martes, 12 de febrero de 2013

La hazaña histórica de la USO





Por Roberto Romero Ospina, Centro de Memoria, Paz y Reconciliación

No hay nada que hacer. La más importante celebración del movimiento sindical colombiano no le merece a los grandes medios ni una sola línea en sus impresos, ni un solo minuto en sus espacios. Los 90 años de la Unión Sindical Obrera de la Industria del Petróleo deben pasar desapercibidos para todos.
Lo hemos dicho desde estas páginas: la memoria histórica cada vez más no contará con la prensa y los historiadores se verán a gatas cuando en cincuenta años o más, quieran tomar como referentes de lo acontecido a los grandes medios pues allí poca cosa o nada encontrarán sobre el activo movimiento social.

Veintiún gobiernos contra la USO

La realidad es que permanecer una federación de trabajadores durante 90 años no es algo de poca monta. En un país marcado por la más cruda violencia política, persistir y nada menos en oposición a las multinacionales del petróleo y a exactos veintiún gobiernos liberales y conservadores, ya de por sí es una hazaña histórica.
Es que durante estos años no ha habido régimen que no se opusiera y se oponga hoy, a los programas en defensa de los recursos naturales esbozado desde el mismo nacimiento de la USO el 10 de febrero de 1923, y por supuesto a las reivindicaciones obreras.
Pasaron más de 20 años desde que comenzó la explotación petrolera en Colombia, cuyos más fuertes inicios tuvieron lugar con la Concesión de Mares, en Santander, en 1906, hasta su traspaso fraudulento a la Tropical Oil Company en 1919, para que naciera un sindicato de los obreros del petróleo.

Los historiadores, en especial Renán Vega, dan cuenta que aquel 10 de febrero de 1923 un puñado de dirigentes sociales fundaron la USO en la más completa clandestinidad en Barrancabermeja, que ya contaba con 5000 trabajadores y 200 estadounidenses, de un total de 12.000 habitantes que tenía el municipio.

Una historia de infamias

La creación de la Tropical Oil Company (Troco) permitió un nutrido proceso de migración, en el que fueron enganchados muchos obreros que provenían de las sabanas de Bolívar, Sucre, Córdoba, también oleadas de antioqueños y de santandereanos, que se adaptaron al clima y los duros trabajos requeridos para iniciar la explotación del petróleo, como los hacheros y macheteros trabajando como peones, nos recuerda
Entre los años de 1919 y 1922, como señala Vega, la Troco para enganchar a los trabajadores les prometían lo divino y lo humano, pero los obreros se decepcionaban muy rápido al ver que las promesas no coincidían con la realidad: no existía un adecuado aprovisionamiento de agua potable para el consumo humano, pues no había plantas de tratamiento ni acueducto.

La jornadas para extraer el petróleo eran extenuantes pues pasaban de las 10 y 12 horas, mientras los obreros vivían en barracas llenas de incomodidades y rodeados todo el tiempo de mosquitos y plagas.
Todo esto llevó a que se organizaran las primeras acciones de lucha con paros y protestas. Y cundiera el deseo de comenzar a organizarse en un sindicato.
A orillas de la quebrada La Putana se reunió la primera junta directiva de la Unión Obrera. Fueron los dirigentes socialistas Manuel Francisco Hernández, José María Blanco, Pedro Sosa, Dionisio Vera, Juan F. Moreno, Víctor Pájaro, Alfredo Campos y Rozo Carrascal, quienes declararon fundada la Sociedad Unión Obreros y distribuyendo los cargos directivos.

El apóstol Maecha

El primer presidente de la Sociedad Unión Obreros, como se llamo inicialmente, fue E. Sánchez Sanmiguel y como Secretario General fue elegido Raúl Eduardo Mahecha, un abogado que siempre entregó sus servicios a los trabajadores, y recio luchador social curtido en las luchas del río Magdalena y las bananeras de Ciénaga.
Anota el investigador Rafael Antonio Velásquez, que Mahecha, cuando llegó al puerto arrendó un cuarto en una de las desvencijadas casas de la población y allí empezó a ofrecer sus servicios como abogado, anunciando que sólo cobraba “honorarios para favorecer a los obreros”. A la vez, comenzó a prepararlos espiritualmente, fundando el periódico Vanguardia Obrera que editaba por medio de una imprenta volante de su propiedad.

En esta prensa se empezó a denunciar las iniquidades de la compañía y las desastrosas condiciones de vida de la población obrera. Fueron lemas del periódico: “Las libertades no se piden, se toman”; “Trabajo o revolución social” y “Es la misión histórica de la clase trabajadora hacer desaparecer el capitalismo”, frases éstas que siguen siendo vigentes en la actualidad y en especial, para que la clase trabajadora siga luchando.
Por sus permanentes denuncias, la asesoría que les proporcionaba a los obreros y su entrega en las labores organizativas, soportó la calumnia por parte de la Troco que siempre lo calificó como un ex presidiario que no merecía ser escuchado. A medida que el trabajo organizativo de Mahecha cosechaba frutos, siendo el más importante la fundación de la Unión Obrera, la compañía estadounidense empezó a presionar al gobierno para que lo persiguiera. Aquél tuvo que soportar amenazas, multas, luego prisión y ostracismo tras las huelgas de 1924 y 1927.

El historiador del movimiento obrero, Renán Vega, anota que la labor de Mahecha en Barrancabermeja le dio dignidad y autoestima al obrero colombiano, haciéndole comprender que era un creador de riqueza cuyo trabajo beneficiaba a la Troco. Esta autoestima adquiría un carácter de reivindicación nacional ante la explotación a la que la multinacional norteamericana sometía al país y a sus habitantes.

Un legado de honor

Él fue el dirigente indiscutido del movimiento obrero en la zona petrolera de Barrancabermeja en la década de 1920, una de sus acciones más resonantes fue su bandera de lucha: La reivindicación de los tres ochos (8 horas de trabajo, 8 horas de descanso y 8 horas de estudio) como símbolo en las dos primeras huelgas de 1924 y 1927, época en que fue encarcelado en dos oportunidades, en la primera permaneció 13 meses preso y en la segunda, junto a los principales organizadores fueron detenidos y llevados después a Tunja, donde se les torturó, sometiéndolos al terrible suplicio del cepo. A comienzos de 1928, se fue para Ciénaga a continuar un nuevo combate contra la United Fruit Company, para ayudar a organizar la huelga de finales de 1928.

En impensable hacer cualquier historia del movimiento social colombianos sin tener en cuenta a la USO, que forjó, entre otras cosas, el nacimiento de Ecopetrol el 21 de agosto de 1951 tras las huelgas por la exigencia de que revirtiera al Estado Colombiano la Concesión de Mares, en manos de la Tropical.
Y en todo este tiempo, donde siempre ha primado la divisa nacionalista de la USO por que se mantenga el recurso petrolero en manos enteras de la Nación, no pocas persecuciones ha sufrido el sindicato.

En estos 90 años han sido asesinados 104 dirigentes de la USO, heridos decenas en tantas refriegas para apaciguar sus protestas, muchos tuvieron que escoger el camino del exilio para salvar sus vidas y centenares han sido encarcelados.
El país aun está en deuda con la USO. Todas sus víctimas, como los dirigentes Aurya Sará Marrugo, Manuel Chacó, Orlando Higuita, y tantos otros, merecen el reconocimiento del Estado y su vindicación histórica en estos tiempos de reparación. Por ello el olvido de la prensa en estos días de memoria de la USO, no es otra cosa que volver a ofender a las víctimas y con ello a todos los trabajadores colombianos.