Por Roberto Romero Ospina, Centro de Memoria, Paz y
Reconciliación
No hay nada que hacer. La más importante
celebración del movimiento sindical colombiano no le merece a los grandes
medios ni una sola línea en sus impresos, ni un solo minuto en sus espacios.
Los 90 años de la Unión Sindical Obrera de la Industria del Petróleo deben
pasar desapercibidos para todos.
Lo hemos dicho desde estas páginas: la memoria
histórica cada vez más no contará con la prensa y los historiadores se verán a
gatas cuando en cincuenta años o más, quieran tomar como referentes de lo
acontecido a los grandes medios pues allí poca cosa o nada encontrarán sobre el
activo movimiento social.
Veintiún gobiernos contra la USO
La realidad es que permanecer una federación de
trabajadores durante 90 años no es algo de poca monta. En un país marcado por
la más cruda violencia política, persistir y nada menos en oposición a las
multinacionales del petróleo y a exactos veintiún gobiernos liberales y
conservadores, ya de por sí es una hazaña histórica.
Es que durante estos años no ha habido régimen que
no se opusiera y se oponga hoy, a los programas en defensa de los recursos
naturales esbozado desde el mismo nacimiento de la USO el 10 de febrero de
1923, y por supuesto a las reivindicaciones obreras.
Pasaron más de 20 años desde que comenzó la
explotación petrolera en Colombia, cuyos más fuertes inicios tuvieron lugar con
la Concesión de Mares, en Santander, en 1906, hasta su traspaso fraudulento a
la Tropical Oil Company en 1919, para que naciera un sindicato de los obreros
del petróleo.
Los historiadores, en especial Renán Vega, dan
cuenta que aquel 10 de febrero de 1923 un puñado de dirigentes sociales
fundaron la USO en la más completa clandestinidad en Barrancabermeja, que ya
contaba con 5000 trabajadores y 200 estadounidenses, de un total de 12.000
habitantes que tenía el municipio.
Una historia de infamias
La creación de la Tropical Oil Company (Troco)
permitió un nutrido proceso de migración, en el que fueron enganchados muchos
obreros que provenían de las sabanas de Bolívar, Sucre, Córdoba, también
oleadas de antioqueños y de santandereanos, que se adaptaron al clima y los
duros trabajos requeridos para iniciar la explotación del petróleo, como los
hacheros y macheteros trabajando como peones, nos recuerda
Entre los años de 1919 y 1922, como señala Vega, la
Troco para enganchar a los trabajadores les prometían lo divino y lo humano,
pero los obreros se decepcionaban muy rápido al ver que las promesas no
coincidían con la realidad: no existía un adecuado aprovisionamiento de agua
potable para el consumo humano, pues no había plantas de tratamiento ni
acueducto.
La jornadas para extraer el petróleo eran
extenuantes pues pasaban de las 10 y 12 horas, mientras los obreros vivían en
barracas llenas de incomodidades y rodeados todo el tiempo de mosquitos y
plagas.
Todo esto llevó a que se organizaran las primeras
acciones de lucha con paros y protestas. Y cundiera el deseo de comenzar a
organizarse en un sindicato.
A orillas de la quebrada La Putana se reunió la
primera junta directiva de la Unión Obrera. Fueron los dirigentes socialistas
Manuel Francisco Hernández, José María Blanco, Pedro Sosa, Dionisio Vera, Juan
F. Moreno, Víctor Pájaro, Alfredo Campos y Rozo Carrascal, quienes declararon
fundada la Sociedad Unión Obreros y distribuyendo los cargos directivos.
El apóstol Maecha
El primer presidente de la Sociedad Unión Obreros,
como se llamo inicialmente, fue E. Sánchez Sanmiguel y como Secretario General
fue elegido Raúl Eduardo Mahecha, un abogado que siempre entregó sus servicios
a los trabajadores, y recio luchador social curtido en las luchas del río
Magdalena y las bananeras de Ciénaga.
Anota el investigador Rafael Antonio Velásquez, que
Mahecha, cuando llegó al puerto arrendó un cuarto en una de las desvencijadas
casas de la población y allí empezó a ofrecer sus servicios como abogado,
anunciando que sólo cobraba “honorarios para favorecer a los obreros”. A la
vez, comenzó a prepararlos espiritualmente, fundando el periódico Vanguardia
Obrera que editaba por medio de una imprenta volante de su propiedad.
En esta prensa se empezó a denunciar las
iniquidades de la compañía y las desastrosas condiciones de vida de la
población obrera. Fueron lemas del periódico: “Las libertades no se piden, se
toman”; “Trabajo o revolución social” y “Es la misión histórica de la clase
trabajadora hacer desaparecer el capitalismo”, frases éstas que siguen siendo
vigentes en la actualidad y en especial, para que la clase trabajadora siga
luchando.
Por sus permanentes denuncias, la asesoría que les
proporcionaba a los obreros y su entrega en las labores organizativas, soportó
la calumnia por parte de la Troco que siempre lo calificó como un ex
presidiario que no merecía ser escuchado. A medida que el trabajo organizativo
de Mahecha cosechaba frutos, siendo el más importante la fundación de la Unión
Obrera, la compañía estadounidense empezó a presionar al gobierno para que lo
persiguiera. Aquél tuvo que soportar amenazas, multas, luego prisión y
ostracismo tras las huelgas de 1924 y 1927.
El historiador del movimiento obrero, Renán Vega,
anota que la labor de Mahecha en Barrancabermeja le dio dignidad y autoestima
al obrero colombiano, haciéndole comprender que era un creador de riqueza cuyo
trabajo beneficiaba a la Troco. Esta autoestima adquiría un carácter de
reivindicación nacional ante la explotación a la que la multinacional
norteamericana sometía al país y a sus habitantes.
Un legado de honor
Él fue el dirigente indiscutido del movimiento
obrero en la zona petrolera de Barrancabermeja en la década de 1920, una de sus
acciones más resonantes fue su bandera de lucha: La reivindicación de los tres
ochos (8 horas de trabajo, 8 horas de descanso y 8 horas de estudio) como
símbolo en las dos primeras huelgas de 1924 y 1927, época en que fue
encarcelado en dos oportunidades, en la primera permaneció 13 meses preso y en
la segunda, junto a los principales organizadores fueron detenidos y llevados
después a Tunja, donde se les torturó, sometiéndolos al terrible suplicio del
cepo. A comienzos de 1928, se fue para Ciénaga a continuar un nuevo combate
contra la United Fruit Company, para ayudar a organizar la huelga de finales de
1928.
En impensable hacer cualquier historia del
movimiento social colombianos sin tener en cuenta a la USO, que forjó, entre
otras cosas, el nacimiento de Ecopetrol el 21 de agosto de 1951 tras las huelgas
por la exigencia de que revirtiera al Estado Colombiano la Concesión de Mares,
en manos de la Tropical.
Y en todo este tiempo, donde siempre ha primado la
divisa nacionalista de la USO por que se mantenga el recurso petrolero en manos
enteras de la Nación, no pocas persecuciones ha sufrido el sindicato.
En estos 90 años han sido asesinados 104 dirigentes
de la USO, heridos decenas en tantas refriegas para apaciguar sus protestas,
muchos tuvieron que escoger el camino del exilio para salvar sus vidas y
centenares han sido encarcelados.
El país aun está en deuda con la USO. Todas sus
víctimas, como los dirigentes Aurya Sará Marrugo, Manuel Chacó, Orlando
Higuita, y tantos otros, merecen el reconocimiento del Estado y su vindicación
histórica en estos tiempos de reparación. Por ello el olvido de la prensa en
estos días de memoria de la USO, no es otra cosa que volver a ofender a las
víctimas y con ello a todos los trabajadores colombianos.