Nicolás Maduro |
Horacio
Duque.
El próximo
14 de abril tendrá lugar otro evento de magnitud en Venezuela. De nuevo
ocurrirá un suceso electoral para elegir el ciudadano que sustituya al inmortal
Hugo Chávez como Presidente de la Republica Bolivariana. Es seguro que Nicolas
Maduro recibirá el apoyo mayoritario del pueblo, descartando la opción de la
oposición burguesa que encarna Capriles Radonski.
El hecho
comicial no es un lugar accesorio en la vida política sino que corresponde a la
naturaleza de la revolución bolivariana que es de "larga duración".
La manera
como se ha construido la salida del neoliberalismo y el avance hacia un sistema
de socialismo del siglo XXI es ejemplar y sin antecedentes. Cada paso dado por
los revolucionarios ha evitado la precipitud y lo efímero. No ha sucumbido al
embrujo del acontecimiento espectacular, ni a la frivolidad y liquidez de la
post modernidad, tan elogiada por las élites sociales y económicas de la
globalización como novedad para embrutecer a la multitud.
La
revolución bolivariana es un proceso político lleno de sabiduría. Esta hecha
sobre el aprendizaje de los aciertos y errores de todos los movimientos
radicales para erradicar la explotación, ensayados por la humanidad en los dos
últimos siglos. Ella lee y asimila en las revoluciones francesa, del 48, en la
Comuna de Paris, en la Soviética en la China, en la Cubana, en la Vietnamita y
en la Chilena.
La
construcción del sujeto revolucionario, desde el Saman del Guere (1983), tomo
su tiempo y perfiló, a lo largo de casi 20 años la nueva izquierda centrada en
la metáfora bolivariana, sumando el marxismo critico, el cimarronismo, la
protesta urbana, la acción obrera, el soberanismo antiimperialista, el
indigenismo, el sacrificio comunista, el antineoliberalismo, la lucha por los
derechos humanos y la iglesia de los pobres.
El Polo
Patriótico (MVR, PPT, PCV, MEP) avanzó en su alianza y acertó en la derrota del
viejo esquema de la élite dominante en la IV República que implantó, con muerte
y sangre (Caracazo, 1988), el programa salvaje del Fondo Monetario
Internacional, para ingresarnos en la fantasía neoliberal y su "democracia
procedimental" extraña al pueblo por estar acotada al ciudadano-vecino de
las clases medias y altas.1992 fue un primer ensayo con error. 1998 cerró el
ciclo de preparación y le dio forma universal a Hugo Chávez, que sin descanso
acometió los desafíos de la coyuntura para volcar el poder constituyente
permanente encargado de iluminar y hacer la nueva institucionalidad democrática
popular, con la Constituyente y la Ley Habilitante.
Vino la
tempestad, la contrarrevolución burguesa con su oscura conjura. Paros, golpes
sabotaje y asedio a lo largo de 24 meses, en los años 2001 y 2002. La patria
nueva los capoteo con destreza. Mostró finura y habilidad para vencer el bloque
insurreccional de la derecha.
Recuperar
la renta petrolera para la nación fue crucial. Era/es la base económica del
programa revolucionario. Dejarlo en manos de la burguesía era el suicidio. La
ferrea voluntad del Presidente reivindicó el patrimonio central del pueblo. Fue
la palanca de la recuperación económica, la soberanía y la reforma social.
La
renacionalización de PDVSA, la nacionalización de las comunicaciones y la
desprivatización de lineas centrales de los servicios, marcaron el nuevo rumbo
del Estado. Era preciso construir una nueva institucionalidad pública, aún con
los riesgos del burocratismo y la corrupción, que es preciso corregir.
Las
misiones sociales en salud, educación redes alimentarias, identidad, desarrollo
endogeno, tierras, agua y en otros ámbitos de la biopolítica, acometieron la
reforma social con resultados que la propia institucionalidad multilateral
registra favorablemente en sus balances. Cae pobreza, hay empleo, la salud no
es una mercancía, la movilidad es un derecho vital y la educación no es un
privilegio de minorías.
El Estado
soberano hace su tarea en el escenario internacional de la mano de los débiles,
alentando sus pasos de autonomía en el ALBA, UNASUR, CELAC, Banco del Sur y
Petrocaribe.
Los
Consejos comunales y la democracia participativa con su transparente proceso
electoral, colocan las bases del nuevo Estado y régimen político.
Es el
socialismo del siglo XXI que avanza, paso a paso, en una "larga
duración" que enseña al resto de la especie humana, para evitar la
desviación de los socialismo burocratizados sin democracia popular.
Venezuela,
Hugo Chávez y ahora Nicolas Maduro, en su nuevo papel central como parte de un
liderazgo colectivo, ofrecen los códigos de la emancipación humana y se
plantean como alternativa al desastre ocasionado por el neoliberalismo y el
capitalismo salvaje.
San
Cristobal, 30 de marzo de 2013.