado
colombiano que deja infectarse las lesiones (causando amputaciones, dolores,
degeneración corporal y muerte), al negarle la debida curación a los presos
políticos de guerra. El campo popular, la izquierda colombiana e internacional
debe alzar su voz por los presos políticos y por los presos políticos de
guerra: que cese la tortura, y que sean también liberados en un intercambio.
· La unilateralidad
normaliza que unos seres humanos sean considerados de mayor valor que otros
La labor
de los que se afanan con tanto ahínco en ese sentido unilateral está
normalizando una injusticia: no es normal que la vida y libertad de un policía
o soldado valga más que la de un guerrillero o que la de un sindicalista: valen
lo mismo, y por eso se pide intercambio de presos, es lo único
justo, no esa unilateralidad que sigue apuntalando la injusticia social al
darle más valor a los que hacen la guerra al servicio del gran capital
(soldados y policías) que a los que se han insurreccionado desde el pueblo
contra el saqueo multinacional y la represión Estatal (militar-paramilitar).
· Ya van más de 14
liberaciones unilaterales: la izquierda debería empezar a pedir la libertad
para sus presos
Se
comprendían algunas liberaciones unilaterales que hizo la insurgencia como
gestos de buena voluntad; pero ya se demostró hasta la saciedad esa buena
voluntad... ya van más de 14 liberaciones unilaterales, algunas de decenas de
presos de guerra, y mientras tanto el régimen colombiano no libera al primer
preso político. Eso no es justo, eso es perpetuar el drama de desigualdad y
castas por el cual existe el conflicto, es absurdo.
Entonces
se eleva una crítica, constructiva, a la insurgencia y sobretodo a esa parte de
izquierda que con tanto ahínco presiona a las insurgencias cada vez que
toman un preso de guerra, con mil comunicados a diestra y a siniestra, mil
exigencias, a cuál más ‘humanitaria’ cuando en realidad no es
humanitaria la valoración asimétrica de la vida humana. Duele ver que los
mismos sectores de la ‘izquierda’ que se rasgan las vestiduras cada vez
que la insurgencia toma un soldado preso de guerra, apenas si hacen pedidos
tibios (ahí sí no son exigencias) al estado colombiano, para ver, si algún día,
los deja entrar a una cárcel. Piden tibiamente entrar a una cárcel (cuando lo
hacen), en vez de exigir la libertad de los presos políticos; en cambio sí le
exigen a las insurgencias la libertad de los presos de guerra: ¿Por qué cometen
esa injusticia? Es realmente dramático.
Cabe
acotar que esta crítica se hace hacia esos sectores de la ‘izquierda’
que han adoptado parte del doble rasero de la derecha como suyo propio: que
valga más la libertad de un soldado preso de guerra que la de un insurgente
preso de guerra. Tal vez no dimensionan que el sistematismo de unilateralidad
tiene un significado poco alentador para el intercambio humanitario.
De los
sectores de la derecha, militaristas y asociados a la oligarquía es una
obviedad que no se puede esperar nada más que el doble rasero (sus medios
masivos difunden el humanitarismo clasista hasta la saciedad). Pero de
ciertos sectores de la sociedad colombiana, sectores más progresistas, sí
queremos esperar que no desoigan este llamado a la equidad. Piedad Córdoba y
CPP deberían exigir, con el mismoahínco la liberación de los presos
políticos.
Al menos, con el mismo ahínco. Y luchar por un intercambio. Tal vez
la crítica constructiva pueda destrabar procesos de reivindicación por los
presos políticos. Procesos que se han estancado en las mil negativas del
gobierno; pero también, hay que reconocerlo, en la tibieza con que se eleva la
reivindicación por los presos políticos por parte de la misma izquierda
(tibieza en relación con la reivindicación de libertad para los soldados). La
misma crítica va a ciertos compañeros, más a la izquierda incluso, que parecen
conformes con las eternas liberaciones unilaterales, mientras agonizan y mueren
los presos políticos en las cárceles-tortura. Aquellos que tienen un poder
parlamentario, o mediático, deberían emplearlo más por los presos políticos;
por ahora tenemos a un sector ‘progresista’que se ahoga en
pronunciamientos en los que la reivindicación por los presos políticos brilla
por su ausencia, cuando deberían, al menos, sistematizar que cada vez que se le
pida (por comunicado, alocución) una liberación a la insurgencia se le pida una
liberación al estado en intercambio. Se extiende esta crítica a ciertos medios
de los que se espera, aún, que cubran la noticia sobre las liberaciones de
soldados haciendo mención a la existencia de la contraparte silenciada: miles
de presos políticos. Del CICR (otro participante activo de esta
unilateralidad), decir que se esperan, todavía, los pronunciamientos del CICR
por los presos políticos, que eleve la voz exigiendo el respeto al DIH en la
clasificación de presos, en la debida asistencia sanitaria, etc.
Que haya
Intercambio Humanitario de Presos, es lo único realmente humanitario y justo,
lo otro es normalizar las castas, enviar el mensaje de que los presos del pueblo
en las mazmorras del régimen no valen un intercambio.
· Además, en esas
liberaciones unilaterales se han perdido decenas de vidas humanas (los
insurgentes también son humanos)
Por si la
injusticia de considerar que unos humanos valen más que otros y liberar a los
soldados sin exigir a cambio la libertad de los presos políticos no basta para
evidenciar el carácter injusto de esta unilateralidad, estas liberaciones
unilaterales cuestan vidas humanas.
Se espera,
al menos, que esta vez, en estas operaciones de liberación unilateral, los
aviones del régimen no asesinen a los guerrilleros que vayan a hacer la
liberación, o los encarcelen como ya ha ocurrido. En una de las últimas
liberaciones unilaterales tomaron presa a una muchacha guerrillera, Rosalba, que
condenaron a 50 años de cárcel. Es tremendamente injusto, y es solo un ejemplo
de vida humana perdida en esas operaciones. No debería existir sino el justo
intercambio de presos, y no liberaciones unilaterales en las que además
resultan muertos y presos más guerrilleros, es un absurdo e injusto proceder.
· Retomar la bandera del
Intercambio Humanitario
La
Unilateralidad normaliza el sistema de castas colombiano y degrada la ética: el
intercambio de presos es lo único humanitario y que brinda posibilidades de
respeto mutuo fundamental; punto de partida indispensable para la justicia
social, es decir para avizorar una paz duradera.
El intercambio
humanitario sí es una justa bandera del campo popular, hay que retomarla;
no nos dejemos más embaucar por los cantos de sirena clasistas que martillean
los medios masivos, que solo ven humanos a los soldados y policías que
defienden los intereses del gran capital, mientras que deleznan los
sufrimientos de miles de presos políticos.